28 de mayo de 2017

MAIRENA DEL ALJARAFE 2017

Mairena del Aljarafe es, junto con Tomares, el gran núcleo residencial del oeste de Sevilla. A su lado hay otros pueblos que también se han desarrollado, pero estos dos son los que aúnan, en mayor medida, cantidad de población y alto nivel de vida. En los años 80 ambos fueron pioneros a la hora de potenciar el concepto de ciudad dormitorio de calidad en la periferia occidental de Sevilla, y, por ello, se convirtieron en la punta de lanza del boom del ladrillo en la zona a principios del siglo XXI.

No hace tanto, sin embargo, Mairena del Aljarafe no se diferenciaba demasiado de los pueblos de su alrededor. De hecho, a principios de los 70 las suyas eran también tierras de explotación agrícola dedicadas al cultivo del olivo. En aquella época el pueblo tenía solo unos 3.700 habitantes. Sin embargo, en sucesivas oleadas se fueron edificando en el término mairenero conjuntos urbanizados más o menos dispersos que hicieron que su población fuera creciendo a pasos bastante más agigantados de lo normal. Para empezar, en 1972, a unos kilómetros del asentamiento primigenio se levantó, desde la nada, Ciudad Aljarafe, un complejo residencial independiente con más de mil viviendas. Esto ayudó a que en apenas una década Mairena triplicara su población. En los siguientes años fueron apareciendo repartidos por los terrenos del municipio otros núcleos, cada uno con sus características (Lepanto, Cavaleri, Simón Verde, Ciudad Expo,...), que fueron rellenando el espacio e hicieron que la población siguiera creciendo a ritmo vertiginoso (ni Tomares pudo seguir el ritmo). Así, se pasó de los 12.600 habitantes que ya tenía en 1981, a los 21.000 de 1990 y a los 30.000 de 1996. En la actualidad cuenta con 45.000 habitantes, ya que en el siglo XXI se han seguido construyendo zonas (son algo más que urbanizaciones) que han llenado los huecos que aún había en el extremo del municipio más cercano a Sevilla.


Además, dada la importancia que ya tenía, en 2003 Mairena se llevó el premio gordo del Metro de Sevilla, ya que, al concretarse el proyecto, Ciudad Expo se convirtió en el final de la Línea 1, la primera que iba a construirse (y la única que existe a día de hoy). Eso ha acabado por convertir la zona en un sitio envidiable para vivir: está muy bien comunicada con la capital (hasta la llegada del metro fue lo contrario) y es un lugar bastante agradable, donde se han ido adecuando bastantes zonas verdes junto a las casas y a los pisos, de manera que en casi todos lados hay sensación de amplitud. Además, desde 1995 cuenta con un enorme polígono industrial cercano al centro (el PISA), no faltan por allí los negocios de restauración ni los comercios y junto a la parada de metro se construyó en 2006 un gran centro comercial llamado Metromar, en el que hay de todo. Mairena del Aljarafe es, realmente, un gigante residencial en el más clásico sentido de la palabra. 

Sin embargo, en medio de todo ese desarrollo el núcleo conocido habitualmente como Mairena Pueblo siguió existiendo. En el mismo, el casco antiguo está ahora sumergido en un mar de adosados, pero forma una especie de óvalo y es más o menos identificable por la presencia de un buen número de casas que tienen la pinta típica de las viviendas populares de un solo piso de los pueblos andaluces.

Mairena del Aljarafe es, por tanto, un municipio de lo más completo, con el que siempre he tenido una cierta relación, por un lado porque yo vivía en Tomares y no me era ajeno el entorno del Aljarafe, pero también porque, por alguna razón insondable, no he parado de conocer gente en mi vida que vive o vivió allí, y eso ha provocado que haya sido para mi un lugar de referencia desde que era niño. Otros pueblos de los alrededores no, pero ese sí. Incluso María vivió hasta los 16 años en Ciudad Aljarafe, aunque ya se había mudado a Sevilla cuando yo la conocí, pero el hecho de que ella se haya criado allí ha reforzado aún más mi relación con el municipio. Por unas cosas o por otras, a Mairena he ido en multitud de ocasiones a hacer de todo. De hecho, llegué incluso a salir en 2008 en la Cabalgata de Reyes Magos del pueblo, cuidando de los niños y las niñas que iban en una de las carrozas (no tiré caramelos, mi misión era abastecer a los peques y que no se descalabraran, pero fui vestido de paje sobre la carroza para pasar desapercibido).


