14 de enero de 2019

MADRID 2019

No hay mejor lugar para empezar el año viajero que Madrid, una de mis ciudades favoritas. Seis son ya los posts que le he dedicado a la capital de España en los meses que llevo escribiendo este blog. Siempre que voy intento aprovechar para explorar algo de lo que tiene que ofrecer y eso hace que el conjunto de sitios que he visto desde julio de 2016 sea ya bastante importante. Pese a esto, harán falta muchísimas más visitas para que pueda decir que tengo peinada la ciudad (si es que eso llega a ocurrir), por lo que no hay tiempo que perder: la semana pasada tuve la oportunidad de pasar una tarde en Madrid y decidí aprovecharla a tope. La última vez que estuve allí, en octubre, ante unas circunstancias similares (tenía varias horas libres por delante), dudé entre ir a la Biblioteca Nacional o visitar el Museo Arqueológico Nacional. En aquella ocasión me decanté por el Museo de la Biblioteca, por lo que quedaba pendiente lo del Arqueológico, pero por suerte no he tardado mucho en encontrar el momento de entrar en él.


Lo primero que he que resaltar es que el Museo Arqueológico Nacional está en el mismo edificio que la Biblioteca Nacional. Yo nunca había sido consciente de ello hasta hace unos días, y por ello lo recalco. En efecto, ambas instituciones comparten el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales: por el lado que da al Paseo de Recoletos se accede a la Biblioteca y por la Calle Serrano al Arqueológico, que ocupa 1/3 del total de la edificación. El Palacio se abrió al público en 1896, un año después de que se trasladaran allí los fondos del Museo Arqueológico Nacional, que desde su creación en 1867 había tenido varias sedes provisionales.


La verdad es que el Museo Arqueológico Nacional me encantó. Cierto es que yo tenía como referencia de museo arqueológico el de Sevilla, que es un desastre y se recorre con la sensación de que Indiana Jones va a salir de detrás de alguna estatua en cualquier instante. Tengo entendido que el de Madrid era igual, pero este se renovó por completo entre 2008 y 2014 (del 25 de julio de 2011 al 1 de abril de 2014 estuvo, incluso, totalmente cerrado). Ahora, lo que uno visita merece la pena, y eso que es difícil lograr que un museo arqueológico resulte moderno, ya que lo que se muestran en él son vestigios del pasado. Sin embargo, en el Museo Arqueológico Nacional yo pasé tres horas totalmente entretenido, y precisamente porque conozco el de Sevilla, se que no es fácil conseguir que los restos arqueológicos dejen de ser un batiburrillo de antiguallas amontonadas y se conviertan en joyas de nuestro pasado, plenas de sentido.



De todas formas, para sacarle todo el partido posible a la colección iba con la idea de elegir algunas cosas expuestas que fueran representativas y centrarme en ellas. El Museo tiene más de 15.500 piezas repartidas por las salas (¡seleccionadas de entre 1.300.000!) y resulta imposible abarcarlas todas en una tarde. Yo no quería convertirme en el típico visitante que recorre las 40 salas mirándolo todo pero no viendo nada, así que decidí ir a por los highlights de cada etapa de la historia. Por fortuna, nada más entrar por la puerta vi que ofrecían una lámina en la que recomendaban las diez piezas más relevantes de la muestra, una por cada época. Eso era justo lo que yo quería, por lo que decidí focalizar mi atención en esas maravillas y fijarme también en otras diez o doce que me resultaran, a simple vista, especialmente atractivas. Tras tres horas de visita esto fue lo que observé con más cuidado:

De la Prehistoria me paré en la Estela de Solana de Cabañas (era lo recomendado) y en la Espada de Guadalajara. Ambas son de la Edad del Bronce, aunque la primera está datada aproximadamente en el año 1.000 a. C., mientras que la empuñadura de oro es de medio siglo antes.


Encuadrada en la Protohistoria está la joya del Museo, la Dama de Elche, así que en este caso no tuve dudas sobre cual era la principal pieza en la que debía detenerme. También observé con interés otras dos estatuas similares, la Dama Oferente del Cerro de los Santos (abajo a la derecha) y la Dama de Baza. Las tres grandes damas íberas debieron esculpirse entre los siglos IV y III a. C.


