4 de marzo de 2025

ARCOS DE LA FRONTERA 2025

Arcos de la Frontera es como Ronda, en el sentido de que es un pueblo que aúna un tamaño aceptable, con un emplazamiento natural espectacular, y con un entramado urbano histórico precioso y muy bien conservado. Por ello, es un destino turístico de primer nivel. En efecto, a él acuden personas de toda Andalucía, además de una buena cantidad de españoles, e incluso de extranjeros. Al igual que Ronda, está enclavado en un territorio de forma poligonal, cuyos vértices son Sevilla, Córdoba, la costa de Cádiz y la de Málaga, pero, en vez de haber quedado opacada en mitad de la nada, por el brillo de esos gigantes del turismo, Arcos de la Frontera ha sabido hacerse un hueco y construirse un nombre propio. Sin embargo, esto no significa que haya tenido que convertirse en una especie de parque temático. En Arcos, el otro día comprobé que la esencia no se ha perdido.



Hay que reconocer, no obstante, que María y yo fuimos a Arcos de la Frontera en un momento muy propicio. En efecto, el primer día era laborable, y el siguiente salió lluvioso. Si a eso le sumamos que estamos en invierno, pues da como resultado que pasamos en el pueblo gaditano un par de jornadas en las que no estuvimos solos, pero en las que disfrutamos de aquello con un grado de tranquilidad considerable. Basta con decir que, ni para cenar el jueves, ni para almorzar el viernes, tuvimos que reservar sitio, y que ambas comidas las hicimos en dos bonitos restaurantes. En ambos casos, fue llegar y encontrar mesa. Además, nos trataron con cercanía y pagamos poco. Para nada nos sentimos como turistas.

El primero de los restaurantes se denominaba Taberna Jóvenes Flamencos, y su decoración era un canto al tipismo. A mí no me gusta el flamenco, pero tengo que admitir que cada vez lo siento como algo más cercano a mí cultura. Tampoco soy religioso, ni mucho menos taurino, pero me resulta familiar entrar en un bar lleno de imágenes de vírgenes y de cristos. Ni siquiera me choca ver una cabeza de toro en la pared. En la Taberna Jóvenes Flamencos, por tanto, me sentí como en casa.


Con esa pinta y estando en la Calle Dean Espinosa de Arcos de la Frontera, podría pensarse que la Taberna Jóvenes Flamencos era una trampa para guiris, pero lo cierto es que no era así, como he dicho. Además, ofrecían la posibilidad de probar recetas de la gastronomía típica arcense, y yo es lo que hice. En concreto, cené un plato de Abajao.


El Abajao está compuesto de pan, espárragos, patata, cebolla, tomate, pimiento, ajo, aceite y sal. En origen, era un plato de agricultores, en el que se aprovechaba todo lo que había. Ya entonces, los más pudientes le echaban huevo, y así me lo pusieron a mí. Me gustó mucho. Al día siguiente, comimos en el Bar San Marcos, que también me encantó, por su relación calidad-precio, por la amabilidad de su servicio, y por el ambiente del comedor.


Como contrapunto, el primer día almorzamos en el Asador Bar Andalucía, que está junto a un polígono industrial, a la entrada de Arcos. Lo cierto es que salimos de Sevilla tarde, de manera que llegamos a nuestro destino a una hora en la que la necesidad de llenar el estómago ya era patente. Por ello, antes de hacer el check in en el hotel, y sin ponernos a callejear por el pueblo, nos metimos a comer en un sitio al azar. Lo curioso, es que el Asador Bar Andalucía parece ser un restaurante tradicional con una trayectoria dilatada, pero ahora lo regentan unos chinos. Estos, incluso han filtrado unos cuantos platos de su tierra en la carta, aunque la mayoría de la oferta sigue siendo la típica de un bar restaurante poligonero. Yo, sin ir más lejos, me tomé un bocadillo de pollo, tomate y lechuga. Sin embargo, lo de ver un bar de carretera español servido por orientales tuvo un impagable punto surrealista.

