23 de septiembre de 2019

SEVILLA 2019 (SEPTIEMBRE)

No tenía previsto publicar otro post turístico sobre Sevilla este año, pero el fin de semana pasado nos vino a ver nuestra amiga Ruth y eso siempre provoca que hagamos un montón de cosas interesantes relacionadas con la ciudad, por lo que me ha parecido que hay material de sobra para otro pequeño artículo. Por otro lado, la visita me ha servido como excusa para escribir algo en estos días, en los que estoy estudiando a piñón para el examen que tengo el 9 de noviembre y no tengo tiempo para pensar en carreras, ni mucho menos para organizar excursiones.

El caso es que Ruth improvisó una escapada y se plantó en nuestra querida Sevilla el sábado de la pasada semana con toda la libertad que ella sabe que tiene. Hace 20 años aún no conocía bien la ciudad y sus visitas podían tener más motivaciones turísticas, pero a día de hoy viene principalmente a vernos y se ajusta sin problema a nuestros planes normales. Eso no impide que nosotros intentemos hacer cosas especiales cuando ella está aquí, el abanico de lugares atractivos que ofrece la capital andaluza es enorme, a ella le gusta profundizar en ellos y a mí también me da la oportunidad de refrescar mi memoria o, incluso, de conocer sitios que aún no he visto.

De todas formas, como digo, ella viene con la mentalidad de unirse a nuestros planes, sean cuales sean, y este sábado por la tarde nuestra intención era ir a ver al Betis Féminas a la Ciudad Deportiva Luis del Sol. Se lo dije y le pareció estupendo, así que al llegar a Sevilla vino a buscarme (el sábado por la mañana me tocaba currar), cuando acabé comimos en Norte Andaluza, un bar de tapeo que está cerca del negocio donde trabajo y que es de lo mejores de la Alameda de Hércules, y justo después tiramos para Los Bermejales, el barrio donde se ubica el campo en el que juega el equipo femenino del Real Betis. Allí nos reunimos con María y con las niñas.


Nosotros somos socios del Betis Féminas desde el año pasado y lo pasamos bien viendo los partidos de la máxima categoría de la Liga Española de Fútbol Femenino. En esta ocasión el encuentro era el primero de la presente temporada en casa y en él acabó perdiendo el Betis por 3-4. Su rival fue el Deportivo Abanca (Abanca es el patrocinador, el club realmente es el Deportivo de la Coruña).


No hubo suerte con el resultado. Al final de la primera parte se llegó con empate a un gol, la cosa no pintaba mal, porque Priscila Borja incluso había fallado un penalti y Marina Fedorova también había marrado una ocasión muy clara, se presumía que en la segunda mitad el choque podía caer del lado verdiblanco, pero la defensa del Betis fue una calamidad y el Depor acabó metiendo tres goles más. El Betis llegó a ponerse 2-3, y tras el cuarto gol coruñés marcó el 3-4 en el descuento, pero ya no hubo tiempo para más. Finalmente Ruth no pudo ver una victoria nuestra, pero disfrutó del ambiente, que es a lo que iba, y pasamos un rato agradable. Además, como en cada partido, yo me lo pasé bien buscando a las jugadoras del Betis que no estaban convocadas, las gradas del Campo 3 de la Ciudad Deportiva Luis del Sol tienen capacidad para poco más de 600 personas y las futbolistas que no juegan ni están en el banquillo no tienen más remedio que sentarse entre el público. Esta vez vi en el descanso junto a la cafetería a Merel Van Dongen, que ha sido subcampeona del mundo con Países Bajos el pasado verano, nada menos, así como a Ana Romero Willy, que comentó para la televisión los partidos de dicho evento. Ambas estaban tocadas, no pudieron jugar y el equipo las echó de menos, sobre todo a Van Dongen, que es fija en el centro de la defensa.

Hablando de personajes de renombre en lo suyo, el viernes por la tarde tuve la suerte de ver a otro (he escrito "personajes de renombre en lo suyo" y no "famosos", porque las futbolistas, incluidas las de mayor nivel, por desgracia están lejos aún de ser famosas). En efecto, el viernes vi a otro personaje que ha destacado en su profesión, en este caso la música. No lo comentaría si no fuera porque eso me va a dar pie a hablar de un sitio donde estuvimos cenando y que encaja perfectamente en este post sobre Sevilla, ya que es muy recomendable. El lugar en cuestión se llama La Chunga y fuimos allí en familia, dado que era el cumpleaños de Julia. La fiesta con sus amigas y amigos aún estaba pendiente, pero pegaba hacer algo especial en el día exacto de la efeméride y la reunión formó parte de los festejos. Yo este bar no lo conocía y me gustó mucho, por lo que no voy a perder la oportunidad de meterlo en un post.


