28 de febrero de 2018

ESPARTINAS 2018

Espartinas es un pueblo del Aljarafe sevillano que en la actualidad tiene más de 15.000 habitantes. En 1991 rondaba los 2.800 vecinos, pero el boom del ladrillo le pegó fuerte y en 20 años quintuplicó su población. Hoy día su núcleo tradicional ha sido fagocitado por las nuevas urbanizaciones de adosados, cierto es que el pueblo aún conserva un pequeño reducto de casas que vagamente evocan a épocas anteriores a los años del desenfreno urbanístico, pero realmente ese reducto ha sido cercado por innumerables hileras de modernas viviendas con jardín.

Pese a esto, el término municipal de Espartinas es muy grande, por lo que no es un pueblo que cause agobio, es un tanto impersonal, pero no resulta difícil alcanzar sus límites y ver campo. Partiendo de las casas que conforman su casco urbano primigenio las urbanizaciones se han expandido de manera poco uniforme hacia los cuatro puntos cardinales, con la cosa de que tanto por el noroeste como por el suroeste algunas han llegado a los límites del municipio y están unidas a Umbrete y Villanueva del Ariscal. En Villanueva, en concreto, el límite de los términos está totalmente difuminado muy cerca de donde yo vivo.


En el post anterior hablé largo y tendido de las Jornadas Enoturísticas que el pasado fin de semana se organizaron en Villanueva del Ariscal, destinadas a promocionar la localidad, abriendo a las visitas su patrimonio y también organizando una ruta gastronómica por sus bares. El caso es que al hablar de las Jornadas comenté que en el programa de las mismas estaba incluida la visita a una bodega que está realmente en Espartinas y, además, también dije que formaba parte de la ruta de la tapa un establecimiento llamado El Gallinero que también es espartinero. En este último caso la inclusión en el concurso de tapas de ese bar se debió a que el mismo está justo en el límite del término municipal de Espartinas (en la imagen inferior está marcada la frontera con una línea azul).


Lo que sucede es que El Gallinero es frecuentado fundamentalmente por habitantes de Villanueva del Ariscal, ya que está prácticamente inserto en su meollo, mientras que la parte de Espartinas que se ve en la imagen es una urbanización de casas que queda bastante alejada de su centro. No es de extrañar, por tanto, que El Gallinero haya sido incluido en las Jornadas como un establecimiento ariscaleño más. Allí, el domingo a mediodía degustamos una carne con tomate, que si bien no se llevó mi voto como la mejor tapas del concurso, sí resultó estar muy rica.


Curiosamente nos tomamos las dos últimas tapas de carne que quedaban, tuvimos suerte porque ese tipo de guisos no es habitual en El Gallinero, que es una abacería que no tiene una gran cocina. Lo normal allí es tomar montaditos y chacinas. En realidad, el establecimiento es una construcción efímera hecha de madera, en su mayor parte, que levantaron sin demasiada parafernalia hace unos años en la esquina de un descampado a la entrada del pueblo. En principio dudé de que fuera a tener éxito, pero la realidad es que ha resultado ser un lugar perfecto para echar un par de botellines de vez en cuando sin complicarse la vida en exceso, gracias a que está en un sitio accesible que es perfecto para ir con niños.


Por otro lado, como ya he dicho, también se metió en las Jornadas Enoturísticas la visita a Bodegas Loreto, que nosotros realizamos el sábado por la mañana. El lugar donde se ubican las mismas, si bien está en la parte del término municipal de Espartinas que queda más cerca de Villanueva, no justificaba por sí mismo su presencia en las Jornadas, por lo que me preguntaba a que se debía la inclusión. Para salir de dudas, al acabar el recorrido María y yo nos acercamos al guía, que además de ser el actual gerente de la bodega es nieto de su fundador, y le preguntamos el motivo por el cual estaba incluida una bodega de Espartinas en las Jornadas Enoturísticas. La razón, por lo visto, es que Bodegas Loreto son ariscaleñas de origen y su sede fiscal sigue estando en Villanueva, en la casa donde se fundó (la misma se mantiene, aunque en ella no hay indicio alguno de su pasado).


Años después de su fundación en 1901 la empresa vinícola prosperó, su propietario buscó un lugar donde ampliar el negocio y lo encontró en la Hacienda Loreto, originaria del siglo XVI, que se encuentra adyacente al Convento de Loreto. Allí tiene aún sus propios viñedos. Inicialmente ambos edificios estaban a las afueras de Espartinas, hoy día siguen estando rodeados de campo por tres de sus lados (por uno de ellos están las vides), pero por el cuarto ya sí hay casas, aunque ello no le ha restado encanto al lugar.


