24 de mayo de 2017

CARRERA POPULAR PARQUE VEGA DE TRIANA 2017

Hasta los 19 años no me gustaba nada correr. Hacer deporte sí me encantaba, pero correr me parecía un coñazo supino. Poco antes de entrar en la veintena me mudé de Tomares a Sevilla y, casi a la vez, entré en la universidad. Esas dos circunstancias combinadas hicieron que lo de practicar deporte se complicara bastante para mí. Tras unos meses de inactividad absoluta, lo único que se me ocurrió para escapar del sedentarismo definitivo fue salir a trotar, porque era barato y no necesitaba quedar con nadie para hacerlo. Pese a esto, durante tres años no llegué a convertir esa actividad en un hábito, ni mucho menos. Corría 3 o 4 kilómetros de higos a brevas, y como no podía ser de otra forma, lo pasaba fatal.

Realmente, no cogí el hábito de correr hasta el año 99, cuando ya tenía 22 años cumplidos, pero al principio ni se me pasaba por la cabeza la idea apuntarme a una carrera. De hecho, en aquella época yo ni siquiera sabía que existían carreras por las calles en las que podía participar la gente normal (en 1999 ciertamente muchas no había). El hecho totalmente casual de toparme con los participantes de la décima edición de la Carrera Nocturna del Guadalquivir fue lo que me abrió los ojos. Corriendo aquella prueba vi a mucha gente que no tenía una pinta mucho más atlética que la mía, y eso fue como una revelación. El veneno quedó ese día inoculado, ya solo era cuestión de tiempo que hiciera efecto.

Un año después, con motivo de la siguiente edición de la Nocturna del Guadalquivir, se produjo mi debut competitivo. Aquella fue mi primera carrera y este pasado domingo he corrido la que hace la número 200. Han pasado casi 17 años, en los cuales he acabado 16 maratones, 36 medias maratones, seis ultramaratones, dos trails, un cross y 139 carreras urbanas de menos de 21 kilómetros.

200 carreras en 17 años no es una locura, realmente nunca he abusado de las competiciones, porque siempre voy a tope y es conveniente dosificar física y mentalmente. Lo que sucede es que he mantenido una gran constancia, y salvo los meses posteriores al nacimiento de Ana y de Julia, y los periodos en los que no he podido correr por motivos físicos, nunca he dejado de participar en alguna carrera cada cierto tiempo.

El caso es que el pasado domingo atravesé una línea de meta por ducentésima vez. Fue, curiosamente, en la prueba que discurre por Los Remedios, que es el barrio al que me mudé desde Tomares, y en el que siguen viviendo mis padres y mi hermana (yo viví allí más de once años). No ha sido la primera vez que he participado en esta carrera de distrito en Sevilla, por supuesto (de hecho, esta ha sido la quinta vez, tras haberla corrido previamente todos los años entre 2012 y 2015), pero ha sido curioso que la efeméride haya caído en ella (no era algo que estuviera planeado, ni mucho menos).

Hasta hace tres años esta prueba acababa en el Parque de los Príncipes (ese parque está a dos minutos de donde yo vivía, a su perímetro le he dado vueltas cientos de veces), pero ahora acaba en el Parque Vega de Triana, que está junto al Río Guadalquivir y lleva abierto poco más de cuatro años (de ahí que la carrera, que antes llevaba el nombre de los barrios que atraviesa, ahora se llame Carrera Popular Parque Vega de Triana).


La carrera a mí me encanta, porque Los Remedios es como mi barrio, pero, realmente, de las cinco carreras de distrito que ahora se celebran, esta es, junto con la de Nervión San Pablo, la que tiene un atractivo menor. De hecho, los últimos 3 kilómetros por el Parque Vega de Triana son un auténtico peñazo, porque el mismo es un desierto en el que aún escasean los árboles y la carrera se dedica a transitar por él haciendo eses, sin que haya ningún obstáculo visual que oculte a la hilera de gente que te precede. Recortar no se contempla, evidentemente, pero no es por falta de ganas.


Además, el trozo de recorrido que discurre por Triana no se mete por la zona más pintoresca del barrio, sino que circula por las vías más amplias y más impersonales.

Pese a todo, las carreras en Sevilla me gustan por las razones que ya he enunciado otras veces, y esta, además, discurre por calles que me resultan entrañables, por lo que el pasado domingo no me faltaban ganas para ponerme las zapatillas. Quería, además, quitarme el mal sabor de boca del año pasado, cuando me lesioné precisamente en esta cita (llegando casi al kilómetro 9 el isquiotibial derecho me pegó un leñazo y me tuve que retirar). Resulta curioso que de las ocho veces que he tomado la salida en una carrera y no he llegado a meta, dos hayan sido en esta prueba (la primera fue en 2001 y no me retiré por una lesión, pero esa es una larga historia que contaré la próxima vez que corra aquí). El caso es que el pasado año sí me lesioné y en este 2017 me apetecía sustituir ese último recuerdo por otro más agradable. Afortunadamente, esta vez todo salió como la seda desde el principio, y, tras dejar a las niñas con mis padres, María y yo nos pudimos encaminar relajadamente a la salida.

La cosa prometía, pero finalmente la carrera no salió tan redonda como me hubiera gustado. Hace un mes, en la anterior cita del circuito, la excusa de no ir bien del todo fue el cansancio, y en este caso ha sido el clima el que no ha ayudado. No será solo eso, entran en juego muchos factores, pero la semana pasada en Guillena corrí 7.000 metros a 3:59 y los 10.000 de Triana los he completado yendo a 4:17, por lo que el bajón ha sido considerable. Realmente, el día salió bochornoso, a las 9:30 el termómetro ya marcaba 25º, y pese a que no salió el sol, la sensación de humedad fue un lastre.

En mi caso, las piernas respondieron bien al principio, pero en ningún momento tuve opciones reales de seguir al globo de los 40 minutos, de hecho pasé el kilómetro 5 en 21:14.


Luego me mantuve estable un par de kilómetros más, pero los 3.000 metros exactos por el Parque Vega de Triana se me hicieron muy largos.


Finalmente acabé en 42:53 (puesto 325 de 2.640 corredores), en las carreras de distrito de este año en vez de mejorar estoy yendo a peor (marqué 42:17 en la primera y 42:27 en la segunda). El lado positivo es que parar tres veces seguidas el crono en 42 minutos y pico no está mal, y la regularidad también tiene su mérito.



Dentro de dos semanas se disputará la cuarta carrera del circuito del IMD de este año. Después, ya solo quedará la última, en otoño. Antes de correr por La Macarena, sin embargo, tengo la semana que viene el Triatlón de Sevilla, que es harina de otro costal. 


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 200.
% del Total de Carreras a completar: 19'9%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 34'2%).


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