En efecto, La Chunga me encantó, comimos muy bien, éramos doce y abultábamos mucho, pero nos buscaron un buen sitio y nos atendieron a la perfección, siendo incluso cómplices, con una sonrisa, de nuestro momento Vela y Cumpleaños Feliz, pese a que tenían el local hasta los topes. Aparte de esto, como he dicho vi a un personaje famoso, pero no fue dentro del bar, sino fuera. El caso es que llegamos a cenar bastante temprano, íbamos con niños pequeños y no era recomendable apurar demasiado, pero resultó que apuramos tan poco que cuando hicimos acto de presencia en la puerta de La Chunga nos pidieron, por favor, que esperáramos unos minutos para entrar. Nosotros, para hacer tiempo, nos fuimos a las mesitas altas que tiene fuera un famoso lugar que está justo enfrente, el Kiosco del Barranco.


El Kiosco del Barranco es un bar que lleva ahí toda la vida, que yo recuerde. Es realmente una construcción exenta que se encuentra situada sobre un ensanchamiento de la acera, creo que hace un año que cambió de dueños y lo han remozado un poco, aunque nosotros solo nos tomarnos una caña en él. Precisamente en esas estábamos cuando vi, justo delante de mí, como Kiko Veneno hacía honor a una de sus canciones de mayor fama, que empieza diciendo "En un Mercedes blanco llegó...", llegando, como no, en un Mercedes blanco, con la cosa de que lo dejó con los cuatro intermitentes puestos en un lugar de la Calle Arjona donde no es que no hubiera hueco, es que no había ni siquiera sitio para aparcar coches.


Allí el bordillo da directamente a los carriles de la calzada por los que circulan los coches, pero a él le dio igual, pegó el suyo a la acera y se fue. Tampoco se estresó demasiado, no sé que hizo, pero tardó sus buenos diez minutos en regresar. Cosas de los artistas, que ya están de vuelta de todo...

Antes de la cena y sus prolegómenos el fin de semana ya había empezado de uno de los modos más festivos que hay, que es yendo al cine con niños. Como he dicho, era el cumpleaños de Julia y también le dimos a la tarde un toque especial. En relación con esto, hace unos meses en otro post ya hice mención a la sala de cine con más solera que hay en Sevilla y ahora es un buen momento para hablar de la más bonita, que está en la antigua estación de trenes de Plaza de Armas.


Cuando se usaba como final de trayecto para los trenes que llegaban a Sevilla, Plaza de Armas era conocida popularmente como Estación de Córdoba. En su día el edificio se construyó para servir como estación de ferrocarril y como tal se usó desde 1901 hasta 1990. Yo tengo recuerdos de haber cogido trenes allí siendo niño. Poco antes del inicio de la Expo'92 se clausuró y en 1999 se reabrió como centro comercial, sin que por ello se le realizaran a su estructura grandes alteraciones, lo cual es importante dado lo bonita que es.

En la actualidad, la esencia neomudejar del edificio está a salvo, ya que el mismo fue declarado Bien de Interés Cultural en 1990. Pese a esto, he oído repetidas veces que la presencia en él del multicines peligra, de momento no parece que lo vayan a cerrar, pero sí es cierto que hoy por hoy todos los cines están en la cuerda floja, por lo que no se cuanto tiempo logrará mantener su agradable entorno ese centro comercial, en el que también hay tiendas y varios locales de restauración. Mientras tanto, por si acaso, yo siempre que quiero ver una peli lo primero que hago es mirar que ponen en Cines Plaza de Armas y si veo que cuadra es la sala que elijo.


En esta ocasión esa fue la circunstancia, queríamos ver una película concreta (Padre no hay más que uno) y al mirar la cartelera vi que allí la ponían a una buena hora, por lo que no me lo pensé dos veces.


El Centro Comercial y de Ocio Plaza de Armas, además, está al lado de la Calle Arjona, por lo que la ubicación nos vino de maravilla para acercarnos un rato después adonde habíamos quedado para cenar.

El sábado, como ya he contado, llegó Ruth a Sevilla y por la tarde fuimos al fútbol. Después, nos marchamos para el pueblo, ya que había que reservar fuerzas para el domingo, que fue cuando llevamos a cabo el plan verdaderamente turístico con ella.

En los post sobre Sevilla de este blog aún no he hablado del Archivo de Indias y ha llegado el momento de hacerlo, dado que es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad hispalense, no en vano es uno de los tres integrantes del hat-trick de edificios sevillanos que son Patrimonio de la Humanidad. Este triplete está conformado por la Catedral, por el Alcázar y por el propio Archivo, que también es conocido como Antigua Casa Lonja. Todos están muy cercanos unos de otros.


Todos tienen también la particularidad de que se usan para algo más que para fines turísticos, aunque quizás sea el Archivo el que tenga una utilidad más llamativa, ya que la Catedral es una iglesia y funciona como tal, y una parte del Alcázar sigue ejerciendo de residencia real, pero solo en determinadas ocasiones. Sin embargo, la Antigua Casa Lonja alberga las dependencias del Archivo General de Indias, una de las instituciones de custodia de documentación más importantes del mundo.


