20 de mayo de 2023

CARRERA POPULAR SANTIPONCE 2023

El Cross Internacional de Itálica es una de las competiciones de campo a través más importantes del mundo, y se celebra en Santiponce, un pueblo de la provincia de Sevilla que se encuentra muy cerca del mío. El cross nació en 1982, por lo que tiene una larga trayectoria. Su prueba élite cuenta ya con 40 ediciones a sus espaldas, y ha sido ganada por atletas de un renombre apabullante. Además, tiene también una versión popular. Yo participé en esta última en 2015. Aquella mañana de enero se desató el apocalipsis climatológico, y viví una experiencia difícil de olvidar. No obstante, no voy a hablar de ella en este momento. Ahora, me voy a centrar en otra carrera que se disputa en Santiponce, y que, igualmente, recorre, en parte, el Conjunto Arqueológico de Itálica, pero que tiene un carácter más local. Se trata de la Carrera Popular Santiponce.


Como se puede observar en el cartel, la Carrera Popular Santiponce celebró el pasado domingo su vigesimosexta edición. La prueba, por tanto, tiene solera. Yo participé en ella, por primera vez, en 2016. Desde entonces, no había vuelto, a pesar de que es una de las carreras urbanas más chulas que he corrido. Sin embargo, también es una de las más duras.

Dije el otro día, cuando disputé la Carrera Popular Bollullos, que es digno de elogio cuando los organizadores y las autoridades municipales hacen un esfuerzo porque sus eventos atléticos atraviesen los lugares más emblemáticos de los pueblos, dándoles un valor añadido. Pues bien, en Santiponce son extremadamente escrupulosos con la premisa de que el circuito de su prueba se acerque a las joyas patrimoniales de la localidad, que, en ese caso, son abundantes. Por ello, la carrera es una especie de gymkhana, en la que se visitan sitios de una relevancia brutal. Eso me encanta, pero tiene una contrapartida, que es que la cita acaba convertida en un correcalles, repleto de idas, venidas, giros, revueltas, adoquines y cuestas, sin contar conque se cruzan parte de las ruinas de Itálica, corriendo por los caminos que bordean los restos.

Yo ya sabía que el itinerario de la Carrera Popular Santiponce iba a ser complicado. Iba mentalizado para afrontar un perfil leñero. No obstante, cuando escuché al speaker, un par de minutos antes de la salida, desearnos suerte a los corredores, advirtiéndonos de que el circuito era "duro... bastante duro, con muchos desniveles, e incluso con un tramo en el que se corre por tierra", temí haber borrado de mi mente, tras mi participación de 2016, la dimensión de la severidad del recorrido. Venga. Tampoco es para tanto. Cualquier trail es más salvaje. Sin embargo, a un lugar como Santiponce se va con la guardia un poco baja, a correr una simple prueba popular, corta y urbana, en una población de la primera corona metropolitana de Sevilla. Nada del otro mundo, en consecuencia. Dadas las circunstancias, uno se mentaliza para ajustar el ritmo, pero lo cierto es que, a la hora de la verdad, tira todo lo que puede con un exceso de confianza... y al final el trazado se atraganta.

Voy a ir por partes. No siempre lo hago así, pero en este caso la carrera invita a una triple división del circuito, que midió 10.000 metros. Sin embargo, antes hay que señalar que Santiponce es un pueblo que está construido encima de lo que fue la antigua ciudad romana de Itálica. Una porción de las ruinas se ha podido sacar a la luz, como se muestra, coloreado en verde, en el mapa que pongo a continuación.


El centro de Santiponce es lo que, en el plano, queda encima del extremo derecho de las ruinas. La zona de expansión del pueblo se ha ido construyendo a la derecha de las excavaciones, y está conformada por un conjunto de calles que se extienden en cuadrícula. La Carrera Popular Santiponce empezó recorriendo este barrio moderno y el meollo de la localidad, su segunda parte cruzó el Conjunto Arqueológico de Itálica hasta que se llegó al Anfiteatro, y su tercera discurrió por los confines orientales de la población, antes de regresar al lugar de partida de la prueba, que era también la meta.