Tras esa primera toma de contacto con Arcos de la Frontera, ajena por completo a los estándares turísticos, ya nos metimos de lleno en la parte monumental del pueblo, y nos dirigimos a nuestro hotel, que era el Parador, nada más y nada menos. Cuando era niño, comí en su restaurante con mis padres una vez, pero no había vuelto.


Con el de Arcos, ya he pernoctado en 26 de los 98 Paradores de Turismo que hay (de ellos, en Tordesillas, en Soria y en Salamanca me he alojado dos veces, y en Zafra tres). Los establecimientos de la cadena Paradores siempre intentan destacar por algo, y este sobresale por su ubicación, al borde de la Peña de Arcos. Nosotros no tuvimos la suerte de dormir en las habitaciones que que se asoman al talud, pero nuestras ventanas daban a la Plaza del Cabildo, por lo que no me quejo. Además, desde el salón donde desayunamos sí se divisaba la campiña desde lo alto.


Por desgracia, como el día estaba muy lluvioso, no pudimos desayunar en la terraza, pero después sí nos asomamos al cortado. 



Desde el nivel superior de la terraza del Parador, contemplamos unas vistas espectaculares, que compensaron el hecho de que estuviera cerrada por obras la Plaza del Cabildo. Efectivamente, al Mirador de la Peña Nueva esta vez no pudimos asomarnos, pero disfrutamos de la misma perspectiva desde el Parador.



María y yo tuvimos ocasión de recorrer Arcos de la Frontera con detenimiento, pero antes de relatar lo que vimos, es menester explicar por qué este pueblo es tan especial. El mismo tiene 22.000 habitantes, y se ha extendido bastante, pero su parte más antigua está emplazada encima de un enorme peñón, que sobresale en mitad de una gran llanura, y que, a lo largo de millones de años, ha sido limado por el Río Guadalete, tanto por el norte, como por el sur. En la siguiente foto satélite, se ve como el río llega hasta el espolón rocoso y lo bordea, trazando un amplio meandro que encierra una zona menos abrupta, por la que se ha expandido la población, y que se denomina Barrio Bajo (se muestra dentro del círculo verde).


Debido a la acción erosiva del río, el peñón se ha estrechado mucho en su parte más alta (está marcada con una flecha azul en la imagen).

Por su lado, el casco antiguo de Arcos lo he rodeado con un círculo azul. En él, el epicentro es la citada Plaza del Cabildo, que se encontraba un poco desmejorada por las obras, que según parece se están alargando más de la cuenta, pero que sigue siendo el punto de referencia y el lugar adonde dan varios importantes edificios arcenses, entre ellos el Parador y la Basílica de Santa María de la Asunción. También el Castillo, que es privado y que no se puede visitar, salvo un par de días al año, y de manera muy limitada.



El caso es que Arcos tiene dos amplias zonas modernas, una a cada lado del casco histórico, pero es este el que concentra el mayor interés. Nosotros, la tarde y la noche del primer día ya nos dimos un paseo por él, por lo que disfrutamos de una visión muy pintoresca de su entramado de callejuelas.


No obstante, queríamos sacarle todo el jugo a la población, y para ello es indispensable que alguien que sepa ponga sus rincones en contexto. Por eso, contratamos un tour con la empresa Arcos Tour. Fue un acierto, porque un guía llamado Manuel nos condujo durante dos horas por la zona histórica de la localidad, contándonos un montón de cosas. La visita fue casi personalizada, porque la mañana amaneció lluviosa, por lo que la mayoría de la gente que la tenía reservada por lo visto se rajó. A la cita, solo acudimos nosotros y otra pareja. Luego, resultó que no cayó tanta agua, por lo que pudimos pasear sin problema por las calles arcenses, que estaban muy tranquilas. Manuel, además, era de Arcos, por lo que hizo algo más que soltarnos un rollo aprendido. Teniendo en cuenta la cantidad de gente que saludó, es evidente que ha vivido su pueblo con intensidad.

