31 de octubre de 2022

CATEDRAL DE SEVILLA Y GIRALDA 2022

Tras un verano muy movidito, el otoño y el principio del invierno se han presentado con pocos planes viajeros. No tengo en perspectiva ir a ningún sitio hasta después de Navidades, por lo que este blog se está alimentando, fundamentalmente, de las carreras en las que participo, y la cosa no va a cambiar mucho en los próximos tres meses. Sin embargo, hace un par de días, sin salir de Sevilla, hicimos algo que llevaba esperando bastante tiempo, y que merece ser objeto de un post: subimos a las cubiertas de la Catedral de Sevilla.


Últimamente, parece que me ha dado por andar por los tejados de las catedrales. Tanto es así, que en verano de 2021 paseamos por el de la Catedral de Salamanca, y este mes de agosto hemos hecho lo propio por el del Duomo de Milán. Ahora, el de la Catedral de Sevilla ha sido el tercero en poco más de un año. Siendo objetivo, de los tres, el más interesante de visitar es el del templo catedralicio hispalense.


La Catedral de Sevilla se acabó de levantar en 1506. Se trata de la mayor catedral gótica del mundo, pero no es muy antigua. La razón, en parte, es que Sevilla se reconquistó para el cristianismo en 1248, tras 537 años de dominio musulmán. Al volver a manos cristianas, en la ciudad no había iglesias, como es lógico, por lo que se adaptó como catedral la principal mezquita existente, que había sido finiquitada en 1198. Hasta 1401, los católicos usaron para sus ritos el edificio islámico, sin más. Ese año, aprovechando que este precisaba considerables reformas, se pensó en no hacerlas, en derribarlo, y en erigir en su lugar un templo catedralicio de formas totalmente cristianas. Aun así, hasta 1433 no se procedió a tirar lo que había, para edificar una seo. Esta se pudo dar por terminada en 1506, lo que no evitó que a lo largo del siglo XVI se siguieran construyendo partes secundarias que quedaban pendientes.

Una vez esbozados los orígenes históricos de la Catedral de Sevilla, tengo que decir que la misma está compuesta de cinco naves, orientadas en sentido oeste-este. La iglesia no tiene una cabecera normal, con ábside y girola, sino que forma un rectángulo perfecto, que mide 116 metros de largo y 76 de ancho, y que coincide con la planta de la mezquita almohade primigenia. La nave central se eleva 35 metros de alto y las laterales 25.


A las naves exteriores se abren unas capillas, situadas entre los contrafuertes, que igualan en profundidad a los brazos del crucero (en el mapa inferior, en estos últimos es donde están colocados los números 4 y 5).


Además, para dar más sensación de mole, la Catedral de Sevilla tiene adosados, por su lado sur y por el este, una serie de estancias anexas (la marcada con un 15, por ejemplo), y por el norte, el Patio de los Naranjos, que ejercía de patio de abluciones de la mezquita almohade, y que no se derribó al erigirse el templo cristiano. Bordeando ese patio está la Biblioteca Colombina y la Iglesia del Sagrario (señalada con el 16), por lo que toda la manzana catedralicia termina apareciendo como un enorme edificio muy compacto.


El caso es que el pasado sábado, María y yo quedamos con otras dos parejas de amigos para subir a las cubiertas de la Catedral. Esta actividad es la típica que, si bien realizan con frecuencia los turistas, también tiene cierta fama entre los locales. Con el paso de los años, la mayoría de los sevillanos acaban dedicando un día a recorrer por arriba la gran iglesia de la ciudad, lo mismo que todo el que ha nacido en la capital hispalense sube alguna vez en su vida a la Giralda. Yo esto lo he hecho tres veces, por ejemplo. Con respecto a lo de los tejados catedralicios, sabía que era una visita muy interesante, por lo que, cuando Alicia y Teresa, dos amigas de María, decidieron quedar para hacerla, no dudamos en unirnos.

