26 de marzo de 2019

CARRERA POPULAR NERVIÓN SAN PABLO 2019

Empecé a correr en 1999 y desde ese año he pasado por algunas etapas en las que me ha resultado más fácil ir a carreras y otras en las que he tenido más dificultades para ello, por motivos familiares o por trabajo. Nunca he sido, en cualquier caso, demasiado agonía, desde que debuté en 2000 he participado en 219 pruebas, de manera que la media anual no es muy alta. Pese a esto, he sido muy constante y no ha habido ningún año en el que haya corrido menos de cinco carreras. Siempre, de una manera u otra he ido buscando la forma de ir a alguna de vez en cuando, aunque la verdad es que nunca había encontrado tantas trabas para competir como en el último mes y medio, en el que he empezado a trabajar los fines de semana.

El caso es que estoy estudiando oposiciones desde hace más de un año, hasta mediados de diciembre tuve además trabajo, pero he estado parado dos meses y durante ese periodo me he centrado en estudiar a tope. Luego, a mitad de febrero he empezado a currar de nuevo, el alivio ha sido tremendo, pero dos circunstancias han hecho que se haya complicado bastante lo de correr carreras: para empezar, al primero de los exámenes que estoy preparando ya le han puesto fecha, me quedan dos meses y ha llegado el momento de acabar de darlo todo, pero es que además mi nueva ocupación laboral hace que tenga que trabajar sábados y domingos por la mañana y por la tarde, además de echar también horas entre semana. En esas circunstancias no hubiera vuelto a participar en ninguna prueba hasta las nocturnas de verano si no fuera porque me regalaron en Navidades la inscripción al circuito de carreras populares de Sevilla.


A finales de 2018 ni yo mismo sabía que mis fines de semana iban a estar tan mediatizados por el trabajo, y me hizo ilusión tener esas cinco citas en el horizonte, con la ventaja añadida de que uno se apunta a la vez a todas, de que se disputan en sitios conocidos que me quedan a mano y de que solo hay que preocuparse por recoger un dorsal. Al recibir el regalo pensé que con esas carreras mi limitado espacio mental libre no se iba a ver invadido en absoluto y que con ellas podía tener un objetivo motivador en perspectiva.

Sin embargo, al empezar a trabajar en febrero me di cuenta de que no iba a tener más opciones de correr ningún domingo más. Aún así, soy muy cabezón, y aprovechando que hay confianza con las jefas y que en un mes y medio ya he tenido que echar horas un buen puñado de días en los que, a priori, yo no curraba, pedí permiso para entrar a las 11 de la mañana en vez de a las 10 los cuatro días en los que hay programadas carreras de distrito antes del verano, con la idea de poder disputarlas. No me pusieron pegas y el domingo pude organizar la primera edición de mi yincana personal, que me permitió estar en la salida de la Carrera Popular Nervión San Pablo a las 9'30, correr los 10 kilómetros, llegar al trabajo en una bicicleta de Sevici con tiempo de lavarme, y estar al pie del cañón exactamente a las 11.

Con respecto a la carrera en sí, mi ilusión era bajar de 43 minutos, en 2017 logré completar por segunda vez el circuito del IMD de Sevilla y todas las pruebas las finiquité en 41 o 42 minutos, por lo que mi objetivo para este 2019 es repetir ese resultado (en 2014, la primera vez que logré correr las cinco carreras en un mismo año, todas las terminé en 40 o 41 minutos, pero volver a hacer eso es una utopía). La Carrera Popular Nervión San Pablo fue el primer asalto a ese pequeño reto y salvé los muebles, pero apurar más hubiera sido imposible, ya que acabé oficialmente en 42:59. Increíble.

De cara a las próximas citas, lo primero que tengo que hacer para no ir tan justo es situarme mejor en la salida. El pasado domingo, a pesar de que llegué temprano no me coloqué demasiado bien, lo que me hizo perder unos cuantos segundos antes de echar a correr. Luego, durante los primeros 500 metros me vi bastante encerrado y me costó poder empezar a apretar (en la foto inferior voy atascado detrás del globo de los 45 minutos).