Por lo visto, el hecho de que desde el punto de vista fiscal la bodega sea una infiltrada ariscaleña en territorio espartinero hace que no sea santo de la devoción de los negocios de restauración de Espartinas, que le tienen puesta la cruz.

Más allá de esa curiosa información, la visita guiada fue muy interesante en general. Cuando fui el año pasado a visitar Bodegas Góngora con motivo de la anterior edición de las Jornadas Enoturísticas ya me sorprendió comprobar la gran cantidad de gente que había acudido a conocerlas. Por ello me esperaba lo mismo en la visita a Bodegas Loreto, aunque en este caso la diferencia fue que la mayoría de la gente que realizó el tour no venía por su cuenta, sino que formaba parte de una excursión de jubilados procedente de Marchena.


En la visita nos enteramos de un montón de cosas relacionadas con la fabricación del vino joven. Bodegas Loreto sigue siendo una pequeña empresa que, además de trabajar con uva autóctona, elabora los caldos de manera 100% artesanal. Allí no solo se hace mosto, sino que también tienen una sala especial llamada La Sacristía, donde se produce fino, vino blanco seco, amontillado, dulce y oloroso.


En cualquier caso, la explicación se centró en el proceso de fabricación del mosto o vino joven, que es la especialidad de la zona. El proceso de realización del vino es el mismo que me explicaron el año pasado en Bodegas Góngora, pero fue útil refrescar la memoria y recordar, por ejemplo, como es el procedimiento de limpiado de los bocoyes y cuales son las diferentes etapas que se siguen para la fabricación del mosto, desde que se recoge la uva en septiembre hasta que se puede empezar a degustar a finales de noviembre. Así, nos explicaron que el vino se exprime, se fermenta en las barricas y de ellas se pasa directamente a las botellas sin ningún tipo de tratamiento o filtrado.


La bodega siempre está a pleno rendimiento en otoño, ahora a finales del invierno el lagar, que se encuentra abierto al otro lado de un patio, parecía un trastero, pero se veía perfectamente el lugar donde se prensa la uva.



También vimos la sala de las barricas, que fue donde al final pudimos degustar de manera gratuita un vasito de mosto, otro de vino blanco y otro de vino dulce.



Vista ya la bodega, ahora tengo ganas de volver a entrar en el Convento de Loreto. Dado lo cerca que queda de mi casa buscaré un buen momento para hacerle a ese edificio una buena visita.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado ESPARTINAS.
En 2008 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 42'8% (hoy día 61%).
En 2008 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 13'7% (hoy día 19'5%).


27 de febrero de 2018

VILLANUEVA DEL ARISCAL 2018

Hace justo un año, con motivo de la segunda edición de las Jornadas Enoturísticas que se celebraron en Villanueva del Ariscal, escribí el primer post de este blog dedicado a mi pueblo de adopción. Aquella fue una buena excusa para hablar de algunos de sus lugares más interesantes. Afortunadamente, las Jornadas fueron un éxito y este año el Ayuntamiento ha vuelto a organizar una nueva edición, en la que otra vez se ha abierto de manera especial el patrimonio a los visitantes y se ha organizado una ruta gastronómica por casi todos los bares locales. 


Esta ha sido, por tanto, otra buena ocasión para volver a profundizar un poco en las maravillas de Villanueva del Ariscal. En 2017, además, la cita me pilló más desprevenido, pero este año la estaba esperando y eso ha hecho que haya podido encajar perfectamente en el fin de semana un par de recorridos culturales, y que también hayamos disfrutado a tope del célebre tapeo ariscaleño.

Antes de nada, hay que decir, no obstante, que uno de los lugares visitables durante las Jornadas no estaba en Villanueva del Ariscal, sino en EspartinasAdemás, también estaba incluida en la ruta de la tapa un bar que, igualmente, pertenece a este pueblo vecino. En el post que escribiré a continuación, dedicado a él, quedará explicado a qué se ha debido esa doble intrusión.