El caso es que, como digo, he seguido yendo por Mairena de vez en cuando, pero la verdad es que, dadas las características del municipio, el centro lo he pisado pocas veces. El pasado domingo, no obstante, se dieron una serie de circunstancias que hicieron que pasara bastante más tiempo de lo normal paseando por el meollo de la población, y, por ello, he creído que era el momento oportuno para dedicarle un post. Hablaré de otros núcleos poblacionales maireneros en el futuro, pero en el primer post dedicado al municipio quería hablar de su corazón y estaba esperando el momento en el que tuviera la oportunidad de darme un paseo por él. Ese momento llegó el pasado domingo, un rato después de correr en Sevilla la carrera de Triana y Los Remedios. La visita estuvo relacionada con el hecho de que, desde hace unos meses, Ana está apuntada al grupo scout de Mairena Atalaya 477, que tiene su sede en la Calle Salvador Dalí, la cual está muy cerca del epicentro del pueblo. Por esa razón, hemos ido allí varias veces últimamente, siempre a llevarla o a recogerla.


Sin embargo, el pasado domingo se organizó en el grupo una comida a la que estaban invitados los padres y nos presentamos en el local a las doce de la mañana, creyendo que a esa hora nos habían citado a todos. Finalmente, a mediodía solo tenían que estar allí los niños, a los padres se nos esperaba a la hora del almuerzo, así que optamos por dejar a Ana e irnos a dar un paseo.

Lo bueno fue que el local del grupo scout está al lado de Casa Bar Pepe El Mudo, que es, sin duda, el bar con más solera de Mairena. Los negocios de restauración en el pueblo abundan y en la parte más residencial tienen representación todas las cadenas de comida que se pueda uno imaginar. También hay repartidos por todos lados multitud de restaurantes y bares de todas las calidades y estilos. Sin embargo, El Mudo es el bar de Mairena por excelencia, lleva en el mismo sitio desde 1968 y es famoso por la calidad de sus gambas. El bar en sí está en una edificación similar a la que antes describía como típica de los pueblos andaluces, pero tiene enfrente, al otro lado de la calle, una amplia terraza en la que es muy cómodo sentarse.


Yo solo había estado allí una vez, en 2003, en una época en la que todavía no me podía permitir pedir gambas en los sitios. Ahora tampoco puedo ir por ahí comiendo marisco a discreción, pero si voy a un sitio como El Mudo puedo darme el lujo de probar el plato estrella del lugar.


Ya sí puedo dar fe de que, en efecto, las gambas que ponen son fresquísimas.

Tras el tentempié, aún nos quedaba una hora de margen, así que, dado que el Parque de la Huerta está casi enfrente de El Mudo, nos fuimos allí a sentarnos a la sombra un rato. Es este un parque bastante grande, para estar tan céntrico como está, y en él hay bastantes árboles, además de una buena zona de juegos infantiles.


Lo bueno es que este parque da a las dos calles que envuelven el centro histórico y que forman el óvalo que antes comentaba, y también da por el tercero de sus lados al núcleo mismo de ese centro, conformado por una serie de calles peatonales que dan a la Calle La Calleja y a la Plaza Blas Infante, que es el corazón tradicional del pueblo.


Como digo, toda esa zona está peatonalizada y evidentemente en Mairena no han faltado recursos para ponerla bonita y mantenerla cuidada, por lo que se merece un paseo.



El domingo a mediodía el pueblo se preparaba para la procesión de la Virgen del Rosario, por lo que estaba engalanado con los arcos de flores de papel tan tradicionales en la zona para este tipos de festejos.


Seguramente no tardaré mucho en volver a Mairena del Aljarafe. Aprovecharé esa circunstancia para ir descubriendo, poco a poco, otros lugares de este municipio que, en el fondo, me resulta tan cercano.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado MAIRENA DEL ALJARAFE.
En 2003 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 15'2% (hoy día 61%).
En 2003 (primera visita consciente), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 6'2% (hoy día 19'3%).

Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado MAIRENA DEL ALJARAFE.
En 2003 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Andalucía: 57'1% (hoy día 100%).
En 2003 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 20'9% (hoy día 32'2%).


24 de mayo de 2017

CARRERA POPULAR PARQUE VEGA DE TRIANA 2017

Hasta los 19 años no me gustaba nada correr. Hacer deporte sí me encantaba, pero correr me parecía un coñazo supino. Poco antes de entrar en la veintena me mudé de Tomares a Sevilla y, casi a la vez, entré en la universidad. Esas dos circunstancias combinadas hicieron que lo de practicar deporte se complicara bastante para mí. Tras unos meses de inactividad absoluta, lo único que se me ocurrió para escapar del sedentarismo definitivo fue salir a trotar, porque era barato y no necesitaba quedar con nadie para hacerlo. Pese a esto, durante tres años no llegué a convertir esa actividad en un hábito, ni mucho menos. Corría 3 o 4 kilómetros de higos a brevas, y como no podía ser de otra forma, lo pasaba fatal.

Realmente, no cogí el hábito de correr hasta el año 99, cuando ya tenía 22 años cumplidos, pero al principio ni se me pasaba por la cabeza la idea apuntarme a una carrera. De hecho, en aquella época yo ni siquiera sabía que existían carreras por las calles en las que podía participar la gente normal (en 1999 ciertamente muchas no había). El hecho totalmente casual de toparme con los participantes de la décima edición de la Carrera Nocturna del Guadalquivir fue lo que me abrió los ojos. Corriendo aquella prueba vi a mucha gente que no tenía una pinta mucho más atlética que la mía, y eso fue como una revelación. El veneno quedó ese día inoculado, ya solo era cuestión de tiempo que hiciera efecto.

Un año después, con motivo de la siguiente edición de la Nocturna del Guadalquivir, se produjo mi debut competitivo. Aquella fue mi primera carrera y este pasado domingo he corrido la que hace la número 200. Han pasado casi 17 años, en los cuales he acabado 16 maratones, 36 medias maratones, seis ultramaratones, dos trails, un cross y 139 carreras urbanas de menos de 21 kilómetros.

200 carreras en 17 años no es una locura, realmente nunca he abusado de las competiciones, porque siempre voy a tope y es conveniente dosificar física y mentalmente. Lo que sucede es que he mantenido una gran constancia, y salvo los meses posteriores al nacimiento de Ana y de Julia, y los periodos en los que no he podido correr por motivos físicos, nunca he dejado de participar en alguna carrera cada cierto tiempo.

El caso es que el pasado domingo atravesé una línea de meta por ducentésima vez. Fue, curiosamente, en la prueba que discurre por Los Remedios, que es el barrio al que me mudé desde Tomares, y en el que siguen viviendo mis padres y mi hermana (yo viví allí más de once años). No ha sido la primera vez que he participado en esta carrera de distrito en Sevilla, por supuesto (de hecho, esta ha sido la quinta vez, tras haberla corrido previamente todos los años entre 2012 y 2015), pero ha sido curioso que la efeméride haya caído en ella (no era algo que estuviera planeado, ni mucho menos).

Hasta hace tres años esta prueba acababa en el Parque de los Príncipes (ese parque está a dos minutos de donde yo vivía, a su perímetro le he dado vueltas cientos de veces), pero ahora acaba en el Parque Vega de Triana, que está junto al Río Guadalquivir y lleva abierto poco más de cuatro años (de ahí que la carrera, que antes llevaba el nombre de los barrios que atraviesa, ahora se llame Carrera Popular Parque Vega de Triana).


La carrera a mí me encanta, porque Los Remedios es como mi barrio, pero, realmente, de las cinco carreras de distrito que ahora se celebran, esta es, junto con la de Nervión San Pablo, la que tiene un atractivo menor. De hecho, los últimos 3 kilómetros por el Parque Vega de Triana son un auténtico peñazo, porque el mismo es un desierto en el que aún escasean los árboles y la carrera se dedica a transitar por él haciendo eses, sin que haya ningún obstáculo visual que oculte a la hilera de gente que te precede. Recortar no se contempla, evidentemente, pero no es por falta de ganas.


Además, el trozo de recorrido que discurre por Triana no se mete por la zona más pintoresca del barrio, sino que circula por las vías más amplias y más impersonales.