En el mapa superior he marcado, con círculos negros, las cuestas del principio del circuito, con verdes las que hubo en las excavaciones, y con azules las que nos encontramos en el final. En total, fueron once. 

En la primera parte hubo cuatro cuestas, rodeadas en negro. Tras el pistoletazo de salida, callejeamos un poco por la zona cuadriculada, e, inicialmente, no nos topamos con desniveles. Lo que sucede es que ese sector de Santiponce está cruzado por una especie de hondonada, que supongo que fue hecha hace milenios por algún curso de agua que ya no existe. Las dos primeras rampas, cortas, pero empinadas, subieron esa pequeña depresión. Luego, después de pasar por el Monasterio de San Isidoro del Campo, enfilamos lo más duro del recorrido. En el centro de la localidad, se juntaron los giros, con las pendientes y con los adoquines. Metros antes de entrar en las ruinas de Itálica, ascendimos otra pendiente buena.

La superficie de Itálica declarada Bien de Interés Cultural mide 116 hectáreas, e incluye el pueblo entero. Los poncinos viven en una zona arqueológica, literalmente. Lo que ocurre es que, de toda ella, 66 hectáreas siguen debajo de las casas. Lo que conocemos como Conjunto Arqueológico de Itálica, que es lo que se encuentra vallado, comprende otras 47 de esas 116 hectáreas, de las cuales se ha excavado solo el 17%. Las restantes 3 hectáreas de propiedades están dispersas por el casco urbano de Santiponce, y sí se han desenterrado. Esto lo cuento, para explicar que la valla encierra menos de la mitad del área arqueológica, pero, aun así, es enorme. Se trata de un tremendo desmonte, y de un terreno forestal anexo, en los que hay una serie de restos visibles dispersos. Por allí transcurrió la segunda parte de la carrera, después de acceder al Conjunto Arqueológico por la puerta que da a la Calle La Fuente. Dentro del yacimiento, por ese lado, hay un largo desnivel asfaltado, que lleva al Cementerio Municipal San José. El mismo se halla dentro del Conjunto Arqueológico de Itálica, en realidad. Luego, tras atravesar otra valla, comenzamos a pisar tierra. En el mapa, los tres círculos verdes señalan las cuestas de ese tramo, como he dicho. Corriendo por las ruinas subimos bastante, dado que el Anfiteatro de Itálica está construido aprovechando una colina, que se usó para posar un sector del graderío, y nosotros la ascendimos. Como consecuencia, pasamos junto al coliseo una primera vez, sin verlo, y, a continuación, comenzamos a bajar. Al final del descenso, ya sí vimos el Anfiteatro, justo antes de dirigimos a la puerta del recinto arqueológico que da a la Avenida de Extremadura, que es la principal.

El trozo más llevadero del circuito, el tercero, comenzó junto al Anfiteatro, y, tras dejar atrás las ruinas, se alargó un buen rato. Afortunadamente, los kilómetros más duros de la carrera fueron los de la primera mitad. Los que transcurrieron por la parte baja de Santiponce fueron menos sufridos, ya que su perfil fue llano. No obstante, habíamos descendido mucho, y teníamos que acabar en el punto de partida, así que los últimos 2.000 metros nos reservaron la apoteosis final de la caña. En efecto, en el plano, coloreados en azul, he puesto dos círculos grandes, los cuales marcan dos formidables cuestas, que se me hicieron interminables. Sus pendientes fueron tendidas, pero las rampas me parecieron infinitas. La tercera de ese sector, como remate, implicó subir la misma vaguada que nos habíamos encontrado al principio.  