En cualquier caso, los demás bares y tabernas incluidos en el concurso de tapas, así como los otros elementos patrimoniales que han sido objeto de visitas especiales, ya sí han estado, como es lógico, en Villanueva del Ariscal. El año pasado, con motivo de las Jornadas visité Bodegas Góngora, que están situadas en la Hacienda Pata de Hierro y que son la punta de lanza vinícola de la localidad. Conocido ya, por tanto, el edificio civil ariscaleño más importante, este año decidí ir a por alguno de los religiosos, que son básicamente dos. De ellos, acabé entrando el sábado en la Ermita de San Miguel, una sencilla iglesia del siglo XVIII de una sola nave donde se halla la imagen de la Inmaculada Concepción, la patrona local.


En la Ermita de San Miguel con motivo de las Jornadas no había una visita guiada, como ha habido en otros edificios, sino una exposición religiosa titulada Devociones Particulares, que a mí realmente no me interesaba apenas, pero que sirvió de excusa para entrar en el templo y verlo con toda la calma del mundo.


El domingo completé mi tour de este año yendo a ver Bodegas Silva. Bodegas Góngora es el productor de mosto por excelencia en el pueblo y a su rebufo funcionan otras cuantas bodegas que solo comercializan sus caldos a muy pequeña escala. Bodegas Silva ya ni siquiera es una de ellas, pero fue un importante productor de mosto hasta que echó el cierre hace años. Hoy día no hay a la vista ninguna indicación de su antiguo esplendor.

Precisamente por lo oculta que está, me volví loco buscando la bodega. El mapita del libreto de las Jornadas estaba mal y habían señalado su ubicación en un sitio que no era, lo que se sumó al hecho de que llevo casi diez años viviendo en Villanueva y nunca había visto referencia alguna a la existencia de una bodega llamada Silva. Los pueblos, sin embargo, son una caja de sorpresas, porque con frecuencia detrás de las fachadas más simples se abren grandes casas que tienen a su espalda solares enormes y edificios que no llegan a verse desde la calle. Por ello, pensaba que Bodegas Silva debía estar oculta detrás de alguna sencilla fachada. No me equivocaba, pero lo que no me podía imaginar era que la misma da a una calle que se encuentra a escasos dos minutos de mi piso.


Resulta que paso por delante de la entrada de la bodega a diario, pero normalmente lo único que se ve es una casa encalada con una puerta de hierro verde, cerrada a su lado. Tras dar vueltas durante casi media hora, intentando desentrañar el mapa, por fin averigüé que tras la cancela verde hay un espacio de varios miles de metros cuadrados en los que hace tiempo se hizo vino.



Como se puede comprobar, los edificios no se han echado a perder del todo, pero se han deteriorado por el desuso.



Durante años, las viejas instalaciones han estado abandonadas, pero en la actualidad las mismas están siendo restauradas. En esta ocasión lo que vi, por tanto, fueron las obras, pero estoy seguro de que el año que viene se podrá contemplar el edificio ya remodelado.


El principal divertimento de las Jornadas de este año, no obstante, al margen de las visitas, fue la ruta de la tapa que hicimos. Es un hecho que Villanueva del Ariscal, gracias a la presencia en el pueblo de un buen número de tabernas y bares en los que se come muy bien y se bebe buen vino joven, es uno de los puntos de referencia para los sevillanos a la hora de organizar las típicas comidas de fin de semana, en las que uno sale de la ciudad para darse un pequeño homenaje culinario. Es normal, por tanto, que al organizar cualquier evento relacionado con el mosto, la implicación de los negocios de restauración en el mismo sea de capital importancia.

Aparte, no es ningún secreto que a mí el tapeo y el cerveceo me gustan más que a un tonto un lápiz, pero el año pasado durante las Jornadas solo tuve ocasión de ir a un bar (aquello no llegó a la categoría de ruta). Curiosamente, el bar al que fuimos lo están reformando y está cerrado desde hace unas semanas, de manera que este año no podíamos empezar por él. Sin embargo, en la ruta sí estaban incluidos otros 19 establecimientos, que participaron en el concurso de tapas (que yo sepa, todos los que están abiertos en la actualidad en el pueblo salvo dos, sin contar las cuatro cafeterías que hay). La mecánica del concurso consistía en ir a los bares, tomar la tapa hecha especialmente para participar en el certamen, junto con un vasito de mosto, y votar por la mejor. Nosotros nos pusimos manos a la obra el mismo viernes por la noche, yendo, probablemente, al bar más inesperado de todos, el de la Peña Sevillista Santiago. La razón de empezar por ahí fue simple: conocemos a la pareja que, desde hace un par de meses, lleva el bar, y a media tarde del viernes recibimos por WhatsApp este cartel:


