5 de abril de 2024

PLAZA DE ESPAÑA DE SEVILLA 2024

A finales de febrero, el alcalde de Sevilla anunció que el Ayuntamiento "estaba proyectando cerrar la Plaza de España y cobrar a los turistas para financiar su conservación y garantizar su seguridad". La polémica no tardó en estallar, porque en la ciudad estamos acostumbrados, desde siempre, a hacer uso de ese bello espacio sin restricciones.


Lo cierto es que el anuncio de José Luis Sanz no dejó de hacer hincapié en que no peligra el acceso libre y gratuito de los sevillanos a la Plaza de España, pero todos nos vimos haciendo interminables colas, para poder entrar en un monumento por el que, hoy día, paseamos como el que no quiere la cosa.


El centro de Sevilla se está convirtiendo en una especie de parque temático para turistas, lo cual escuece mucho a la opinión pública local, que al final es la que vota, y lo de que la entrada a la Plaza de España esté regulada no va a aliviar esa irritación. Además, este monumento no se encuentra en el meollo de la ciudad, sino que se halla en una zona en la que aún se mezclan un poco los locals y los guiris. Por ello, cuando se pasa por delante todavía da la sensación de que es un espacio público abierto a los sevillanos de a pie, es decir, que mantiene el espíritu para el que se concibió. Ya veremos lo que acaba pasando. 

En todo caso, hay que decir que la Plaza de España ya forma parte del Parque de María Luisa, por lo que se le echa la cancela cada noche, a la vez que al parque.


De todas formas, yo no me he decidido a hablar ahora de la Plaza de España porque vayan a limitar su acceso, sino porque fui el otro día a echar allí un rato en familia, y me ha parecido que esa era una excusa perfecta para dedicarle un post en este blog, cosa que tenía en la cabeza desde hace mucho.

La Plaza de España de Sevilla fue proyectada hace más de un siglo por el gran arquitecto sevillano Aníbal González, y nació para ejercer de espacio emblemático en la Exposición Iberoamericana que se celebró en la ciudad en 1929.


Empezó a construirse en 1914, y sus obras avanzaron con lentitud, pero se pudo terminar a tiempo de que estuviera lista para el evento. Para lograr esto, se acabó multiplicando por 27 su presupuesto inicial, lo cual fue una locura, pero, a día de hoy, ya lo que nos queda es una maravilla arquitectónica, llena de detalles que son dignos de admiración. 

Decía arriba que el sábado pasé una mañana en familia en la Plaza de España. Lo hice, porque ese espacio ha sido siempre un referente para los sevillanos. Más, si cabe, que otros monumentos. En efecto, en Sevilla todos han ido de niños al Parque de María Luisa, y la Plaza de España está al lado. Yo jugaba en ella siendo un mico, dado que vivía cerca, y María y sus hermanas tienen un recuerdo muy bonito de los ratos echados en las barcas, con las que se puede navegar por la ría de 515 metros de largo, 14 de ancho y 1'20 de profundidad, que recorre la superficie semielíptica de la plaza.


El caso es que andábamos con ganas de hacer algo familiar, y lo de echar un rato en las barcas de la Plaza de España nos pareció un plan simpático para la mañana sabatina. Ana, Julia y dos de mis sobrinas ya están en edad adolescente, pero los hijos de mi otra cuñada sí son niños, y, aparte, un rato de gamberreo en una cáscara de nuez divierte a todo el mundo, y más si no se han cumplido aún los 18 años. En consecuencia, lo primero que hicimos, al llegar al monumento, fue dirigirnos al embarcadero y alquilar tres barcas de cuatro plazas, por el módico precio de 6 euros cada una. 


