8 de septiembre de 2016

ALMONTE 2016

Dentro de los límites del municipio de Almonte hay tres poblaciones: el propio pueblo de Almonte, donde no he estado, El Rocío, adonde sí he ido un par de veces (nunca durante la célebre romería) y Matalascañas, un núcleo que surgió a principios de los años 60 junto a la costa y que es el sitio que mejor conozco de los tres.


Matalascañas tiene tres particularidades que lo hacen un lugar único: su playa es la que está más cerca de Sevilla capital (hay unos 80 kilómetros de distancia), está enclavado junto al corazón del Parque Nacional de Doñana y es, desde siempre, el destino playero preferido de las clases populares sevillanas. La idiosincrasia de este núcleo costero está marcada por estas tres circunstancias.


Pese a que es algo raro siendo de Sevilla, yo no fui a Matalascañas hasta los 16 años, ya que a la hora de ir a la playa mis padres siempre tiraban para la costa de Cádiz en vez de para la de Huelva.

Sin embargo, Matalascañas, además de lo ya comentado, es (o, al menos, era) un lugar muy popular como destino iniciático fiestero-veraniego de los adolescentes sevillanos. Ese fue el contexto en el que fui yo las primeras veces. Para los jóvenes, Matalascañas tiene de bueno que está bien comunicado por autobús con Sevilla (algo fundamental cuando tienes menos de 18 años y quieres ir a los sitios), se llega rápido y tiene juntos la playa, los bares y los posibles alojamientos. Yo fui una vez al piso de los padres de un amigo y el resto de las veces pernoctamos en el Camping Rocío Playa, que era barato y estaba estratégicamente ubicado: colindaba con la parte del casco urbano de Matalascañas donde había más bares y estaba, también, al borde de la playa. Ese camping está abandonado desde hace una década y ahora, por lo que he visto en fotos, presenta un aspecto bastante apocalíptico, está claro que ya no es una opción.

Tras mis primeros contactos con Matalascañas dejé de ir allí cuando crecí un poquito y he retomado las visitas no hace mucho, con otra perspectiva totalmente distinta: la del dominguero. Como he dicho, cuando yo era un mico y mis padres querían pasar un día de playa tiraban para la costa gaditana, pero yo en esto voy a lo práctico, vivo a las afueras de Sevilla en dirección a Huelva y la verdad es que últimamente cuando quiero ir a la playa sin más pretensión que la de darme un chapuzón tiro para la costa almonteña, que es la que me queda más cerca.

Con la idea de ir a una buena playa, huir del calor que aún asola Sevilla en septiembre, gastar poco y no complicarnos mucho la vida, el pasado domingo tiramos una vez más para allá. No siempre vamos a Matalascañas, otras veces echamos el día en rincones más salvajes de esa parte de la costa, pero esta vez decidimos buscar un entorno urbanizado.

Salimos en cuanto se despertaron las niñas y llegamos a Matalascañas a las 11'45. Lo primero que hicimos fue pegarnos un buen desayuno. Por puro azar acabamos en el Restaurante Cafetería La Bota.


Matalascañas tiene un ambiente muy propio. De las tres particularidades que he comentado arriba, una de las más llamativas es la del ambiente popular que define la población. En mi opinión, Matalascañas es como coger un barrio popular de Sevilla, cortarlo y pegarlo junto al mar. Se nota en los bares, se nota en la pinta de los bloques de pisos y se nota en el ambiente que hay en la playa. El bar donde desayunamos fue un perfecto ejemplo de bar de barrio, el tipo que más abunda allí.

Tras desayunar nos dimos un breve paseo por la zona que ejerce de centro en Matalascañas, que no está en su parte central, sino en el extremo donde hay mayor concentración de pisos. El Paseo Marítimo es el punto clave de la población, pero el otro centro neurálgico está distribuido entorno a la Plaza del Pueblo.



Cierto es, por otro lado, que Matalascañas también tiene casas, no todos son pisos. Sin embargo, eso no rebaja necesariamente el ambiente popular, a todo el mundo le gusta tener una casa con piscina si se lo puede permitir y esto no siempre está ligado al origen de cada uno.

Otra particularidad que he comentado es que Matalascañas está junto al corazón del Parque Nacional de Doñana. Resulta muy curioso que en mitad de una zona natural, que es tan valiosa que está protegida por kilómetros de valla, se dejara un rectángulo junto a la costa para crear la playa de Sevilla.


