30 de enero de 2018

MEDIO MARATÓN DE SEVILLA 2018

Me costó trabajo, pero este año decidí no correr el Maratón de Sevilla para, entre otras cosas, poder ir a tope en el Medio Maratón de Sevilla, que se ha disputado cuatro semanas antes. Ya asumí hace tiempo que cuando me pongo un dorsal me embalo seguro, así que desde entonces me concentro siempre en llegar fresco a las citas que más me importan y no me apunto a carreras preparatorias, los entrenamientos los realizo por mi cuenta y cuando compito lo hago para darlo todo, dentro mi modesto nivel. Esa mentalidad ha provocado, precisamente, que para poder correr con garantías el Maratón de Sevilla haya estado varios años sin participar en la media de la ciudad.

Como saben todos los corredores sevillanos, el Medio Maratón de Sevilla se llamó hasta 2015 Media Maratón Isla de la Cartuja. Apenas un par de meses antes de la celebración de esa edición de 2015 se intentó crear otra media maratón en Sevilla que llevara el nombre de la ciudad y que circulara por el centro, pero el proyecto acabó en fracaso absoluto, ya que el Ayuntamiento desautorizó la disputa de la carrera cuando solo quedaban cuatro días para la cita. Aquello fue muy sonado, pero no impidió que dos meses después se disputara la tradicional Media Maratón de La Cartuja, organizada por el Club Atletismo San Pablo, que sí contaba con el beneplácito del consistorio. Realmente, era ilógico y absurdo que en Sevilla se celebraran dos pruebas de 21 kilómetros en menos de tres meses y para 2016 se tomó la decisión correcta, a mi modo de ver, que era convertir la Media de la Cartuja en el medio maratón oficial de la ciudad, sacando su recorrido de la Isla de la Cartuja. Así pues, en 2016 la media maratón de toda la vida ya se llamó Medio Maratón de Sevilla "Isla de la Cartuja" y discurrió por el casco histórico por primera vez en dos décadas. En 2017 la transición se acabó de realizar y la prueba, pese a que conservó la antigüedad (de manera explícita fue la edición 22), ya se llamó simplemente Medio Maratón de Sevilla. Este año se ha disputado la edición número 23 y, de nuevo, la referencia a la Isla de la Cartuja ya no ha aparecido por ningún sitio, pero la fecha ha sido la de siempre (el último domingo de enero) y el final ha estado ubicado, como de costumbre, en el Estadio de la Cartuja. El circuito, por otro lado, ha sido el moderno: ya no se dan vueltas y vueltas por los terrenos de la antigua Expo'92, sino que se ha diseñado un trazado que no deja de lado ninguno de los highlights sevillanos.


Esa y otras novedades han sido las que han hecho que me apeteciera tanto volver a disputar esta carrera. Mi primera participación en la Media de la Cartuja data de 2003, en aquella ocasión se disputó su octava edición y para mí fue la tercera media de mi vida (acabé en 1h34). Después terminé la prueba cuatro veces más (2004, 2006, 2009 y 2010), la de 2009 fue la peor media maratón de mi trayectoria deportiva (1h50), pero en 2006 y 2010 corrí en 1h29.


En 2004 acabé en 1h31 y a eso hay que añadir que en la edición de 2014 me retiré en el kilómetro 17. Mi relación con la Media Maratón de la Cartuja, por tanto, viene de lejos, su recorrido siempre fue feo y frío a más no poder (la Isla de la Cartuja es un parque empresarial y una zona universitaria donde no hay un alma los domingos por la mañana), pero la realidad es que la organización nunca pretendió engañar a nadie con eso y, en cambio, siempre ofreció una competición bien montada y muy rápida (la zona es llana como un plato). Dentro de la Isla de la Cartuja el recorrido de la carrera cambió casi todos los años, hubo alguna edición, incluso, en la que se atravesó parte del vecino barrio de San Jerónimo o se corrió por el paseo peatonal que bordea el Río Guadalquivir por la otra orilla, pero la realidad es que la Media de la Cartuja estaba un poco escondida y daba mil vueltas.


Como he dicho, pese a sus pegas, la Media Maratón de la Cartuja a mí siempre me gustó, pero desde 2014 no había vuelto a correrla. Ese año me retiré porque había estado con fiebre muy alta debido a una gripe hasta el martes anterior a la prueba, fui bien 15 kilómetros, pero me tuve que echar a andar totalmente exhausto poco después, y no quise acabar arrastrándome. Luego, en 2015, 2016 y 2017 decidí, con buen criterio, que correr la media acababa siendo contraproducente para mi participación en el Maratón de Sevilla y no me inscribí, pese a que no me faltaron ganas para sacarme el dorsal, sobre todo desde que me enteré de que el circuito ya recorría las partes más bonitas de la ciudad. Por eso, este año le he dado la vuelta al planteamiento y he sacrificado la prueba reina para correr la 23ª edición del Medio Maratón de Sevilla.


Tengo que decir que llevaba mucho tiempo reclamando para Sevilla una media como las que he corrido en otras ciudades, porque aquí solo se echaba toda la carne en el asador, en lo que a recursos se refiere, en el maratón. La Media de la Cartuja era entrañable, pero no tenía el estatus que debe tener una prueba de 21 kilómetros en una ciudad como Sevilla. Ahora eso ha cambiado, por fin, y el remozado Medio Maratón de Sevilla ya no solo tiene un recorrido alucinante, sino que recibe la cobertura que se merece, su distancia está homologada y tiene detalles como la feria del corredor o la salida por cajones, que le dan al evento un nivel de seriedad importante.