Antes he dicho que en los últimos tiempos he subido a los tejados de las catedrales de Salamanca y de Milán. Estas dos experiencias, sin embargo, fueron diferentes. En la primera, estuvimos incluidos en un grupo y una señora nos acompañó, pero no nos explicó nada. Su cometido se centró en abrirnos y en cerrarnos las puertas. En Milán, por su parte, esa figura ni siquiera existió. En efecto, en el Duomo la visita es libre, es decir, que te dejan a tu aire, a tí y a los cientos de visitantes que suben contigo. En Sevilla, en cambio, el recorrido se hace en grupos reducidos, como en Salamanca, pero además el guía te cuenta mil cosas, durante una hora y media. En nuestro caso, nuestro grupo fue de 27 personas y nuestro guía se llamó Manuel Pablo. Con él nos vimos en la Puerta de San Miguel.



La Catedral de Sevilla tiene siete puertas. Tres de ellas dan al oeste. Son, de izquierda a derecha, la Puerta del Bautismo, la Puerta de la Asunción y la Puerta de San Miguel. La segunda es la principal, y yo no la he visto nunca abierta. Por la tercera, en cambio, es por donde entran las procesiones en Semana Santa, por lo que es la que yo había atravesado hasta ahora. Por allí también acceden a la Catedral los turistas que visitan las cubiertas, por lo que vi.


A nosotros, una vez que cruzamos la Puerta de San Miguel nos dieron unos cacharros, que servían para recibir la señal del micrófono que tenía el guía. Una agradable sorpresa que me llevé, y que no esperaba, es que vimos parte de la Catedral por dentro, mientras nos dirigíamos al sitio por el que se sube al tejado. No fue un recorrido exhaustivo, pero Manuel Pablo sí se detuvo, para dar explicaciones, en varios puntos del templo. Por el interior de este yo he caminado muchas veces, cuando he ido de nazareno, pero solo en una ocasión había llevado a cabo una visita turística. Tenía 10 años. Por tanto, es evidente que una de las grandes cuentas pendientes que tengo en Sevilla es la de profundizar en el conocimiento del interior de la iglesia catedralicia. Esa laguna sigue sin cubrir, pero el otro día pude poner un pequeño parche a la carencia, dado que vi unas cuantas cosas del interior de la seo. Así, pude ver, por ejemplo, la tumba de Hernando Colón. El hijo menor de Cristóbal Colón alcanzó notoriedad por sí mismo, y fue enterrado en un lugar bastante eminente de la Catedral.


Su padre también tiene una de sus tumbas no muy lejos...



Y digo que la de la Catedral es una de sus tumbas, porque las autoridades de la República Dominicana afirman que los restos del almirante se encuentran en la Catedral de Santo Domingo, lo cual no deja de ser cierto en parte, por lo visto. En efecto, está constatado que los huesos que hay dentro del féretro, que reposa sobre los hombros de las cuatro estatuas que se pueden ver arriba, son de Colón. Sin embargo, en conjunto, esa osamenta conservada apenas si suma un 15% del total de lo que debió ser el esqueleto del célebre marino. Teniendo en cuenta que este ha dado más vueltas que un trompo, desde que murió en 1506, pues hay que quedarse con el hecho de que la tumba de Colón se halla seguro en Sevilla, pero que también puede haber otras por el mundo.

En todo caso, aparte de detenernos en la tumba de Cristoforo Colombo, igualmente hicimos lo propio en otros lugares interesantes del interior de la Catedral. En concreto, paramos delante del coro, y también enfrente del órgano. No me voy a detener en estos elementos, porque este post se haría interminable. En el futuro, seguro que tendré la oportunidad de enrollarme hablando de lo más destacado de sus respectivas historias. De momento, solo voy a decir que me gustó verlos de cerca.


Una vez que nos habíamos dado una pequeña vuelta por el interior de la Catedral accedimos al tejado. Allí, yo dividiría la visita en cinco partes. En la primera, recorrimos por arriba las naves laterales que dan al sur. En la segunda, atravesamos el interior de la Catedral por un estrecho balcón corrido que está en su lado este, y que nos dio acceso al tercer sector de las cubiertas que vimos, que fue el que cubre las naves de la vertiente norte. En cuarto lugar, subimos a lo alto de la nave central. Por último, volvimos a entrar en el espacio interior catedralicio, y desde otro balcón elevado, que en esta ocasión se encontraba situado en su extremo oeste, pudimos ver el templo desde sus pies.

Como digo, lo primero que vimos fue el tejado de las naves laterales que dan al sur, es decir, las que están más cerca de la Plaza del Triunfo.