El circuito, como ha quedado claro, tuvo su miga. Yo prefiero los trazados menos duros, por lo que la Carrera Popular Santiponce no me va demasiado. Sin embargo, es de las pruebas más bonitas en la que he participado, como dije antes. En el plano, he dibujado también unas flechas rojas, que señalan cinco sitios muy pintorescos por los que pasamos. Yo eso lo valoro mucho. El primero fue el Monasterio de San Isidoro del Campo.


Como se puede comprobar en la foto, en el caso del Monasterio, circulamos por el Patio de los Naranjos del mismo. Ese patio ejercía de compás y está fuera del edificio, pero se encuentra dentro del recinto monacal. Que nos hicieran correr por él, marcando el circuito con conos y cintas, me pareció una pasada y un acierto, aunque fuera un tramo rompe ritmos. Los pasos junto al Teatro Romano y a las Termas Menores fueron otros dos momentos brillantes. Estos no los cruzamos, pero pudimos verlos bien. El precio de contemplar el primero, tanto a nivel del suelo, como desde las alturas, fue recorrer entera la serpenteante y asfixiante Calle Velázquez. Para echarle un vistazo a las termas, hubo que subir una nueva rampa. Luego, accedimos al Conjunto Arqueológico de Itálica, y allí disfruté de varias panorámicas de las que quitan el hipo. Por supuesto, me encantó bordear las Termas Mayores y flanquear el magistral Anfiteatro, pero me pareció más impresionante, si cabe, ver la hilera multicolor de todos los corredores que me precedían, en fila de a uno, avanzando por aquella ladera pelada. Fue precioso. Salir a toda mecha por la puerta principal del recinto arqueológico, cuando este acababa de abrir, tuvo también su punto, porque ya había turistas entrando, incluidos japonenses, algunos de los cuales nos jalearon con ganas. Para terminar, fue llamativo lo de visitar el interior del Campo Municipal Juan Muñoz Romero. No llegamos a pisar el césped, pero sí pasamos entre el terreno de juego y las gradas.

En definitiva, el recorrido estuvo trufado de lugares atractivos. El Campo Municipal Juan Muñoz Romero fue el último de ellos. Después de atravesarlo, emprendimos el camino de regreso al punto de partida, corriendo, al principio, por la zona llana mencionada.


Los kilómetros no estaban marcados, por lo que ignoro cuanta distancia corrimos por terreno llano, pero debieron ser unos 2 kilómetros. Tras las subidas finales, la carrera acabó en el exterior del Pabellón Polideportivo Municipal Francisco Domínguez. El mismo lo abrieron de par en par, lo que fue otro detalle sobresaliente. Dentro, pude reponerme del esfuerzo a gusto. Chapeau.

No me voy a enrollar mucho más, pero no quiero terminar sin reseñar como me fue a mí, en concreto. Lo cierto es que iba con la lección bien aprendida, de lo que me pasó a finales de abril en Bollullos de la Mitación, por lo que me mentalicé para no echar a correr en plan ansioso, y para afrontar las cuestas con cabeza. Por ello, me esforcé en no embalarme, cuando corría hacia abajo, que también desgasta, aunque no se note sobre la marcha. De esa forma, pretendía poder encarar las rampas ascendentes con fuelle. En la primera parte de la carrera cumplí la estrategia. Cuando entré en el Patio de los Naranjos del Monasterio de San Isidoro del Campo, iba en el puesto 79 de 323 corredores.


La primera andanada la había aguantado bien. En cambio, a las subidas por el centro de Santiponce y por Conjunto Arqueológico de Itálica tan solo pude sobrevivir. Así, desde que salí del Monasterio, hasta que dejé atrás el campo de fútbol, perdí 16 posiciones. Realmente, esa segunda parte se me atragantó un poco. Por suerte, después de abandonar el estadio ya no me pasó nadie más, hasta el final. Eso significa que, llaneando, estabilicé el ritmo, dentro del esfuerzo.