Aparte de todo lo comentado, desde el punto de vista personal la carrera fue muy bien. La salida tuvo lugar a las nueve de la mañana, lo que hizo que tuviera que pegarme un buen madrugón. Lo menos bueno que tuvo la prueba, además, fueron las distancias que hubo que recorrer antes de empezar, para dejar el coche, ir hasta el guardarropa (al que se accedía por la Puerta N del Estadio de la Cartuja) y para llegar luego hasta la salida, ubicada en la Avenida de Carlos III. En esta calle se coloca desde hace unos años la salida del maratón, porque es una avenida muy amplia, larga y apartada, perfecta para organizar a una multitud antes de una carrera. La última vez que participé en la Media de la Cartuja llegaron a meta poco más de 1.200 personas, pero el domingo acabaron casi 8.000 corredores, por lo que ya era necesaria una salida preparada para las masas. Lo que sucede es que la salida del maratón siempre se coloca en la parte de la Avenida de Carlos III más cercana al Estadio, pero en este caso la entrada a mi cajón (que era el primero) estaba a unos 2.000 metros de la puerta del guardarropa, por lo que tuve que avanzar al trote un buen trecho hasta que logré llegar a él.

Más allá de eso, todo estuvo muy bien organizado, la salida se dio con puntualidad y no me encontré tapones al echar a correr. Nada más salir vi, unos metros más adelante, el globo de 1h30 y me dispuse a intentar que no se me fuera demasiado rápido. Lo bueno fue que me encontré muy bien desde el principio, sin forzar hice los dos primeros kilómetros a 4:20 y gracias a eso empecé a ver como le comía terreno al globo hasta alcanzarlo. Pasado el segundo kilómetro me coloqué a su altura y, sin pretenderlo, poco después lo dejé atrás. Ese principio fue una gozada, me sentía fresco y fue un acicate ir rodando a ese nivel sin ir forzado. Luego comprobé que la liebre no iba marcando con exactitud el ritmo, sino que iba acumulando algo de retraso, pero yo eso aún no lo sabía y me motivó llevar el globo detrás todo el rato.

Esa primera parte de la carrera fue, probablemente, la más fría de toda, porque no hubo mucho público animando, ni siquiera en la parte de Triana que atravesamos (recorrimos la Calle López de Gomara y la Ronda Triana, las arterias más amplias del barrio). Era muy temprano y fuimos por calles muy amplias, lo cual se notó en el ambiente. Después de dejar atrás Triana, nos metimos de nuevo en la zona de la Cartuja, y hasta que no llegamos al Puente de la Barqueta, en el kilómetro 8, apenas si volvimos a ver gente en las aceras. Yo iba fenomenal, estable y cómodo, pese a que iba haciendo kilómetros incluso a 4:14. El Puente de la Barqueta sí estuvo muy animado, porque era un punto por el que íbamos a volver a pasar al final y allí se congregó más público. En el kilómetro 10 marqué 43:11 y empezó a costarme más trabajo mantener el ritmo, pero a partir del 12 apreté un poco los dientes y pude mantenerme constante.


Pasado el ecuador de la prueba ya no iba tan suelto, como es lógico, pero los kilómetros siguieron cayendo sin percances. Pese a todo, se me había ido un poco algún parcial y ya intuía que el globo de la 1h30, que seguía a mí espalda, no estaba marcando el ritmo de manera correcta, porque yo pasé por el kilómetro 15 en 1h04:43, el globo tendría que haber pasado por ahí casi clavando 1h04 y, en vez de eso, lo llevaba unos 15 o 20 segundos por detrás desde hacía mucho.


A falta de 5 kilómetros ya calculé que no iba a bajar de 1h30, pero como ese nunca fue mi objetivo real tampoco me importó, mi intención era mantenerme estable en torno a los 4:20 por kilómetro y lo conseguí, al final ya con bastante esfuerzo.

El paso por el centro de Sevilla fue precioso. Antes ya habíamos atravesado el Parque de María Luisa y tampoco había faltado el tramo que bordea el Río Guadalquivir y que pasa por debajo de la Torre del Oro, por ejemplo. La parte del centro, sin embargo, fue la más emocionante, no quedaba mucho, por lo que la excitación estaba ya a flor de piel, y, además, pasamos por lugares tan emblemáticos en Sevilla como la Avenida de la Constitución, la Calle Tetuán o La Campana. Tampoco faltó el paso por debajo de las Setas de la Plaza de la Encarnación, uno de los puntos donde sí se congregó más gente.

Tras atravesar el centro de Sevilla el recorrido salió a las calles que bordean por el este y por el norte el Casco Antiguo, esa parte fue de nuevo amplia y resultó perfecta para echar el resto, porque si se conoce la ciudad ya se sabe que desde ahí hasta la meta el camino más corto y directo es el que se va a llevar. En ese tramo ya me di cuenta de que el globo de marras había desaparecido, poco antes aún creía que el mismo, con la idea de ajustar el tiempo, me iba a pasar como un avión antes del final, pero no fue así, en el kilómetro 17 eché un rápido vistazo atrás y el globo ya no estaba, por lo que ya me concentré en mantener mi ritmo sin ayudas externas.

Los cuatro últimos kilómetros los tuve que pelear y los hice sucesivamente en 4:18, 4:24; 4:19 y 4:20, el ritmo seguía siendo el mismo, pero ya me iba dejando los higadillos. Echando cábalas, vi que al final iba a rondar 1h31, para bajar de ahí tenía que meter una marcha más y ya iba forzado en quinta, así que me contenté con lo que llevaba y disfruté, como siempre, de esos 300 metros finales por el castigado tartán del Estadio de la Cartuja. He acabado carreras ahí del orden de 20 veces, pero me sigue gustando la sensación de bajar la cuesta del Túnel Sur, salir al casi desierto interior del estadio y dar esa última vuelta gozando de ella. Como de costumbre, las gradas de la recta de meta sí estaban llenas de gente, pero en la inmensidad del estadio esa multitud no es capaz de caldear el ambiente. Pese a esto, como digo, acabar en el Estadio de la Cartuja me encanta.


Acabé finalmente en 1h31:19, que es una marca bastante buena. Cierto es que la logré de una manera natural, hice esfuerzo físico, pero no mental, y eso puede restarle épica al logro, pero se de buena tinta que rayar a ese nivel para mí no es fácil, por lo que valoro bastante lo bien que me salió la carrera.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 209.
% del Total de Carreras a completar: 20'8%.