Finalmente completé el kilómetro inicial en 4:24, incluidos los segundos hasta que crucé el arco de salida. Si quería acabar por debajo de 43 minutos no quedaba otra que compensar la pérdida, así que me puse a ello, la bueno fue que me pude marcar dos kilómetros en 4:14 y 4:12 sin cebarme demasiado. Luego bajé en los dos siguientes a 4:17 y 4:16, pero el ecuador de la carrera lo pasé en 21:25, lo que implica que ya iba en tiempo, aunque fuera por los pelos.


El recorrido volvió a estar compuesto por largas y anchas rectas que posibilitaron que pudiera avanzar bien a pesar de la gran cantidad de participantes, aunque estas carreras con tanta gente son muy diferentes a las menos concurridas, ya que se corre rodeado de personas, pero no se forman grupos, durante 10 kilómetros va uno corriendo solo en mitad de una muchedumbre.


Como he dicho, al pasar por el kilómetro 5 vi que iba en tiempo, pero me di cuenta de que si aflojaba un poco se me iba la marca, por lo que me conjuré para no relajarme, iba bien y mantener el ritmo me pareció factible. De todas formas, poco después no vi el cartel del kilómetro 6, por lo que no tuve más referencias hasta el del 7 (me había dejado el GPS en casa). Al llegar a ese punto kilométrico comprobé que los últimos 2.000 metros los había hecho en 8:40 y que se me estaba yendo la medalla. Para colmo, en la Avenida de Kansas City pegaba el aire de frente, el día había salido ventoso y aunque no lo había notado demasiado hasta entonces, en Kansas City, que además de ser larga está muy expuesta, nos orientamos a noreste por primera vez y el viento nos pegó de cara durante el octavo kilómetro.


Debido a eso el parcial lo hice en 4:25, iba justísimo y ahí creí que no llegaba en menos de 43:00. Esta vez, sin embargo, no estaba dispuesto a rendirme, en estas circunstancias peco a veces de conformista, porque se que a mi nivel realmente da lo mismo acabar en 42:59 que en 43:04, pero en esta ocasión no estaba por labor de claudicar con antelación, el kilómetro 9 lo hice en 4:19 y, tras calcular que tenía que hacer el último mil en menos de 4:10, decidí intentarlo. Para ello mantuve la sangre fría medio kilómetro más (hice los primeros 500 metros del último kilómetro en 2:10) y ahí ya sí que me despendolé y apreté. La buena noticia es que pude hacerlo, iba tan al límite que no hubiera sido raro no haber recortado ni un segundo en ese trozo final, pero logré hacer los últimos 500 metros en 1:59 y después de un enloquecido sprint crucé la linea de meta en 42:59 (puesto 545 de 3.476 llegados).


Tras parar de correr tuve que recuperar el aliento a marchas forzadas, porque tenía poco más de 45 minutos para estar en la otra punta de Sevilla, limpio y peinado, atendiendo a guiris detrás de un mostrador. Por ello no tuve apenas tiempo de sacar conclusiones de mi participación, pero ahora que han transcurrido 48 horas ya sí he podido recobrar la serenidad y al echar la vista atrás lo que recuerdo es lo bien que me lo pasé luchando contra el crono durante esos 42 minutos y 59 segundos. Corrí motivado y eso es lo que más me reconforta. Por la razón que sea disfruté incluso más que otras veces del magnífico ambiente que rodea a las carreras populares que organiza el IMD.

En definitiva, el año pasado no participé en ninguna de las carreras de 10 kilómetros de este circuito (corrí solo esta de Nervión San Pablo, pero en la versión de 5.000 metros), pero en este además de comprobar con alivio que desde 2017 casi me he mantenido, he logrado cuadrar la primera prueba con las obligaciones laborales, por lo que ya se que iré sin duda a por la segunda el próximo 7 de abril.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 219.
% del Total de Carreras a completar: 21'8%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 35'2%).