Los desniveles del final se me atravesaron de una manera tremenda, pero ya no llevaba a nadie cerca. Además, yo creo que tuvieron que dejar sin aliento a todo el mundo. Por ello, se puede decir que la parte clave de la carrera fue la central. Efectivamente, al salir del patio del cenobio estábamos a 8 metros sobre el nivel del mar, y unos 3 kilómetros después nos encontrábamos a 35. En ese tramo hubo descansillos, pero la tendencia general fue la de ir para arriba cada vez más. Debido a eso, yo corrí por el Conjunto Arqueológico de Itálica con los ojos del revés. Por suerte, el perfil se estabilizó en la último trecho del recorrido por el interior de las ruinas de la antigua ciudad romana, lo que me permitió recuperar el resuello. Luego, descendimos, en apenas un centenar de metros, de los 22 a los 5 metros. Por fortuna, esa imponente cuesta la bajamos, no la subimos. Cuando llegué al llano había recuperado algo el aliento, y ya aguanté el tipo hasta las rampas definitivas.

Terminé en 43:29. La prueba era de 10.000 metros, por lo que no está mal la cosa. Con respecto a lo que hice en Bollullos, en abril, he mejorado el ritmo, a razón de 10 segundos por kilómetro. Es un avance considerable, teniendo en cuenta, sobre todo, que la cita poncina fue mucho más cañera que la bollullera. La mejoría no es casualidad, me la he trabajado, pero es una alegría que se noten los resultados. Eso sí, no se como pude correr esta carrera a 4:01 en 2016. En aquella edición, el trazado fue de 9 kilómetros, y difirió un poco, pero no hubo menos desniveles. De hecho, visitamos los mismos highlights (salvo el campo de fútbol), y pasamos por las mismas zonas, aunque cambiaron algunas calles. También, el sentido de la marcha fue diferente en ciertos momentos. Así, lo que ascendimos el pasado domingo en los últimos kilómetros, entonces lo bajamos. Además, el recorrido por el sector residencial de Santiponce constituyó la parte final del circuito, no la inicial. Sea como fuere, la verdad es que la carrera fue muy parecida. Seguramente, con el paso de las semanas se me olvide su vertiente dura, y acabe recordando solo lo que me gustó, por lo que es muy probable que vuelva a verme corriendo por Santiponce, antes o después.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 243.
% del Total de Carreras a completar: 24'2%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SANTIPONCE.
En 2015 (año de la primera carrera corrida en Santiponce), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 29'5% (hoy día 37'1%).


2 de mayo de 2023

CARRERA POPULAR BOLLULLOS DE LA MITACIÓN 2023

La última carrera en la que participé, antes de empezar a escribir en este blog, fue en la edición 24 de la Carrera Popular Bollullos de la Mitación. Se celebró en abril de 2016.


Un mes después inauguré En Ole Väsynyt. Desde entonces, he hecho siempre una breve, o no tan breve, crónica de todas las competiciones deportivas en las que he tomado parte. La Carrera Popular Bollullos de la Mitación fue, por tanto, la última de una etapa, y tiene un cierto valor simbólico. El otro día volví a disputarla, y cerré un círculo pendiente, ya que por fin voy a poder hablar de ella en el blog.


Se da la circunstancia de que, dentro de una semana, se cumplirán siete años desde que estrené este repositorio de mis andanzas. Eso implica que el relato de mi participación en la edición de 2023 de la Carrera Popular Bollullos de la Mitación va a ser la culminación de mi sexto año como bloguero. Con este, ya han caído 268 posts. Es una pasada.

Con respecto a la carrera de Bollullos en sí, desde 2016 no había tomado parte en ella, como he señalado. A mí no me había cuadrado regresar, pero también es verdad que la cita no se organizaba desde 2019. Tras la pandemia, no había vuelto a arrancar. Por suerte, ha renacido en 2023. Mientras, en el pueblo ha surgido otra carrera, que no tiene nada que ver, ni en organizadores, ni en recorrido. De la misma ya hablé el pasado mes de octubre. Curiosamente, mi ultima prueba corta había sido esa. Desde ese día, solo había disputado una media maratón y un duatlón.