El Archivo de Indias, como hoy es conocido por la mayoría, se erigió en principio como lonja de mercaderes en tiempos de Felipe II, ya que estos se dedicaban a hacer sus transacciones comerciales en las gradas de la contigua Catedral y eso daba mala imagen, con el problema añadido de que si llovía llegaban a meterse dentro de la iglesia para continuar con sus negocios. Como remedio a esa circunstancia a finales del siglo XVI se construyó al lado un edificio específico para que los comerciantes realizaran sus tratos. Sevilla en aquella época era, probablemente, la ciudad más importante del mundo occidental, y ello favoreció sin suda que como lonja se levantara un inmueble de semejante envergadura, belleza y refinamiento, de hecho el resultado fue tan espléndido que, cuando dos siglos después se decidió crear en Sevilla un lugar donde se custodiara junta toda la documentación referente a los territorios españoles de ultramar, que hasta ese momento estaba dispersa, se decidiera usar las instalaciones de la Casa Lonja.


Desde entonces han pasado más de dos siglos y el cometido del edificio no ha cambiado más, por lo que ahora a veces se le llama por el nombre de lo que fue en un principio, y otras se le nombra en base a la función que cumple actualmente, aunque hay que decir que puede llevar a error lo que uno espera encontrarse dentro cuando se lo enseñan, porque hoy día la praxis archivística está muy avanzada en temas de preservación de documentos y los de esta institución, además, son de gran valor, por lo que uno en el Archivo de Indias no pisa los depósitos, ni ninguna estancia que esté en uso, sino que ve la parte noble, que ya no se utiliza para menesteres archivísticos. Yo solo había entrado una vez en Indias, fue en 1.999 cuando estudiaba tercero de Historia en la universidad y tuve una asignatura, precisamente, sobre archivística. Aquel curso vi muchos centros de custodia documental, en Sevilla y también en Cataluña, en una viaje que hicimos, pero recuerdo que de todas las visitas la que me resultó más decepcionante fue la del archivo sevillano, ya que recorrimos los lugares donde hace años estaban los legajos, pero donde ya no se conservaba nada. Los mismos se habían trasladado a depósitos bien protegidos y en las salas que vimos lo que había eran cajas vacías, con las que habían llenado los estantes para que uno se imaginara como era aquello cuando se guardaban allí los papeles importantes. Por eso, cuando yo, con discreción, empujé levemente con el dedo una de las cajas, esta se hundió un poco en la balda sin oponer resistencia, dado que era de pega y que dentro no había nada. Cualquiera puede ver en Internet que las panorámicas de las estancias del Archivo son impresionantes, y a ello contribuye que las estanterías están rellenas de cajas perfectamente ordenadas, pero a mí me decepcionó un poco no ver como son las verdaderas dependencias que se usan en la actualidad. Después de aquello no había vuelto... hasta el pasado domingo.

En efecto, el pasado domingo se presentó la oportunidad perfecta para volver a entrar en la Antigua Casa Lonja. Yo en parte no había vuelto porque el edificio ya lo había visto y no tenía ganas de ver más cajas vacías, pero no hace mucho parece que se modernizaron las instalaciones y se adecuaron las galerías para la instalación de exposiciones temporales. Una de estas, precisamente, fue la excusa perfecta para regresar al Archivo. Se trataba de una muestra titulada El Viaje Más Largo, y estaba dedicada a la expedición náutica que culminó con la primera vuelta al mundo y que estuvo comandada por Magallanes y por Elcano. Cuando nosotros fuimos llevaba solo dos días inaugurada y había tenido repercusión a nivel nacional, por lo que Ruth sabía de su existencia y quiso ir a verla. La exposición se podrá visitar hasta el 23 de febrero de 2020, pero nosotros no esperamos tanto para ir a verla... y no fuimos los únicos.


Con respecto a como vi el edificio después de 20 años, la verdad es que me pareció tan espectacular como la primera vez, eso hay que reconocerlo.


La principal diferencia es que ahora en las estanterías de las galerías no hay nada, al menos en las de la segunda planta (muchas están tapadas por paneles explicativos y pantallas de la propia muestra). A mí me gusta más así. No me importaría echarle un ojo a los verdaderos depósitos y tampoco estaría mal que se mostraran en vitrinas algunos de sus fondos, pero lo de llenar las dependencias de cajas vacías me pareció un tanto decepcionante, ahora no engaña y se ha convertido en un magnífico edificio, en el cual se usa para exposiciones un gran sector que ya no tiene sentido que se utilice como archivo, por su falta de adecuación a las normativas archivísticas sobre conservación de documentación y por la imposibilidad de que esté abierto a las visitas turísticas un lugar donde se supone que los archiveros tienen que estar gestionando documentos. El uso de esas galerías para exposiciones me parece más lógico.