Mientras navegábamos por la ría protagonizamos momentos un tanto escandalosos, y en el ambiente netamente guiri que predomina, en la actualidad, en la Plaza de España, dimos un poco la nota, regalándole a los turistas unas cuantas escenas un pelín moranquianas


Yo creo que nos echaron unas cuantas fotos, pero nos divertimos mucho. Luego, nos dimos un paseo por la plaza en sí. En ese momento, fue cuando me di cuenta de que había bastantes rincones del monumento que no conocía. En realidad, nunca lo había visitado con detenimiento, aunque además de jugar en él de niño, como he dicho, también tengo en la retina la experiencia de haber empezado y terminado algunas carreras allí, y de haber asistido a dos conciertos en su explanada central. El primero fue de Green Day, en 2019, y en el segundo, en 2022, tocaron Deep Purple. Este último se celebró en el marco del Icónica Fest, un festival que se celebra en la Plaza de España desde 2021, a lo largo de un mes.


En el Icónica Fest actúan artistas muy variados, dado que los shows son totalmente independientes. Aparte, el evento no se limita a la música, puesto que el sector del Parque de María Luisa que queda más cerca del monumento se llena de foodtrucks, por lo que las necesidades de comida y bebida se pueden cubrir sin salir del recinto. Empezando por los conciertos, es todo bastante caro, porque, con el rollo de que el espectáculo tiene lugar en un escenario espectacular, pagas un riñón por entrar y por consumir, pero ya está anunciada la cuarta edición del festival para junio, lo que demuestra que hasta ahora ha sido un éxito.

El tema es que, como digo, nunca había visitado la Plaza de España con calma, así que el martes, diez días después del rato de las barcas, aproveché que trabajo muy cerca para irme para allá a mediodía y explorarla bien.

La Plaza de España ocupa una superficie de 50.000 m², de los cuales se encuentran construidos unos 19.000. Su tamaño es tremendo. Sin embargo, en realidad, a pesar del nombre, no es una plaza en el sentido estricto de la palabra. En efecto, según el diccionario de la RAE, una plaza es un "lugar ancho y espacioso dentro de un poblado, al que suelen afluir varias calles". La Plaza de España es, desde luego, un sitio extenso y diáfano, pero parece más un edificio monumental precedido de una explanada, que otra cosa. Su forma es semicircular, y está constituida por un enorme inmueble curvado, de 170 metros, que abraza una amplia área lisa y llana. El conjunto simboliza el abrazo de España a sus antiguos territorios americanos, y mira en dirección al Río Guadalquivir, señalándolo como punto de partida hacia América.

En la Plaza de España, por tanto, podemos distinguir dos zonas. La primera es la de la superficie abierta, en la que están incluidos la fuente, el canal y sus puentes. 



Los puentes iban a ser ocho, pero pronto Aníbal González los redujo a cuatro, y les otorgó una simbología. Así, cada uno representa a uno de los reinos cristianos medievales de la Península Ibérica que acabaron conformando España, es decir, Aragón, Castilla, Navarra y León. No obstante, hay que decir que la historia de esas regiones fue muy convulsa en el medievo, de manera que la división cuatripartita corresponde tan solo a un periodo que no superó los 75 años, y olvida, en todo caso, a los territorios dominados por los musulmanes en esos tiempos.

       


Por otro lado, la segunda parte de la Plaza de España es la del edificio. El mismo tiene una galería, que corre un par de metros sobre el nivel de la explanada, a lo largo del semicírculo.



En los extremos de la edificación hay dos torres, que miden 74 metros. Estas no rivalizan en altura con los grandes colosos del skyline sevillano, que son la Giralda y la Torre Sevilla. La primera mide 101'5 metros y la segunda 180'5, por lo que ambas quedan lejos. Sin embargo, las torres de la Plaza de España también se distinguen muy bien, cuando uno tiene la oportunidad de ver la ciudad de Sevilla desde la lejanía.


En medio de la edificación, esta cuenta con otra gran construcción, a la que Aníbal González denominó Edificio Central. Entre este y las torres hay dos estructuras más, que tienen sendas escaleras monumentales. Si se sube cualquiera de ellas, se podría acceder al tejado de la galería, si estuviera abierto.