En esa primera parte, Manuel Pablo nos enseñó tres cosas realmente curiosas. Para empezar, vimos un ejemplo de las vasijas que cubren los tejados.


Porque resulta que las cubiertas están formadas por bóvedas, que, por dentro del templo se ven en negativo, como es lógico, pero que sobresalen por la parte del tejado, dejando huecos.


Por ello, para que se pudiera circular por el tejado y se pudiera seguir construyendo hacia arriba, los huecos que dejaban las formas abombadas de las cúpulas se rellenaron de vasijas rotas, y luego, sobre esos restos cerámicos y sobre la parte superior de la propias cúpulas, se pusieron las losetas, creando un suelo liso.


Por eso, en las naves laterales el piso es plano. Gracias al uso de vasijas cerámicas, cuyos trozos no son tan compactos como los ladrillos, el peso sobre el techo era menor, pero aun así, se podía alisar la superficie. En la nave central, a la que pertenece la foto de las bóvedas que he puesto más arriba, ya no hizo falta tapar las cavidades, dado que no se iba a seguir construyendo encima, por lo que ahí sí se aprecia como sería todo el tejado si no se hubieran cubierto los huecos. No obstante, en las naves laterales también hubo zonas que se dejaron irregulares.


La segunda curiosidad que vimos sobre la nave lateral meridional fueron unas líneas, rascadas en el suelo, que resultaron ser planos a escala real de los elementos arquitectónicos que iban a ser tallados en piedra. Es tan inaudito que, en plena Edad Media, se pudieran construir mamotretos como el de la Catedral de Sevilla, que el hecho de conocer los trucos que usaron los arquitectos para conseguir tamaña proeza me resultó fascinante.


Las líneas paralelas blancas que se ven en las fotos son añadidos modernos, hechos con la idea de que podamos percibir por donde van las estrías que se rasparon en el suelo. Por dentro de esas líneas, efectivamente se percibe, si se mira bien, que el piso está surcado por rayas, que han sido rascadas. Las mismas sirvieron de guía para fabricar las columnas, los arcos, los arbotantes, y otros elementos constructivos.


Según parece, los arquitectos echaban sus cálculos y rayaban sobre la piedra los planos de los elementos, a escala 1:1. Luego, los carpinteros construían encima las piezas en madera, que se colocaban a modo de guía, y que servían a los canteros para ir tallando las piedras, antes de colocarlas en su lugar definitivo.


Por lo visto, los dibujos se hacían arriba para elaborar las piezas en ese sitio, evitando tener que subirlas desde la calle una vez hechas.

La tercera cosa curiosa que pudimos apreciar en los tejados catedralicios es que estos tienen, en su superficie, una especie de tapones de piedra, que cubren agujeros, desde los que se llega a ver el suelo del templo, muchos metros más abajo. Los pequeños boquetes servían, por ejemplo, para poder colgar andamios que permitieran alcanzar los techos por dentro. En algunas fotos que he puesto arriba ya aparecen algunos de esos tapones, y en esta que muestro aquí abajo se ve una polea sobre uno de ellos, lo que da una idea de como se utilizaban los orificios.


Si uno se fija, cuando se halla en el interior de la Catedral, se puede ver que el techo está lleno de pequeños boquetes, que se corresponden con los tapones del tejado.


Más allá de los detalles de la cubierta, en su parte sur también pudimos ver con claridad como está distribuido el espacio de la Catedral por ese lado. Desde fuera, el templo parece un rectángulo monolítico, pero realmente, junto a la nave meridional se erigieron varias estancias anexas, como la Sacristía Mayor. Estando arriba, se aprecia hasta qué punto la misma es independiente de las naves. En efecto, en la siguiente foto se ve como la balaustrada que pone fin al tejado de la nave va seguida de un espacio, en el que hay una construcción adosada, a continuación de la cual hay otro muro con pináculos. Ese muro es el que da afuera, y es el responsable de que, desde la calle, la Catedral parezca un gigantesco edificio en el que no sobresale nada.


Tras recorrer el tejado de la nave sur y de la Sacristía Mayor nos metimos por una puertecita, recorrimos un estrecho pasillo con escaleras, y fuimos a dar al interior de la nave central de la Catedral, pero más cerca del techo que del suelo.