Por otro lado, la muestra que vimos me gustó mucho, pues refleja de una manera muy clara y entretenida como fue la aventura de Fernão de Magalhães y Juan Sebastián Elcano, una de las más grandes gestas de la historia de la humanidad, que tuvo lugar hace justo 500 años. La motivación de la expedición no fue científica, ni sus integrantes tenían la intención de lograr ningún récord, ni pretendían superarse a sí mismos, ni llevar más allá los límites de lo conseguido por el ser humano. Esa mentalidad llegó con el siglo XX, en el siglo XVI lo que querían era llegar a las Islas Molucas por el oeste, una vez que se había confirmado que la tierra era redonda y que eso era posible, con la idea de petar los barcos de especias y regresar a España por una ruta, en teoría, menos complicada (originalmente pretendían desandar el camino, lo de circunnavegar el globo fue un accidente). En aquella época un navío cargado de especias era casi más valioso que uno lleno de oro, por lo que el objetivo de los hombres que zarparon de Sevilla en las cinco naos era volver con ellas repletas de mercancía y hacerse extraordinariamente ricos. Para la Corona española, por otra parte, la perspectiva de abrir una ruta directa hasta semejante fuente de riqueza por aguas menos conflictivas que las de la costa de África era suficiente motivación como para sufragar aquella aventura loca hacia lo desconocido. La expedición partió el 10 de agosto de 1519 de Sevilla con cinco barcos.


El 20 de septiembre, es decir, hace justo 500 años y dos días, las naves con 244 hombres a bordo dejaron atrás Sanlúcar de Barrameda. La cifra exacta de las personas que emprendieron la travesía varía, se han hecho muchos estudios y la horquilla va desde los 239 individuos a los 265. Yo he dado la cifra que me parece más acertada, aunque hay que tener en cuenta que en Tenerife desembarcó un marinero y embarcaron cuatro, por lo que se lanzaron hacia lo inexplorado 247 valientes. De ellos, se dejaron el pellejo en la empresa 142 expedicionarios, más otros 12 que se quedaron en el camino y que tampoco acabaron muy bien. Hubo bajas por todo tipo de razones: por enfermedades, por peleas, por ejecuciones, por accidentes, por ahogamientos o por choques armados con indígenas. A uno, con las prisas se lo dejaron olvidado en la isla de Borneo, a dos para no ejecutarlos los abandonaron en una isla desierta y hubo algunos que murieron tras haber sido apresados por los portugueses, que por la cuenta que les traía dieron todo el porculo que pudieron (aunque involuntariamente fueron los que provocaron la gesta, ya que obligaron a los que habían llegado a las Molucas a seguir hacia el oeste, en vez de desandar el camino). Aparte, también hubo 58 deserciones, entre ellas la de los 55 tripulantes que viajaban en la nao San Antonio y que se dieron la vuelta sin decir nada en el Estrecho de Magallanes. A los otros tres desertores se les perdió la pista, pero los 55 de la San Antonio sí arribaron a España con vida, aunque no dieron la vuelta al mundo.

De los 35 hombres restantes, 12 fueron apresados en Cabo Verde por los portugueses cuando ya les faltaban menos de dos meses de viaje, y completaron la vuelta al mundo algo después, vía Lisboa. Otros cinco volvieron también a Europa tres o cuatro años más tarde, después de que el barco en el que viajaban, la nao Trinidad, se hundiera estando aún en el Pacífico, fueran apresados por otros portugueses y sobrevivieran a ese cautiverio. Con la propia expedición, a bordo de la nao Victoria, solo regresaron a Sevilla 18 personas. Aquello fue una auténtica escabechina. El propio Fernando de Magallanes se dejó la vida en una escaramuza contra un grupo de indígenas en una de las islas que hoy día pertenecen a Filipinas, por lo que fue Elcano el que comandó al grupo de supervivientes.

Todo esto está explicado de una manera muy gráfica en la exposición, en la que se enseñan, como no, multitud de documentos verdaderos que estuvieron relacionados con la expedición y que se conservan en el propio Archivo de Indias.


En definitiva, a mí, que soy un gran aficionado a las expediciones de corte aventurero, ya sean al Himalaya o al Polo Sur, del siglo XVI o del XXI, la exposición me atrapó durante un largo rato y me encantó. Las niñas también estuvieron mucho tiempo embebidas y, como siempre digo en este tipo de escenarios, si una muestra pensada para adultos es capaz de atraer la atención de un niño es que está bien hecha.


Después de echar la mañana en el Archivo de Indias no quedaba otra que comer, Ruth se iba de vuelta a Madrid a media tarde y teníamos tiempo de buscar un sitio chulo para almorzar. La elección no fue difícil, porque hay un restaurante cerca de la Catedral, junto al Arco del Postigo del Aceite, que tenía ganas de probar desde hacía muchos meses. Se trata del Milonguitas, una hamburguesería que conocí a través de un artículo que leí en el periódico hace tiempo, dedicado a las hamburgueserías gourmet de Sevilla. Del listado que aparecía en ese artículo ya conocí el Burgett y el Wurst & Burguer, y ambos lugares (sobre todo el primero) estuvieron a la altura de las expectativas. La lista, por tanto, es fiable y Milonguitas está en ella.


