27 de enero de 2018

CARRERA URBANA INTERNACIONAL NOCHE DE SAN ANTÓN 2018

Me gustan más las carreras llanas que las que tienen cuestas, prefiero competir por la mañana que por la tarde y odio el frío. Teniendo en cuenta todo eso, entiendo por qué es raro que disfrutara tanto de la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón.


Ciertamente, esa prueba me encantó como pocas y eso que, dadas mis preferencias, de antemano parecía complicado que fuera a sacar algo positivo de ella.

Desde un punto de vista objetivo, la Carrera Noche de San Antón es una de las citas clásicas del calendario atlético español, ya que se disputó por primera vez en 1984. Además, en parte por su solera, la han corrido los más grandes atletas españoles de las últimas tres décadas y también ha sido habitual la presencia en ella de extranjeros de nivel (tanto hombres como mujeres). Tiene mucho mérito que una ciudad que no llega a los 115.000 habitantes albergue una de las competiciones de atletismo urbano más importantes de España.

Por otro lado, como pude comprobar el pasado día 13, la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón no solo es grande a nivel profesional, sino que no ha perdido el carácter popular con el que nació. Ambas cosas son compatibles. Se da la circunstancia de que el 31 de diciembre participé en la San Silvestre Sevillana y, a raíz de eso, afirmé en este blog que el hecho de potenciar el carácter festivo de una carrera no tiene por qué estar reñido con que se respete la seriedad organizativa. Las comparaciones son odiosas, pero a veces no hay más remedio que hacerlas: apenas dos semanas después de haber comprobado como se organiza de manera cutre una prueba con la excusa de su carácter desenfadado, he participado en otra donde se ve bien a las claras que se puede conjugar a las mil maravillas el deseo de que los corredores de a pie disfruten a tope, con la voluntad de que el evento esté a la altura, incluso, de atletas de primer nivel. Ambas cosas no tienen por que estar enfrentadas, pero en Sevilla parece que cuesta entender que una organización escrupulosa puede ir de la mano de un ambiente mayoritariamente popular (poco a poco vamos a mejor, sin duda, aunque aún queda por mejorar. Se podría hablar de este asunto largo y tendido, pero no quiero irme por las ramas...).

El caso es que la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón la corren mas de 7.000 atletas populares, pero su palmarés impresiona (por no liarme a escribir nombres, solo diré que este año han ganado Carles Castillejo y Nazha Macrouch, la marroquí es menos conocida, pero Castillejo es, probablemente, el mejor fondista español de los últimos diez años).


En cualquier caso, a mí lo que me importa es la experiencia desde el punto de vista aficionado, y, en este sentido, la carrera se merece un diez y tiene bien merecida su fama. Decía al principio que la prueba tenía todas las papeletas para no ser de mi agrado, pero hace años leí que el ambiente en Jaén con motivo de la misma es uno de los más espectaculares que se pueden vivir, con el paso de los años he corroborado esa opinión y, por eso, la tenía entre ceja y ceja desde hace mucho tiempo.

Pese a esto, la carrera se llama Noche de San Antón porque se celebraba siempre la noche del 16 de enero, incluso los años en los que ese día caía entre semana. Para disputarla yo necesitaba, por tanto, que el día de San Antón cayera en fin de semana, pero desde que empecé a correr en el año 2000, hasta 2016, solo había caído en sábado en 2010, y ese año se me pasó. En 2016 tuve una nueva oportunidad, pero otra vez me di cuenta tarde. Sin embargo, en Jaén se percataron, a raíz de la celebración de esa edición, de que los años en los que la cita cae en fin de semana la ciudad se llena de visitantes durante dos días. Por ello, en 2017, en vez de seguir con la tradición decidieron cambiar la norma y la carrera ha empezado a organizarse el sábado más cercano a San Antón, con la idea de atraer cuanta más gente mejor. No se si arraigará la iniciativa, que ha sido muy polémica, pero este 2018 se ha mantenido y yo he aprovechado para cumplir con mi reto de participar en la prueba. Esta vez sí estuve atento y me inscribí en octubre, las 10.000 plazas se agotaron a las pocas horas de abrirse el plazo, pero yo conseguí mi dorsal y me dispuse a comprobar si las anunciadas bondades de la San Antón eran capaces de hacer que yo disfrutara de una carrera que es una pura cuesta y que se disputa a las ocho de la tarde con un frío que pela.