Pese a todo, las carreras en Sevilla me gustan por las razones que ya he enunciado otras veces, y esta, además, discurre por calles que me resultan entrañables, por lo que el pasado domingo no me faltaban ganas para ponerme las zapatillas. Quería, además, quitarme el mal sabor de boca del año pasado, cuando me lesioné precisamente en esta cita (llegando casi al kilómetro 9 el isquiotibial derecho me pegó un leñazo y me tuve que retirar). Resulta curioso que de las ocho veces que he tomado la salida en una carrera y no he llegado a meta, dos hayan sido en esta prueba (la primera fue en 2001 y no me retiré por una lesión, pero esa es una larga historia que contaré la próxima vez que corra aquí). El caso es que el pasado año sí me lesioné y en este 2017 me apetecía sustituir ese último recuerdo por otro más agradable. Afortunadamente, esta vez todo salió como la seda desde el principio, y, tras dejar a las niñas con mis padres, María y yo nos pudimos encaminar relajadamente a la salida.

La cosa prometía, pero finalmente la carrera no salió tan redonda como me hubiera gustado. Hace un mes, en la anterior cita del circuito, la excusa de no ir bien del todo fue el cansancio, y en este caso ha sido el clima el que no ha ayudado. No será solo eso, entran en juego muchos factores, pero la semana pasada en Guillena corrí 7.000 metros a 3:59 y los 10.000 de Triana los he completado yendo a 4:17, por lo que el bajón ha sido considerable. Realmente, el día salió bochornoso, a las 9:30 el termómetro ya marcaba 25º, y pese a que no salió el sol, la sensación de humedad fue un lastre.

En mi caso, las piernas respondieron bien al principio, pero en ningún momento tuve opciones reales de seguir al globo de los 40 minutos, de hecho pasé el kilómetro 5 en 21:14.


Luego me mantuve estable un par de kilómetros más, pero los 3.000 metros exactos por el Parque Vega de Triana se me hicieron muy largos.


Finalmente acabé en 42:53 (puesto 325 de 2.640 corredores), en las carreras de distrito de este año en vez de mejorar estoy yendo a peor (marqué 42:17 en la primera y 42:27 en la segunda). El lado positivo es que parar tres veces seguidas el crono en 42 minutos y pico no está mal, y la regularidad también tiene su mérito.



Dentro de dos semanas se disputará la cuarta carrera del circuito del IMD de este año. Después, ya solo quedará la última, en otoño. Antes de correr por La Macarena, sin embargo, tengo la semana que viene el Triatlón de Sevilla, que es harina de otro costal. 


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 200.
% del Total de Carreras a completar: 19'9%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 34'2%).


17 de mayo de 2017

CARRERA BENÉFICA "EL NIÑO PERDÍO" 2017

La peor lesión que he tenido en mi vida me tuvo totalmente parado cuatro meses entre diciembre de 2012 y abril de 2013. Fue un problema de pubis que solo pude curar con reposo absoluto (reposo desde el punto de vista deportivo, se entiende). Ante la persistencia de las molestias, tuve que echarle paciencia y moral al asunto, porque hubo un momento a principios de marzo en el que llegué a pensar que no podría volver a correr nunca más.

Un día, a principios de abril, me di cuenta de que llevaba un tiempo sin notar el incesante pinchacito en la entrepierna con el que me había acostumbrado a convivir, y salí a correr veinte minutos. Aquel día me sentí más desengrasado que un tanque de la Primera Guerra Mundial, pero no noté dolor en el pubis. Al día siguiente repetí y volví a correr sin molestias. Aún recuerdo la alegría que sentí al verme otra vez en la brecha, después de cuatro meses penosos.

Un mes después de aquello decidí volver al mundo de las carreras, no quería correr riesgos, pero me apetecía mucho disfrutar de nuevo del ambiente atlético, así que busqué una prueba corta que no fuera muy dura, y acabé corriendo en Guillena la segunda edición de la Carrera Benéfica "El Niño Perdío". La misma solo tiene 7.000 metros y Guillena no es un pueblo con muchas cuestas, así que me pareció la mejor opción para volver a competir. Aquel día acabé en 32:13 corriendo a 4:36 el kilómetro. Fue una de las peores carreras que he disputado, pero, sin embargo, es una de las que mejores recuerdos me trae.