Ese rectángulo se llenó de edificaciones, pero todo lo que hay alrededor es una zona natural tan preciosa que faltan las palabras. La playa, salvo la parte a la que da la zona urbanizada, es virgen hasta donde se pierde la vista. Realmente toda la costa de Huelva, desde la desembocadura del Río Odiel hasta la del Río Guadalquivir, es una única playa, ancha y arenosa. A la misma se le han dado varios nombres en función del municipio a la que pertenezca cada trozo de costa o en función de algún elemento que permita identificarla. No obstante, dado que no hay discontinuidades en 50 kilómetros, esos nombres no siempre están del todo consensuados y para ciertos trozos de costa puede haber diferentes denominaciones. Con respecto al enorme trozo de costa que pertenece al municipio de Almonte, lo más oficial (según la guía de playas del Ministerio de Medio Ambiente) es llamar Playa de Castilla a los 17 kilómetros que van del extremo oeste del municipio hasta el inicio de la zona urbanizada, Playa de Matalascañas a la parte que es urbana (más de 4 kilómetros) y Playa de Doñana a los 28 kilómetros que van desde el extremo este de Matalascañas hasta la desembocadura del Río Guadalquivir (a esta última playa no se puede acceder de manera normal, ya que es una zona natural protegida). Para la Playa de Doñana y para la parte que da a la zona urbanizada está bastante consensuado utilizar los nombres que he referido, pero la Playa de Castilla se suele dividir extraoficialmente en varias partes: la que está inmediatamente contigua a la Playa de Matalascañas se suele llamar Playa de Torre de la Higuera, ya que está junto a lo que queda de la torre homónima, una de las once torres almenara que vigilaban la costa de Huelva en el siglo XVI (hoy día está tan hecha polvo que, por su forma, sus restos son conocidos como El Tapón). A esa playa, precisamente, es adonde fuimos nosotros tras acabar con nuestro desayuno y con el breve paseo posterior.



Al igual que pasa por el este, por el oeste de Matalascañas es bastante sencillo salirse del meollo de la playa. Con andar unos 150 metros en esa dirección, desde el bien delimitado extremo de la población, ya puede uno encontrarse cómodo. Ahora en ese lado han creado un parque (Parque Dunar Doñana) y eso ha hecho que, aunque no haya paseo marítimo ni puedan pasar los coches, sí se pueda andar por una zona de caminos rodeados de césped. Por allí se puede elegir lo lejos que se desea ir, cuanto más se aleje uno menos gente encontrará. Hay una bajada pasado el Faro de Matalascañas y otra antes.


Nosotros tampoco tuvimos necesidad de andar mucho para estar a gusto. Lo bueno es que hay un par de chiringuitos sobre la playa en esa zona, útiles para tomar un café o para comprar bebidas. Están bien hechos, son de madera y no tienen acceso para coches, lo que hace que no se peten. Alrededor de los mismos se pone gente, pero no demasiada. Más allá del segundo, hay pocas personas. Nosotros no nos alejamos tanto, nos quedamos entre el primero y el segundo, a esa altura ya se estaba bien y no vimos la necesidad de ir más allá. En ese punto nos instalamos, nos bañamos, jugamos con la arena y nos comimos nuestros bocadillos. Para tomar café nos fuimos al Chiringuito Pedro José, el más cercano a la población. Increíblemente, cada café nos costó solo un euro (las bebidas en el otro, llamado Chiringuito El Coto Playa, fueron más caras, un euro y medio por lata).



En definitiva, Matalascañas tiene fama de ser el paraíso del dominguero de clase obrera sevillano, y, si bien es cierto que en esa etiqueta hay un trasfondo de verdad, también es verdad que, a diferencia de lo que pasa en otras playas similares, en Matalascañas puede uno salirse casi sin esfuerzo del tipiquismo y disfrutar de uno de los entornos playeros más bonitos que existen. Por eso, últimamente, cuando simplemente queremos ir a darnos un baño marino sin más pretensiones, acabamos yendo allí.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado ALMONTE.
En 1994 (primera visita incompleta), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 2'5% (hoy día 27'8%).
En 1994 (primera visita incompleta), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'5% (hoy día 18'9%).


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