1 de junio de 2016

TRIATLÓN DE SEVILLA 2016

Después del chasco de la Media Maratón Internacional de Albacete, y tras un mes y pico torpedeado por las lesiones, tocaba prestarle atención a una de las categorías de retos más marginadas por mí hasta ahora, que es la del triatlón. Lo hice participando en el Triatlón de Sevilla. A la cita llegué muy justito. En efecto, estuve con molestias hasta el jueves previo, pero el día clave finalmente me vi en condiciones y decidí probar. El resultado no pudo haber sido mejor, dado que acabé la competición, en su versión sprint, y me anoté el primero de mis retos triatléticos.


A la hora de hablar del desarrollo del evento, este hay que dividirlo en sectores. De acuerdo con lo esperado, la parte primigenia de la prueba, la de la natación, fue la peor. Nado fatal, y aunque llevo un año intentando ir a la piscina un día a la semana, lo cierto es que no siempre lo he conseguido. El medio acuático es hostil para mí, que soy más de secano que el Desierto del Gobi, así que el segmento inicial del triatlón me parece un reto en sí mismo. Por eso, antes de lanzarme al agua estaba muy nervioso, y los primeros instantes en remojo fueron de pánico. Incluso, temí quedarme bloqueado, lo que hubiera sido un desastre, teniendo en cuenta que estaba nadando en mitad del Río Guadalquivir. Afortunadamente, pude seguir, y, de manera un tanto sorpresiva, llegué a la primera boya con mayor rapidez y comodidad de la soñada en un principio. A pesar de esto, como iba aún rodeado de mucha gente, en el tramo perpendicular a la orilla tuve que sobrevivir en un mar de manotazos, patadas y golpes, lo cual me rompió completamente el ritmo. Es lo normal en este tipo de competiciones. Hasta ese momento, había ido coordinando la respiración con las brazadas, y me había sentido bien. En ese punto, sin embargo, se acabó la serenidad, seguí avanzando trabajosamente, pero ya no volví a recuperar las buenas sensaciones. Salí del agua el 369 de 435 participantes, con un tiempo de 20:26 en los 750 metros.


La verdadera sorpresa vino en la parte de ciclismo. Nada más montarme en la bici me vi bien, y enseguida empecé a adelantar gente. Lamentablemente, en el kilómetro 1 se me salió la cadena, tras pillar un bache. Ahí me temí lo peor, porque mi vetusta bicicleta tiene los cambios cogidos con alfileres, y los mismos ya me habían venido dando problemas el último día de entrenamiento. Pese a esto, como me había resultado imposible llevar la bici al médico, decidí utilizarla en la competición. El caso es que, al sufrir el primer percance tan pronto, me vi volviendo a boxes antes de tiempo, empujando la bici. No obstante, tuve suerte y no volví a pelearme con la cadena, teniendo en cuenta, eso sí, que tuve un cuidado extremo con los baches (que, por desgracia, no fueron pocos), y que no usé la palanca de cambios ni una vez (en ocasiones fui un tanto atrancado, pero, aprovechando el perfil plano de la carrera, preferí elegir un desarrollo y no tocar el mecanismo de los piñones y los platos). Al salirse la cadena perdí todo lo que había ganado desde que había cogido la bici, pero no volví a tener incidentes graves, por lo que pude recuperar el terreno perdido. Lo cierto es que me sentí genial sobre la burra. En el tramo de ciclismo paré el crono en el puesto 269 de los 435 competidores que había. No es para tirar cohetes, pero considero que es decente hacer los 20 kilómetros en 37:17, dado que no pude jugar con los cambios, que para entrenar este tramo apenas he cogido la bici dos ratos, y que mi bicicleta ya era antigua en la época de Bahamontes. La pobre pesa lo suyo, tiene la maneta para cambiar de velocidad en el cuadro, y la compré de cuarta mano (como mínimo) por 75 euros.

También sobreviví a la bici, por lo que logré llegar a mi sector preferido, que es el de la carrera. Entrar en boxes con la bici entera, después de las dudas que me habían asaltado al principio, fue un subidón, que vino de la mano de las buenas sensaciones mentales que siempre me acompañan cuando corro. Desde que empecé a dar zancadas, comencé a adelantar gente, y es verdad que no dejé de sentirme como Robocop en ningún momento, pero el ir recuperando posiciones todo el rato hizo que disfrutara mucho. La media me hubiera parecido un chiste en cualquier carrera normal (fue de 4:36 el kilómetro), pero marqué el tiempo 104 de los 435 participantes. Hace un mes corrí 10 kilómetros en 40:16, parece mentira que no pudiera bajar de 22:34 en 5, pero por ello me gusta participar en este tipo de pruebas: no sólo se nada y se monta en bici, sino que correr tampoco es igual. Acabé en 1h24:07, y eso me dejó súper satisfecho. No soy triatleta, mi ilusión era bajar de 1h30, y lo conseguí de sobra. Acabé el 257 de los 435 finishers. Puedo mejorar, pero como debut no está mal.


Con respecto al Triatlón de Sevilla, desde el punto de vista general he de decir que sólo tiene dos pegas, ambas en el tramo ciclista. La primera es que el asfalto por el que se circula está fatal en muchas partes del recorrido, aunque esto no es culpa de la organización, sino que, en realidad, es responsabilidad del Ayuntamiento, que debería hacer algo por asfaltar de nuevo la zona de La Cartuja. La segunda pega es que el trazado ciclista es un poco caótico, porque no se aprovecha al máximo la Isla de la Cartuja. Yo creo que el itinerario se podría fijar de manera que se apuraran las calles más largas, al igual que se ha hecho en algunas ediciones de la media maratón que se corre por allí. Sería menos lioso. Pese a lo dicho, con todo lo demás hay que quitarse el sombrero, ya que, en conjunto, organizativamente el Triatlón de Sevilla, que cumplía este año su vigésima edición, está a la altura de la capital de Andalucía.


Reto TODOS LOS DEPORTES COMBINADOS
Completado TRIATLÓN SPRINT.
% de Pruebas de Deportes Combinados ya completadas: 6'2%.

Reto 102 TRIATLONES Y SIMILARES
Pruebas de Deportes Combinados completadas: 4.
% del Total de Pruebas de Deportes Combinados a completar: 3'9%.


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