Es evidente que volvimos a comer de lujo, lo de zamparse una hamburguesa nos suele remitir al McDonald's y a su grasaza, pero también están las hamburgueserías que hacen sus productos con carne de tanta calidad que el concepto de comida basura les queda casi tan lejos como a los de Masterchef.


Hay que decir que cerca del Milonguitas hay un lugar que incomprensiblemente no conocía (o al menos no recordaba ni por asomo). Se trata de la Plaza del Cabildo y es cierto que está un poco escondida, ya que se accede por debajo de los edificios que la encierran, o por el lado del Postigo, o por el de la Avenida de la Constitución (por este lateral da directamente a la Catedral). Realmente, la plaza se asemeja más a un patio, de hecho por la noche sus dos accesos se cierran, es semicircular y por su lado rectilíneo da directamente a un lienzo de la muralla de origen almohade. En cualquier caso, es un rincón muy recomendable.


Para cerrar, ya sí, el fin de semana, nos dimos un último paseo. Había que llevar a Ruth a la estación de trenes, pero íbamos con tiempo y para llegar al coche atravesamos el centro de Sevilla de oeste a este, pasando por el siempre pintoresco Barrio de Santa Cruz. Este está turistificado al máximo, pero ello no impide que sea un enclave con un encanto inimitable.


Tras abandonar el Barrio de Santa Cruz por la Plaza Alfaro y desembocar en el Paseo de Catalina de Ribera llegamos al lugar donde teníamos el coche y eso dio por concluido nuestro balsámico fin de semana. A mí ya casi lo único que me queda en el próximo mes y medio es estudiar. Después, volverá el Rock & Roll...


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado SEVILLA.
En 1977, % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Sevilla: 14'2% (hoy día 100%).
En 1977, % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 0'2% (hoy día 34'7%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado SEVILLA.
En 1977 (aún incompleta esta visita), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 10% (hoy día, completada ya esta visita, 50%).
En 1977 (aún incompleta esta visita), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 0'1% (hoy día, completada ya esta visita, 4%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado SEVILLA.
En 1977, % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 0'9% (hoy día 62'9%).
En 1977, % de Municipios de Andalucía ya visitados: 0'1% (hoy día 20'6%).


2 de septiembre de 2019

CÓRDOBA 2019

Las vacaciones veraniegas de este año acabaron y ya casi hemos vuelto al día a día, pero antes de cambiar el chip definitivamente y de entrar en la rutina otoñal aún tuvimos tiempo María y yo de disfrutar la pasada semana de un finde de relax. Este mes de agosto no ha podido ser tan movido como otros pasados, pero hemos aprovechado las oportunidades que se nos han presentado para viajar. Aún así, me faltaban un par de días de esos que se disfrutan en pareja, por lo que lo maquinamos todo para poder escaparnos una noche a algún lugar que fuera cercano, bonito y asequible. Córdoba se presentó como el sitio que cumplía con los tres requisitos indispensables, así que finalmente fue el destino elegido. En este blog este será el segundo post que le dedique a la ciudad califal, pero dado que allí todavía me quedan muchas cosas por descubrir estoy seguro de que no será el último.


La narración del día y medio que pasamos en Córdoba se podría dividir en cuatro grandes bloques: el alojamiento, la noche del sábado, el rato de turismo dominical y el broche de oro en los baños árabes. Con respecto al alojamiento, fue determinante a la hora de ir a Córdoba a pasar el fin de semana el hecho de que dormir en el Parador de La Arruzafa costara relativamente poco gracias a una oferta, yo nunca había estado en él y había que aprovechar. Los Paradores suelen estar en castillos o en palacios erigidos hace siglos, pero no todos son así. El de Córdoba es uno de los que están en edificios de nueva construcción, se inauguró en 1960 y, pese a que se erigió en los terrenos que albergaron el palacete de verano de Abderramán I, lo cierto es que su atractivo en este caso no tiene que ver con su relación con el pasado, sino más bien con su emplazamiento y sus instalaciones. En efecto, el hotel está situado en El Brillante, el barrio que ejerce de limite de la ciudad por el norte y se encarama ya a la sierra. Por ese lado Córdoba se acaba en esa zona, por allí solo hay adosados y chalets de nivel medio-alto, por lo que todo es tranquilo y abierto. El Parador contribuye a esa sensación, ya que está rodeado de un sensacional jardín en el que destaca una gran piscina.



Además, gracias a que El Brillante es un barrio que está en cuesta, el Parador se abre a la ciudad desde lo alto y ofrece unas estupendas vistas de la misma. En él, por tanto, no se disfruta tanto del edificio como en otros Paradores, pero en cambio sí se obtiene desde una posición de retaguardia una magnífica panorámica global de Córdoba, que es historia en estado puro.

