1 de octubre de 2019

CARRERA NOCTURNA DEL GUADALQUIVIR 2019

La noche del 24 de septiembre de 1999 volvía a mi casa a una hora inusualmente temprana para ser viernes cuando al llegar al Puente de Los Remedios me cortó el paso una interminable hilera de personas corriendo. Estaban disputando la undécima edición de la Carrera Nocturna del Guadalquivir y yo nunca había visto nada igual. Cuando me topé con la carrera estaban pasando los atletas más rápidos y era casi imposible cruzar la calle sin liarla. Poco a poco los corredores que se aproximaban comenzaron a ir más lentos, pero durante un buen rato siguió siendo harto difícil encontrar un hueco por el que colarse. Finalmente, tras 20 o 25 minutos viendo pasar gente los grupitos empezaron a estar algo espaciados y pude llegar a la otra acera sin molestar. 

Si ejerciendo de espectador de aquella Nocturna solo hubiera visto pasar a los primeros me habría ido a mi casa con una idea tan equivocada de lo que son las carreras populares que a lo mejor me lo hubiera pensado dos veces antes de tirarme yo a correrlas. Sin embargo, gracias a que aguanté mucho pude ver que el nivel de los participantes en aquella prueba fue bajando hasta alcanzar el que yo, que ya salía a trotar de vez en cuando, podía tener por aquel entonces. La Nocturna del Guadalquivir es la carrera popular por excelencia en Sevilla y el mismo día que la descubrí vi también que la disputa hasta el gato. Eso me quitó el miedo y fue clave para que me apuntara doce meses después a la siguiente edición, que a la postre sería mi primera carrera.


Han pasado muchos años y durante este tiempo he mantenido con la Nocturna una relación bipolar de amor y de odio, porque en 2000 debuté y hasta 2007 esa cita fue para mí casi ineludible, pero a la vez me fui metiendo en el mundillo del running, conocí otras pruebas y, de repente, tras seis participaciones me di cuenta de que la Nocturna había dejado de gustarme. Efectivamente, en 2007 tomé conciencia de que había decenas de carreras mejores. La Nocturna, como todas las carreras que se organizaban en Sevilla en aquella época, se había convertido en un evento un tanto arrinconado, ya que con la excusa de que terminaba en el Estadio de la Cartuja tenía un trazado que apenas salía de la Isla de la Cartuja. Eso significaba que la gran mayoría de su recorrido era un desierto de público, de hecho La Cartuja, que es una zona donde no hay más que empresas y edificios universitarios, los viernes por la noche sigue siendo un lugar oscuro y solitario hasta el extremo. Para colmo, la carrera era la más popular del calendario, pero aún así fue alargando su circuito de una manera absurda, hasta el punto de que en 2006 y 2007 llegó a medir 12.060 metros. No acababa de entender por qué medía 12 kilómetros una carrera destinada a ser disputada por varios miles de personas que solo son corredores ocasionales. Por último, no se sacaban clasificaciones y solía hacer mucho calor (esas circunstancias no han cambiado), por no hablar de que a mí no me gustan demasiado las nocturnas, y menos si son en viernes (suelo estar cansado, el cuerpo me puede dar para salir a tomar algo, pero no tanto para correr a tope).

En consecuencia, después de 2007 no volví a participar en la Nocturna hasta 2013. Ese año, con la inscripción al circuito completo de carreras populares de Sevilla regalaron el dorsal de la Nocturna y me vi inscrito de nuevo en ella sin comerlo ni beberlo. Yo no tenía especial interés por correrla, pero en el último momento decidí hacerlo, con la cosa de que lo que me encontré en esa edición distó mucho de lo que había vivido anteriormente. Su cartel promocional fue tela de feo, pero dejaba patente el carácter popular que aún tenía la cita.


Aún así, muchas cosas habían cambiado y me encontré conque la carrera ya no empezaba ni terminaba en el Estadio de la Cartuja, sino que daba comienzo en la Avenida de la Palmera y acababa en plena Plaza de España, después de pasar incluso por Triana. Además, pese a que podría recordar esa edición de 2013 como un desastre debido a la climatología, lo que pervive en mi memoria es que me lo pasé genial, fue una de las experiencias atléticas más divertidas de mi vida. Ese año el día de la carrera estuvo metido en agua, hacía calor, pero se pegó la tarde diluviando, lo que no fue óbice para que se mantuvieran fieles a la cita varios miles de personas. La lluvia amainó en los instantes previos a la salida, pero poco a poco fue a más tras el pistoletazo inicial y en el momento en el que yo estaba atravesando Triana por la Calle San Jacinto el cielo decidió caerse. Jamás en mi vida me había llovido tanto encima, ni corriendo ni sin correr. En cuestión de dos minutos cayó tal tromba de agua que pasé a estar como si me hubiera tirado vestido a una piscina. Durante el medio minuto más virulento sentí como si estuviera debajo de una ducha con el grifo abierto a tope. Apenas podía ver por donde iba, pero me lo pasé bomba. Ni que decir tiene que ese año mi carrera no acabó en la meta, estaba tan empapado que al llegar seguí corriendo y no paré hasta que me metí en el coche, unos diez minutos después.