El Antiguo Egipto, que aunque está enraizado en la Prehistoria y en la Protohistoria, se considera como la primera gran civilización de la Historia Antigua, siempre ha sido fascinante. De esa milenaria cultura la pieza ensalzada era la Escultura del Sacerdote Harsomtus-Em-Hat, pero, dejándome llevar un poco por el morbo, llamó más mi atención la Momia de Mujer Joven. La susodicha no vivió mucho, realmente, ya que falleció con unos 25 años, de algún tipo de enfermedad ósea. Por mi parte, no pude evitar estremecerme un poco, al pensar que su cuerpo aún estaba debajo de esas telas, 2.700 años después de su muerte, que tuvo lugar entre el 750 y el 650 a. C.


Las civilizaciones más influyentes de la Edad Antigua para Europa, la de los griegos y la de los romanos, también están bien representadas en el Museo. Ambas se dejaron caer por la Península Ibérica en sus etapas de mayor esplendor, por lo que estamos bastante acostumbrados ya a ver sus restos, incluso en las propias excavaciones donde aparecieron, y quizás por eso los elementos que se muestran en la exposición despertaron menos mi curiosidad. Con respecto a los griegos, la pieza recomendada era el Dinos de las Bodas de Tetis y Peleo (un dinos es un tipo de vasija de cerámica), pero yo prefiero destacar un ánfora del siglo VI a. C. que ocupaba el centro de otra vitrina cercana, en la que estaba representada una carrera relatada en La Iliada, en la cual Ulises se batió el cobre con Áyax y con Antíloco (Homero narró la contienda al más puro estilo Carrusel Deportivo, la misma la ganó Ulises, con la ayuda inestimable de la diosa Atenea, segundo fue Áyax, que lejos de pedir el VAR se tomó el tongo con resignación, y tercero entró Antíloco).


De la salas dedicadas a la Hispania Romana, el Museo aconsejaba la Escultura de Livia, esposa de Augusto (aunque el cartel de la estatua decía que era originaria de Paestum, no de Hispania). Aparte, yo no pude evitar fijarme en un ara del siglo II d. C. aparecida en Itálica, ya que desde que desde que me harté de traducir piezas como esta, para aprobar Epigrafía en la carrera, les tengo un cariño especial.



De la Alta Edad Media la recomendación era la corona de Recesvinto, la pieza más sobresaliente del Tesoro Visigodo de Guarrazar, que data del siglo VII de nuestra era. Dicha corona no se ponía en la cabeza, sino que era una ofrenda votiva.


Por otro lado, para demostrar equidad, de la Baja Edad Media el Arqueológico recomendaba dos creaciones, dado que en aquella época la Península estaba repartida entre dos civilizaciones muy diferentes: por el lado musulmán la pieza estrella era el Bote de Zamora (es del 964, pertenece, en realidad, a la transición entre la Alta y la Baja Edad Media) y por el lado cristiano el Crucifijo de Don Fernando y Doña Sancha (reyes de León desde 1037 a 1065).


Aparte de fijarme en esas dos obras maestras de marfil, en la Baja Edad Media captaron mi atención un arco románico de piedra del Monasterio de San Pedro de las Dueñas (León) y un capitel de mármol del mismísimo Alcázar de Sevilla. Son trozos de edificios que se han llevado al Museo, pese a que estos siguen en pie.



Las piezas de la Edad Moderna fueron, quizás, las que más me sorprendieron, ya que ese tipo de artefactos no suelen ser identificados con un museo arqueológico. Así, en la sala 28 estaba recomendado el Ábaco Neperiano, un mueble de lujo que contiene dos ábacos realizados siguiendo las indicaciones de John Napier, el matemático escoces que definió el concepto de logaritmo (el ábaco es una especie de calculadora del siglo XVII).


Como pieza extra me llamó la atención otro artilugio, un Astrolabio Planisférico Universal, obra de Adriaan Zeelst, que también era matemático.


El Museo, además de las salas centradas en las diferentes épocas históricas, tiene tres dedicadas a la arqueología como ciencia, una dedicada a la historia de la institución y cuatro dedicadas específicamente a la moneda. De este último sector también había una pieza entre las diez grandes, un Tevau, que es una forma de dinero originaria de las Islas Salomón, hecha a base de plumas, cuyo valor se deriva del laborioso proceso de fabricación que tiene.