12 de marzo de 2019

ALMONTE 2019 (VISITA DE MARZO)

En septiembre de 2016 le dediqué un post a Matalascañas, uno de los tres entes poblacionales que integran el municipio onubense de Almonte. En aquella ocasión ya hablé de su particular idiosincrasia y también de que, a pesar de que es un núcleo urbanizado bastante poco atractivo, tiene a su alrededor uno de los entornos más bonitos que uno se pueda encontrar, ya que por dos de sus lados linda con el Parque Nacional de Doñana y por el tercero da a la parte de Doñana que es Parque Natural, mientras que por el cuarto lado se abre por completo al Océano Atlántico. En Matalascañas abundan los feos pisos, pero a su alrededor todo es mar, playa, pinos y dunas hasta donde se pierde la vista.


En efecto, es su posición la que hace que las playas de Matalascañas sean una delicia. Su paseo marítimo es el típico del litoral español, pero el trozo de costa al que se asoma, denominado Playa de Matalascañas, es notable, y todos los kilómetros de fina arena que se extienden a ambos lados de la población son casi vírgenes, como se puede ver en la foto que he puesto arriba. Andando por la orilla en 2016 nosotros nos movimos ligeramente hacia el oeste y echamos un estupendo día en un entorno casi paradisíaco. El pasado domingo, sin embargo, íbamos en grupo y optamos por quedarnos cerca del Paseo Marítimo para poder comer en él (esta vez nuestro plan no era almorzar bocadillos, precisamente). En 2016 ese Paseo no llegué a pisarlo, yo ya lo conocía, pero en este blog no había hablado de él. Esta visita me ha dado la oportunidad de recorrer su parte más occidental y en el futuro intentaré ir de nuevo al extremo opuesto para hacer lo mismo empezando por el lado oriental.


El caso es que el otro día, pese a que estamos a principios de marzo, no desaprovechamos la oportunidad de echar dos buenos ratos de playa, el primero antes de comer y el segundo después. Yo solo me metí en el agua por la mañana, la misma estaba gélida, pero no quise desaprovechar la oportunidad de inaugurar la temporada de baño. María y las niñas llegaron incluso a repetir por la tarde, aunque eso es algo que a mí ya me pareció excesivo. En cualquier caso, la Torre de la Higuera, que marca el límite de la Playa de Matalascañas, fue testigo de que el día fue perfecto.


La Torre de la Higuera era una de las once torres almenara que vigilaban la costa de Huelva en el siglo XVI para prevenir los ataques piratas. Hoy día está tan desgastada que es conocida como El Tapón, y marca simbólicamente el punto donde acaba la playa urbana y comienza la que colinda con el Parque Natural de Doñana.


Unos kilómetros más allá también conozco lo que queda de la siguiente fortificación defensiva, la Torre del Loro, que en origen era llamada Torre del Río de Oro (defendía la desembocadura al mar de un riachuelo importante para el abastecimiento de agua dulce de la región, llamado Río de Oro. Con el tiempo la torre pasó a llamarse del Oro y de ahí la derivación a Torre del Loro).


A la espalda de esa torre se abre un paraje natural de belleza incomparable que por desgracia se quemó en junio de 2017. Yo no he ido a esa zona desde entonces, pero sí se que el Camping Doñana, en el que he estado tres veces (la última en septiembre de 2016) y que ardió por completo, ahora está de nuevo a pleno rendimiento. Quiero pensar, por ello, que en los últimos 20 meses el entorno ha empezado a regenerarse y que es cuestión de tiempo que vuelva a estar como yo lo recuerdo.