Fue mala suerte, pero solo con lo que vi me di cuenta de que la Nocturna había cambiado. Ya medía solo 8.500 metros y se había diseñado un recorrido urbano que atraía al público, lo de dar mil vueltas por la desierta negrura de la Isla de la Cartuja había quedado atrás. En 2014 no corrí, puesto que fue María la que lo hizo y yo me quedé con Ana y con Julia, pero en 2015 volví a tener la oportunidad de ponerme el dorsal y entonces sí que se cerró el círculo, porque prescindieron de la Plaza de España como final, debido a que en 2014 había sido tal el volumen de participantes que se había colapsado y los últimos casi que no habían podido ni traspasar la línea de meta. Por ello, en 2015 se decidió habilitar para la llegada el mismo lugar que para la salida, en la Avenida de la Palmera. Esta vía es ancha e infinita, por lo que permite que se junten allí 20.000 personas antes de la carrera y tiene capacidad también para recibirlas un rato después, favoreciendo que se vayan dispersando.



Además, en la salida por primera vez se dividió a la multitud en cajones por tiempos, para tratar de organizar a los corredores y que aquello, en la medida de lo posible, dejara de ser el coño de la Bernarda (perdón por la expresión, pero no hay ninguna manera mejor de expresar que hasta entonces en la Nocturna daba igual donde te pusieras, porque siempre tenías delante a gente disfrazada y a novatos a cascoporro que echaban a correr al tran tran).

El ambiente festivo era la seña de identidad de la carrera, pero en 2015 la organización comprendió que el mismo no está reñido con un mínimo de competitividad, de manera que desde ese año se estructura la salida por cajones, aunque los mismos son muy laxos con los rangos de tiempo: hay uno para los que corren a menos de 4:00 minutos el kilómetro (este lo había desde siempre) y otro para los que acreditan menos de 50 minutos en 10.000 metros. Por detrás, ya sí se sitúan las miles de personas que solo disputan esta carrera, los que no tienen marca y los que quieren tomarse la cita como una fiesta. De esa forma, ahora los que optan por salir escopetados pueden hacerlo sin obstáculos y los que piensan ir al trote o, directamente, quieren ir vestidos de pingüino, de novia o de flamenca, pueden tomárselo con calma sin molestar.

Yo ese 2015 estuve en el cajón sub 50. Había bastante gente, pero llegué temprano y me pude poner sin problemas delante en el mismo. Luego quitaron la valla que nos separaba de los más rápidos, avancé y, sin meter codos, acabé en la primera fila. Estaba en una posición tan preeminente que me dio vergüenza y di un paso atrás para que se me pusieran delante unas cuantas personas... tampoco era plan de quitarle el sitio a los máquinas. Lo bueno fue que al darse la salida arranqué y cuando me di cuenta estaba corriendo muy adelante por el nuevo circuito, el definitivo hasta hoy, que rodeaba el centro de Sevilla por la ronda de circunvalación.


Esa ronda es ancha y es apta para recibir a una marea humana de más de 20.000 personas, pero aquel año avancé por ella en el puesto 200 o 300, por lo que me vi corriendo por el centro de una enorme avenida iluminada y casi vacía de corredores, a cuyos lados se agolpaba un infinito pasillo humano de espectadores. Yo, que recordaba como era la carrera hasta 2007, aluciné.

Desde aquel día han pasado cuatro años y no había vuelto a correr la Nocturna por diversas razones. Sin embargo, después de la experiencia de 2015 sabía que volvería más pronto que tarde para repetir aquello. Desde hace unos meses, salvo para casos muy concretos y especiales, solo puedo ir a carreras los viernes por la noche, por lo que me pareció que este era un buen momento para volver a participar.