Reto Atlético 102 MEDIAS
Medias Maratones completadas: 37.
% del Total de Medias Maratones a completar: 36'2%.

Reto MEDIAS DE ESPAÑA Y PORTUGAL
Completado Media Maratón en la PROVINCIA DE SEVILLA.
En 2000 (año de la primera Media corrida en la Provincia de Sevilla), % de Provincias en las que había corrido una Media: 1'8% (hoy día 24'5%).

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 34'2%).


27 de enero de 2018

CARRERA URBANA INTERNACIONAL NOCHE DE SAN ANTÓN 2018

Me gustan más las carreras llanas que las que tienen cuestas, prefiero competir por la mañana que por la tarde y odio el frío. Teniendo en cuenta todo eso, entiendo por qué es raro que disfrutara tanto de la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón.


Ciertamente, esa prueba me encantó como pocas y eso que, dadas mis preferencias, de antemano parecía complicado que fuera a sacar algo positivo de ella.

Desde un punto de vista objetivo, la Carrera Noche de San Antón es una de las citas clásicas del calendario atlético español, ya que se disputó por primera vez en 1984. Además, en parte por su solera, la han corrido los más grandes atletas españoles de las últimas tres décadas y también ha sido habitual la presencia en ella de extranjeros de nivel (tanto hombres como mujeres). Tiene mucho mérito que una ciudad que no llega a los 115.000 habitantes albergue una de las competiciones de atletismo urbano más importantes de España.

Por otro lado, como pude comprobar el pasado día 13, la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón no solo es grande a nivel profesional, sino que no ha perdido el carácter popular con el que nació. Ambas cosas son compatibles. Se da la circunstancia de que el 31 de diciembre participé en la San Silvestre Sevillana y, a raíz de eso, afirmé en este blog que el hecho de potenciar el carácter festivo de una carrera no tiene por qué estar reñido con que se respete la seriedad organizativa. Las comparaciones son odiosas, pero a veces no hay más remedio que hacerlas: apenas dos semanas después de haber comprobado como se organiza de manera cutre una prueba con la excusa de su carácter desenfadado, he participado en otra donde se ve bien a las claras que se puede conjugar a las mil maravillas el deseo de que los corredores de a pie disfruten a tope, con la voluntad de que el evento esté a la altura, incluso, de atletas de primer nivel. Ambas cosas no tienen por que estar enfrentadas, pero en Sevilla parece que cuesta entender que una organización escrupulosa puede ir de la mano de un ambiente mayoritariamente popular (poco a poco vamos a mejor, sin duda, aunque aún queda por mejorar. Se podría hablar de este asunto largo y tendido, pero no quiero irme por las ramas...).

El caso es que la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón la corren mas de 7.000 atletas populares, pero su palmarés impresiona (por no liarme a escribir nombres, solo diré que este año han ganado Carles Castillejo y Nazha Macrouch, la marroquí es menos conocida, pero Castillejo es, probablemente, el mejor fondista español de los últimos diez años).


En cualquier caso, a mí lo que me importa es la experiencia desde el punto de vista aficionado, y, en este sentido, la carrera se merece un diez y tiene bien merecida su fama. Decía al principio que la prueba tenía todas las papeletas para no ser de mi agrado, pero hace años leí que el ambiente en Jaén con motivo de la misma es uno de los más espectaculares que se pueden vivir, con el paso de los años he corroborado esa opinión y, por eso, la tenía entre ceja y ceja desde hace mucho tiempo.

Pese a esto, la carrera se llama Noche de San Antón porque se celebraba siempre la noche del 16 de enero, incluso los años en los que ese día caía entre semana. Para disputarla yo necesitaba, por tanto, que el día de San Antón cayera en fin de semana, pero desde que empecé a correr en el año 2000, hasta 2016, solo había caído en sábado en 2010, y ese año se me pasó. En 2016 tuve una nueva oportunidad, pero otra vez me di cuenta tarde. Sin embargo, en Jaén se percataron, a raíz de la celebración de esa edición, de que los años en los que la cita cae en fin de semana la ciudad se llena de visitantes durante dos días. Por ello, en 2017, en vez de seguir con la tradición decidieron cambiar la norma y la carrera ha empezado a organizarse el sábado más cercano a San Antón, con la idea de atraer cuanta más gente mejor. No se si arraigará la iniciativa, que ha sido muy polémica, pero este 2018 se ha mantenido y yo he aprovechado para cumplir con mi reto de participar en la prueba. Esta vez sí estuve atento y me inscribí en octubre, las 10.000 plazas se agotaron a las pocas horas de abrirse el plazo, pero yo conseguí mi dorsal y me dispuse a comprobar si las anunciadas bondades de la San Antón eran capaces de hacer que yo disfrutara de una carrera que es una pura cuesta y que se disputa a las ocho de la tarde con un frío que pela.

El pasado sábado, como era de esperar, a la hora señalada el termómetro marcaba 4º y, para colmo, por la tarde había llovido un poco. Todos los pronósticos coincidían en que el cielo se iba a caer, tarde o temprano, y yo temí que la experiencia fuera a convertirse en un infierno, pero, por fortuna, la lluvia fuerte se retrasó a la mañana del domingo y pudimos correr sin que cayera ni una gota.

Antes de empezar la carrera ya me llevé las primeras sorpresas, porque Jaén a mediodía era un desierto, pero nosotros nos metimos en el albergue a eso de las seis de la tarde y cuando salimos, una hora y media después, toda la ciudad se había echado a la calle. El buen ambiente empezaba a palparse.

