16 de octubre de 2020

TAJOS DE MOGAREJO 2020

La pandemia de COVID-19 sigue azotando España y, como consecuencia, no solo resulta difícil organizar ciertos planes, sino que, además, conforme avanzan los meses hacerlo es cada vez más cansado, mentalmente hablando. Del confinamiento salimos con energía a raudales y las vacaciones de verano las hemos maquinado para que no nos faltaran los viajes y las excursiones, pero el hecho de tener que hacerlo todo con tanto miramiento, con tantas limitaciones y con tanto respeto, acaba pasando factura. En el día a día no hay más remedio que avanzar como sea y, por ello, contra viento y marea vamos a trabajar y a la compra, las niñas van al colegio y al instituto, hacemos deporte e incluso intentamos salir a los sitios de siempre, donde sabemos que podemos estar más o menos relajados. Sin embargo, el problema no solo no tiene visos de remitir, sino que está de nuevo in crescendo y yo empiezo a notar que, para la diversión, estoy mejor yendo a lo seguro que inventando historias en las cuales no se por donde van a salir los tiros. 

Pese a todo, mi naturaleza me obliga a no dejarme vencer por el desánimo y, como tercera vía, he encontrado en estos dos meses un modo de escape en el hecho de organizar planes en la naturaleza. Los mismos no suponen ningún riesgo y no cargan con ninguna restricción, por lo que uno puede aflojar y desconectar cuando se mete en faena. Gracias a eso, el mes pasado estuvimos en el Acantilado del Asperillo y hace poco visitamos otro monumento natural que está en mi lista de imprescindibles, los Tajos de Mogarejo.


El Monumento Natural de los Tajos de Mogarejo es un desfiladero de hasta 30 metros de altura en uno de sus lados, ubicado en la provincia de Sevilla, que ha sido labrado a lo largo de los siglos por el Arroyo Salado de Morón, un afluente del Río Guadaira (que, a su vez, desemboca en el Río Guadalquivir). En el escarpe, siguiendo el curso del mencionado arroyo, se ha formado un bosque de galería con abundante vegetación y con una gran riqueza natural. En la superficie que comprende el monumento natural también están las instalaciones de un antiguo molino harinero llamado Molino Pintao. De igual modo, se conservan por allí restos de lo que fue en su día un oppidum ibérico, así como un puente, construido en el siglo XVII sobre cimientos romanos. Este se denomina Puente de la Vera Cruz.


Con todo, he de decir que el monumento natural en sí me decepcionó un poco, quizás porque al pensar en un desfiladero uno se imagina el de la Ruta del Cares, el Tajo de Ronda o el del Caminito del Rey. Los Tajos de Mogarejo están a años luz de esos lugares.


Realmente, el bosque que se extiende a los pies de la elevación en la que se ha formado el acantilado es interesante. Desde lejos se puede apreciar bien como ese corredor verde acompaña el curso del agua desde bastante antes de llegar a los Tajos, aunque es en ellos donde destaca más. En efecto, en la parte del monumento natural esa arboleda queda encajada en el desfiladero, de manera que es impenetrable y no se puede apenas recorrer. Solo se puede atravesar en perpendicular, vadeando el río.

Por lo que respecta al escarpe, este, aun siendo elevado, no es comparable a los murallones magníficos que se pueden ver en otros sitios.


En cualquier caso, a pesar de lo dicho echamos un día campestre sensacional y la excursión que hicimos mereció la pena. A los Tajos de Mogarejo se puede llegar en coche, de hecho el molino harinero del que he hablado lo están rehabilitando y por las marcas del suelo se ve que los vehículos pueden acceder a las obras. Pese a esto, las personas anónimas tienen que aparcar en la puerta metálica de la finca en la que está el monumento natural. Nosotros, sin embargo, queríamos andar y dejamos nuestro coche más lejos aún, junto a la Venta El Salado, que está al borde de la A-375. Ese restaurante en la actualidad está cerrado, pero su aparcamiento es muy útil como punto de partida. Desde las inmediaciones de esa venta enganchamos una vía pecuaria, el Cordel de los Puertos de la Charca, que es amplia y cómoda de recorrer. Por ella anduvimos 3 kilómetros, bordeando campos de cultivo y llevando no muy lejos el Arroyo Salado de Morón.


Después de un rato encontramos la cancela metálica de la que hablaba. En realidad, a la primera nos la pasamos de largo, pero por fortuna, tras andar en balde como 500 metros, me dio en la nariz que nos la habíamos dejado atrás y volvimos sobre nuestros pasos. Una ruta no sería lo mismo para nosotros si no nos perdiéramos en algún momento...



Tras cruzar la verja metálica por una abertura lateral accedimos a la finca y vimos por primera vez el bosque de galería (se aprecia bien en la foto superior). Un poco más adelante llegamos a una bifurcación de la que partían dos caminos. Decidimos ir por el de la derecha, que era el ancho. No obstante, hubiera sido mejor ir por el otro, pero esto no importó demasiado, porque los dos acababan en el mismo punto. A la vuelta, sí regresamos por el más estrecho, que es el que va pegado a la pared del acantilado.



Al final de ambos caminos estaba el molino, junto al puente. El Arroyo Salado de Morón estaba completamente seco, lo que me permitió penetrar un poco más en el desfiladero andando por su cauce. Esto fue francamente divertido, ya que, pese a que fui por el lecho del río, avanzar no fue nada fácil por la abundante maleza y el irregular suelo. 



En un momento dado llegué a un punto en el que no podía continuar más, debido a la espesa vegetación. Desde allí se veían a ambos lados las elevadas paredes del desfiladero. Fue el sitio desde el que vi mejor los Tajos


Por lo demás, también fue curioso cruzar el Puente de la Vera Cruz, tanto por arriba como por debajo. Esto último parece ser que solo es posible hacerlo en esta época del año. 



Al molino no pude acercarme, porque lo están rehabilitando y había una valla en todo su perímetro. Fue una pena, porque hace unos meses estaba aún abandonado y, por lo que he visto en Internet, se podía curiosear por entre los muros de todas sus partes. Ahora está cerrado y en el futuro imagino que se podrá visitar. 


Nosotros nos comimos nuestros bocadillos sobre el lecho seco del mismo río, en una zona llana y sombreada. Luego emprendimos la vuelta y recorrimos, esta vez sin perdernos, los 4 kilómetros de trayecto. A pesar de la fecha pasamos calor, caminando en torno a las 16'00 horas por esas inhóspitas planicies de la campiña del oriente sevillano. Aún así, la verdad es que lo pasamos genial.

También he visto en Internet que el Arroyo Salado de Morón en primavera baja como un torrente, lleno de agua. Yo lo vi más seco que la mojama, por lo que me parece increíble que llegue a tener ese caudal. El hecho de que aquello cambie tanto me motiva a volver en otra época del año. El lugar, pese a lo que he dicho un poco más arriba, me gustó y no me importaría regresar para fijarme en los detalles que el otro día no advertí



Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado TAJOS DE MOGAREJO.
% de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 68'7%.
% de Maravillas de Andalucía visitadas: 37'2%.


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