Por lo que he visto, la cita en las últimas ediciones ha mantenido su nivel, digamos que los responsables tardaron en encontrar la manera de conjugar en un mismo evento el carácter festivo y la seriedad organizativa, y tampoco resultó fácil que se dieran cuenta de que si se quieren recoger los frutos mediáticos de una prueba deportiva masiva no se puede pretender que no moleste ni un poco. Ahora todo eso ya está solucionado, es cierto que se colapsa la Avenida de la Palmera durante doce horas un viernes de septiembre, con los perjuicios que ello conlleva, pero a cambio a las 10 de la noche logran que se congreguen allí 20.000 personas, en el que se ha convertido en el acontecimiento atlético más numeroso de Andalucía (yo creo que es Top Five de España). Ahora dan con el clavo en el tema del marketing y uno desde dentro siente que forma parte de algo grande, también esas estrategias de publicidad hacen que acuda el público a animar, se corre por lugares emblemáticos y han conseguido que los que quieren ir a tope puedan hacerlo sin que eso impida que haya miles de personas que se tomen el evento en plan de guasa. En definitiva, han convertido un tostón, al que dije que no iba a volver, en una fiesta deportiva que le deja un buen sabor de boca a casi todos. No hay clasificaciones ni se ofrecen tiempos oficiales salvo para los primeros, pero eso es algo de lo que puede prescindirse por un día.

El pasado viernes, por tanto, me arranqué de mis estudios a última hora de la tarde y me fui con ganas a meterme de lleno en el meollo de la Nocturna. La logística cuadró y me planté a una buena hora en la línea de salida, donde vi que el ambiente, gracias a la música, a las luces y a la cantidad de gente, era mágico.


Sin problemas me inserté en mi cajón, y aunque esta vez no llegué a estar en primera línea, sí conseguí sin apenas esfuerzo una buena posición para cuando echara a correr.


Con respecto a la carrera en sí, acabé bastante satisfecho, me sentí algo corto de pulmones, pero llevaba casi tres meses sin correr a tope y las sensaciones fueron las normales en esas circunstancias. Mi idea era ir a un ritmo inferior a 4:18, dado que mi primer objetivo de la temporada es acabar el circuito de populares de Sevilla habiendo completado las cinco pruebas en menos de 43 minutos, con las cuatro primeras lo conseguí y ya solo me falta rematar la faena el próximo 20 de octubre en la última. Ese día tendré que volver a rondar todo el rato los 4:17 como mucho, por lo que quería comprobar hasta que punto es factible ese reto después de haber sobrevivido al verano. Afortunadamente, comprobé que el propósito no es descabellado, es más, creo que tendré algo de margen, porque si bien es cierto que mi media en la Nocturna fue justo de 4:17, también es verdad que llevaba bastante tiempo sin buscar mis límites y que marqué ese ritmo a una hora que no me va nada, como ya he explicado.

En cualquier caso, aunque logré el objetivo fue una carrera de las sufridas, salí mejor de lo esperado e hice los dos primeros miles en 4:14 y 4:13, pero a mitad de la Calle Torneo ya noté que había perdido la frescura y los siguientes 6 kilómetros fueron una lucha titánica por no hundirme. Iba muy justo, pero logré mantenerme estable, marcando sucesivamente 4:21, 4:21, 4:19 y 4:19. En todo momento sentí que a ese ritmo iba por el filo de la navaja, de hecho el kilómetro 7 lo hice en 4:24 y pensé que ahí había empezado el hundimiento, pero el octavo lo volví a hacer en 4:21 y como aún me quedaba punch pude hacer los últimos 500 metros a 4:09.

Puede parecer raro que me vaciara de este modo en la Nocturna del Guadalquivir, precisamente la prueba menos competitiva del calendario sevillano, pero la verdad es que yo siempre doy el máximo y en esta carrera tenía especiales ganas de volver a ir a tope. También quería sentir de nuevo la sensación de correr formando parte de la punta de lanza de una muchedumbre de 20.000 personas y, como no, la de atravesar la línea de llegada y andar el largo trecho de la Avenida de la Palmera que acotan para la meta, sintiendo la calma que precede a la tormenta (en cuestión de 20 minutos ese tramo es un hervidero de gente).



Lo de disfrutar de la sensación de ir por delante de miles de personas esta vez lo viví algo menos que en 2015, porque fui un poco más atrás. Además, fui más asfixiado y tuve menos capacidad para disfrutar del entorno, pero de todos modos me lo pasé genial, ya he corrido la Nocturna nueve veces y no me cabe duda de que esta carrera entrará pronto a formar parte del selecto club de pruebas en el que he alcanzado la decena de participaciones.



Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 224.
% del Total de Carreras a completar: 22'3%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 35'2%).