Nosotros llegamos al Parador a eso de las 7 de la tarde, porque yo trabajé hasta las 15 horas y salimos después de comer. Pese a esto, tuvimos tiempo de darnos un chapuzón en la piscina. Yo casi nunca me baño en las piscinas, no me suele apetecer, pero en este caso hacerlo era algo inexcusable, no solo porque esta es espectacular, sino también porque nos pilló uno de los días más calurosos que recuerdo. En ese contexto, nos pegamos media hora en remojo, y no estuvimos más tiempo porque a las 20 horas cerraron las instalaciones y nos tuvimos que salir.

Del resto del Parador también disfrutamos de la cafetería, donde nos tomamos una cerveza por la noche, y de las habitaciones, que fueron tan agradables como siempre. El domingo tampoco nos privamos del bufé, con la cosa de que desayunamos con tanta calma que eso acabó provocando que tuviéramos que cambiar los planes que teníamos para la mañana.

Antes de desayunar, sin embargo, hubo que cenar la noche antes, este fin de semana no quise dejar nada al azar y, aparte de reservar en el Parador, que siempre es una apuesta segura, me lo curré para encontrar en Córdoba un restaurante donde pudiéramos cenar a gusto. El sitio que elegí se llama El Patio de María, por lo que tiene un nombre que vino al pelo. El motivo de la elección no fue ese, realmente pesaron más las críticas en Tripadvisor, la descripción del lugar que leí en Internet y su magnífico emplazamiento en la Calle Don Rodrigo, pero me resultó atractivo ir con María a cenar en plan relajado a un restaurante con ese nombre.


En cualquier caso, elegí El Patio de María por lo bien que pintaba, pero luego tenía que estar a la altura de las expectativas y la verdad es que cumplió. La única pequeña pega que tengo que ponerle es que al fondo del susodicho patio había una celebración de cumpleaños, o algo así, tan multitudinaria que había camareros con bandejas y la gente estaba de pie. Los asistentes al festejo se comportaron con tremenda corrección, pero eran muchos y charlaban alegremente en corrillos, por lo que el ruido de fondo era considerable. En un sitio así hubiera pegado más oír el rumor del agua que las risas y los ecos de la animada charla de una treintena larga de personas, pero pese a esto María y yo pudimos hablar entre nosotros sin problema, por lo que no se puede decir que la situación llegara a ser molesta. Aparte, la comida estuvo muy buena, el encantador patio cordobés del restaurante es magnífico para cenar en pareja en una noche de verano, y nos atendieron perfectamente. El Patio de María no nos defraudó.

Como apunté antes, a la hora del desayuno disfrutamos del bufé como se merecía y se nos hizo tarde para la actividad que había previsto, que era un recorrido guiado por Córdoba que incluía una visita a la Judería. Fue una pena, pero llegamos quince minutos tarde al punto de encuentro y ya no hubo nada que hacer. Afortunadamente, el tour era de los gratuitos (se paga al final el dinero que cada uno estima oportuno) y, además, me dio la impresión de que María no tenía demasiadas ganas de pegarse un pateo de dos horas, pero aún así me dio coraje el retraso. Mi consuelo fue que al menos volví a la Plaza de las Tendillas, un lugar al que hacía muchos años que no iba.


Como alternativa al tour, a María se le ocurrió que intentáramos alquilar un par de bicicletas para recorrer Córdoba. Los que hayan leído los últimos post dedicados a Sevilla que he escrito en este blog ya sabrán que desde febrero trabajo en un negocio de alquiler de bicis a turistas, por lo que la idea de ver Córdoba sobre dos ruedas debería haberme entusiasmado. Sí que es cierto que tenía ganas de ver desde el otro lado, como cliente, como es un establecimiento como el mío en otra ciudad, por ese lado me apeteció el plan de pillar una bici, pero he de reconocer, aunque no se si debería, que yo prefiero hacer turismo a pie, me encanta caminar y mi manera preferida de ver los sitios es andando. El destino me ha llevado a un empleo en el que mi misión primordial consiste en alquilar velocípedos a personas que, precisamente, lo que no quieren es andar. También tiene sus ventajas conocer las ciudades a pedales, yo hago bien mi trabajo y esa es la visión que transmito. Además, tengo pinta de deportista, he hecho triatlones y, aparte, uso la bici como medio de transporte, por lo que no me resulta difícil meterme en mi papel, pero la verdad es que a la hora de hacer turismo, salvo en momentos puntuales, que los ha habido, prefiero ir a pata. El caso es que, pese a esto, pensé que esta vez alquilar una bicicleta no era mala idea, ya pasaban las 12 del mediodía y empezaba a cascar el calor de nuevo, María estaba para pocas palizas andariegas y yo, en realidad, tenía interés por acercarme a un negocio similar al mío desde el lado opuesto del mostrador. En consecuencia, buscamos en Internet si había alguno y, aunque parece que la oferta en Córdoba no es demasiado amplia, encontramos uno llamado Elektrik que se ubica en la Calle María Cristina, cerca de donde nos hallábamos.

