13 de septiembre de 2016

TRIATLÓN PUERTO DE SEVILLA 2016

En septiembre empieza una de las épocas más bonitas para hacer deporte. Con el final del mes de agosto se reducen bastante los planes viajeros (pese a la escapadita a Matalascañas del otro día) y, por contra, empieza una etapa en la que abundan las carreras y la motivación es enorme para conseguir hacerlo bien en las competiciones que uno se pone como objetivo. 

Yo, desde hace unas semanas, estaba ya centrado en organizar un calendario de carreras compatible con el trabajo y que no fuera demasiado condicionante para la familia. Pensaba solo en las carreras pedestres, ya que con mi participación en el Triatlón Cros Minas de la Reunión del 31 de julio había dado por finalizada la breve temporada triatlética de este año, pero al volver de Irlanda decidimos apuntar a las niñas a clases de natación en el pueblo durante la segunda quincena de agosto y, como años atrás, me pusieron a huevo la posibilidad de utilizar la piscina municipal para nadar yo también esos días (tiene 25 metros y dan la posibilidad de que los adultos la usen durante una hora tras las clases de los niños). Ante la posibilidad de entrenar la natación durante casi tres semanas pensé en buscarme otro triatlón en el que pudiera aprovechar ese entrenamiento, que venía casi como caído del cielo. No me costó mucho trabajo decidirme por la prueba sprint del Triatlón Puerto de Sevilla, que me pillaba al lado y parecía que iba a estar muy bien organizado.


El caso es que el pasado sábado me vi, una vez más, vestido de triatleta y dispuesto a tirarme al Río Guadalquivir a nadar. Para mi sorpresa, después de apuntarme al triatlón vi que el recorrido del mismo ya no discurre, como en ediciones anteriores, por la parte del río y de la ribera que está más cerca del Puerto de Sevilla (el nombre de la prueba ha quedado un poco obsoleto), sino que ahora se disputa en la Isla de la Cartuja: empieza en el Centro Especializado de Alto Rendimiento de Remo y Piragüismo, al igual que el Triatlón de Sevilla, el circuito de natación es idéntico al de esta prueba y el de ciclismo es muy parecido. Solo cambia sustancialmente el trazado de la parte de la carrera. En principio no me importó la nueva ubicación de la competición, de hecho es una zona que ya conozco, pero no sabía si esos cambios afectarían negativamente a la participación. Nada más llegar el sábado al C.E.A.R. vi que no, el ambiente era fenomenal y la prueba iba a estar muy competida.

Los preparativos matutinos del material me resultaron ya menos estresantes que en otros triatlones, poco a poco me voy acostumbrando a la rutina de preparación de las cosas que harán falta durante el transcurso de la prueba.



Por la tarde, sin embargo, todos los protocolos previos al momento de echar a nadar me volvieron a poner atacado: esperar diez minutos en la cámara de llamadas, ver durante un rato como la gente calienta en el agua, ir hasta el pantalán y buscar un hueco, tirarme al agua, esperar flotando a que se de la salida,... Si todo fuera para correr no me importaría, pero tanta espera para empezar a nadar me pone siempre como un flan. Esta vez fue igual. Me moría de ganas de comenzar.

El tramo de natación volvió a ser igual que siempre. Ni mas entrenamiento ni leches, está claro que para mejorar en este sector voy a tener que dar clases para pulir mi deficiente estilo, no es cuestión de ir más días a la piscina por mi cuenta, porque durante tres semanas he entrenado más, he hecho series de 750 metros bastantes días y me he sentido mucho más cómodo nadando, pero en el momento de la verdad he vuelto a repetir el tiempo que hice en mayo, e incluso lo he empeorado un poco, pese a que intenté nadar de una manera más estable y pese a que hubo menos gente, por lo que no tuve apenas roces con otros nadadores (hice 20:26 en mayo, ahora eché 20:39 y salí del agua el 302 de 350 participantes) ¡Que largo se me hace este tramo!