Después, sin haberme puesto aún en la línea de salida, ya tuve una primera prueba de la magnitud del evento: la salida se da en la Avenida de Andalucía y, a la altura de donde se coloca la gente, esa calle tiene una paralela, llamada Calle de la Unicef, que queda mucho más alta, con la cosa de que el espacio que hay entre ambas no está construido, entre otras cosas por la pendiente del terraplén (las calles perpendiculares que unen las dos vías son muy cortas, pero muy empinadas). El caso es que desde la Calle de la Unicef observé una impresionante panorámica desde arriba de la Avenida de Andalucía atestada de gente. La salida, además, estaba montada de manera espectacular, todo eran luces y el arco de salida no era muy diferente al del Maratón de Berlín, por poner un ejemplo. Tras ver esa imagen con mis propios ojos y sin haber echado aún a correr, ya sentí que estaba a punto de participar en un evento mayúsculo.


Ese tipo de emociones son las que buscamos los populares y son las que me hacen querer participar en las carreras más importantes que existen. En Jaén estuvieron a la altura de las expectativas, porque además esa sensación se avivó aún más, si cabe, cuando se dio la salida, gracias a la masiva presencia de espectadores. Correr con público es lo más bonito que hay, las carreras frías pierden mucho y no hay nada comparable a avanzar entre una muchedumbre que te anima a gritos. En Jaén se corren los 10 kilómetros atravesando un interminable pasillo humano que te jalea sin parar, yo no había vivido nunca nada igual. Por último, para acabar de rematar la faena está el asunto de las antorchas: la tradición en la Carrera Noche de San Antón es que el público que anima porte antorchas. Yo pensaba que las mismas solo estaban en la recta de meta, pero me equivoqué, están repartidas por todo el recorrido, lo que hace que mientras se corre se vean panorámicas alucinantes de calles llenas de llamitas. Además, por lo visto es una tradición no quitar la iluminación de navidad hasta después de la fiesta de San Antón ("hasta San Antón, pascuas son" dice el refrán), por lo que el trazado en muchos momentos es como un túnel de luz.

En definitiva, los aficionados estamos acostumbrados a correr por nada, salvo por la pura satisfacción personal y por tener la posibilidad de experimentar sensaciones especiales. De entre todos los corredores no profesionales, hay algunos que tienen capacidad para ser un poco protagonistas en algún momento, pero la mayoría nos tenemos que conformar con disfrutar de nuestras zancadas en el más estricto anonimato. Para mí, el mérito de la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón es que fue capaz de que me sintiera especial durante tres cuartos de hora, no por correr más rápido, sino por verme envuelto en un evento que te hace sentir importante, por las luces, por los medios de comunicación implicados, por el público, por el recorrido. Tienes la impresión de que la ciudad se ha paralizado para ti sin que sea un problema y eso es lo que hace que, para un popular, una carrera sea grande. Cuando ocurre eso lo de menos es si hay cuestas, si hace frío o si corres más rápido o más lento. Todo pasa a segundo plano. Es por esto por lo que dije al principio que esta carrera es de las más bonitas en las que he participado.

Aparte de todo lo comentado, desde el punto de vista puramente deportivo realmente la carrera resultó ser muy dura. Los primeros 1.700 metros fueron una larguísima recta cuesta abajo de esas en las que lo difícil es no despendolarse y lo normal es acabar bajando a toda mecha llevado por la excitación y por el ambiente. El problema es que en las carreras con desniveles no hay nada peor que apretar por inercia en las bajadas, porque cuando llega el momento de subir el esfuerzo se multiplica por dos (no se puede empezar una cuesta arriba a 200 pulsaciones por minuto, porque cuando vayas por la mitad de la misma no habrá suficiente oxígeno en el planeta para aliviar a tus pulmones). En vista de eso, yo intenté no dejarme llevar en exceso por la euforia al principio, pero la verdad es que me resultó difícil contenerme y cuando llegué al comienzo de la Avenida de Madrid temí haberme colado. Luego resultó que no, porque sobreviví, teniendo en cuenta como fueron los siguientes 1.000 metros por esa calle, que debe rondar el 6% de desnivel y que recorrí sin tener muy claro donde acababa.

Después de esos casi 3 kilómetros iniciales, en los que había corrido como un loco cuesta abajo y había intentado no hacer el ridículo cuesta arriba, iba ya con los ojos vueltos del revés. En vista de eso, la bajada por la Avenida de Granada me la tomé con más calma e hice bien, porque después de otro tramo bastante quebrado aún quedaba la segunda pendiente heavy metal de la carrera, la de la Calle Senda de los Huertos (500 metros con un 8% de desnivel, aproximadamente). Si esa rampa llega a medir 50 metros más me hubiera tenido que echar a andar...

Afortunadamente, al llegar arriba llevábamos ya 4.800 metros y había llegado la mejor parte de la carrera, la que cruza el centro y pasa por delante de la Catedral de Jaén. Todo ese tramo es cuesta abajo, de nuevo son 1.300 metros en los que, de todas formas, ya no tuve la sensación de ir despendolado, porque no lo iba. Aproveché el perfil favorable para acelerar el ritmo, pero iba ya muy justito. Además, pese a no conocer el recorrido, sí sabía que gran parte de la recta que habíamos bajado al principio había que subirla al final, porque la línea de salida era también la de meta. Por ello, era consciente de que tenía que guardar algo para ese último kilómetro. Por otro lado, tras pasar por la Plaza de Santa María y ver la Catedral pensé que, sin prescindir de la competitividad que nunca me abandona, no era el día para hacer kilómetros mirando al suelo, tenía que dejar algo de oxígeno para poder levantar la cabeza y guardar en la retina imágenes del ambiente y de los lugares por los que iba pasando, aunque me costara unos segundos.

En esos 4.000 metros finales hubo trampas, cuestas repentinas que me dieron un buen hachazo, pero a lo largo de 4 kilómetros bajamos lo que antes habíamos subido, por lo que pude ir recuperando la serenidad. En ese tramo me adelantó bastante gente, pero fui capaz de desembocar de nuevo en la Avenida de Andalucía con algo de fuelle. La subida final de 1.000 metros se me hizo menos larga de lo que hubiera esperado, me noté fuerte, aluciné con el ambiente y fui capaz, de manera increíble, de ver a Ana y a Julia en primera línea, rodeadas por una multitud, unos 200 metros antes de meta. En definitiva, acabé en 43:19, sin aliento, pero siendo ya consciente de que me lo había pasado pipa.