Sin embargo, a mí lo que más me gustó fue comprobar que los billetes de 1.000 pelas con los que yo crecí ya son piezas de museo.


Más allá de todo lo comentado, la sala más chula de todo el Museo es la de los mosaicos, que destacan por lo increíblemente bien conservados que están.


En definitiva, el Arqueológico Nacional me encantó. Pasé en él tres horas muy entretenido. No se como sería antes de la remodelación, pero en la actualidad es la más clara demostración de que un museo de antigüedades no tiene por qué ser un muermo.

Dejando a un lado el rato que pasé en el Museo, Madrid siempre se merece un paseo. Otras veces he podido ir por otras zonas, pero en este viaje me alojé en el Distrito Salamanca, y como no anduve sobrado de tiempo acabé andando por allí. En concreto, dado que mi hotel estaba casi al lado de la Calle Juan Bravo, recorrí esta casi entera, aprovechando que está surcada por un agradable bulevar.


Al pasar por la confluencia con la Calle Velázquez me fijé en que el genio sevillano tiene otra estatua ahí, además de la que está en el Paseo del Prado. La escultura se debe a Francisco López Hernández, un artista que murió hace menos de dos años y que tiene obras en lugares públicos en un montón de ciudades españolas.


Como he dicho, el hotel en el cual pernocté estaba a dos pasos de la Calle Juan Bravo (en concreto, estaba en la Calle Alcántara, una perpendicular a aquella). Mi alojamiento en Madrid varió, con respecto al de otras veces, pero tampoco fue una novedad total: dormí en el Zenit Abeba, que es un hotelazo donde ya había estado en 2002 y en 2008. Por lo visto, lo han reformado hace poco, la decoración es un tanto oscura, pero en él se disfrutan todas las comodidades posibles (incluido un buen gimnasio).


Para acabar, los lugares para comer no me los recomendaron, como ocurre otras veces en Madrid. Estaba con mi madre y en esta ocasión primó la comodidad, por lo que todas las comidas las hicimos cerca del hotel. Así, para almorzar tomé un menú en el Restaurante Bulevar 54, que se encuentra en la propia Calle Juan Bravo. El servicio se comportó atentamente y me zampé una dorada al horno con cachelos muy buena. Por la noche, decidimos tirar en dirección opuesta, recorriendo la Calle Alcántara, aunque no nos alejamos mucho más. Nuestro destino fue La Taberna de Padilla, que es una tasca de las de siempre. En ella no puede uno esperar encontrarse ni la más excelsa calidad en la comida, ni tampoco un entorno en el que se hayan cuidado los detalles, pero hay veces en que colma las expectativas que uno tiene el simple hecho de tomarse unas cañas y un par de raciones bien servidas, en un sitio tranquilo, en el cual se recibe un trato amable. Por último, a la mañana siguiente no desayuné en el hotel, sino que salí fuera y me metí en el primer bar que vi. En él volvieron a ponerme un desayuno de los que no se veían antes en Madrid .


Ya hablé de este asunto en el anterior post que dediqué a la capital, por lo que no voy a repetirme. Ahora solo añadiré que, en el bar en cuestión, la Cafetería Lor-Ana, los camareros eran dos chinos. Este detalle me parece genial, el servicio fue impecable, pero me resultó curioso comprobar hasta que punto los chinos, tras tener durante muchos años sus restaurantes de comida por doquier, dieron el salto a los bazares y ahora ya se dejan ver incluso en los bares con barra de zinc, donde te plantan "un solo y una tostada con tomate" con la naturalidad de un Manolo de barrio cualquiera. Son los nuevos tiempos, bienvenidos sean.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado MADRID.
En 1988 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Comunidad de Madrid: 7'7% (hoy día 23'1%).
En 1988 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 4'4% (hoy día 33'9%).

Reto Viajero PRINCIPALES CIUDADES DEL MUNDO
Visitado MADRID.
En 1988 (primera visita consciente), % de Principales Ciudades del Mundo que están en Europa que ya estaban visitadas: 2'7% (hoy día 45'9%).
En 1988 (primera visita consciente), % de Principales Ciudades del Mundo que ya estaban visitadas: 1% (hoy día 19%).