Luego resultó que en Elektrik están especializados en bicicletas eléctricas, patinetes, segway y otros artilugios similares. Además, nos atendió un chico que no me recordó demasiado a mí en el talante, yo soy bastante más protocolario. De hecho, el propio negocio de alquiler era bastante menos formal de lo que lo somos nosotros a la hora de arrendar nuestro material. No es que yo me haya tragado un palo, ni tampoco nos ponemos pejigueras con el alquiler de nuestras bicis a los guiris, pero sí es cierto que allí era menos evidente cual era la función principal del establecimiento, había bicicletas eléctricas en venta, material para tours, toda clase de vehículos eléctricos de alquiler y muchos utensilios. Por otro lado, todo se encontraba menos bien dispuesto de lo que lo tenemos nosotros. El chico también parecía dedicarse a más cosas de las que yo hago, ya que lo pillamos reparando no se qué en otra habitación y me pareció entender que en ocasiones ejercía de guía, de hecho por un momento pareció que se había puesto a despacharnos casi por casualidad. Yo tomé nota. Prefiero darle a mi perfil un talante más profesional, pero está claro que el desparpajo con el que nos atendió y su seguridad me dieron que pensar. Con algo de eso también me he quedado, lo mismo que con su talante más polifacético.

Volviendo a Córdoba, que es lo que nos atañe, la verdad es que salimos de Elektrik con dos bicis eléctricas. Nunca había montado en ninguna y me pareció divertido, son como pequeñas motitos en las que no se hace esfuerzo alguno, al menos en ese contexto turístico. Es cierto que con ellas abarcamos mucho más espacio que si hubiéramos ido caminando. Primero fuimos hacia el norte e hicimos una parada junto a la Torre de la Malmuerta, que da a la ronda que bordea el centro por ese lado.


A continuación recorrimos las avenidas que forman esa ronda de circunvalación por el norte y por el noreste, y nos volvimos a meter hacia el corazón de Córdoba por la Calle María Auxiliadora, que atraviesa el Barrio de San Lorenzo. Este es el que está al noreste del centro de Córdoba, en el extremo opuesto a la zona más popular del casco histórico. En la Calle María Auxiliadora nos alojamos la última vez que fuimos a Córdoba y por ello en aquella ocasión pasamos varias veces por delante de la Iglesia de San Lorenzo, que data del siglo XIII y que por fuera es imponente.


Por dentro, sin embargo, no llegamos a visitarla, por lo que esta vez al verla abierta no dudamos en aparcar las bicis en la puerta y entrar.


Tras esta parada continuamos la marcha. En el rato siguiente dimos muchas vueltas y me desorienté en poco. Para mí es importante, cuando visito los sitios, hacerme una idea de como están estructurados a nivel interno, fijándome en su disposición urbana. Para ello no me importa ir con el mapa en la mano, prestando atención a la ruta que voy siguiendo. Me gusta saber como se configuran los barrios de las ciudades y como se distribuyen las calles en ellos, pero circulando en bicicleta percibir eso es harto difícil, en primer lugar porque no se puede ir pedaleando y mirando un mapa, y además porque va uno mucho más rápido. Si a esto le sumamos que yo me desoriento en mi propio cuarto de baño, pues el resultado es que yendo en bici en un contexto como este acabo teniendo la sensación de que voy dando vueltas por la ciudad como un pollo sin cabeza. Esa es la razón de que prefiera caminar cuando hago turismo.

Por todo lo dicho, en Córdoba lo único que recuerdo del final de la primera parte de nuestro recorrido es una serie de sitios concretos descontextualizados. Uno de ellos, por ejemplo, es la Plaza de San Agustín, que está en el meollo del centro, aunque no se como llegué allí.


No obstante, lo positivo de lo de las bicis es que, en efecto, pudimos unir puntos distantes de la ciudad casi sin esfuerzo, de hecho yo estaba empeñado en ver la Judería y, dado como se había desarrollado la mañana, no hubiera podido hacerlo si no hubiéramos ido sobre ruedas. Gracias a esto, tras dar unas cuantas vueltas por el centro bajamos hasta el paseo que corre paralelo al Río Guadalquivir y bordeamos por el sur todo el casco histórico cordobés hasta llegar al entorno de la Judería, en el Barrio de la Catedral. Antes de meternos en ese entramado de callejuelas aparcamos las bicicletas, por lo que recorrimos el antiguo sector judío a pie. Yo ya había visitado Córdoba, pero en esa parte nunca había estado y tenía ganas de que, en esta ocasión, ese lugar no se quedara pendiente.