Recorrí los 10.000 metros a 4:19 el kilómetro, aunque en este caso, más que nunca, el ritmo es una media, ya que corrí tramos mucho más rápidos que otros. A ratos le pegué fuerte, pero en otros me limité a sobrevivir. Acabé en el puesto 594 de 7.221 personas que llegaron a meta.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 208.
% del Total de Carreras a completar: 20'8%.

Reto PRINCIPALES CARRERAS DE ESPAÑA
Completado CARRERA URBANA INTERNACIONAL NOCHE DE SAN ANTÓN.
% de Principales Carreras de España que he corrido: 23'2%.


22 de enero de 2018

CATEDRAL DE JAÉN 2018

En 2006, cuando estuve por primera vez en Jaén, acceder a la Catedral no costaba dinero. Esa es la razón por la que entré a ver El Abuelo y salí sin más. Desde entonces dos cosas han cambiado en el templo catedralicio: la primera es que El Abuelo, es decir, la imagen más importante y popular de Jesucristo en la ciudad (el equivalente al Gran Poder en Sevilla), ya no está allí (se la llevaron de vuelta a su santuario en 2009 después de casi 40 años). Aparte, el segundo gran cambio operado en la Catedral es que entrar ya no es gratis, a principios de 2010 decidieron empezar a cobrar la entrada para sufragar los costes de conservación del templo y, en consecuencia, ahora el acceso cuesta 5 euros por adulto y 1'50 euros por niño.


Yo soy siempre un tanto reacio a pagar por entrar en las iglesias, pero si lo pienso bien no es ilógico que cobren a los que no entramos en ellas por motivos religiosos, sino culturales, ya que desde el punto de vista turístico no dejan de ser monumentos, y además son de titularidad privada. No nos choca pagar por entrar a ver un castillo, una antigua mina o un yacimiento arqueológico, y realmente una iglesia no es muy diferente desde el punto de vista patrimonial. En el caso de la Catedral de Jaén, por otro lado, se amortiza el gasto de sobra, porque la visita la puedes hacer a tu aire, de manera relajada y lo que hay dentro merece la pena. Te dan incluso una audioguía que te va contando los detalles de lo que se va viendo, aunque la misma me pareció poco interesante y solo escuché algunas explicaciones, ya que lo describía todo (cuadros e imágenes, principalmente) de una manera excesivamente descriptiva para mi gusto.

En cualquier caso, antes de entrar en el edificio, la Catedral ya me impresionó, porque su fachada barroca es imponente, aunque la estructura del templo es claramente renacentista (destaca la armonía del mismo, a pesar de que combina diferentes estilos). La simetría de las dos torres gemelas hace que el frontal de la iglesia sea espectacular desde fuera.


Además, a pesar de ser un templo de unas dimensiones muy considerables, desde el exterior se puede contemplar a la perfección en conjunto, ya que la plaza que tiene delante (la Plaza de Santa María) es amplia y diáfana. Cuando visité por primera vez Jaén en 2006, delante de la Catedral, a los pies de las dos torres, había árboles que han desaparecido. Ahora la plaza es un espacio liso y abierto que debe ser imposible de cruzar en verano, pero que permite disfrutar a tope de la portada en épocas como esta.

Como he dicho antes, en 2006 entramos en la Catedral, pero la estancia fue fugaz. En esta visita, en cambio, la recorrimos con toda la tranquilidad que pudimos conseguir, ya que Ana y Julia, si bien se mostraron interesadas durante un buen rato en lo que íbamos viendo, al final acabaron por hartarse. Pese a esto, nos dio tiempo de recorrer las dos naves laterales, deteniéndonos al principio en algunas capillas mientras escuchábamos las explicaciones de la audioguía (luego ya continuamos sin ella, sus explicaciones eran demasiado prolijas para nosotros).

El recinto estaba casi desierto, por lo que pudimos apreciar mejor, si cabe, sus grandes dimensiones.


En nuestro recorrido por las naves laterales nos paramos en la Capilla de San Fernando, que es la que está al fondo a la izquierda. Allí buscamos la imagen de El Abuelo, en el lugar donde la vimos la otra vez. Al no encontrarla pregunté por ella y fue cuando me explicaron que, pese a haber estado allí desde 1970 hasta 2009, ese no era su emplazamiento definitivo y se la habían llevado ya a su iglesia. A cambio, ahora se ve mucho mejor el cuadro central de la capilla, que es obra del sevillano Valdés Leal.

En mitad de la nave central vimos también el coro (uno de los más grandes que hay en España), así como el altar mayor.


A continuación nos adentramos en la sala capitular y en la sacristía mayor, que están en el brazo derecho de la Catedral. Ambas se deben al arquitecto Andrés de Vandelvira y son dos referencias clave a la hora de hablar del Renacimiento español.

Debajo de la sala capitular y de la sacristía mayor está el Panteón de los Canónigos, en el cual ya no hay nadie enterrado. Ahora han montado allí el Museo Catedralicio, en el que se conservan un buen número de obras de arte que vimos por encima (no soy tan entendido en arte como para poder pararme demasiado en un museo así, lo vimos con calma y nos detuvimos en las dos o tres obras que más nos llamaron la atención, pero poco más). El Panteón de los Canónigos tiene una división tripartita: las escaleras desembocan a un vestíbulo, luego se accede al salón más grande, que antaño era una capilla, y al fondo hay otra estancia (el panteón propiamente dicho) que me resultó curiosa, porque en ella se ve que están las piezas más valiosas de la colección del museo (son objetos para el culto, fundamentalmente) y eso hace que la puerta que separa la segunda sala de esta tercera sea de metal y tenga un palmo de grosor (es como la puerta de una caja fuerte gigante). Al adentrarme en esa sala, subterránea y sin ventanas, con dos antesalas y protegida tanto por cámaras de seguridad como por la impresionante puerta, me dio la impresión de estar accediendo al corazón de Fort Knox.