En realidad, adonde accedimos fue a un balcón corrido que tiene la Catedral por arriba, tanto en la cabecera, como en los pies de la nave central. El de la cabecera permite ir desde las cubiertas de un lado, a las del otro. También ofrece la posibilidad de ver una insólita perspectiva del Retablo Mayor.



El Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla mide 30 metros de alto y 20 de ancho. Es el más grande del mundo, y verlo desde atrás fue de las cosas de la visita que me gustaron en mayor medida. Tras detenernos un rato a observar la nave central desde esa lugar tan poco común, atravesamos otra puerta y salimos al tejado de la nave norte. Allí nos topamos con la majestuosidad de la Giralda.


Yo había visto la Giralda desde abajo, por supuesto. También desde lejos y desde la azotea de alguna casa, pero nunca la había contemplado a media altura estando tan cerca.



Desde ese lado del tejado también pudimos ver, abajo, el Patio de los Naranjos.


La última parte de la visita nos llevó a lo alto de la nave central. Para llegar a ella tuvimos que seguir subiendo escaleras.


La nave central es el punto más alto de la Catedral de Sevilla. Desde ella seguimos viendo la Giralda a media altura.


Por encima del tejado de la nave central fuimos caminando, desde su cabecera hasta sus pies. Para poder ir de un extremo a otro tuvimos que bordear el cimborrio de la Catedral, que realmente es el punto más elevado de la misma.


El cimborrio se encuentra situado sobre el crucero. Manuel Pablo nos contó que esa parte se ha venido abajo dos veces en la historia. La primera fue en 1511, apenas siete años después de que se diera por terminado el edificio. Luego, en 1888 también se rompió el pilar que está junto al órgano, pero esta vez el cimborrio no se cayó entero.

Tras alcanzar los pies de la nave central, llegó el momento de empezar a bajar. Sin embargo, antes de llegar abajo pudimos asomarnos al otro balcón interior, que nos permitió ver la la Catedral en su sentido más habitual.



No quiero acabar sin recalcar que, además de lo atractivo que me resultó ver como es la Catedral de Sevilla por arriba, también disfruté mucho de las vistas que se muestran desde su tejado. En efecto, nos asomamos a los cuatro puntos cardinales, y pudimos disfrutar de una visión diáfana espectacular. Al este, vimos, en primer plano, la Plaza de la Virgen de los Reyes, y me fijé, más a lo lejos, en la cúpula de la Iglesia de Santa Cruz, rodeada de toda la parte sudeste del centro de Sevilla.


Al asomarnos por el lado norte todas las miradas fueron a parar al Patio de los Naranjos.


Por el sur, más allá de la Plaza del Triunfo y de la muralla de los Reales Alcázares, me llamó la atención la cantidad de árboles que hay en ese sector de la ciudad. Pertenecen a los propios Alcázares y al Parque de María Luisa. Al fondo, alcancé a ver el Puente del Quinto Centenario.


Por último, ya al final de la visita nos asomamos al oeste de la Catedral. Por allí, contemplé, a nuestros pies, la Avenida de la Constitución, desde una perspectiva diferente a la que había visto hasta ahora.


En cualquier caso, fue la visión tan cercana de la Giralda la que más me gustó, de todas las que contemplamos.


En definitiva, la visita mereció mucho la pena. La parte superior de la Catedral la vimos a la perfección y me enteré de un montón de cosas.


Con respecto al interior, tengo pendiente echarle un vistazo más exhaustivo. También quiero subir de nuevo a la Giralda para refrescar bien la memoria. Todo se andará.


Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado CATEDRAL DE SEVILLA Y GIRALDA.
En 1988 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 25% (hoy día 75%).
En 1988 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 4'9% (hoy día 38'8%)

Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitado CATEDRAL DE SEVILLA Y GIRALDA.
En 1988 (primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados en Andalucía: 18'7% (hoy día 81'3%).
En 1988 (primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados: 8% (hoy día 43%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado SEVILLA.
En 1988 (aún incompleto este reto), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 10% (hoy día 50%).
En 1988 (aún incompleto este reto), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 0'1% (hoy día 4%).