Mi idea inicial era ver la Judería, comer sin alejarnos mucho de ella y cerrar nuestro fin de semana con una actividad que es ya casi indispensable si se va a Córdoba, que es ir a unos baños árabes. Yo en 2007 estuve en los Baños Árabes Medina Califal, que estaban en la Calle Corregidor Luis de la Cerda, junto a la Mezquita-Catedral, y que siguen en el mismo sitio, aunque ahora han cambiado de nombre. Esta vez, sin embargo, me decanté por otros que están precisamente en la Judería. Yo había planeado que nos quedáramos por allí después de verla, pero tuvimos que ir a devolver las bicicletas, por lo que regresamos al punto de partida. Finalmente, para ir al spa tuve la oportunidad de andar...

Con respecto a la Judería, no me extraña que sea uno de los enclaves más afamados de Córdoba, porque es espectacular. Realmente es una zona pequeña que ocupa una especie de triangulo isósceles al que parece que se le hubiera cortado el vértice a la altura de la Puerta de Almodóvar.


Los límites del triángulo los conforman las calles JudiosTomás Conde por el oeste, la Calle Almanzor, la Calle Romero y el extremo de la Calle Deanes por el este, las calles ManríquezJudería por el sur, y la Calle Puerta de Almodovar por el lado en el que debería estar el pico del triángulo.


En la pintoresca Calle Judios (es la de la foto que está justo abajo) se juntan tres de los principales highlights de la Judería: la Estatua de Maimónides, la Sinagoga de Córdoba y el Zoco Municipal.



Ver la Sinagoga era el principal objetivo turístico que me había marcado este fin de semana, dado que no la conocía a pesar de su importancia. Esta radica en el hecho de que es una de las tres únicas sinagogas de época medieval que sobreviven en España.


El templo judaico es una maravilla, su entrada es gratuita y está muy bien conservado, por lo que no se puede pedir más.



En la Calle Judios, a pocos metros, está también la entrada al Zoco Municipal. El mismo engaña un poco, porque está tan bien hecho que uno se cree que lleva ahí 1.000 años y que era el mercado de la Judería en época medieval, pero lo cierto es que tiene poco más de 60 años.


Lo bueno que tiene es que es precioso y, realmente, es tan espectacular que uno se imagina que en tiempos de Al-Andalus era el zoco del barrio judío. Pese a esto, en realidad hasta los años 50 de siglo XX esa gran sucesión de patios formaba parte de la Casa de las Bulas, cuya fachada da a la Plaza de Maimonides. Esta casa data del siglo XVI y fue adquirida a mediados del XX por el Ayuntamiento de Córdoba, que montó un museo en ella y habilitó los patios a modo de zoco para otorgar a los artesanos locales un lugar donde fabricar y exponer su género. Nosotros lo vimos un domingo casi a la hora de comer y quizás eso ayudó a que estuviera muy tranquilo. Es evidente que está en uso, se ve que hay negocios de artesanía en activo, pero el día que nosotros fuimos estaban casi todos cerrados, gracias a lo cual vimos muy bien la sucesión de patios.





Por último, nuestro fin de semana acabó de la mejor manera, en los Baños Árabes de Córdoba, que para mí también estuvieron a la altura de las expectativas. Están ubicados en una bocacalle sin salida de la Calle Almanzor.


Yo tenía el recuerdo de los Baños Árabes Medina Califal, que han perdurado en mi memoria como los mejores que he visitado.


Pese a esto, decidí no repetir y me decanté por reservar en los otros, que creo que son más pequeños, pero que cumplieron con los tres requisitos básicos que deben tener este tipo de sitios, que son estar bien ambientados, no abusar de la cantidad de gente para que se preserve el ambiente relajado y que las aguas tengan temperaturas apropiadas. Con respecto a todo esto, a los Baños Árabes de Córdoba no les puedo poner ninguna pega, el masaje que nos dieron también estuvo a la altura y se me pasaron las dos horas en un suspiro, por lo que la experiencia fue el colofón perfecto a un fin de semana que, ya sí, da por finiquitado para mí el verano de 2019, en lo que a excursiones y viajes se refiere. El otoño estará mediatizado por un examen muy importante que tengo que hacer en noviembre, por lo que van a ser pocos los post que escribiré en los próximos meses. Gracias a estos dos días empiezo este periodo con las pilas bien cargadas.



Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado CÓRDOBA.
En 2000 (primera visita real), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Córdoba: 16'6% (hoy día 50%).
En 2000 (primera visita real), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 17'1% (hoy día 34'7%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado CÓRDOBA.
En 2000 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 50% (hoy día, estando aún esta visita incompleta, 50%).
En 2000 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 2'6% (hoy día, estando aún esta visita incompleta, 4%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado CÓRDOBA.
En 2000 (primera visita real), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Córdoba: 1'3% (hoy día 5'3%).
En 2000 (primera visita real), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 4'3% (hoy día 20'6%).