28 de junio de 2023

ANFITEATRO ROMANO DE ITÁLICA 2023

Está la cosa tan cortita de planes como en los tiempos chungos de la pandemia, pero ahora no puedo responsabilizar a ningún virus. Actualmente, la culpa de que no pueda correr carreras es de una lesión, que me tiene en dique seco, y tampoco estoy teniendo la oportunidad de organizar escapadas, por motivos de lo más variopinto. Por ello, se me iba junio sin escribir nada en el blog, pero como mantengo el objetivo de redactar, al menos, un post al mes, pues tuve que sacarme de la manga un plan, con el que poder visitar algún lugar que, sin dejar de formar parte de mis retos, estuviera a mano. Por eso, rebusqué entre los sitios pendientes que están incluidos en dichos retos, hasta encontrar uno al que pudiera sacarle el jugo sin demasiada parafernalia. El destino que apareció fue el Anfiteatro Romano de Itálica.


El Anfiteatro Romano de Itálica es uno de los 121 enclaves de Andalucía que quiero conocer. En realidad, ya he estado en 48, y he hablado en En Ole Väsynyt de 23 de ellos. El coliseo italicense lo había visitado varias veces en el pasado, pero aún no le había dedicado un post, por lo que pensé que podía regresar y aprovechar para escribir unas líneas sobre él.

En efecto, yo ya había estado antes en el Conjunto Arqueológico de Itálica. Siendo muy niño, fui en un par de ocasiones, que no tengo muy fijadas en el tiempo, y desde 1994 había vuelto otras cuatro veces. Precisamente, la visita de ese año fue la que estuvo más relacionada con el Anfiteatro, por lo que me voy a referir a ella con detenimiento.

Resulta que, en 1994, yo estudiaba 3º de BUP en un instituto de Sevilla, y a los profesores de latín y de literatura se les ocurrió ir de excursión al Conjunto Arqueológico de Itálica... andando (los profes se llamaban, respectivamente, Álvaro y Leonardo, aunque, como eran otros tiempos, los llamábamos de usted y nos dirigíamos a ellos anteponiendo un rimbombante "Don" a sus nombres de pila). Mi instituto no estaba en Sevilla Este, sino en Tablada, por lo que el paseo era factible, pero no deja de sorprenderme que a aquellos dos eminentes docentes, se les ocurriera proponer la actividad y acompañar a un grupo de revoltosos adolescentes, en una caminata de no menos de 10 kilómetros. Gran parte de nuestra ruta discurrió por el recorrido que sigue la primera etapa de la Vía de la Plata del Camino de Santiago, eso sí. Lo cierto es que todo salió bien. Nadie se perdió, me lo pasé genial, y recuerdo aquella jornada con cariño, pero a lo que iba es a que el eje del plan tuvo como escenario el Anfiteatro Romano de Itálica. En realidad, a las ruinas les echamos un vistazo, pero lo que se me ha quedado grabado, fue que nos sentaron a los alumnos en el graderío sur del coliseo, y Leonardo bajó a la arena a leer, o a declamar, más bien, un poema de Rodrigo Caro, que venía muy a cuento. Este señor fue un polifacético utrerano, que vivió de lleno en el Siglo de Oro. Aunque era sacerdote, se hizo notar, en mayor medida, como arqueólogo, como historiador, como bibliófilo, como anticuario y, por supuesto, como poeta. Así, entre 1595 y 1614 escribió cinco versiones de un poema, titulado Canción a las Ruinas de Itálica, que fue el que nos leyó Leonardo aquel día. El mismo empieza así:

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.
Aquí de Cipión la vencedora
colonia fue; por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.

A pesar de que tenía 16 años, no he olvidado el momento de la lectura. Supongo que a mi antiguo profesor, allá dónde esté, le gustaría saberlo. De todas formas, mi visita más cuidadosa al Anfiteatro, hasta ahora, probablemente fue la que hice con mis amigos Ruth y Gabriele, una vez que vinieron a Sevilla y quisieron ver las ruinas de Itálica. Fuimos un sábado por la mañana, y nos encontramos conque el yacimiento estaba hasta arriba de gente. El pasado domingo, en cambio, lo vimos casi vacío, en parte porque se anunciaba uno de esas jornadas de calor sevillano, en las que el termómetro sube de los 40 grados. A pesar de las apocalípticas previsiones, la verdad es que no nos amilanamos, madrugamos, y a las 9'00 de la mañana nos presentamos en la puerta del recinto arqueológico, cuando acababan de abrir. Habíamos quedado con Alicia y con Isra, que son otros dos amigos que se apuntan a este tipo de planes.

Tampoco me quiero enrollar mucho, ni voy a ser demasiado prolijo. A modo de explicación descriptiva, acerca de cómo es el Anfiteatro Romano de Itálica, voy a poner una serie de fotos, que saqué de varios paneles explicativos que vi en los alrededores del coliseo. En la primera, se ve que la zona que, hoy día, conocemos como Conjunto Arqueológico de Itálica (coloreada en amarillo), se corresponde con la ampliación de la ciudad romana que tuvo lugar en el siglo II d. C. Ese nuevo barrio se denominó Nova Urbs. Para entonces, Itálica ya llevaba existiendo más de 300 años (la superficie total que ocupó ciudad, en su época de mayor expansión, es la que está rodeada por la línea roja, que representa lo que fue la muralla).