Es un hecho que el presente año no está siendo muy pródigo para mí, en lo que a correr carreras se refiere. Por un lado, he tenido mala suerte con los planes sobrevenidos e ineludibles, que han arruinado mi participación en un par de competiciones. También me lesioné, y aunque no fue nada grave, el problema coincidió con otra media maratón en la que estaba apuntado, y a la que no pude asistir. El caso es que, con tanto impedimento, dado que tengo mil cosas en la cabeza y pocas ganas de líos, aunque no he dejado el running, lo cierto es que no he puesto mayor interés en competir durante bastante tiempo. Hace un mes vi que la carrera de Bollullos había regresado, vivo cerca y el fin de semana se presentaba tranquilo, por lo que decidí ir, a ver si me engancho otra vez a los objetivos motivantes.

Por lo que se refiere a mi actuación concreta en la Carrera Popular Bollullos de la Mitación del pasado domingo, tengo que reconocer que no ha sido la peor prueba corta de mi vida, pero casi. Yo me apunto a las carreras con la idea de ir a tope, porque, para salir a rodar a gusto no necesito ir a ningún sitio a ponerme un dorsal. Corro por los alrededores de mi casa, y me resulta mucho más cómodo. Por tanto, cuando me inscribo en una competición es para ir a cuchillo y para probarme. En ese sentido, confieso que he seguido siempre la regla no escrita de apuntarme a carreras cortas, solo cuando he visto que podía aguantar todo el rato un ritmo de 4:30 o menos. Así, por ejemplo, si he estado lesionado, no he vuelto al ruedo hasta que no he notado que era capaz de bajar de 45 minutos en un diezmil, o de 38:15 en una prueba de 8.500 metros. Por ello, en las 171 carreras de menos de 21.097 metros que he disputado en mi vida, sin contar esta, apenas si he superado 18 veces la media final de 4:30. El domingo corrí a 4:31, por lo que no es falso que no anduve muy fino, dentro de mis parámetros habituales.


En vista de que cubrí los 8.500 metros en 38:21, cabe preguntarse qué sucedió. A esa cuestión, podría responder que los años no pasan en balde, y no mentiría, porque en Bollullos integré la categoría de Veteranos B por primera vez. Ahí es nada. Igualmente, podría aducir que iba cortísimo de punch, porque casi no he forzado el ritmo en los últimos cinco meses. Así, desde noviembre solo he apretado a saco el día de la Media Maratón Sevilla-Los Palacios, en diciembre, y el del Duatlón Cros Ciudad de Tomares, en marzo. Ambas pruebas son muy distintas a una carrera urbana de 8 kilómetros. O, más bien, podría afirmar que la marca se debe a una conjunción de ese par de factores, es decir, a que tengo ya 45 castañas, unido a que he perdido potencia. Ahora, me siento más resistente al rodar. Corro una mayor cantidad de tiempo, sin demasiado esfuerzo, pero la verdad es que, cuando intento acelerar, es como si me estuvieran tirando para atrás de la cintura con una goma. Eso también es debido a la falta de entrenamiento específico, aunque, siendo un veinteañero, haciendo lo mismo entre semana, me plantaba en una competición el domingo y bajaba de 4:10 el kilómetro, seguro. De hecho, la media que hice en 2016 en Bollullos, estando ya más madurito, fue de 4:04. En la actualidad, eso me parece surrealista. 