La ruta la comenzamos en la Cuesta de Belén, que es la empinada calle que conduce, desde la parte noroeste de Arcos, hasta el mismo meollo de su casco histórico. Siguiendo el sentido de la pendiente, subimos a la roca, visitamos los principales emplazamientos del centro, y descendimos un poco por el otro lado, hasta llegar al Mirador de Abades, que se asoma al Barrio Bajo.


En nuestro recorrido, pasamos por un buen número de vistosas calles del centro, y vimos por fuera los edificios más destacados.


Gracias a Manuel, nos enteramos de un montón de curiosidades. Una que me llamó mucho la atención, es que la pendiente de la Cuesta de Belén fue atenuada en 1852, año en el que se derribó la Puerta de Jerez, que era una de las tres que tenía la villa desde la Edad Media. El caso es que, al echarse abajo la citada puerta, se aprovechó para moderar la inclinación de la vía, lo que provocó que quedaran elevados los portones de las casas que estaban en el tramo en el que se rebajaron la calzada y las aceras. Desde entonces, hay viviendas y palacios de la calle que se han construido enteros, a esa nueva altura, pero se ven otros en los cuales se han mantenido las entradas, y lo que se ha hecho ha sido construir escaleras en los zaguanes, así como adaptar las portadas, como se ve en la foto que pongo a continuación. 


Antaño, el nivel del suelo estaba donde acaba la portada de piedra del palacete de la izquierda, y la entrada se ajustaba al marco. Tras la obra de ingeniería, se bajó el portón, se le añadió a las jambas la parte encalada, y se construyó un panel entre el dintel primitivo y la nueva puerta, en el que se puso un azulejo decorativo. Jamás me habría fijado si no me lo hubieran dicho.

Otra curiosidad que Manuel nos explicó, es la del significado del Círculo Mágico que se encuentra delante de la Puerta del Evangelio de la Basílica de Santa María de la Asunción. Se trata de un vestigio de la etapa musulmana de la población, creado en su día por los sufíes, que son los practicantes de una corriente del islam que tiene tendencia al ascetismo, que potencia la espiritualidad, y que tiene una importante base esotérica.  


Por lo visto, en época musulmana el Círculo Mágico se encontraba dentro de la mezquita de la villa, pero, tras la reconquista, dado que parecía claro que iba a ser destruido al convertir la mezquita en iglesia, los que creían en sus propiedades mágicas lo trasladaron, piedra a piedra, al exterior del recinto, con el objetivo de hacerlo pasar por un adorno del suelo. Tuvieron éxito, porque ahí sigue. Manuel nos contó que hay gente que sigue acudiendo allí para beneficiarse de las energías telúricas y cósmicas que dicen que desprende el Círculo. Supongo que saben que, en origen, este estaba a una decena de metros. Es posible que, pese a eso, el dibujo pétreo sea un punto de conexión con energías que emergen en toda esa zona, es decir, que de igual que se plante justo en ese sitio, o en otro cercano. No se. Yo la única certeza que tengo es que las piedras rojas de fuera representan a la tierra y las blancas al cielo. También, que estas últimas tienen unos agujeros que simbolizan las constelaciones.

Lo tercero que me resultó llamativo, de lo que nos contó Manuel, es que en Arcos de la Frontera hay dos iglesias, que rivalizaron por alcanzar la distinción de basílica. Son la Basílica de Santa María de la Asunción, que es la que se llevó el gato al agua, como es evidente, y la Iglesia de San Pedro. La primera es la de la foto que pongo a continuación a la izquierda (la instantánea está tomada desde la ventana de nuestra habitación en el Parador), y la segunda es la de la imagen de la derecha.


La Basílica de Santa María de la Asunción es mayor, aunque su torre está sin acabar. Lo cierto es que, antes de la que se eleva ahora había otra, pero se cayó por culpa del terremoto de Lisboa de 1755. Tras la catástrofe, se empezó a levantar una nueva, pero el proyecto inicial no se culminó. La Iglesia de San Pedro, por contra, a pesar de que también sufrió las consecuencias del cataclismo, sí se terminó por completo. El tema es que, para alcanzar la dignidad basilical, además de por su tamaño, las dos iglesias intentaron destacar por lo que tenían dentro de sus muros, con la cosa de que Santa María de la Asunción la dejaron más armoniosa, mientras que San Pedro ha quedado recargada en exceso, en mí opinión. Como se puede ver a continuación, el interior de la primera es espectacular.