El pasado sábado, como era de esperar, a la hora señalada el termómetro marcaba 4º y, para colmo, por la tarde había llovido un poco. Todos los pronósticos coincidían en que el cielo se iba a caer, tarde o temprano, y yo temí que la experiencia fuera a convertirse en un infierno, pero, por fortuna, la lluvia fuerte se retrasó a la mañana del domingo y pudimos correr sin que cayera ni una gota.

Antes de empezar la carrera ya me llevé las primeras sorpresas, porque Jaén a mediodía era un desierto, pero nosotros nos metimos en el albergue a eso de las seis de la tarde y cuando salimos, una hora y media después, toda la ciudad se había echado a la calle. El buen ambiente empezaba a palparse.

Después, sin haberme puesto aún en la línea de salida, ya tuve una primera prueba de la magnitud del evento: la salida se da en la Avenida de Andalucía y, a la altura de donde se coloca la gente, esa calle tiene una paralela, llamada Calle de la Unicef, que queda mucho más alta, con la cosa de que el espacio que hay entre ambas no está construido, entre otras cosas por la pendiente del terraplén (las calles perpendiculares que unen las dos vías son muy cortas, pero muy empinadas). El caso es que desde la Calle de la Unicef observé una impresionante panorámica desde arriba de la Avenida de Andalucía atestada de gente. La salida, además, estaba montada de manera espectacular, todo eran luces y el arco de salida no era muy diferente al del Maratón de Berlín, por poner un ejemplo. Tras ver esa imagen con mis propios ojos y sin haber echado aún a correr, ya sentí que estaba a punto de participar en un evento mayúsculo.


Ese tipo de emociones son las que buscamos los populares y son las que me hacen querer participar en las carreras más importantes que existen. En Jaén estuvieron a la altura de las expectativas, porque además esa sensación se avivó aún más, si cabe, cuando se dio la salida, gracias a la masiva presencia de espectadores. Correr con público es lo más bonito que hay, las carreras frías pierden mucho y no hay nada comparable a avanzar entre una muchedumbre que te anima a gritos. En Jaén se corren los 10 kilómetros atravesando un interminable pasillo humano que te jalea sin parar, yo no había vivido nunca nada igual. Por último, para acabar de rematar la faena está el asunto de las antorchas: la tradición en la Carrera Noche de San Antón es que el público que anima porte antorchas. Yo pensaba que las mismas solo estaban en la recta de meta, pero me equivoqué, están repartidas por todo el recorrido, lo que hace que mientras se corre se vean panorámicas alucinantes de calles llenas de llamitas. Además, por lo visto es una tradición no quitar la iluminación de navidad hasta después de la fiesta de San Antón ("hasta San Antón, pascuas son" dice el refrán), por lo que el trazado en muchos momentos es como un túnel de luz.

En definitiva, los aficionados estamos acostumbrados a correr por nada, salvo por la pura satisfacción personal y por tener la posibilidad de experimentar sensaciones especiales. De entre todos los corredores no profesionales, hay algunos que tienen capacidad para ser un poco protagonistas en algún momento, pero la mayoría nos tenemos que conformar con disfrutar de nuestras zancadas en el más estricto anonimato. Para mí, el mérito de la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón es que fue capaz de que me sintiera especial durante tres cuartos de hora, no por correr más rápido, sino por verme envuelto en un evento que te hace sentir importante, por las luces, por los medios de comunicación implicados, por el público, por el recorrido. Tienes la impresión de que la ciudad se ha paralizado para ti sin que sea un problema y eso es lo que hace que, para un popular, una carrera sea grande. Cuando ocurre eso lo de menos es si hay cuestas, si hace frío o si corres más rápido o más lento. Todo pasa a segundo plano. Es por esto por lo que dije al principio que esta carrera es de las más bonitas en las que he participado.