25 de octubre de 2022

CARRERA POPULAR CASCO ANTIGUO 2022

El pasado 17 de septiembre me fui hasta Villaverde del Río para participar en su carrera popular, y después de darlo todo, acabé corriendo los 8.800 metros de los que constaba a una media de 4:27 el kilómetro. Ya se terminó para mí lo de ir a 4:00, pero rondar los 4:30 tras dejarme los higadillos no es normal... o no lo ha sido hasta ahora. Por ello, quería hacer una prueba fiable de como andan mis capacidades. Con ese fin, cambié mi planificación y me apunté a la Carrera Popular Casco Antiguo Caixabank.


En un principio, había desestimado lo de participar en la última cita del circuito sevillano de carreras populares de este 2022, pero finalmente decidí que hacerlo podía ser una buena idea, dado que sabía que la prueba iba a ser llana y que iba a estar bien medida. Era, por tanto, una excelente piedra de toque para comprobar el estado de forma en el que me encuentro. Por eso, quise verificar la situación de mis aptitudes en la actualidad, lo hice... y corroboré que he pegado un bajón, porque volví a correr a 4:27 de media. Acabé los diez kilómetros en 44:33.


Desde que el circuito de carreras populares de Sevilla se empezó a organizar de una manera seria, había disputado 24 pruebas. La del pasado domingo fue la vigesimoquinta. De todas, esta última ha sido la tercera peor. Además, para echarle leña al fuego, puedo decir que las dos más lentas fueron las primeras. En ellas participé en 2013, al poco de salir de una lesión, que me tuvo parado por completo cuatro meses. Dada esa circunstancia, los resultados que coseché fueron lógicos. El del otro día ya no lo fue tanto. Por ello, es normal que acabara bastante decepcionado, porque estoy entrenando bien, y porque en septiembre aún corrí en Almensilla a 4:18. Habrá que ver por qué, un mes después, ni dejándome la piel en el intento he sido capaz de ir a 4:20 el kilómetro.

Lo cierto es que, tras el pistoletazo inicial, ya vi pronto que el objetivo no lo iba a cumplir. Los tres primeros kilómetros los hice en 13:04, a 4:21 de media. En los siete mil metros restantes apenas si tenía que bajar dos segundos por kilómetro para lograr mi meta, pero iba forzado, por lo que supe que, no solo no llevaba margen para apretar ese pelín, sino que más bien se anunciaba un bajón. El mismo no tardó en llegar, y me hizo recorrer los dos siguientes miles a 4:29. Pasé el ecuador de la carrera en 22:02.


A esas alturas veía peligrar incluso un tiempo sub 45, pero, por fortuna, tras salir al Paseo Colón me estabilicé. Gracias a eso, en el kilómetro 8, que estaba en la Calle Torneo, marqué 35:39. Había corrido los 3.000 metros anteriores a 4:32, por lo que al menos había detenido la decadencia. Ya solo me quedaba el arreón final, atravesando parte del centro de Sevilla. Eché el resto en el dosmil definitivo, logré correr a 4:27, y entré con el consuelo de haber bajado de 45 minutos. La verdad es que en ningún momento fui hundido. Como es tradicional, los últimos 300 metros por la Calle Martín Villa y por la Calle Laraña fueron cuesta arriba y por adoquines, pero ni siquiera en ese tramo me vi roto.


Lo que pasa es que no di para más. En realidad, corrí de una manera bastante homogénea, y fui estable (apenas si hubo 5 segundos de oscilación por kilómetro entre el 3 y el 10). Lo que pasa es que me sentí como un coche que, aunque vaya a 110 kilómetros hora, va forzado en quinta.


Dadas las circunstancias, he decidido suspender mi participación en la carrera de Olivares de este próximo fin de semana, donde me esperaba otro diezmil, pero bastante más duro. Paso de escabechinas. En lugar de eso, voy a introducir en mis entrenamientos de cada día una serie de cambios, que pienso que me van a venir bien, y dentro de un mes haremos otra prueba.