La de la Peña Sevillista no hubiera sido mi primera opción por dos razones: la primera es porque soy del Betis, por lo que mi territorio natural, de ser alguno relacionado con el fútbol, no es precisamente una peña sevillista, pero aparte, no hubiera ido a probar en primera instancia la tapa de una peña futbolera, porque las mismas suelen ser lugares un tanto costras. No obstante, la pareja que lleva la Peña Sevillista nos cae bien y se lo está currando, así que nos presentamos allí con Ana, con Julia y con otras dos amigas suyas, dispuestos a hacer bulto y a poner nuestro granito de arena para que empezaran el fin de semana con buen pie. Realmente, la Peña Sevillista, en contra de la norma, resultó ser un lugar agradable y nada cutre. Su tapa, llamada Delicias del Sur, era una pavía de merluza que estaba muy buena y que fue un buen comienzo para nuestra ruta.


El día grande de nuestro tour, sin embargo, fue el sábado. A mediodía, quedamos con Fran y Belén, dos amigos vecinos que tienen dos hijas de edades clavadas a las de Ana y Julia, y todos nos dispusimos a dar buena cuenta de unas cuantas tapas (estaban a tan solo 2'5 euros). La primera parada la hicimos en El Mellizo, la taberna más emblemática de Villanueva del Ariscal. La misma es todo un clásico en el que se han conservado las tradiciones a pesar del paso de los años: su suelo es de albero, sus mesas son de madera y sus sillas de enea, se pide en la barra y el lugar es de todo, menos tranquilo y ordenado. Es una auténtica taberna, que tiene el atractivo de que no está montada así para disfrute del turismo, sino que se fundó en 1954 y apenas se ha reformado. Eso se nota en sus paredes y techos, pero también se percibe en el sabor que tiene.



Aún así, no es un lugar al que vaya a menudo en invierno, porque su interior se llena, es un poco caótico y pedir en la barra la comida es un inferno. En verano, en cambio, abren justo enfrente, al otro lado de la calle, una amplia terraza en la que se está de miedo.


El sábado la habían habilitado y allí nos tomamos la tapa, que en teoría era de tortillita de bacalao, aunque las tortillitas, en realidad, eran una especie de buñuelos. No me importó, porque me encanta el bacalao de todas las maneras, hasta el punto de que esa tapa tomó la delantera como mi favorita. Aparte, El Mellizo tiene la particularidad de que hace su propio mosto.


La noche anterior, en la Peña Sevillista nos habían puesto el clásico mosto que Bodegas Góngora produce para su venta. Está bueno, pero me gustó más el mosto casero de El Mellizo.

La segunda parada del almuerzo fue el chasco del día. Tras comenzar en la taberna ariscaleña más popular, decidimos mantener el nivel de tipiquismo y nos dirigimos a otro establecimiento que es todo un referente en el pueblo, la Taberna El Melao. La misma está cortada por el mismo patrón que El Mellizo y es el primer bar que uno se encuentra si va a Villanueva y tira directamente para el centro. Se trata de una tasca de toda la vida, que pone las mesas en la calle, por las buenas (no es un lugar muy cómodo para ir con niños pequeños, precisamente porque las mesas están en la misma calzada).



En ella he tapeado unas cuantas veces y me gusta, no le voy a poner la cruz definitiva por una mala experiencia, pero hay que decir que esta vez lo que tomamos en El Melao fue una estafa, lo cual es una pena, porque no creo que sea buena política engañar al personal justo en el día en el que se están intentando promocionar las bondades gastronómicas de la localidad.


El caso es que las migas que nos pusieron como tapa de las Jornadas dejaron mucho que desear. Para cocinar ese plato tengo entendido que es necesario echarle algo de paciencia al tema, para que el pan se haga bien, pero en este caso daba la impresión de que las migas las habían cocinado con prisas (según Fran las ponen muy ricas allí, normalmente. No se entiende qué pasó).


Sin embargo, lo verdaderamente sangrante fue el mosto que nos pusieron. Yo normalmente no soy consumidor de vino, pero hasta un niño se daría cuenta de que el que nos sirvieron estaba aguado, literalmente (en otras circunstancias se habría notado, y mucho, pero en este caso el cantazo fue demoledor, porque veníamos de haber tomado un buen mosto en El Mellizo un cuarto de hora antes). En vista del color sospechosamente claro del vino y de su insípido sabor, devolvimos los vasos y pedimos cuatro cervezas. El propietario de El Melao corrió un tupido velo, no dijo nada y no nos cobró las cervezas...