Sea como fuere, lo cierto es que el domingo me noté mucho más pesado que hace un año. Ya en septiembre tuve un par de encontronazos con mis limitaciones. Sin embargo, me di un poco de vida en los rodajes, y en noviembre noté mejoría. Luego, volví a mi hábito de salir a correr sin apretar, y, en consecuencia, estoy otra vez en modo elefante. Por eso, de aquí a verano, si las obligaciones y la mala suerte no lo impiden, intentaré dar un nuevo giro de tuerca, para tratar de rebajar los ritmos, hasta donde pueda. Veremos. De momento, tengo la referencia inicial de la carrera de Bollullos.

Por lo que respecta al circuito de la prueba, al mismo le dimos dos vueltas casi idénticas, y estuvo bien servido de desniveles. 


Para empezar, se salía cuesta arriba. La rampa inicial era la más jodida del recorrido, así que hubo leña desde bien pronto. Yo intenté no cebarme, pero lo logré solo a medias. No había avanzado ni un kilómetro y ya llevaba el corazón a mil. Después, tras rodear la rotonda que se ve en el plano, la carrera descendió muchísimo. En efecto, fuimos bordeando el extremo oeste de Bollullos, y esa sucesión de rectas calles fue muy favorable. Al llegar abajo, nos dirigimos al centro de la localidad y lo atravesamos, volviendo al punto de partida con un leve callejeo ascendente. Siempre que un circuito pasa por los principales lugares de los pueblos hay que resaltarlo, con independencia de que también haya kilómetros por partes residenciales e impersonales. En este caso, corrimos por un trozo de la Calle Larga y cruzamos la Plaza de Nuestra Señora de Cuatrovitas. Ese es el meollo de Bollullos de la Mitación.


Además, como la cita era a dos vueltas, pasamos sendas veces por los lugares emblemáticos. Mi enhorabuena. Por otro lado, resulta que en Bollullos no hay adoquines de los bastos, por lo que nos evitamos el incómodo trance de correr por un suelo excesivamente irregular, lo cual es muy habitual en las carreras de pueblo en Andalucía.


Yo hice los 4.450 metros de primera vuelta a 4:18, y los 4.050 de la segunda a 4:45. Es verdad lo que he dicho arriba de que he perdido potencia, pero también es evidente que me pudo la ansiedad, y que salí más fuerte de la cuenta. Yo no noté debacles, pero el petardazo existió, eso está claro. Por el tiempo que hice, se ve que la vuelta inicial no estuvo mal. Realmente, la subida dura del principio me pilló fresco, y, a continuación, la bajada fue larga y cómoda. Cuando llegué al centro del pueblo aún iba manteniendo el tipo.


Luego, tras pasar junto a la salida subimos de nuevo la rampa, y yo creo que ahí fue donde me pegó el palo. Ya digo que no noté un bajón fuerte, ni sufrí las típicas sensaciones de ir KO, pero lo cierto es que reduje el ritmo. Cuando volví a atravesar la Plaza de Nuestra Señora de Cuatrovitas iba pesado a más no poder.


Tras el segundo paso por el centro de Bollullos tan solo quedaba el último tirón. Hay que decir que los kilómetros no estuvieron señalados, por lo que no pude jugar con los tiempos parciales. Ir con referencias concretas siempre ayuda a rebajarle segundos al crono final, pero esta vez no pudo ser. En otro orden de cosas, tampoco quiero dejar de resaltar que la carrera fue gratuita. Ya es muy difícil encontrar pruebas que no cuesten dinero. Esta, además, estuvo muy bien montada, por lo que es de justicia elogiar al ayuntamiento y a los organizadores.

En definitiva, la carrera me gustó y disfruté de la vuelta a la competición, aunque el resultado no fuera del todo bueno. Como he comentado al principio, mi intención es la de engancharme otra vez a objetivos motivantes, a ver si es posible. El séptimo año de En Ole Väsynyt empezará con el próximo post, así que ya iré contando.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 242.
% del Total de Carreras a completar: 24'1%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en BOLLULLOS DE LA MITACIÓN.
En 2016 (año de la primera carrera corrida en Bollullos de la Mitación), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 34'2% (hoy día 37'1%).