En cualquier caso, tras cruzar la meta, mi plan de domingo, relacionado con la Carrera Popular Casco Antiguo, aún daba para más. Hacía mucho que no disfrutaba de un tentempié, en buena compañía, tras haber corrido una carrera, y en esta ocasión pude recuperar la buena costumbre de desayunar otra vez en algún bar, tras el esfuerzo. En efecto, María, tras casi cinco años años sin participar en ninguna competición, se apuntó a la de 5 kilómetros, que se disputó un rato después que la mía. La corrió con Rosalba, que es amiga nuestra. Cuando terminaron, los tres fuimos a tomarnos un café y una tostada con una compañera de trabajo de Rosalba y con su marido. Ella también es aficionada al running, aunque el domingo fue de acompañante de su pareja, que acabó el 10K en 47:46. Al finalizar todos los eventos, los cinco nos pegamos un pequeño homenaje en la cafetería del Restaurante Pando. Lo cierto es que mi segundo objetivo era haber corrido en un poco menos de tiempo y ese no lo logré, pero en cambio, mi propósito principal, que era echar una mañana cojonuda, lo cumplí con creces.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 239.
% del Total de Carreras a completar: 23'8%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 37'1%).


20 de octubre de 2022

CARRERA VILLA DE VILLAVERDE 2022

Todavía no tengo muy claro qué es lo que me pasó en la décima edición de la Carrera Villa de Villaverde.


Es verdad que hizo calor, pero no fue una locura. Aparte, la hora a la que se programó la cita no fue acertada, pero eso tampoco explica mi mal ritmo. Además, últimamente estoy durmiendo poco, y me encuentro algo cansado, pero en otras épocas he estado mucho más apretado, y esa circunstancia no ha influido tanto. El caso es que mi tiempo en la Carrera Villa de Villaverde no fue bueno, pero ni siquiera tuve la sensación de ir muy quemado. Me sentí falto de brío, pero no sufrí debacles. Sin embargo, la media final fue paupérrima. Efectivamente, la misma me salió a 4:27, teniendo en cuenta que la carrera solo constaba de 8.800 metros y que era prácticamente llana. En esas condiciones, no me explico como acabé en 39:10. Cierto es que hace meses que me cuesta mantenerme por debajo de 4:15 el kilómetro. De hecho, el curso pasado llegué a mayo corriendo a 4:18 un diezmil, y esta temporada la empecé igual, hace menos de un mes, en la nocturna de Almensilla. En Villaverde del Río, mi idea era igualar, o incluso mejorar un pelín tales registros, por lo que, cuando crucé la meta y me enteré de lo que había tardado, pensé que la prueba había tenido una distancia mayor. No fue así. Yo no llevaba GPS, pero me informé y tuve que asumir que no, que el recorrido había estado escrupulosamente bien medido, y que el que había hecho una marca de mierda era yo. El reloj no engaña.

De todas formas, antes de todo eso, como me viene pasando últimamente, arranqué tarde de casa y estuve a punto de no llegar a tiempo a la salida. Al final logré estar en ella a la hora, pero por los pelos. No obstante, el estrés previo tengo claro que no tuvo que ver con el mal resultado de la carrera. 

Con respecto al trazado de la prueba, esta pasó dos veces por la salida, antes de acabar definitivamente en el punto en el que había empezado. Sin embargo, las tres vueltas no fueron iguales. La primera recorrió el norte del casco urbano de Villaverde del Río. En ese tramo inicial estuvo la única cuesta de todo el trayecto. Se trató de una subida de unos 320 metros. Villaverde es un pueblo totalmente llano, compuesto de bastantes calles cuadriculadas, pero tiene un grupito de casas, en su extremo septentrional, que están como en una especie de elevación. El circuito al principio fue por allí. 


Una vez que volvimos a la meta, tras la primera vuelta, dieron comienzo las otras dos, que ya se extendieron también a las calles del sur de la localidad.


Aparte, el recorrido solo tuvo indicados los puntos kilométricos 2, 6 y 8. Se, por ello, que cubrí los primeros 2.000 metros en 8:28, a 4:14. Hasta ese momento todo transcurría dentro de los parámetros normales. En ese tramo, además, estuvieron los desniveles, que yo no encajé mal. En la tachuela, el descenso fue más brusco que el ascenso, dado que los 10 metros que subimos en 320 metros, los bajamos en 100. A mí, correr cuesta abajo se me da de pena, ya lo he dicho en otras ocasiones. Por eso, al ir para arriba aminoré un poco la marcha, pero descendiendo por una rampa que casi llegaba al 10% de pendiente, me corté en mayor medida, si cabe. Aun así, lo que marqué en el punto kilométrico 2 estuvo bien. Antes de completar los dos kilómetros iniciales pasamos por la meta la primera vez. En la siguiente foto, soy el de amarillo del fondo.