En el siglo XII, Itálica ya era un despoblado. Parte de sus restos, los de la Vetus Urbs, acabaron enterrados bajo las viviendas modernas de Santiponce, asentamiento que surgió a principios del siglo XVII. Las ruinas de la Nova Urbs, en cambio, estuvieron desperdigadas por el campo durante muchos años. Las casas se las tragó la tierra, en gran medida, pero los vestigios del Anfiteatro nunca estuvieron enterrados del todo, dadas sus dimensiones. Por ello, en la época en la que Sevilla era la capital del mundo, a pocos kilómetros se podían ver los "campos de soledad" de los que hablaba Rodrigo Caro. El hecho de que un erudito del siglo XVII le escribiera un poema, demuestra que Itálica era un sitio conocido, y que los estudiosos sabían que aquellas piedras eran de origen romano. La imagen más antigua conocida del Anfiteatro data de 1862.


Hoy día, desde el aire, el Anfiteatro luce espectacular, ubicado junto al sector excavado de las ruinas, y no muy lejos, también, de la parte del yacimiento que no está desenterrada. Al fondo, a lo lejos, abrazando al conjunto, se ve el actual pueblo de Santiponce.


El caso es que el magno edificio se construyó, extramuros de la ciudad, entre el 117 y el 138 después de Cristo, en época del emperador Adriano, tal y como se ve en la imagen que he puesto arriba, en la que la Nova Urbs aparece coloreada en amarillo. Se erigió aprovechando una vaguada natural, que permitió encajar la edificación entre dos laderas, usando estas de base para la cimentación de un graderío de tres niveles, destinados, cada uno, a una clase social. En el Anfiteatro cabían 25.000 espectadores, por lo que era el cuarto más grande del Imperio romano y el de mayor tamaño fuera de la Península Itálica
 

Itálica nunca pasó de los 8.000 habitantes, lo que implica que la construcción del monumental anfiteatro fue un despropósito, que no creo que se haya igualado, pese a la cantidad de vaciladas arquitectónicas que hemos llegado a ver a lo largo de la historia. Está claro que allí nunca se pudieron permitir el lujo de colgar el cartel de No hay billetes.

La entrada al recinto se realizaba a través de la porta triumphalis, que era la puerta por la que los gladiadores saltaban a la arena, y también la que usaban para irse, si habían ganado el combate. Hoy día, el principal acceso al Conjunto Arqueológico de Itálica está ubicado junto al Anfiteatro, por lo que, lo primero que uno suele hacer es dirigirse a él, buscando lo que queda de la porta triumphalis.
 

 
La porta triumphalis forma un eje este-oeste con la porta libitinaria, siguiendo el sentido de la vaguada. Esta última puerta era la que tenían que usar, para irse, los vencidos en los juegos, y está en el extremo opuesto del Anfiteatro (los derrotados solían salir con los pies por delante, lo que explica que esa puerta fuera la de Libitina, la diosa romana de los muertos y del inframundo).
 
En el centro de la arena se conserva la impresionante fossa bestiaria. Este era el espacio que albergaba la tramoya que permitía salir a los animales, en los espectáculos en los que estos intervenían.
 
 

En la actualidad, el Anfiteatro está muy castigado. La mayor parte del material de cantería, que revestía sus muros, ha sido expoliado, y el sector más alto del graderío ya no está en su emplazamiento original. 

 


El tercer nivel de gradas que tenía el Anfiteatro, o ha sido desmantelado y reutilizado, o está caído, después de siglos de abandono.
 

De todas formas, lo que se conserva es espectacular. Para empezar, pisar la arena ya impresiona, pero es más impactante, si cabe, caminar por los túneles que hay debajo de las gradas, que se conservan intactos, en muchos casos.
 

Esa foto podría estar sacada en cualquier recinto taurino de la actualidad, y no chocaría en absoluto. Por otro lado, uno puede pasearse por las gradas, accediendo a las mismas por vomitorios que conservan su estructura. En general, es bastante sencillo hacerse una idea de como debió ser aquello, cuando estaba en uso.
 


La pena es que hay muchas partes que están cerradas al paso. Hace años, yo recuerdo que estaba permitida una mayor movilidad por allí. De hecho, cuando lo de la excursión del instituto, mis compañeros y yo estuvimos sentados en las gradas, como si tal cosa. Hoy día, parece que hay más restricciones.
 

Hace un mes, participé en la Carrera Popular Santiponce, como ya conté, y pasamos corriendo por el interior del Conjunto Arqueológico de Itálica. El Anfiteatro, lo bordeamos por su extremo norte, el cual da a un bosquecillo, que se puede ver en la foto hecha a vista de pájaro que he puesto arriba. Aparte de recorrer el interior del edificio, mi idea, al programar esta excursión, era completar andando el camino que hice corriendo en la carrera, para ver el coliseo desde esa perspectiva. Por desgracia, los caminos que permiten rodear el Anfiteatro también estaban cerrados, no se por qué. Eso, en todo caso, me da la excusa perfecta para volver, quizás en una época del año en la que haya más gente visitando las ruinas y no haya tantas limitaciones.


Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado ANFITEATRO ROMANO DE ITÁLICA.
En 1994 (primera visita consciente), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 31'2% (hoy día 75%).
En 1994 (primera visita consciente), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 9'9% (hoy día 39'7%).