9 de mayo de 2018

SEVILLA 2018 (MAYO)

Es bien sabido que al igual que escribo en este blog sobre los sitios que visito, también he incluido algunos posts dedicados a Sevilla y a Villanueva del Ariscal, que son los lugares donde paso mi día a día. En esos artículos he reflejado experiencias que he vivido en mi ciudad de nacimiento y en mi pueblo de adopción, más o menos como si fuera un foráneo. En concreto, sobre Sevilla he escrito ya tres entradas, la primera en junio de 2017, la segunda en diciembre de ese mismo año y la tercera hace apenas un mes y medio. En todas ellas intenté por unas horas mirar la ciudad en la que vine al mundo con una curiosidad análoga a la que gasto al viajar, pero en ninguna de las tres ocasiones había ejercido tanto de turista como esta vez, en la que realmente acompañamos, María, las niñas y yo, a nuestra amiga Ruth, que es de Madrid, en una tarde sevillana que hubiera sido digna de una guía turística de las buenas.


En realidad, hay que decir que Ruth ha venido a Sevilla una decena de veces en los últimos quince años, por lo que nuestra jornada no se basó en visitar los highlights hispalenses, sino que me comí un poco el coco para buscar cosas novedosas que hacer. Luego me he enterado de que hay todavía en la ciudad un par de edificios míticos que tiene pendientes, los mismos me los he apuntado para la próxima, pero para la tarde del pasado sábado pensé en otros dos monumentos sevillanos menos típicos que me pareció que podían resultar interesantes. Lo curioso es que yo mismo no los conocía, por lo que corrí un cierto riesgo, pero al final ambos estuvieron a la altura y sirvieron, no solo para que ella profundizara un poco en las maravillas de Sevilla, sino para que lo hiciera yo también. El segundo de los lugares a los que fuimos es una estructura que, pese a la polémica que ha suscitado, se ha convertido ya en una especie de icono local. Me refiero a las Setas de Sevilla.


Antes habíamos estado en otro sitio que se sale mucho más de las rutas turísticas estándar, pero que debería ser visitado por cualquiera que quiera decir que conoce Sevilla en profundidad. Se trata del Convento de Santa Clara, que en la actualidad recibe el nombre de Espacio Santa Clara, porque unos años después de que las últimas monjas que habitaban el monasterio se marcharan (ocurrió en 1998), el mismo fue restaurado y se ha habilitado como recinto para exposiciones y espectáculos.


Cronológicamente, primero fuimos al Convento de Santa Clara, no sin antes atravesar la Alameda de Hércules, un enclave que es historia viva en el centro de Sevilla, porque lleva casi igual más de 500 años.


La zona de la Alameda y sus aledaños en dirección a la Calle Feria fueron hasta finales de los años 80 del siglo XX el epicentro de los bajos fondos sevillanos, pero tras varios lavados de cara, el primero y más brutal llevado a cabo antes de la Expo'92 (está muy bien reflejado en la película Grupo 7), ahora es el corazón de la Sevilla hipster. El ambiente de ese barrio me gusta, aunque en ocasiones tienda a la autoparodia y sea un poco esnob, circunstancia que se refleja en los precios de sus bares, pero en contrapartida es un entorno abierto, relajado y despreocupado, lo que hace que sea muy agradable echar un rato por allí de vez en cuando. Desde el punto de vista urbanístico, los últimos arreglos se le dieron a la Alameda en 2009, cuando se cambió el albero que cubría su suelo por adoquines. Como siempre, algunos criticaron la reforma, pero en general yo creo que esta última actuación acabó por afianzar el ambiente amable y familiar del bulevar.


Nosotros veníamos caminando desde la Estación Sevilla-Santa Justa y al atravesar la Alameda decidimos hacer una parada para tomar algo, por lo que nos detuvimos, un poco al azar, en un bar de la que ha resultado ser una de las calles gay de la ciudad. Todo el entorno de la Alameda es, en la actualidad, gay friendly, eso lo se de sobra, pero desconocía que en una de sus pequeñas bocacalles, la Calle Arias Montano, hay tres bares que, por lo visto, son específicamente gays. Esto lo he descubierto ahora, bicheando por Internet, es evidente que en los veladores había un buen número de gays, pero no sabía que estuviera institucionalizado el carácter LGTB de la calle. En cualquier caso, como no tengo ningún problema con eso, con lo que me quedo es conque el bar en el que echamos el rato (el Bar Versalles) tenía una terraza muy agradable, un camarero muy simpático y los botellines a un euro (un precio increíble para la zona).


Como he dicho, la primera visita de la tarde fue la del Convento de Santa Clara. Hasta hace poco ha habido allí una exposición sobre Murillo y en un par de semanas creo que empieza otra muestra, pero nosotros vimos el lugar vacío, lo cual yo agradecí. Dentro del céntrico Convento destaca el Claustro, el Refectorio y la zona ajardinada que rodea a la Torre de Don Fadrique.



El recinto conventual es enorme y 2/3 permanecen sin restaurar, por lo que hay muchas partes del mismo que no son visitables.



La parte que se puede ver está plagada de impresionantes detalles, como los azulejos del Refectorio, por ejemplo.