Sin embargo, no hace falta atravesar la verja para contemplar las espectaculares vistas desde el rellano de las escaleras.


Si en vez de subir las escaleras se bajan, se atraviesa el edificio por debajo, y se puede salir de la Plaza de España por alguna de las dos puertas que comunican, por el este, la calle exterior y la explanada. Son la Puerta de Navarra y la Puerta de Aragón.


Uno de los atractivos que tiene la Plaza de España, en mi opinión, es que su edificio está a pleno rendimiento, no solo desde el punto de vista turístico, sino también a efectos prácticos. De hecho, hoy día acoge las instalaciones de un montón de organismos públicos de titularidad estatal. Cuando Aníbal González proyectó el espacio, ya sabía a qué se iba a dedicar. Con posterioridad, el uso de las dependencias ha cambiado un poco, pero no tanto. Dentro de la amplia cantidad de entidades que se reparten por el inmueble, llama la atención, por ejemplo, la presencia de oficinas de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, de la Unidad de Conservación y Explotación de la Dirección General de Carreteras, o de la Inspección Provincial de Trabajo y Seguridad Social. El ramillete de competencias que se gestionan en la Plaza de España es vasto. No obstante, su parte más importante, es decir, la que sobresale en el centro, lo que acoge es el Cuartel General de la Fuerza Terrestre


Lo que pasa es que a esta parte militar no se accede desde dentro de la Plaza de España, sino desde fuera. Las medidas de protección en los alrededores de ese sector de la plaza son importantes.



Antaño, cuando la estructura básica de los ejércitos se basaba en la territorialidad, en la Plaza de España estaba la Capitanía General de la II Región Militar, pero en 2002 la organización cambió, y desaparecieron las regiones militares. Pese a esto, el sector central y sobresaliente de la plaza se sigue conociendo como Capitanía.

La verdad es que el lado exterior del edificio de la Plaza de España es feote. Todas las oficinas que he mencionado tienen un acceso discreto por dentro, pero las ventanas dan para fuera, por lo que esa vertiente no presenta un aspecto demasiado pintoresco. 


Lo llamativo se halla en el interior de la plaza, donde se puede disfrutar de mil detalles. Uno de los más bonitos es el de los 48 grupos de bancos recubiertos de cerámica que se distribuyen a los pies del edificio, dando a la explanada. Hay uno por cada provincia de España, y están ordenados alfabéticamente.


Como curiosidad, a principios del siglo XX Canarias era una sola provincia, por lo que el todo archipiélago está representado por un único conjunto de bancos.


La comunidad canaria se dividió en las provincias de Las Palmas y de Santa Cruz de Tenerife en 1927, dos años antes de la inauguración de la Plaza de España, pero se ve que en ese momento ya no hubo forma de construir otro grupo de bancos.

Aparte, la circunscripción de Sevilla tampoco tiene bancos, porque era la anfitriona, por lo que fue representada con una serie de paneles temáticos, que se situaron en algunos de los extremos de cada uno de los cuatro tramos de bancadas que hay. Así pues, hay varios mapas que muestran lo más destacado de la provincia sevillana, o de su capital, desde una perspectiva histórica, monumental, agrícola o ganadera.


El resto de las provincias sí cuentan con su pequeña parcelita, que está compuesta por tres bancos, en los que aparecen escritos los nombres de las principales poblaciones de esa circunscripción. 


Sobre el banco que se encuentra pegado a la pared, todos los conjuntos tienen una serie de azulejos, en los que se ha reflejado alguna escena histórica representativa de esa porción de España. Más arriba, en la balaustrada, cada provincia cuenta con su escudo. En el suelo, están reproducidos sus mapas correspondientes.