En cambio, sin ánimo de herir susceptibilidades, a mí la Iglesia de San Pedro me gustó menos, porque está demasiado abigarrada. 


De hecho, en Santa María solo se conservan las reliquias de un santo (San Félix), pero en San Pedro hay hasta dos cadáveres momificados, detrás de sendas vitrinas (son San Víctor y San Fructuoso). Por lo visto, dado que las dos iglesias rivalizaban por ser la principal de Arcos, ambas se preocuparon de custodiar reliquias, con la cosa de que, en ese concepto, fue la Iglesia de San Pedro la que se impuso, ya que fue capaz de hacerse con los cuerpos de un par de mártires, mientras que la otra se tuvo que conformar con uno. Eso sí, no está muy claro cual de todos los San Félix y de todos los San Víctor que hay en el santoral católico son los que reposan en Arcos. Tampoco yace en la Iglesia de San Pedro el San Fructuoso de mayor renombre, es decir, que los finados que, con tanto orgullo, se muestran en los templos arcenses más señeros, son beatificados de segunda fila. No importa mucho, porque yo no hice ni intención de mirar de cerca sus restos amojamados. Me da igual quienes fueran.

En cambio, sí me detuve a observar con detenimiento un cuadro que tienen en San Pedro. Dicen que es de Francisco Pacheco. Yo me lo había creído, y, realmente, me hubiera encantado disfrutar de la visión de alguna obra del suegro y maestro del gran Velázquez, pero lo que vi en San Pedro fue una pintura que está hecha papilla, y que se encuentra colocada en un sitio donde se ve de pena.


Por suerte, en el cartel que acompaña al lienzo, titulado San Ignacio de Loyola, han puesto que el autor es Francisco Pacheco, pero, entre paréntesis, han añadido la palabra Atribuido. Menos mal, porque quiero pensar que no estaría conservado en esas condiciones el cuadro, si se supiera con certeza que fue pintado por Francisco Pacheco en 1625.

En resumen, la visita a la Iglesia de San Pedro me pareció interesante, pero más por lo pintoresco que vimos allí, que porque me gustara demasiado. En la Basílica de Santa María de la Asunción también sufrimos a su Rascar Capac particular (los aficionados a Tintín me entenderán), aunque en ella pudimos subir a su torre, lo que compensó el impacto de los detalles gore.



Me encantó ver el interior de la torre, y también contemplar Arcos de la Frontera desde lo alto, en todas las direcciones.

Otro edificio que vimos por dentro fue el Palacio del Mayorazgo. Se construyó en el siglo XVII, y es sede, hoy día, de la Delegación Municipal de Cultura. Lo bueno es que, debido a eso, la casa palacio no solo se halla muy cuidada, sino que también está en uso, ya que en sus múltiples dependencias se encuentran, tanto la Pinacoteca Municipal, como unas cuantas salas que albergan exposiciones temporales y permanentes. De estas últimas, la que más me gustó fue la de la Sala de la Memoria Histórica y Democrática, que se inauguró hace menos de dos años, y que me resultó interesante y emotiva a partes iguales. Sin embargo, lo que me pareció llamativo de verdad del Palacio del Mayorazgo es su laberíntica estructura, organizada a partir de un par de patios porticados preciosos.



Aparte, enfrente de la suntuosa fachada del Palacio del Mayorazgo se encontraba abierta la Capilla de la Misericordia, que está desacralizada, pero que se halla perfectamente conservada, dado que se usa como sala de conferencias.