Con respecto a la Torre de Don Fadrique, la misma en origen perteneció a un palacio que estaba junto al Convento de Santa Clara y cuyos terrenos fueron cedidos a las monjas poco después de la fundación de este, en el siglo XIII. En 1.920 el Ayuntamiento se los compró a las hermanas clarisas junto con otras dependencias que estas ya no usaban, restauró la torre y sus alrededores, y dejó el lugar abierto, accesible desde la Calle Santa Clara. Cuando las monjas abandonaron el Convento todo quedó de nuevo unido, aunque el espacio ha vuelto a divididirse en dos: por un lado está la parte restaurada, a la que se accede por la Calle Becas, y por otra está el sector que permanece hecho polvo, que incluye la Iglesia de Santa Clara y algunas de las dependencias que eran de las monjas. La Torre de Don Fadrique está en la zona accesible, pero ya no se llega hasta ella desde la Calle Santa Clara, sino que hay que atravesar el monasterio. Para conocer bien el recinto me gustaría entrar en la torre y recorrer también las zonas que están actualmente semiabandonadas. Lo primero ya es posible, pero para lo segundo creo que tendré que esperar un poco más, de momento me conformaré con lo que pudimos ver.


En cualquier caso, con esta visita acertamos de lleno, afortunadamente, porque habíamos andado mucho. Dentro del Convento estuvimos bastante rato y allí no vimos a nadie, por lo que nos movimos a nuestras anchas.

Poco después de las 20'00 horas, cuando ya apretaba bastante menos el calor, nos encaminamos al segundo destino de la tarde, las Setas de Sevilla. Ana y Julia, aunque no habían parado ni un momento en el interior del Convento, habían cogido fuerzas mentales para seguir caminando, por lo que volvimos hacia la parte este del centro, esta vez por otro camino, y desembocamos en las Setas por la Calle Regina.


Las Setas de Sevilla, diseñadas por el arquitecto alemán Jürgen Mayer, se inauguraron en medio de una gran polémica en 2010. La estructura está situada en la Plaza de la Encarnación, un punto muy emblemático de Sevilla en el que hubo durante muchas décadas un mercado, que fue demolido en 1973 por su mal estado. Desde ese año hasta 2004 la mayoría de la plaza fue un solar en el que, por problemas urbanísticos, no se hizo nada, por lo que el mercado estuvo 37 años ocupando un espacio adyacente. Finalmente, en 2004 se sacó a concurso la remodelación de la plaza y fue el proyecto de Jürgen Mayer el que resultó ganador. En origen, la construcción se denominó Metrosol Parasol, pero se ha acabado llamando de manera oficial Setas de Sevilla, que era como la conocía la gente. Se trata de la estructura de madera más grande del mundo.


El proyecto ha sido objeto de todo tipo de críticas durante años, primero por lo atrevido de su diseño, pero también por el tremendo dineral que acabó costando, que casi duplicó lo presupuestado al inicio (el gasto final superó los 102 millones de euros). Con respecto a lo del diseño, he de decir que a mí el resultado me gusta, la corriente tradicionalista sevillana, que tiene mucha fuerza, sigue considerando la construcción como una aberración, pero en mi opinión la Plaza de la Encarnación en sí, pese a estar muy céntrica, no era un lugar demasiado pintoresco, ya que hacía décadas que sus edificios históricos se habían sustituido por feos bloques de pisos. Ahora, por contra, es un espacio con personalidad propia en el que, de hecho, las Setas disimulan gran parte de las feas fachadas.


Además, si bien es cierto que al sur de la plaza se inicia la zona turístico-comercial del centro de Sevilla, al norte comienza otro sector que hace 20 años estaba un tanto deprimido y que hoy se ha regenerado, aprovechando los aires de modernidad que han traído las Setas. Es cierto que esas calles son ahora menos auténticas, yo recuerdo como eran a finales de los 90 y ya no tienen nada que ver, pero lo cierto es que a la Calle Regina, sin ir más lejos, los nuevos tiempos le han sentado bien.

Las Setas de Sevilla, aparte de todo, están compuestas de la unión de cinco espacios independientes, repartidos en cinco niveles: en el sótano están los restos arqueológicos que afloraron con las obras (el Antiquarium), además de la tienda oficial, al nivel de la calle está el nuevo Mercado y, dando a la Plaza de la Encarnación, hay también una zona de bares, la tercera planta es un espacio diáfano llamado Plaza Mayor al que se sube gratis a través de unas escalinatas, mientras que al cuarto nivel se sube en ascensor y en él hay un local para eventos y un pequeño bar, junto al  que comienza la espectacular pasarela que conduce al Mirador Setas de Sevilla.




El Mirador está considerado el quinto nivel de las Setas y está a 28'5 metros de altura. Desde allí se puede contemplar la ciudad a vista de pájaro de una manera única. Me encantó.




La tarde fue de lo más intenso. Había comenzado a las 16'30 horas en la Estación Sevilla-Santa Justa y a las 21'30 estábamos bajando de las Setas con bastante hambre. Dado que nuestro destino final volvía a ser la estación de trenes nos vino que ni pintada una parada en uno de mis bares favoritos en Sevilla, el Bar Ajoblanco. En el mismo me gustan las tapas, para mi desgracia ya no ponen cuscús, pero me siguen encantando las patatas bravas. En cualquier caso, lo que más me gusta es comer escuchando buena música muy de fondo, bajo la atenta mirada de Jimi Hendrix, Frank Zappa y The Beatles.



El próximo mes creo que se presentará una nueva ocasión para escribir un post sobre Sevilla, lo bueno que tiene la ciudad es que da mucho juego sin ser repetitiva, circunstancia que sin duda aprovecharé.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado SEVILLA.
En 1977, % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Sevilla: 14'2% (hoy día 100%).
En 1977, % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 0'2% (hoy día 32'5%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado SEVILLA.
En 1977 (aún incompleta esta visita), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 10% (hoy día, completa ya esta visita, 50%).
En 1977 (aún incompleta esta visita), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 0'1% (hoy día, completa ya esta visita, 4%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado SEVILLA.
En 1977, % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 0'9% (hoy día 61%).
En 1977, % de Municipios de Andalucía ya visitados: 0'1% (hoy día 19'5%).