Con respecto a la jornada del pasado domingo, como he dicho la novedad de esa visita fue que almorzamos en el Paseo Marítimo de Matalascañas. Pasamos la jornada con un grupo de cinco amigos y eso hizo que no nos complicáramos la vida demasiado para buscar un lugar donde comer. De hecho, tras subir de la playa nos quedamos en el segundo local del Paseo. Este mide 4'5 kilómetros, por lo que es innumerable la cantidad de negocios de restauración que tiene, pero nadie nos había recomendado ninguno y nos quedamos bien cerca, en el restaurante del toldo negro de la foto inferior.


Parece que, por las críticas que he leído a posteriori en Internet, nos habría ido algo mejor si hubiéramos comido en otro lugar. Nosotros, sin embargo, elegimos al azar el Restaurante El Flamenco, que parece que no lleva demasiado tiempo abierto con el nombre actual, pero que en apenas ocho meses ha recibido doce valoraciones en Google, nueve de las cuales lo califican como un sitio nefasto (lo puntúan con una estrella de cinco, el mínimo). Curiosamente no está aún en Tripadvisor, al menos en esa web se libra de los zurriagazos de la gente.

Yo la verdad es que no lo vi tan mal, aunque es verdad que fue caro para lo que comimos. Al llegar nos pedimos un plato de gambas que empezó a engrosar la cuenta, luego cayeron algunos entrantes, pero lo que disparó el precio fue el arroz. Normalmente uno sabe que cuando se va a comer arroz a los restaurantes no se debe pedir una ración por persona, porque te plantan por delante unas paelleras que luego no hay quien las trasiegue. Nosotros, aún así, pedimos arroz como si no hubiera mañana, yo al principio pensé que íbamos a salir de allí rodando, pero para mi sorpresa los entrantes los liquidamos casi sin darnos cuenta y los platos de arroz nos parecieron escasitos, pese a que valía 13 euros cada ración. Aún así, yo me hubiera dado por satisfecho, no se puede decir que me hubiera quedado con hambre, pero al fondo de la mesa cayó otra ronda de paellas que subieron todavía más la cuenta, ya de por sí dislocada. El caso es que por lo que pagamos uno puede pegarse un homenaje en un lugar bastante más lustroso que el Restaurante El Flamenco, cierto es que su terraza era agradable, pero creo que en Matalascañas se pueden encontrar buenos sitios donde es posible comer mirando al océano por menos de 40 euros por barba. Pese a esto, yo no considero que el restaurante sea nefasto, ignoro si sobrevivirá al verano, pero por curiosidad miraré en septiembre a ver si su nota ha subido un poco.

Con respecto al Paseo Marítimo, en esta época del año estaba delicioso, me hubiera gustado darme una buena caminata por él, pero esta vez no pude alejarme mucho de donde estábamos (nunca me lo he andado todo del tirón, pero en varias veces yo creo que sí me lo he recorrido entero).



Esta vez también anduvimos por la calle que conforma el lado oeste de Matalascañas, que es el que da al Parque Dunar Doñana y, más allá, al Parque Natural de Doñana. En la amplia acera de esa calle es donde estaba la zona de marcha cuando yo iba a Matalascañas de adolescente. Ahora sigue habiendo bastantes bares en esa zona, de hecho al llegar, antes de bajar a la arena, nos tomamos unas cañas en la terraza de uno de ellos, llamado Pub L'Enfant.


En resumen, echamos una jornada invernal en Matalascañas que fue una gozada, en días como este yo disfruto de la playa mucho más que en verano.

En un futuro, espero que no muy lejano, regresaré a Matalascañas, puesto que tengo ganas de moverme de nuevo por su zona central, la que está más cerca del campo de golf. A ella fui alguna vez hace años, a un apartamento que tenían los padres de mi amigo Fran. También quiero volver al Chiringuito El Navegante, donde comimos en 2010 (quizás en esta ocasión debimos ir allí, ese chiringuito es precisamente el que está en el extremo del Paseo Marítimo opuesto al de esta vez). Tengo motivos de sobra, por tanto, para que no pase mucho tiempo antes de la próxima visita a Matalascañas.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado ALMONTE.
En 1994 (primera visita incompleta), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 2'5% (hoy día 29'1%).
En 1994 (primera visita incompleta), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'5% (hoy día 19'9%).