El problema fue que gasté 8:57 en completar el segundo 2.000, lo cual ya implica una cierta hecatombe. Marcar 4:27 y 4:28 por kilómetro, yendo a tope, por un terreno llano y recto, no tiene mucho sentido. Yo supongo que en el tercer kilometro fui algo más rápido y, en cambio, en el cuarto se anunció el ritmo del tercer 2.000, que fue desastroso. En efecto, recorrí en 9:59 la distancia que había entre los puntos kilométricos 4 y el 6, es decir, que cubrí los parciales en 4:59 y en 5:00. Yo la verdad es fui un tanto asfixiado y falto de fuerzas, y tuve que acomodar el ritmo, pero se lo que es ir a 5:00 minutos el mil, porque es la media que llevo a diario cuando salgo a correr por los caminos, y no me explico que el crono reflejara ese tiempo. El caso es que, tras un buen rato en la nevera, en el tramo final de la carrera me serené y pude avanzar de manera más estable y compacta. Eso lo noté, y lo notó el reloj, dado que tardé 8:46 del punto kilométrico 6 al 8. Luego, los últimos 800 metros los hice a 3:46, dejándome los higadillos.


Es muy probable que los puntos kilométricos no estuvieran bien puestos. La carrera sí estaba correctamente medida, eso lo comprobé, pero no puedo saber si la señalización de los parciales fue exacta. Probablemente no, y por ello hay ese salto entre los kilómetros supuestamente hechos a 5:00 de media, y luego el último 800, recorrido a 3:46. Es seguro que no hubo tanta oscilación. No obstante, en el 4:27 de ritmo final no hay trampa ni cartón.

Como he comentado, es verdad que a mitad de carrera acusé el esfuerzo, me encontré incómodo y tuve que aminorar. Noté el calor y sentí que llevaba un mes sin hacer esfuerzos intensos, es decir, que los efectos de haber competido en Almensilla ya no sumaron. Las 12 de la mañana también me parece una hora complicada para dar lo mejor de uno mismo. Sin embargo, no fui tan mal como para correr tan lento. No hubo grandes bajonazos, de hecho no me adelantó apenas gente. Acabé en el puesto 47 de 150 personas, incluso por delante de la primera mujer, pero no entiendo el triste ritmo medio que marqué.

No obstante, la experiencia fue buena. Fui a Villaverde del Rio, porque recordaba que es un pueblo llano, y a mí me molan las carreras sin cuestas. En esta ya había participado en 2015 y me gustó. Esa vez la cita se organizó en septiembre, una noche entre semana, porque se hizo coincidir con la feria local. Este 2022 han decidido trasladar la prueba a una mañana de domingo. Por eso me apeteció volver. Me queda la cosa de que en 2015 corrí los 8.100 metros, de aquella ocasión, a 4:11. Ese año la salida y la meta estaban en otro sitio, y el recorrido cambió un poco, pero al final pasamos prácticamente por las mismas calles.

Lo cierto es que tenía previsto un calendario, pero he decidido intercalar una cita en la que no pensaba participar. En principio, mi próxima competición iba a ser el 30 de octubre en Olivares. Allí me siento como en casa, y había optado por saltarme, siete días antes, la última prueba de distrito de Sevilla. Sin embargo, al final voy a ir. Las carreras en Sevilla son perfectas para saber en qué estado de forma se encuentra uno, porque son llanas, rectas, y están bien medidas, tanto en general, como por parciales. Yendo a tope en ellas se puede sacar mucha información. Son como una radiografía. Por eso, para salir de dudas, voy a disputar la Carrera Popular Casco Antiguo, y a la semana siguiente ya iremos en familia a Olivares, a correr entre amigos.


Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en VILLAVERDE DEL RÍO.
En 2015 (año de la primera carrera corrida en Villaverde del Río), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 31'4% (hoy día 37'1%).

Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 238.
% del Total de Carreras a completar: 23'7%.