Teniendo en cuenta la mala experiencia vivida en un bar que, en teoría, es de los señeros del pueblo, cambiamos de tercio y nos fuimos a por la tapa de uno de los nuevos, el Bar Cafetería De la Cava. En efecto, el mismo lleva abierto solo un par de años, pero está ubicado en plena Plaza de España, justo enfrente del Ayuntamiento. Lo que sucede es que esa plaza no es peatonal y el local donde está el bar no tiene una zona exterior agradable donde poner demasiadas mesas. Por ahí, en la última década han pasado ya una pizzería, una hamburguesería y otro bar, sin que haya llegado a cuajar ningún negocio.


El Bar Cafetería De la Cava parece que aguanta, ojalá dure, porque su tapa de cola de toro fue, a juicio de María, la mejor de todas las que probamos.


Para cerrar esta primera etapa de nuestra ruta nos encaminamos a Casa López, que es la versión elegante de las tascas en las que habíamos comenzado el almuerzo. En Casa López se come muy bien y, a diferencia de otros lugares, se está a gusto tanto fuera como dentro. Allí nos tomamos unos garbanzos con setas y trufas que, para mí, se colocaron a la cabeza de todo lo que hasta entonces había probado.


Como se puede comprobar en la foto superior, para beber yo ya me había pasado al botellín de Cruzcampo por las buenas.

El mediodía lo acabamos con el indispensable café con pasteles en Go&Bar, la cafetería donde se comen los mejores dulces y las tostadas más ricas de Villanueva. Después, nos dimos un largo paseo por los caminos que rodean el casco urbano, para bajar la bebida y la comida que habíamos ingerido.

Aún así, todavía nos faltaban dos lugares para completar nuestra ruta (había un sorteo y el mínimo para participar era tener siete sellos de establecimientos en el folleto). Por ello, el domingo a mediodía nos dejamos caer, en primer lugar, por El Gallinero, que es una abacería de la que hablaré en el post dedicado a Espartinas, por razones que ya explicaré. Después, para cerrar la ruta de este año fuimos a la Taberna el Coco, donde me habían dicho el día anterior que la tapa de revuelto serrano de papas con chorizo estaba muy buena. La Taberna el Coco era de los pocos sitios del pueblo donde nunca había estado (es raro que no hubiera ido, porque el lugar es otra taberna atractiva y está muy bien situada en plena Calle Concepción, muy cerca de El Melao). El año pasado su propietario murió de manera repentina, a pesar de que era joven, y pensé que el negocio acabaría mal, pero ahí sigue.


Para cuando nos sentamos en sus mesas ya había probado seis tapas y era complicado que la de revuelto desbancara a la que iba en cabeza, pero finalmente mi tapa preferida fue esa y se llevó mi voto.


Nos faltaron por probar las propuestas culinarias de doce establecimientos, nada más y nada menos. De hecho, no fuimos a tres de los lugares que más frecuentamos normalmente. Tendrán que esperar al año que viene.

Me dio la impresión, al igual que el año pasado, de que las Jornadas volvieron a ser un éxito de participación, por lo que espero poder hablar dentro de 365 días de la cuarta edición de las mismas. Para entonces, aún me queda alguna visita que hacer al patrimonio local y también intentaré degustar las tapas de los bares de Villanueva que me faltan (en esta ocasión nos movimos por la zona más céntrica del pueblo, hay otra en uno de los extremos, que es el otro nudo del tapeo ariscaleño y que espero explorar a fondo en 2019).



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado VILLANUEVA DEL ARISCAL.
En 2006 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 27'6% (hoy día 61%).
En 2006 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 9'8% (hoy día 18'9%).


23 de febrero de 2018

CARRERA POPULAR HOSPITALES DE SEVILLA 2018

Cuando hace unos meses tomé la decisión de no correr el Maratón de Sevilla decidí también que iba a aprovechar para disputar a tope el Medio Maratón de Sevilla y para participar por primera vez en la Media Maratón de Mérida, una carrera que tengo en el punto de mira desde hace tiempo y que he descartado año tras año debido a que tiene lugar justo después del maratón. La media sevillana ya la disputé hace unas semanas, como quedó reflejado en el correspondiente post, y a Mérida iré en diez días, pero ha habido una tercera competición que también he aprovechado para correr en este 2018 gracias a que me he ahorrado la tradicional paliza maratoniana de finales de febrero. La misma ha sido la Carrera Popular Solidaria Hospitales de Sevilla "En Marcha por la Salud", que este año ha celebrado su sexta edición. Esta prueba me apetecía desde que se empezó a organizar en 2013, por la originalidad de diseñar un recorrido que une los dos hospitales públicos de Sevilla.