7 de marzo de 2019

SAN NICOLÁS DEL PUERTO 2019

San Nicolás del Puerto es el segundo municipio sevillano con menos habitantes, pero curiosamente es bastante más conocido que otros muchos lugares la provincia de Sevilla, ya que en su territorio están dos de los seis enclaves declarados Monumento Natural en dicha provincia y también dos de los ocho campings que existen en ella. Ambas circunstancias hacen que sean muchos los que han estado en San Nicolás alguna vez.

Los dos Monumentos Naturales a los que hacía referencia son Cerro del Hierro y las Cascadas del Huesna. Del primero hablé en un post en diciembre de 2016 y las segundas fueron las protagonistas del artículo que escribí hace un par de días. Por otro lado, en el municipio además del homónimo núcleo de población principal hay otro que se denomina, precisamente, Cerro del Hierro. Se trata del antiguo poblado minero que estaba ligado a las minas que hoy día son Monumento Natural, y en él viven unos 100 vecinos. Yo he estado allí dos veces.


Con respecto al casco urbano de San Nicolás del Puerto, en él viven poco más de 500 personas y está compuesto por sendas hileras de casas que se alinean a los lados de la carretera SE-163. En la zona central del pueblo, de manera paralela a esas hileras se extienden otras dos calles que hacen que en esa parte la población se engrose un poco.


Los dos hitos más interesantes de San Nicolás se encuentran cada uno en uno de sus extremos. Ambos están ligados a alguno de los dos cursos de agua que bordean el casco urbano: por el norte destaca el Puente Romano, que cruza el Río Galindón, mientras que por el sur la principal atracción es el Nacimiento del Río Huesna. Los cauces de esos dos ríos se unen una vez que han dejado atrás las casas.

Yo ya había estado en el pueblo en dos ocasiones. La primera vez fue en 2004, cuando me limité a dar un breve paseo del que no recuerdo gran cosa. En 2016, sin embargo, volví para pasar el día en la Playa de San Nicolás del Puerto. Teniendo en cuenta que estamos hablando de una aldea de sierra puede chocar el hecho de que tenga playa, pero la realidad es que desde 1978 unas compuertas embalsan las aguas del Río Galindón desde junio a septiembre, formando una piscina natural. Con el paso de los años se ha ido adecuando cada vez más el lugar para que el baño sea agradable y se han ido arreglando tanto el fondo como las márgenes del arroyo, hasta el punto de que en la actualidad hay allí incluso chiringuitos y socorristas. Nosotros echamos en ese emplazamiento un domingo en agosto de 2016, por lo que pude ver bien el Puente Romano y todos sus alrededores (en el sitio donde se ubica el puente hubo uno desde época romana, pero el actual es medieval, en la foto inferior está al fondo, aunque se vea poco).


La Playa en sí no me gustó demasiado, entiendo que para la gente de los alrededores es un desahogo poder remojarse en algún sitio, pero siendo de Sevilla no merece la pena ir allí a echar el día, el calor aprieta a mediodía y hay mucha gente en los pocos espacios cómodos que se han podido sacar en una de las orillas del río. Realmente, he visto otros lugares de interior más agradables para bañarse. Fue una experiencia curiosa, pero no hemos repetido y no creo que vuelva a San Nicolás en verano.

Diferente, sin embargo, es ir en otras épocas del año. El otro día, sin ir más lejos, disfrutamos a tope de una jornada invernal climatológicamente perfecta. Realmente, nuestro destino inicial fueron las Cascadas del Huesna, pero desde donde están estas se puede enlazar, siguiendo un sendero que bordea el Río Huesna, con la Vía Verde de la Sierra Norte, que pasa junto a San Nicolás.