En cambio, el tramo de la bici, que ya fue bien en el triatlón de mayo, ahora fue mejor, si cabe ¡Aquí sí que me divertí! Hice 37:42, incluyendo en ese tiempo los 20 kilómetros y las dos transiciones. Mi bici sigue siendo igual de veterana, sigue teniendo los cambios en el cuadro y sigue siendo de aluminio, pero esta vez la había revisado con más mimo y estaba bien a punto: no se me salió la cadena como la última vez y pude jugar con los cambios sin miedo. Desde el primer momento me vi fuerte, empecé a adelantar gente y acabé enganchado a tres ciclistas a los que pude aguantar hasta los boxes. Finalicé con el tiempo 153 de los 345 acabados, se puede hacer mejor, que duda cabe, pero me sentí competitivo y la actuación me dejó bastante satisfecho (la verdad es que la bicicleta la entreno poquísimo).


El sabor amargo, no obstante, lo estaba reservando todo para el final. Venía tocado, no notaba molestias desde hacía tres días y eso me dio confianza, pero la verdad es que nada más bajarme de la bici en la transición ya noté que el maldito sóleo de mi pierna izquierda estaba muy mal. No había notado nada en la bicicleta, pero al empezar a correr fue automática la aparición de dolor. Lo más cabal hubiera sido retirarse en ese punto, si hay alguien al que no le gusta inmolarse haciendo deporte ese soy yo, alabo a los que acaban las competiciones a rastras a base de pundonor, por puro amor propio, pero a mí no me compensa acabar lesionado. Esta vez, sin embargo, rompí mis propias reglas y seguí. Dejé la bici y eché a correr por la transición. Al principio iba asfixiado, con la bicicleta me había exprimido bastante, de manera que el primer rato corriendo, más allá de los dolores en la pierna, lo hice sin resuello, no hubiera podido ir mucho más rápido, en cualquier caso. En el kilómetro 2 ya sí me vine arriba aeróbicamente, sin dejar de correr me había serenado un poco y empecé a apretar. Era mi momento, si repetía en el tramo el tiempo de mayo estaba para acabar en 1h20, cuatro minutos menos que entonces. La pierna me dolía horrores, pero, ya que estaba, había decidido apurar. Por desgracia, en el kilómetro 3 empezó el principio del fin: me dio el leñazo, el dolor pasó de castaño a oscuro y tuve que parar a estirar por primera vez. A partir de ahí tuve que parar a estirar el sóleo cuatro veces más y durante un minuto, incluso, fui caminando. Iba cojo. Sin embargo, me iba doliendo más el amor propio que la pierna, eran solo 5 puñeteros kilómetros los que tenía que correr, ir andando a falta de uno y medio, como si no pudiera con mi alma, me iba torturando, así que busqué la manera de trotar y, por suerte o por desgracia, encontré la forma de avanzar al trote cochinero, cojeado de una manera muy amorfa sin cargar tanto el sóleo de la pierna izquierda. Ya no paré más, el último kilómetro lo hice del tirón, dando saltitos que me permitían avanzar un poco más rápido, y acabé el tramo en unos paupérrimos 31:19 (por tiempo, puesto 237 de 345), lejos de los 22:30 del mes de mayo. Tiempo final: 1h29:40, puesto 225 de los 345 finishers. Hace cinco meses me hubiera ido a casa con esa marca creyéndome Gómez Noya, pero el sábado, sabiendo que estuve a punto de acabar en 1h20, me fui dolorido, sobre todo de mente.



Pasado ese primero momento, la marca ya apenas me importa, se que lo volveré a intentar y, realmente, veo muy factible bajar de 1h20, visto lo visto, incluso sin necesidad de mejorar la natación. Ahora lo que me jode es lo de la lesión, me hice polvo, tengo una rotura fibrilar en el sóleo que me va a tener parado un tiempo y eso nunca es fácil para mi. De hecho, esa sensación es la que me hace no forzar nunca, si me tengo que retirar me retiro, pienso siempre en que no me compensa no poder hacer un poco de deporte el día después. Esta vez no lo hice así y ahora toca tener paciencia.


Reto TODOS LOS DEPORTES COMBINADOS
Completado TRIATLÓN SPRINT.
En Mayo (primer Triatlón Sprint completado), % de Pruebas de Deportes Combinados ya completadas: 6'2% (hoy día 6'2%).

Reto 102 TRIATLONES Y SIMILARES
Pruebas de Deportes Combinados completadas: 6.
% del Total de Pruebas de Deportes Combinados a completar: 5'8%.


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