Aparte de todo lo comentado, desde el punto de vista puramente deportivo realmente la carrera resultó ser muy dura. Los primeros 1.700 metros fueron una larguísima recta cuesta abajo de esas en las que lo difícil es no despendolarse y lo normal es acabar bajando a toda mecha llevado por la excitación y por el ambiente. El problema es que en las carreras con desniveles no hay nada peor que apretar por inercia en las bajadas, porque cuando llega el momento de subir el esfuerzo se multiplica por dos (no se puede empezar una cuesta arriba a 200 pulsaciones por minuto, porque cuando vayas por la mitad de la misma no habrá suficiente oxígeno en el planeta para aliviar a tus pulmones). En vista de eso, yo intenté no dejarme llevar en exceso por la euforia al principio, pero la verdad es que me resultó difícil contenerme y cuando llegué al comienzo de la Avenida de Madrid temí haberme colado. Luego resultó que no, porque sobreviví, teniendo en cuenta como fueron los siguientes 1.000 metros por esa calle, que debe rondar el 6% de desnivel y que recorrí sin tener muy claro donde acababa.

Después de esos casi 3 kilómetros iniciales, en los que había corrido como un loco cuesta abajo y había intentado no hacer el ridículo cuesta arriba, iba ya con los ojos vueltos del revés. En vista de eso, la bajada por la Avenida de Granada me la tomé con más calma e hice bien, porque después de otro tramo bastante quebrado aún quedaba la segunda pendiente heavy metal de la carrera, la de la Calle Senda de los Huertos (500 metros con un 8% de desnivel, aproximadamente). Si esa rampa llega a medir 50 metros más me hubiera tenido que echar a andar...

Afortunadamente, al llegar arriba llevábamos ya 4.800 metros y había llegado la mejor parte de la carrera, la que cruza el centro y pasa por delante de la Catedral de Jaén. Todo ese tramo es cuesta abajo, de nuevo son 1.300 metros en los que, de todas formas, ya no tuve la sensación de ir despendolado, porque no lo iba. Aproveché el perfil favorable para acelerar el ritmo, pero iba ya muy justito. Además, pese a no conocer el recorrido, sí sabía que gran parte de la recta que habíamos bajado al principio había que subirla al final, porque la línea de salida era también la de meta. Por ello, era consciente de que tenía que guardar algo para ese último kilómetro. Por otro lado, tras pasar por la Plaza de Santa María y ver la Catedral pensé que, sin prescindir de la competitividad que nunca me abandona, no era el día para hacer kilómetros mirando al suelo, tenía que dejar algo de oxígeno para poder levantar la cabeza y guardar en la retina imágenes del ambiente y de los lugares por los que iba pasando, aunque me costara unos segundos.

En esos 4.000 metros finales hubo trampas, cuestas repentinas que me dieron un buen hachazo, pero a lo largo de 4 kilómetros bajamos lo que antes habíamos subido, por lo que pude ir recuperando la serenidad. En ese tramo me adelantó bastante gente, pero fui capaz de desembocar de nuevo en la Avenida de Andalucía con algo de fuelle. La subida final de 1.000 metros se me hizo menos larga de lo que hubiera esperado, me noté fuerte, aluciné con el ambiente y fui capaz, de manera increíble, de ver a Ana y a Julia en primera línea, rodeadas por una multitud, unos 200 metros antes de meta. En definitiva, acabé en 43:19, sin aliento, pero siendo ya consciente de que me lo había pasado pipa.



Recorrí los 10.000 metros a 4:19 el kilómetro, aunque en este caso, más que nunca, el ritmo es una media, ya que corrí tramos mucho más rápidos que otros. A ratos le pegué fuerte, pero en otros me limité a sobrevivir. Acabé en el puesto 594 de 7.221 personas que llegaron a meta.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 208.
% del Total de Carreras a completar: 20'8%.

Reto PRINCIPALES CARRERAS DE ESPAÑA
Completado CARRERA URBANA INTERNACIONAL NOCHE DE SAN ANTÓN.
% de Principales Carreras de España que he corrido: 23'2%.


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