Haciendo esa ruta nosotros llegamos hasta el pueblo y desembocamos en él por el centro, gracias a lo cual vi la Plaza de España, que estaba en fiestas (creo que relacionadas con el Carnaval, aunque tampoco lo se seguro, había música, pero la gente lo que estaba haciendo a esa hora básicamente era tomar cañas).



Desde la Plaza de España salimos a la SE-163, que se llama Calle Real en el tramo que comienza poco antes del edificio del Ayuntamiento y llega hasta el Puente Romano.


Dado que nosotros en 2016 habíamos estado en la parte norte del pueblo, en esta ocasión en vez de ir hacia el Puente nos dirigimos hacia el sur, con la idea de ver el Nacimiento del Río Huesna. En esa dirección la SE-163 se llama Avenida del Huéznar hasta que llega al extremo de la población.



Gracias a nuestro paseo vimos el Crucero de Piedra (no he conseguido encontrar ningún sitio donde le den un nombre concreto), que es otro punto importante en San Nicolás del Puerto. El Crucero está compuesto por una cruz, realizada entre 1575 y 1599, que se encuentra montada sobre una columna de orden corintio.


Con respecto al Nacimiento del Río Huesna, el mismo es muy llamativo, ya que el manantial no es un caño ni una fuente, sino que el agua mana del subsuelo, como se puede comprobar solo con mirar durante unos segundos la superficie del pequeño lago que se forma.



El Nacimiento está enclavado en un bonito bosque de olmos, chopos y alisos conocido como El Venero, en el que se ha habilitado un área recreativa en la cual hay bancos para hacer pícnics y también un bar. El mismo se llama, lógicamente, Bar El Venero, y en él nos tomamos un café mientras descansábamos de la caminata.



Para volver al entorno de las Cascadas, que es donde teníamos el coche, no atravesamos otra vez el pueblo, sino que enlazamos con la Vía Verde por otro punto.

Con esta visita se puede decir que he estado en todos los lugares más interesantes que se reparten por el término municipal de San Nicolás del Puerto. No será raro que vuelva a alguno de ellos, pero de momento doy la zona por explorada.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado SAN NICOLÁS DEL PUERTO.
En 2004 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 22'8% (hoy día 61%).
En 2004 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 8'1% (hoy día 19'9%).


6 de marzo de 2019

CASCADAS DEL HUESNA 2019

El Río Huesna es un afluente del Río Guadalquivir que solo mide 65 kilómetros y que nace en el municipio sevillano de San Nicolás del Puerto, en un manantial que está al sur de su pequeño casco urbano, muy cerca del mismo. Lo primero que llama la atención de este río es que su nombre es bastante confuso, el oficial es el que yo he usado, pero en la región se le conoce popularmente como Río Huéznar y también se le llama Rivera de Huéznar, Ribera del Huesna Rivera del Huéznar. Las variantes parecen infinitas, no se realmente por qué. Yo me voy a referir a él usando su nombre oficialmente establecido, aunque su otras denominaciones se leen con frecuencia en toda clase de libros, carteles y mapas.


Para añadir un poco más de confusión al tema, el primer tramo del río, que discurre por el sur de San Nicolás, es denominado en muchos sitios Arroyo del Pozuelo. Después de un kilómetro ese curso de agua se une al Río Galindón (o Arroyo de Los Parrales en otras fuentes), que roza San Nicolás por el norte, y continúa otro par de kilómetros con un nombre que ya no se sabe ni cual es, hasta que llega a las Cascadas del Huesna. A partir de ahí ya sí se le pasa a denominar de alguna de las maneras que he nombrado en el primer párrafo.

El caso es que de las Cascadas del Huesna es de lo que yo quería hablar, pero antes quería ponerlas en contexto. Las mismas son un conjunto de saltos de agua formados bajo un bosque de galería, el cual se extiende por un área de poco más de 1'5 hectáreas. Todo ese espacio que rodea las pequeñas cascadas fue convertido en Monumento Natural en 2001 para tratar de protegerlo, de hecho está prohibido bañarse en el río.