El segundo día, después de la ruta que hicimos con Manuel, María y yo decidimos ir a ver un par de lugares que no habíamos podido visitar con él, pero que parecían merecer mucho la pena. Para ello, nos dimos un largo paseo, en el que tuvimos que hacer verdaderos esfuerzos para no partirnos la crisma, dado que subimos y bajamos un montón de cuestas, y el suelo empedrado estaba mojado y resbaladizo. La caminata y el riesgo merecieron la pena, porque conseguimos llegar hasta la Puerta Matrera, que es la única puerta que subsiste del recinto amurallado de Arcos, de las tres con las que contó. La misma comunica la parte más antigua del pueblo con el Barrio Bajo. En la actualidad, se encuentra rodeada de viviendas, y tiene encima del arco una pequeña capilla con una imagen.


Al ir hacia la Puerta Matrera, pudimos ver los restos de la Muralla Almohade de la villa. Son muy escasos, y se distinguen regular, pero datan del siglo XII, así que merece la pena echarles un ojo. Otro lugar interesante que vimos, al ir hasta el extremo este del casco histórico, fue el Mirador de la Peña Vieja.


En realidad, la Peña de Arcos tiene un cortado por el lado que da al norte y otro por el que da al sur. Al primero es al que se asoman la Plaza del Cabildo y la terraza del Parador, y se le denomina Peña Nueva. El acantilado que da al norte, en cambio, es conocido como Peña Vieja. De ahí, que el mirador desde el que se contempla se llame Mirador de la Peña Vieja.

El caso es que recorrimos Arcos de la Frontera en un día lluvioso, pero eso fue hasta bueno, porque el agua que cayó no impidió que nos moviéramos por el pueblo, pero creo que sí achantó a mucha gente, por lo que lo vimos todo sin bullicios.


El tiempo que pasamos en Arcos lo aprovechamos lo suficientemente bien, como para ver en condiciones muchos de sus lugares más atractivos. No obstante, es un pueblo que da para algo más. No en vano, es de los sitios que aparecen en cinco de mis siete retos. En concreto, se incluye en los dos andaluces, en los dos españoles, y en el de Tesoros del Mundo. Solo Sevilla, Granada, Córdoba y Arcos de la Frontera pueden decir eso. Lo primero que quiero hacer, el día que pueda volver, es una ruta que discurre a los pies de la Peña Nueva, dado que la Peña de Arcos es Monumento Natural y me gustaría explorarla mejor. Una gran parte ya nos la pateamos, porque está debajo de las calles del casco histórico, y asimismo vi el acantilado desde arriba, pero quiero completar la visita, descendiendo hasta su base por un camino por donde es posible. Cuando haga esto, escribiré el correspondiente post, que duda cabe.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado ARCOS DE LA FRONTERA.
En 1986 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 7'1% (hoy día, confirmada ya esta visita, 78'6%).
En 2005 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 2'2% (hoy día, confirmada ya esta visita, 36'5%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado ARCOS DE LA FRONTERA.
En 1986 (primera visita incompleta), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 2'3% (hoy día, confirmada ya esta visita, 59'1%).
En 1986 (primera visita incompleta), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 0'4% (hoy día, confirmada ya esta visita, 22'4%).

Reto Viajero MONUMENTOS DE ESPAÑA
Visitado ARCOS DE LA FRONTERA.
En 1986 (primera visita incompleta), % de Monumentos Destacados de España visitados en Andalucía: 6'2% (hoy día, confirmada ya esta visita, 81'3%).
En 1985 (primera visita incompleta), % de Monumentos Destacados de España visitados: 4% (hoy día, confirmada ya esta visita, 43%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado ARCOS DE LA FRONTERA.
En 1986 (primera visita incompleta), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 30% (hoy día, confirmada ya esta visita, 50%).
En 1986 (primera visita incompleta), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 0'6% (hoy día, confirmada ya esta visita, 4'7%).

Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado ARCOS DE LA FRONTERA.
En 1986 (primera visita incompleta), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Cádiz: 5'6% (hoy día, confirmada ya esta visita, 75%).
En 1986 (primera visita incompleta), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 1'6% (hoy día, confirmada ya esta visita, 40'5%).


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