Ese cariño que le tengo a la Carrera Benéfica "El Niño Perdío" afloró hace un mes cuando volví a Guillena a correr el Trail Ruta del Agua El Gergal. Este, pese a tener un recorrido muy campestre, empieza y acaba junto al Pabellón Municipal de Deportes La Villa, igual que la carrera, que es totalmente urbana.


El hecho de regresar allí hizo que me entraran unas ganas tremendas de volver a la Carrera "El Niño Perdío" para disfrutar de la misma en un estado de forma algo mejor que el de hace cuatro años. Dicho y hecho, este año me he vuelto a apuntar y me he ido hasta Guillena a rememorar viejos tiempos.


La carrera sigue siendo urbana y el recorrido a dos vueltas es el mismo, pero han variado el sentido en el que se corre. El cambio me parece acertado, porque antes la cuesta más dura del pueblo se subía y ahora se baja, mientras que lo que se asciende en la actualidad es más tendido. Esos desniveles son inevitables, porque Guillena es un pueblo distribuido en dos alturas y en algún momento hay que pasar de la inferior, donde está la salida y la llegada, a la superior, que es donde está la principal calle del pueblo. Aún así, como he dicho, salvo ese desnivel, la mayor parte del recorrido, si bien no es llano como un plato, es bastante asequible.


Hace tres semanas, en la última carrera, sufrí las consecuencias de no haber descansado demasiado el día antes (a veces pasa), pero en esta ocasión tuve más cuidado y el sábado fue un día normal (tampoco aspiro a pegarme el día previo a las carreras con los pies en alto, pero no me pasé ocho horas de pie en una barbacoa). En consecuencia, pude correr sin lastres y, en efecto, comprobé que la punta de velocidad ha ido creciendo desde el maratón de febrero (al mismo llegué bien de fondo, pero desde entonces estoy corriendo carreras más cortas y he ido viendo como la capacidad explosiva ha ido subiendo). Hace tres semanas, como digo, no pude bajar el ritmo medio de 4:16, no fui mal, pero me faltó frescura. El pasado domingo le di la misma caña, pero esta vez las piernas iban bien a tono y corrí los 7.000 metros en 27:57, a 3:59 el kilómetro (puesto 34 de 151 participantes). No está nada mal, en 2013, cuando salí de la lesión, estaba convencido de que jamás volvería a alcanzar este nivel. Haber mostrado mi mejor cara justo en el sitio donde hace cuatro años reinicié el camino tras aquellos problemas, cierra, en cierto sentido, el círculo.




La próxima semana es la tercera carrera del circuito del IMD de Sevilla, allí no encontraré desniveles, por lo que debería poder rondar el ritmo alcanzado en Guillena, pero en cambio habrá que correr 3.000 metros más. Veremos a ver que tal.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 199.
% del Total de Carreras a completar: 19'8%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en GUILLENA.
En 2013 (año de la primera carrera corrida en Guillena), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 20'9% (hoy día 34'2%).


7 de mayo de 2017

MADRID 2017 (VISITA DE MAYO)

El próximo miércoles hará un año que inauguré este blog, después de pasar un fin de semana en Albacete. Cuando empecé no sabía si tendría continuidad mi idea de escribir online sobre los sitios que voy viendo, y sobre las carreras y triatlones en los que voy participando, pero hasta ahora la cosa ha prosperado. El Año Uno se ha saldado con un total de 53 posts, incluido este. La semana próxima comienza el Año Dos, en el que espero seguir escribiendo con las mismas ganas que hasta ahora: mientras me siga gustando narrar cosas y releer lo que escribo, tanto como conocer sitios y correr, este blog seguirá existiendo.

Hasta ahora solo hay dos sitios sobre los que he escrito más de una vez. Son Tomares y Madrid. El pasado fin de semana hicimos la tercera visita de los últimos doce meses a la capital del reino, de manera que esta va a acabar el curso como la ciudad con más apariciones en En Ole Väsynyt.

Como expliqué en agosto, en Madrid siempre he tenido familia y eso me ha hecho ir allí en muchas ocasiones con un objetivo totalmente ajeno al turismo. Sin embargo, ni en la citada visita veraniega ni en la posterior que hicimos en noviembre tuve la oportunidad de ir a estar un rato con la familia, por lo que esta primavera sí era pertinente organizar un viaje exprés para remediar ese hecho.