Ese tipo de ideas siempre me han gustado, lo normal es que los recorridos de las carreras se centren en una zona y giren en torno a ella, pero mis pruebas favoritas son las que van de un punto a otro, sobre todo si esos lugares de salida y llegada me resultan familiares, como ha sucedido con la Carrera Popular Hospitales de Sevilla.


Tampoco es que esta carrera fuera para mí un objetivo prioritario, pero esta temporada ha cuadrado en mi calendario y el domingo aproveché para correrla. La salida se dio en la misma puerta del Hospital Universitario Virgen Macarena.


Los primeros metros de la competición discurrieron por la calle que atraviesa el complejo sanitario en el que se encuentra inserto el hospital, que está compuesto de varios edificios. Dicho complejo está bastante cerca del Guadalquivir, por lo que los corredores enseguida bajamos al nivel del río y recorrimos casi entero el Paseo Juan Carlos I, que va cercano al agua y que estaba lleno de gente paseando. Una de las particularidades de esta carrera fue que empezó a las 11:00 de la mañana, lo que resultó agradable en primer lugar porque nos ahorró un madrugón, pero también porque la margen del río, gracias a la mañana soleada que hacía, estaba muy concurrida a esa hora, toda la gente que se encontraba por allí no estaba, en principio, animando, pero me pareció curioso avanzar viendo a paseantes, ciclistas, pescadores e, incluso, corredores, que venían a su aire y sin molestar en dirección opuesta.

Tras recorrer gran parte de los 2.500 metros que mide el Paseo Juan Carlos I salimos a la Calle Jándalo, sin alejarnos del río, y volvimos a meternos por otra zona peatonal que continúa bordeando la dársena al nivel del agua (la calle propiamente dicha, por la que circulan los coches, salvo en el trozo de la Calle Jándalo, va siempre a un nivel superior a lo largo de todo el río, nosotros corrimos por las sucesivas zonas peatonales que bordean el agua). Ese nuevo tramo peatonal tiene a lo largo de los kilómetros varios nombres, aunque la parte más famosa es la que discurre más cercana al centro de Sevilla y acaba a los pies de la Torre del Oro (ese tramo se llama Paseo Alcalde Marqués de Contadero). Tras dejar atrás este famoso monumento nosotros seguimos y no abandonamos la zona peatonal hasta que llegamos a la altura del Acuario de Sevilla. Más allá ya se entra en la zona del Puerto de Sevilla, por lo que en ese punto nos separamos del río y nos dirigimos hacia la meta atravesando perpendicularmente la Avenida de la Palmera y recorriendo los últimos metros de la prueba por la Avenida de Manuel Siurot. La meta, sin embargo, no estaba en esta calle, sino dentro del recinto del Hospital Universitario Virgen del Rocío, que es mucho más amplio que el del Macarena (de hecho, está vallado y tiene hasta zonas ajardinadas).


El recorrido me resultó muy atractivo y me gustó lo de ir corriendo por toda la animada zona del río, aunque la gran mayoría de la gente que había por allí fuera a su bola. Otra particularidad de la carrera fue que en sus 7.500 metros, a pesar de que eran totalmente urbanos, creo que pisamos todas las clase de terreno que existen (salvo hierba): hubo asfalto, cemento, losetas grandes, cuatro tramos de adoquines (cada uno con un tamaño diferente de adoquín, además), una pasarela de madera y hasta un tramo de tierra dura. Todo muy variado.

Por lo que respecta a la participación, el nivel de la carrera fue algo más popular de lo habitual. Yo lo achaco al hecho de que, al ser una prueba íntimamente relacionada con los dos grandes hospitales de Sevilla, se sumaron a la cita numerosas personas ligadas a ellos que no suelen correr a menudo. Por eso, el número de participantes fue muy alto, llegaron a meta 749 personas, pero 170 de ellas recorrieron los 7'5 kilómetros en más de una hora, es decir, que más bien fueron andando. Aún así, paradójicamente, el ganador fue Antonio David Jiménez Pentinel, que está denigrado por su relación con el dopaje (acabó su sanción en marzo de 2017), pero que ha sido atleta profesional de primer nivel durante más de una década. Yo acabé en el puesto 36 y me divertí de lo lindo, porque me vi corriendo solo nada más salir, pero fui de menos a más y me dediqué a alcanzar y a superar a gente muy poco a poco durante todo el trazado.