Por lo visto, al construir la Plaza de España no faltaron los avatares, con respecto a las escenas que se plasmaron en el alicatado. Lo que pasó fue que unas cuantas se tuvieron que cambiar con cierta premura, poco antes del inicio de la Exposición Iberoamericana, porque las originales al final no se consideraron adecuadas. Eso hizo que, en algunos casos, la calidad de las imágenes se viera algo mermada por las prisas, e incluso provocó que se cometiera un inexplicable fallo con Navarra, ya que, al sustituir sus azulejos, se encabezó el conjunto con el topónimo de la principal ciudad del territorio, en lugar de con el nombre de la provincia.


Supongo que se dieron cuenta tarde. Luego, la verdad es que han pasado casi 100 años, y el error no se ha subsanado. En todo caso, es muy divertido ir recorriendo los bancos, para ir desentrañando los acontecimientos mostrados de cada provincia. Se aprende bastante. También es habitual ver a los visitantes españoles haciéndose fotos frente a los azulejos representativos de sus lugares de origen.

El último detalle llamativo de los bancos es el de los pequeños anaqueles o estantes que están incluidos en los conjuntos. 


Aníbal González pudo estudiar arquitectura a finales del siglo XIX, lo que evidencia que era de familia acomodada, pero tenía un buen ramalazo regeneracionista, por lo que era de los que pensaban que uno de los males que lastraban España, en aquella época, era el analfabetismo. Para combatirlo, González tuvo la idea de crear en la Plaza de España una gran biblioteca pública, antes de que estas existieran realmente. Para eso, diseñó en sus bancos unas repisas, que estaban pensadas para que se colocaran libros en ellas, los cuales podían ser leídos por cualquiera. Está claro que la solución a una rémora tan difícil de combatir, como es la ausencia de cultura, era demasiado inocente, pero a la vez me parece tierna e idealista. A mí me encanta la iniciativa.

Otro detalle digno de mención de la Plaza de España es el de los adornos de las enjutas de los arcos. Al estilo de la Plaza Mayor de Salamanca, en el monumento sevillano se colocaron una serie de 52 medallones, que representan en cerámica a 54 ilustres personajes de la historia de España (hay dos medallones que tienen a un par de personas). 


En los medallones están los bustos de 52 hombres y de 2 mujeres, que se ganaron, hasta 1929, el derecho a ser inmortalizados. Hay músicos, literatos, políticos, descubridores y reyes. La selección tiene un puntillo muy de la época, claro. Por eso, solo representan al sexo femenino Isabel La Católica y Santa Teresa de Jesús. A comienzos del siglo XX, las mujeres llevaban siglos de ostracismo en España, y quedaba aún mucho para que se empezara a hablar de paridad y de igualdad. Hombres, por otro lado, los hay de lo más variopinto. Están Colón, Cervantes, Velázquez y Felipe II, por supuesto, pero también hay personajes menos obvios, como Séneca, Luis Vives, Menéndez Pelayo o Castelar. Tampoco faltan El Cid, Pelayo o San Fernando, que le dan un toque épico patriótico al conjunto.

En definitiva, la Plaza de España es un museo cerámico al aire libre, lleno de elementos que son dignos de elogio. Lo normal, cuando se visita, es verla de un vistazo, pero merece la pena pararse y disfrutar de detalles como los que he comentado, y también de otros como el artesonado mudéjar del techo de la galería, o las balaustradas de los puentes y de la ría.


De la Plaza de España de Sevilla 
hay muchas más cosas sobre las que hablar. Por ahora ya está bien, pero cabe la posibilidad de que, en el futuro, pueda seguir profundizando en sus encantos. Si es así, este post tendrá segunda parte.


Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitada PLAZA DE ESPAÑA DE SEVILLA.
En 1990 (primera visita consciente), % de Monumentos Destacados de España visitados en Andalucía: 25% (hoy día 81'3%).
En 1990 (primera visita consciente), % de Monumentos Destacados de España visitados: 14% (hoy día 43%).