No obstante, lo más interesante de la Catedral es la galería alta, que se sitúa por encima de las capillas. Desde allí es preciosa la vista desde arriba de las naves.


También destaca en la galería una especie de terraza en la que hay seis arcos sostenidos por columnas jónicas, realizadas igualmente por Andrés de Vandelvira, y desde donde se puede uno asomar al exterior.




En definitiva, la Catedral es una de las visitas inexcusables de Jaén, la otra vez que estuve en la ciudad la vi demasiado a la carrera, pero ahora ya considero que he saldado mi deuda con ella.



Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitada CATEDRAL DE JAÉN.
En 2006 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Jaén: 14'2% (hoy día 21'4%).
En 2006 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 20'6% (hoy día 34'7%).

Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitadas CATEDRAL DE JAÉN.
En 2006 (primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados en Andalucía: 75% (hoy día 75%).
En 2006 (primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados: 34% (hoy día 39%).


20 de enero de 2018

JAÉN 2018

Jaén fue la última capital de provincia de Andalucía en la que puse un pié (me faltaban dos días para cumplir 29 años). María tiene una amiga que, aunque está afincada en Sevilla, es jiennense, de manera que en verano de 2006 pasamos un par de días en su ciudad aprovechando que ella estaba allí de vacaciones.


El pasado fin de semana he estado por segunda vez en Jaén. Esta vez hemos ido en pleno invierno, ya hemos sido cuatro en la expedición (Ana y Julia no existían en 2006, pero en la actualidad son una parte fundamental de la mayoría de nuestras escapadas), la excursión no ha tenido nada que ver con Pilar como la otra vez, y, por fortuna, hemos dormido en un lugar menos infame que en nuestra anterior visita: en aquella ocasión pernoctamos en la Pensión Carlos V, un alojamiento de una sola estrella que tenía el baño en el pasillo, lo que ayudó a que nos cruzáramos por la noche con alguna pareja (por decirlo finamente) con pinta de estar usando aquello como picadero. Sin embargo, lo peor fue que la habitación, cuando dejamos las maletas, apestaba a tabaco rancio, la primera bofetada fue repugnante, pero por suerte íbamos con mucha prisa, estuvimos solo medio minuto allí y cuando volvimos cuatro horas después, dispuestos a pirarnos, habían ventilado y perfumado a conciencia el cubículo, por lo que decidimos que, dado que nuestra estancia en Jaén iba a ser extremadamente callejera, no íbamos a complicarnos la vida buscando otro sitio donde dormir.

Es posible que la  Pensión Carlos V haya mejorado, lo bueno que tuvo (y que tiene) es que está en la Avenida de Madrid, una de las principales arterias de Jaén.


En cualquier caso, la posibilidad de comprobar hasta que punto la pensión está igual o ha sido remozada no ha entrado en esta ocasión, ni remotamente, en nuestros planes, de hecho en este 2018 hemos dormido en el Albergue Inturjoven & Spa Jaén, que ha resultado ser un lugar magnífico que recomiendo a todo el mundo.

El albergue juvenil de Jaén tiene lo bueno de los demás alojamientos andaluces de la Red Española de Albergues Juveniles (está limpio, es bastante barato y hay muy buen ambiente), pero además está recién remodelado (fue inaugurado en 2007 y en 2017 se reformó bastante). Eso hace que sus instalaciones estén nuevas.


Además, está en un inmueble histórico, el de la Antigua Escuela de Enfermería, que dependía del vecino Hospital San Juan de Dios (también desaparecido como tal). Del edificio de la escuela se conserva solo la fachada, porque de puertas para dentro todo lo demás es totalmente nuevo. El Albergue, aparte, tiene la peculiaridad de que cuenta con un llamativo spa. Yo no lo usé, porque en la calle hacía una rasca de muerte, tenía el frío metido en el cuerpo y, en esas condiciones, para entrar en contacto con el agua necesito que esté a punto de entrar en ebullición, pero María y las niñas disfrutaron durante una hora de las instalaciones y salieron muy contentas.


Por otro lado, el desayuno que nos dieron y que iba incluido en los 66 euros que pagamos fue mejor que el de muchos hoteles en los que he dormido (constaba de cereales, dulces, pan, fruta y yogur a discreción). El café estaba malísimo (era de máquina), pero también se podía uno servir todo el que quisiese.

Aparte de todo esto, nuestra estancia en Jaén estuvo marcada por mi participación en la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón, pero también por la lluvia. Me preocupaba que fuera a diluviar el sábado por la tarde y de eso nos salvamos, pero el domingo amaneció metido en agua, por lo que optamos por volvernos a casa a media mañana y no pudimos aprovechar el día. Queda pendiente una nueva visita a la ciudad para ver lo que nos dejamos atrás (afortunadamente, el Castillo de Santa Catalina ya lo conocía de la otra vez, al igual que el Palacio de Villardompardo y sus impresionantes baños árabes).

Sí vimos en esta ocasión la Catedral de Jaén, que será objeto del siguiente post, pero para lo que sirvió esta visita, sobre todo, fue para que me haya quedado con una idea mucho más clara de como está organizada urbanamente la ciudad. En 2006 me moví de una manera más distraída por allí y no recuerdo los detalles de por donde anduvimos, pero en esta ocasión sí se que recorrimos parte de las dos grandes avenidas que, casi en ángulo recto, encierran el centro de la población por dos de sus partes (la Avenida de Andalucía por el norte y el Paseo de la Estación por el este), y, desde ahí, tengo claro cuales fueron los recorridos que hicimos. Realmente, pese a la mala suerte del domingo, el sábado la lluvia se contuvo y eso hizo que desde que llegamos a Jaén a mediodía, hasta la 6 de la tarde, pudiéramos pasear sin problema.