Por otro lado, me encantó el detalle del diploma finisher: sin necesidad de que pusiera el tiempo realizado ni el puesto, el hecho de que dieran un diploma con cada nombre por haber completado el recorrido me resultó bastante emotivo, el personal sanitario juega un papel importantísimo en nuestra sociedad y el hecho de que me dieran un recordatorio en el que queda constancia de que he sido partícipe de la fiesta deportiva de ese colectivo me resultó entrañable.


Para acabar, la guinda a una carrera muy simpática fue la presencia en meta de unas cuantos personajes de Star Wars. Afortunadamente, en este caso el lado oscuro de la fuerza solo estuvo presente en forma de disfraz.



Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 210.
% del Total de Carreras a completar: 20'9%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 34'2%).


18 de febrero de 2018

ESTACIÓN DE ESQUÍ Y MONTAÑA DE SIERRA NEVADA 2018

Como dije en el post anterior, la Estación de Esquí y Montaña de Sierra Nevada está indisolublemente unida a Pradollano, la población que le da soporte. Yo, sin embargo, las he considerado como entes diferenciados: por un lado he hablado del núcleo urbano y por otro lo voy a hacer de las infraestructuras que posibilitan la práctica de deportes de invierno y de otras actividades asociadas a estos.


Por poner la Estación de Esquí en contexto, diré que la misma está, como indica su nombre, en Sierra Nevada, un macizo montañoso situado entre las provincias de Granada y Almería. Parte de dicho macizo fue declarado Parque Nacional en 1999, pero la zona donde se encuentra la Estación no está incluida en ese territorio. La principal particularidad de Sierra Nevada es que está formada por un grupo de montañas que se encuentra bastante aislado y no muy lejos del mar, lo que hace que ofrezca temperaturas muy benévolas a pesar de la gran altitud que alcanza. En Sierra Nevada están el Mulhacén (el segundo pico más alto de España) y el Veleta (que es el cuarto en ese ranking), siendo en las faldas de este último donde se asienta la Estación de Esquí, la más meridional de Europa, que es famosa por su accesibilidad, por su clima y porque, sin estar inmersa en una zona de alta montaña, ofrece pistas con una nieve de altísima calidad para practicar deportes de invierno, lo que ha hecho que se haya desarrollado hasta convertirse en un complejo enorme y muy completo.


La idea de esquiar en Sierra Nevada tuvo su origen a principios del siglo XX, pero hasta 1964 solo los más aventureros se atrevían a subir a deslizarse por la nieve. La actividad allí desde 1928 fue bastante intensa, pero todo se hacía con escasos medios técnicos, con accesos pésimos y sin instalaciones adecuadas. En 1964 la práctica por ocio del esquí ya era un hecho en otros lugares del mundo, pero hasta ese año no llegó a buen puerto en Granada un largo e intrincado proceso de gestiones que implicó a las diferentes administraciones y a un grupo de diez empresarios pioneros, que con más voluntad que recursos pusieron la primera piedra del proyecto de creación de una estación invernal en el sur de España. Ese año echó a andar, por fin, la llamada, por aquel entonces, Estación de Esquí Solynieve, gracias a la puesta en marcha de las primeras infraestructuras deportivas en la zona de Borreguiles, y nació, a la vez, Pradollano, con la erección de los primeros hoteles y apartamentos. En sus primeras dos décadas de funcionamiento la Estación se modernizó y creció, pero desde mediados de los años 80 fue determinante el compromiso inversor del sector público para que se asentara como un negocio rentable. Ese compromiso permitió renovar y ampliar la Estación hasta hacer posible la celebración en ella del Campeonato del Mundo de Esquí Alpino en 1996, un evento que colocó a Sierra Nevada a la altura de los centros de esquí más importantes del mundo.

Yo estuve por primera vez en Sierra Nevada en 1985, porque mis padres ese invierno nos subieron a mi hermana y a mí desde Granada para que viéramos la nieve, igual que hemos hecho nosotros con Ana y con Julia. En aquella época la Estación ya había cumplido veinte años, aunque todo, empezando por la carretera que llegaba hasta ella, era aún mucho más modesto que ahora. Ese hecho, sin embargo, a mí me dio igual, yo lo que recuerdo es lo bien que me lo pasé jugando con el trineo.