El caso es que las cataratas forman al caer unas pequeñas pozas en las que sumergirse debe ser muy agradable, me imagino que la gente de los alrededores se remojaba ahí de toda la vida, pero en la actualidad permitir el baño en ellas, con la afluencia de visitantes que tiene la zona, supondría el fin del paisaje natural, por lo que veo acertado que se hayan prohibido los chapuzones en el río.

Antes de visitar la pasada semana las Cascadas yo ya había estado allí dos veces. Pese a esto, en ambas ocasiones me limité a asomarme a una barandilla de madera que está colocada junto al salto de agua superior. La primera vez, en 2004, me quedé satisfecho, pero casi sin querer volví en agosto de 2016.


En esa segunda ocasión me fijé mejor y me pareció que el monumento no podía limitarse a lo que se ve desde arriba. Sin embargo, era pleno verano, hacía un calor de mil demonios y no pude explorar bien el entorno. Por aquel entonces ya escribía este blog, pero decidí no dedicarle un post a las pequeñas cataratas hasta que no pudiera verlas en profundidad. Ese momento ha llegado ahora.


El pasado domingo, en efecto, tuve ocasión de visitar con detenimiento todos los recovecos del monumento natural. Para ver bien las Cascadas lo primero que hicimos fue pasar por debajo de la valla que hay junto a la catarata superior y que impide bordear la ribera del río. A pesar de los reparos que me provocó obviar la barandilla, no pone en ningún sitio que esté prohibido el paso, yo creo que la misma es un elemento que invita a la precaución, más que vetar el descenso.


Atravesar la valla permite empezar a bajar por la margen del río para ir viendo las cataratas que se forman en los diferentes saltos. La primera cascada, que es la que se ve caer desde la barandilla, desde arriba es bonita.


Sin embargo, una vez que se ha descendido un poco es cuando se aprecia de verdad lo espectacular que es el enclave y entonces se entiende bien por qué lo han declarado Monumento Natural.



Después de ese primer salto hay otros tres más. El Río Huesna es uno de los cauces de agua con mayor desnivel absoluto de la cuenca del Guadalquivir, ya que en poco más de 60 kilómetros desciende 500 metros de altura.



Bajar por la orilla del río no es difícil, lo puede hacer un niño pequeño, pero hay que andarse con ojo, eso sí, ya que el terreno rocoso es abrupto y uno puede hacerse mucho daño si se cae.


Hay mucha gente que atraviesa la valla y baja. Nosotros lo hicimos con cuidado, respetando las márgenes del río, y en general todas las personas que vi se comportaron de la misma manera. Como he dicho, el baño está prohibido en las pozas y yo no vi a nadie haciendo cosas raras.

Al llegar al nivel en el que el torrente ya empieza a correr por un terreno menos escarpado se aprecia mejor aún lo bonito que está el paisaje a finales del invierno, aunque cuando vine en verano vi que el manantial que abastece las cataratas se mantiene a tope incluso en época estival.


Una vez abajo vi que allí hay un acceso a la ribera que no está vallado. Si el recorrido se hace a la inversa, por tanto (se sube por la margen, en vez de descender), no hay impedimentos de ningún tipo que impidan el paso. Eso me acabó de convencer de que no hay restricciones reales a la circulación arriba y abajo de la orilla para ver las Cascadas.

Nosotros, tras echar un buen rato en ese entorno cogimos un sendero que empieza al pie de las cataratas y que va bordeando el Río Huesna hasta su nacimiento. De ese trayecto hablaré en el próximo post, que dedicaré al pueblo de San Nicolás del Puerto.


Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado CASCADAS DEL HUESNA.
En 2004 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 37'5% (hoy día 62'5%).
En 2004 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 14'8% (hoy día 35'5%).