Nada más llegar fuimos directamente al Parque de la Concordia a recoger el dorsal de la carrera, que se iba a disputar por la noche. En mitad de ese parque estaba montada la carpa donde se desarrolló la feria del corredor y la gran macarronada.



En la macarronada la pasta no era gratis (en realidad en la carpa lo que había era una barra con bebidas y tapas, entre ellas los macarrones con tomate), pero por el precio de una bebida nos pusieron un buen plato de comida que disfrutamos en un poyete del parque.


Tras comer, nos fuimos al centro recorriendo el Paseo de la Estación y pasamos por la Plaza de la Constitución, que ejerce como puerta de entrada al casco histórico.


Durante un buen rato estuvimos paseando por el Barrio de San Ildefonso, que queda a espaldas de la Catedral. El núcleo de este barrio, el más tradicional de la ciudad, es la Plaza de San Ildefonso.


Desde ese punto, en vez de alejarnos de la Catedral y meternos por las calles mas intrincadas del barrio, nos encaminamos hacia el gran templo jiennense por la Calle Hurtado, que se extiende a lo largo de la parte mas señorial del centro. 


Estaba todo muy tranquilo, en parte porque ya habían caído unas gotas, pero esa paz hizo que la zona tuviera un atractivo aún mayor. Por la noche, en cambio, la ciudad entera se echó a la calle de una manera increíble con la excusa de la carrera y de las Lumbres de San Antón (pudo influir en la tranquilidad de primera hora de la tarde el hecho de que la gente se estuviera reservando). Las lumbres son hogueras que se encienden por la noche con motivo de las fiestas de San Antón en todos los barrios de Jaén y que ayudan a crear un ambiente mágico.

El caso es por la noche vimos lo mejor del animado ambiente jiennense, incluida la lumbre de la Parroquia de Santiago Apostol (yo venía de correr, no nos pudimos parar mucho ni tampoco tuvimos opción de consumir en la barra, pero durante unos instantes sí nos dejamos hipnotizar por el gran fuego). Por la tarde, sin embargo, pudimos ver los alrededores de la Catedral casi desiertos, lo que ayudó a que disfrutáramos del verdadero sabor del casco histórico (me gustó mucho la visión de la Calle Bernabé Soriano, conocida popularmente como La Carrera, con la torre de la Catedral al fondo, así como la Plaza de Santa María vacía y mojada).



En esta excursión, dado que comimos en la feria del corredor y cenamos unos bocadillos en el albergue después de la carrera, nuestro contacto con los negocios de restauración se limitó a merendar en una cafetería que, pese a todo, se merece un comentario, porque nunca había estado en un sitio así.


La cafetería se llama Entre Cuentos y Cafés, y aunque parezca que está enfocada en exclusiva al público infantil (dicen que es kids friendly), la verdad es que no es así, los niños pueden divertirse en la ludoteca y, evidentemente, disfrutan como nadie de la cuidada decoración, que parece sacada de Alicia en el País de las Maravillas, pero para los adultos es una atractiva cafetería que sirve unas tartas que están de escándalo.


La visita a Jaén se nos quedó a medias, porque aprovechamos el sábado, pero no pudimos disfrutar del domingo por culpa de la lluvia. Aún así, cumplí el objetivo de irme con una idea mucho más clara de como está organizada la ciudad. La próxima vez remataré la faena.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado JAÉN.
En 2006 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Jaén: 20% (hoy día 40%).
En 2006 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 24'5% (hoy día 32'5%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado JAÉN.
En 2006 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Jaén: 1% (hoy día 5'2%).
En 2006 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 10'5% (hoy día 19'5%).


11 de enero de 2018

TOMARES 2018

La Cabalgata de Reyes Magos es uno de los eventos más populares de la Navidad en España, pese a que todas las Cabalgatas, salvo la de Alcoy, que data de 1866, se empezaron a organizar en el siglo XX. El fenómeno, por tanto, no es tan antiguo, pero en la provincia de Sevilla, en la actualidad, los Reyes desfilan en casi todos los pueblos y en la capital, por lo que es una fiesta más que arraigada. Algunas Cabalgatas son más modestas y otras tienen una bien merecida fama, pero, salvo muy raras excepciones, todas las poblaciones sacan a la calle el ilusionante cortejo real, o bien en la tarde del 5 de enero (lo más habitual) o bien el día 6. También hay carrozas por los barrios de Sevilla la tarde del día de Reyes y hay núcleos de población que, pese a estar integrados en otros municipios, organizan sus propios desfiles, por lo que se puede decir que casi no hay niños sevillanos que el día 5 o 6 de enero no tengan a Melchor, Gaspar y Baltasar a tiro de piedra en algún momento.

Yo de niño siempre fui a ver la Cabalgata a Sevilla, pero desde que me mudé a Villanueva del Ariscal he sido fiel a la del pueblo, ya que es de las más afamadas de todo el Aljarafe y ha resultado siempre muy cómodo disfrutar de ella cerca de casa. Como espectador, aparte de esas dos Cabalgatas, hasta el pasado jueves solo había visto la de Tomares y la de Olivares. La primera la fui a ver en 1996 con mi amigo Nacho y la de Olivares la vi, ya con las niñas, en 2011, cuando ocurrió exactamente lo mismo que ha pasado este 2018: daban lluvia para el día 5, la Cabalgata olivarense se adelantó un día y fuimos a verla, por si, finalmente, el 5 llovía y se suspendía la de Villanueva (cosa que, al final, no sucedió).