Mi primer contacto real con la Estación de Esquí fue diez años después, en 1995. Ese año fui con cuatro amigos a esquiar por primera vez y di comienzo a una tradición que duró una década. Hasta 2002 todos los inviernos, salvo el del 2000, pasé unos cuantos días esquiando en Sierra Nevada, y tanto en 2003 como en 2004 fui aún un par de jornadas sueltas a hacer lo propio. 


Desde entonces no he vuelto para hacer deporte, pero me quedan un montón de buenos recuerdos de aquellos días. Tengo que decir, en cualquier caso, que mi aprendizaje fue totalmente autodidacta, jamás di una clase de esquí, lo que, sin duda, se notaba en mi estilo...


Sin embargo, alcancé la suficiente destreza como para poder deslizarme por las pistas rojas que bajan del Veleta sin matarme y sin ser un peligro público.

En esos años comprobé por mí mismo que el nivel de la Estación de Esquí de Sierra Nevada es sobresaliente. Esquiar era carísimo, pero a cambio disfrutábamos de unas condiciones sensacionales, la Estación cuenta con 40 pistas azules (las de dificultad media) y 50 rojas (que son más complicadas), y también tiene 16 pistas verdes más sencillas y 9 negras, que son como barrancos y por las que nunca me tiré. Todo ello se traduce en más de 107 kilómetros esquiables, comunicados por 17 telesillas. La verdad es que en Sierra Nevada te dejabas una pasta en el forfait, pero a cambio no parabas de esquiar.


Hoy día las cosas han cambiado para mí y las dos últimas veces que he subido a la Estación de Esquí, en 2015 y el pasado fin de semana, lo he hecho en plan dominguero. Hace tres años tuvimos mala suerte con el tiempo y jugamos mucho con la nieve, pero estuvimos envueltos todo el día en una densa niebla que impidió ver el entorno en todo su esplendor.


El sábado pasado, por contra, el día fue sensacional y pudimos disfrutar de la imponente silueta del Pico Veleta sin trabas. Borreguiles es el centro neurálgico de la zona esquiable y estaba hasta arriba.


Sin embargo, las infraestructuras están lo suficientemente bien montadas como para que no se sienta uno agobiado por las multitudes.


Nosotros queríamos simplemente jugar con la nieve, y sin problemas nos movimos un poco y encontramos una zona donde nos pudimos sentir como montañeros que escalan el K2.





Tampoco fue difícil encontrar una ladera por la que bajar haciendo la croqueta...


Realmente, fue una grata sorpresa comprobar que, a pesar de la cantidad de gente que había, era posible hundir los pies en nieve virgen sin necesidad de alejarse demasiado.


Encontrar un lugar donde hacer el ganso con las niñas un poco más, si cabe, fue igualmente sencillo.



A Borreguiles subimos utilizando el Telecabina Borreguiles, uno de los dos que hay.



Antaño, cuando esquiaba, siempre bajaba de vuelta a Pradollano por El Río, la larga pista que realiza a ras de montaña el mismo recorrido que los telecabinas, pero esta vez, como es lógico, tuvimos que volver a bajar por medios mecánicos. Lo bueno fue que cogimos de vuelta el Telecabina Al-Andalus, que resultó ser mucho más espectacular que el otro.




La zona de Borreguiles ha cambiado bastante desde finales de los 90. Por aquel entonces ya existía allí un restaurante, pero no había tantas infraestructuras montadas para los principiantes, ni tampoco para los domingueros. Ahora es diferente y los novatos pueden aprender con más medios que cuando yo hice mis pinitos (de hecho, mi primera bajada la hice por El Río sin tener ni puñetera idea de esquiar, ahora lo pienso con 40 años, en vez de con 17, y lo veo como una locura... pero lo hice).

En definitiva, no se si volveré a esquiar alguna vez en mi vida, la verdad es que es un deporte muy caro y, encima, llevo sin practicarlo casi tres lustros, por lo que dudo que encuentre el momento de jugarme las rodillas, ahora que las tengo tan bien entrenadas para correr. Sin embargo, es muy probable que siga subiendo a la Estación de Esquí de vez en cuando, allí me lo paso genial y todavía hay cosas que me quedan por hacer y que están aún a mi alcance.



Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitada ESTACIÓN DE ESQUÍ Y MONTAÑA DE SIERRA NEVADA.
En 1995 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Granada: 13'3% (hoy día 20%).
En 1995 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 9'1(hoy día 34'7%).