En cualquier caso, con independencia de las visitas familiares, Madrid es una ciudad que siempre se merece unas horas, por lo que estrujamos a tope la estancia y dedicamos al turismo la mañana del domingo y la del lunes 1 de mayo. Desde hace tiempo tenía muchas ganas de ir al Museo Nacional del Prado con las niñas, por lo que destinamos la mañana dominical a visitarlo. El lunes lo tuvimos más complicado, porque al ser fiesta nacional parecía que todo iba a estar cerrado, pero resultó, finalmente, que era el día perfecto para ir a ver la Catedral de la Almudena.

Con respecto al Museo del Prado, esta pinacoteca es una de las más importantes del mundo y me apetecía que Ana y Julia la descubrieran por primera vez siendo pequeñas. El pasado verano, en el día que pasamos en Madrid camino de Irlanda hicimos el amago de ir, pero nos lo encontramos cerrado y nos llevamos un pequeño chasco. Quedó pendiente volver a intentarlo y esta ocasión ha resultado ser muy propicia para hacerlo. Por si acaso, llevábamos las entradas compradas por Internet, y, ajustando el plan, nos vimos accediendo al Museo poco antes de las doce de la mañana.


Mi objetivo principal era ir a ver Las Meninas, porque este cuadro las niñas ya lo conocen de haberlo visto en libros y porque es una de mis obras favoritas. Sin embargo, en el Museo del Prado en cada sala se encuentra uno con una obra maestra de esas que conoce cualquiera que se haya interesado por el arte simplemente en plan divulgativo. En efecto, el hecho de ir reconociendo continuamente cuadros hace muy entretenida cada visita al Prado (yo había ido en 2007 y 2010 las dos últimas veces). En mi caso, siempre intento ver obras nuevas, aunque al final acaba uno deteniéndose también frente a algunos clásicos: en esta ocasión vimos de nuevo, por ejemplo, La Familia de Carlos IV de Goya, pero también profundizamos un poco más en este autor y nos paramos delante de famosos cuadros como La Maja DesnudaLa Maja Vestida, La Gallina Ciega o El 3 de Mayo en Madrid. Aparte, vimos otras obras de Velázquez y Rubens, por ejemplo.


Las niñas vieron los cuadros con otros ojos, lógicamente, pero en la hora larga que pasamos allí disfrutaron bastante. El Prado tiene mucho que ver y en nuestras circunstancias mi idea era la de siempre: ver pocos cuadros, pero verlos bien. Tras esa hora y pico nos despedimos hasta la próxima vez.

Al día siguiente teníamos la mañana libre para profundizar un poco más en las maravillas de Madrid, pero, como he dicho antes, nos encontramos con la gran dificultad de que era lunes y festivo. Todo parecía estar chapado en la ciudad. Había, sin embargo, una cosa que sí estaba abierta y que era una cuenta pendiente para mi: la Catedral de Santa María la Real de la Almudena. En Madrid hay, a priori, decenas de cosas más interesantes que su catedral, que es bastante moderna y no tiene, en mi opinión, un aspecto exterior especialmente atractivo.


Es, sin embargo, un edificio importante que se merece una visita en algún momento de la vida, y yo no había encontrado aún la oportunidad de dedicarle un rato. El lunes por la mañana estaba abierto (era lo único) y resultó ser la ocasión ideal. Su interior me pareció muy llamativo, es muy monumental, como corresponde a la catedral de una capital como Madrid, pero tiene un toque moderno que, a falta de historia en mayúsculas (se empezó a construir en 1883 y no se consagró hasta 1993), le confiere al menos una cierta originalidad.



Aparte de todo, esta catedral tiene para mí un elemento que la hace única, y es que las puertas de bronce de la fachada que da a la Calle Bailén (por donde se entra normalmente), son obra de Luis Sanguino, un primo hermano de mi abuela (en efecto, mi familia tiene su Ghiberti particular).