Este año, como digo, se anunciaba un día 5 de enero metido en agua y un buen número de Cabalgatas de la provincia se adelantaron al 4 por la tarde. Ante la alarma, la de Villanueva optó por retrasar el desfile al 6, pero la de Sevilla, donde es inviable la improvisación por la magnitud del evento, tuvo que arriesgarse a salir el día 5. Una de las que adelantó la salida al día 4 fue la de Tomares, con la cosa de que habíamos quedado para almorzar allí con unos amigos ese mediodía y decidimos, casi sobre la marcha, ir a verla después de comer. Fue, por tanto, mi segundo contacto con la Cabalgata de Reyes Magos de Tomares


En 1996 fui a verla al poco de salir a la Calle de la Fuente y, quizás porque ese no era, por aquel entonces, un buen lugar para ponerse, me llamó la atención la tremenda frialdad con la que circuló por allí. Este año tenía la oportunidad de cambiar un poco esa impresión, por lo que sumé a la apetencia normal de ver Cabalgatas que uno desarrolla cuando tiene niños, las ganas de ver de nuevo el desfile tomareño para evaluar su acogida actual. Así pues, este año he comprobado que la Cabalgata de Tomares no puede compararse con la de Villanueva del Ariscal ni, por descontado, con la de Sevilla, pero que en la actualidad es capaz de crear ambiente y de generar ilusión incluso en una calle tan destartalada como la Avenida de la Arboleda.


El lugar elegido para ver en esta ocasión el desfile tampoco fue el más idóneo si lo que se busca es espectacularidad, pero en nuestro caso valoramos otros factores y buscamos un sitio donde pudiéramos tomar cerca una copa, mientras esperábamos, y donde no hubiera demasiada masificación. En ese sentido, la ubicación fue buena y nos permitió disfrutar de las diez carrozas del cortejo con amplitud.



La tarde tomareña, aparte de eso, dio para bastante más. En primer lugar, comimos en el Restaurante La Grama, un sitio que es una referencia para las quedadas de amigos que tienen niños pequeños. Yo, pese a eso, nunca había estado allí.


Lo bueno que tiene La Grama es que es un lugar muy amplio compuesto de varios espacios y en el que hay zonas por donde los niños se pueden mover con total libertad sin peligro y sin molestar.




Aparte, se come aceptablemente bien y no es demasiado caro. Nosotros pedimos varios platos de carne a la brasa para compartir, como está mandado en estos casos, y por no mucho dinero disfrutamos de una buena comida (lo que más me gustó, sin embargo, fue el guiso de lagartito ibérico que ofrecían fuera de carta y que estaba muy rico. El tomate aliñao con melva que también tomamos, sin embargo, fue del montón).

Por último, para los que, como yo, disfrutan comiendo en lugares que estén contextualizados en las poblaciones (no en medio de la nada ni a las afueras), La Grama tiene de bueno que está en el meollo de Tomares (en concreto, está en la Calle Cristo de la Vera-Cruz), aunque es cierto que está inserto en la parte del casco urbano tradicional del pueblo que es menos bonito (en la foto de abajo, la Calle Colón).


Toda esas calles están muy cerca de la parte de Tomares que han arreglado más y que es más vistosa, pero tienen el aspecto típico de los cascos urbanos estándar de los pueblos del Aljarafe.


En esta zona céntrica, que queda al oeste de la Calle Tomás de Ibarra, uno de los lugares más amplios es la Plaza Príncipe de Asturias.


Toda esta parte de Tomares no fue la más transitada por mí durante los años en los que viví en el pueblo, pero fui lugareño allí durante mucho tiempo y, por tanto, son algunos los recuerdos que tengo de esas calles.

Después de comer sí fuimos, en cambio, a una zona por la que me moví mucho más en mis años como tomareño. De hecho, el lugar que elegimos para ver la Cabalgata estaba al lado de mi colegio y del instituto al que fui durante dos cursos. Esa zona, en mí época, era el límite del centro del pueblo por ese lado, aunque a continuación había una amplia barriada, rodeada de descampados, llamada Camino Viejo, en la que yo nunca me adentré y que bajaba hasta el Polígono Industrial El Manchón. Hoy día toda esa zona, como el resto de Tomares, se ha desarrollado totalmente y forma un continuo que está muy remozado,


Allí, donde antes estaba el campo de fútbol del Camino Viejo C. F., ahora hay una urbanización con locales que dan al exterior. A uno de ellos, llamado Bar Ipanema, fuimos a tomarnos una copita mientras esperábamos a los Reyes Magos. Fue una buena elección, porque ese bar da a la Plaza de la Cruz, que se asoma, a su vez, a la Avenida de la Arboleda, por donde iba a pasar la Cabalgata.



Puestos ya a recorrer lugares entrañables, el lugar donde acabamos la tarde se llevó, sin duda, la medalla de oro al sitio más querido. El caso es que cuando acabó el desfile aún nos quedaban ganas de echar otro rato y nos fuimos al Club Social de la Urbanización El Mirador, que estaba relativamente cerca. En esa urbanización pasé yo mi infancia y mí adolescencia, literalmente, ya que viví en ella durante nueve años (antes, durante otros cuatro ya había vivido en un chalet cercano y usaba El Mirador como refugio habitual). Su club está ubicado en medio de la urbanización, que está cerrada por vallas y que tiene dentro unas zonas ajardinadas muy amplias. El bar no es nada del otro mundo, como todos los clubes sociales es un lugar con poco glamour, pero yo estuve entrando y saliendo de él como Pedro por su casa durante años y hacer una pequeña parada allí muy de vez en cuando me merece mucho la pena.


Una vez más estuvimos en Tomares, si no me equivoco este es el cuarto post que le dedico en el año y medio que llevo con el blog. En cada uno de ellos he hablado de una zona diferente del pueblo, por lo que lo estoy peinando a conciencia (en el mapa de abajo, la zona que está rodeada por el rectángulo que se encuentra más a la derecha la he nombrado en dos post, contando con este. También he hablado un par de veces de sitios de la parte más arreglada de la población, que es la que está rodeada por el rectángulo pequeño).


Siempre que voy a Tomares y pongo un pie en la calle me entran ganas de hablar del pueblo, así que es seguro que volverán a caer más post sobre él en el futuro...


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado TOMARES.
En 1983 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 1'9% (hoy día 61%).
En 1983 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 0'2% (hoy día 19'5%).