Antes de entrar en la Catedral aprovechamos para darnos una vuelta por la Plaza de Oriente, que fue un símbolo del franquismo hace años, ya que era allí donde se organizaban las manifestaciones de ensalzamiento a Francisco Franco durante la dictadura, pero que hoy día ha vuelto a destacar más por, entre otras cosas, la Estatua de Felipe IV que tiene en el centro, obra de Pietro Tacca. La misma está considerada como la primera estatua ecuestre del mundo sustentada solo por las patas traseras de un caballo (fue todo un reto para el escultor lograr que la estatua se apoyara solo en dos patas sin partirse). 


En esa plaza, además, se inició en 1808 el levantamiento del 2 de mayo que dio origen a la Guerra de la Independencia, por lo que es igualmente famosa por esa circunstancia. Yo nunca había paseado por ella con tanta calma, así que también para eso sirvió la mañana.


Tras la visita a La Almudena llegó el momento de almorzar. Parecía complicado comer en una de las zonas más turísticas de una ciudad como Madrid y salir indemne, pero lo hicimos bien y acabamos en el Café Bar Arrieta, un lugar que leímos que era frecuentado por los vecinos del barrio. En efecto, es un pequeño restaurante sin ínfulas en el que comimos muy bien y donde el trato fue agradable (es un lugar de comida casera a buen precio)


Mayores pretensiones estéticas tiene La Botillería del Café de Oriente, donde también estuvimos por la mañana, pero allí solo tomamos café antes de ir a la Catedral. Este restaurante da a la Plaza de Oriente y tengo entendido que no es una trampa para turistas, pese al aspecto que tiene y al lugar donde está, pero es el típico sitio donde probablemente no entraría a comer salvo que me acompañara algún madrileño que garantizara que no es un sacadinero para extranjeros y para incautos de provincias.


Para dormir, en esta ocasión volvimos a elegir el Hotel VP El Madroño, al igual que en agosto y que en otras ocasiones anteriores. Este aparthotel sigue siendo una opción estupenda para pasar la noche en Madrid: las habitaciones están muy cuidadas y limpias, al igual que todas las instalaciones, su desayuno bufé está genial y el personal es siempre especialmente amable. Además, está muy bien situado en pleno Distrito de Salamanca


Para acabar, voy a dedicarle esta vez unas palabras al lugar donde empiezan y acaban el 90% de nuestras visitas a Madrid: la Estación de Atocha. Las estaciones de trenes y de autobuses suelen ser sitios un tanto sórdidos, en realidad son lugares de paso donde confluyen temporalmente los viajeros que vienen y van, pero igualmente pululan por allí los que llegan y no tienen adonde ir o los que quieren irse, pero no saben como hacerlo. También hay mucha gente que no tiene más remedio que esperar en ellas y todos sabemos que el aburrimiento no suele traer nada bueno. Son sitios, además, donde abundan los descuideros. En definitiva, son lugares donde no siempre tiene uno ganas de echar un rato. La Estación de Atocha, sin embargo, nunca me ha dado esa sensación, pese a que es el núcleo básico de transportes de una ciudad como Madrid. El jardín botánico que tiene en el vestíbulo, la luminosidad de su zona principal, así como la tranquilidad que se respira en sus bares y en los puestecillos que siempre hay montados por allí, invitan a considerar esa estación como un valor más de Madrid, no solo como un lugar de tránsito que uno está deseando abandonar. Me llama la atención que hasta 1992 los andenes y vías estaban donde hoy están las plantas, es seguro que yo llegué allí con el tren alguna vez antes de esa fecha. Ahora esa zona ejerce de gran vestíbulo de entrada a las dos nuevas estaciones, que se encuentran muy bien integradas con él, y se ha convertido en un gran invernadero en el que hay 7.200 plantas de 260 especies diferentes, además de algún que otro animalillo.



En agosto volveremos a Madrid cuando vayamos camino de Países Bajos. Afortunadamente, uno nunca se va de Madrid por demasiado tiempo.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado MADRID.
En 1988 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Comunidad de Madrid: 7'7% (hoy día 19'2%).
En 1988 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 4'4% (hoy día 32'2%).

Reto Viajero PRINCIPALES CIUDADES DEL MUNDO
Visitado MADRID.
En 1988 (primera visita consciente), % de Principales Ciudades del Mundo que están en Europa que ya estaban visitadas: 2'7% (hoy día 37'8%).
En 1988 (primera visita consciente), % de Principales Ciudades del Mundo que ya estaban visitadas: 1% (hoy día 16'%).