5 de junio de 2020

RIBERA DEL GUADAIRA 2020

Seguramente no hay nadie en España, ni tampoco en el mundo, que sea ajeno a las circunstancias en las que nos hemos visto envueltos en los últimos meses. En concreto, en nuestro país todo quedó en stand by el pasado 15 de marzo, cuando se declaró el estado de alarma para luchar contra la COVID-19, el virus que parece que surgió en China y que se ha extendido por el planeta. Ese 15 de marzo, con el estado de alarma comenzó un periodo de confinamiento obligatorio, que nos ha tenido casi sin salir un total de 57 días. No todos han estado tan encerrados, porque ciertos servicios han continuado funcionando (los sanitarios y los que se dedican a proveer de alimentos a la gente, por ejemplo), pero el grueso de la población se ha pegado semanas en casa. María y yo hemos sido de los que no podíamos cruzar la puerta de la calle para nada que no fuera esencial.

Lejos queda, por tanto, el día en el que escribí el último post en este blog. Dado que el mismo está dedicado a mis experiencias viajeras y a mi actividad atlética, desde el mismo momento en el que nos tuvimos que confinar dejé de poder plasmar algo en él, ya que han estado terminantemente prohibidos los desplazamientos y también hacer deporte fuera de casa (por supuesto, no ha habido carreras de ningún tipo). En la primera fase de la cuarentena, que en Sevilla duró desde el 15 de marzo hasta el 11 de mayo, estaba prohibido salir a la calle salvo para ir a comprar comida, ir a la farmacia, y cosas así. Mi blog, al igual que tantas cosas, durante ese periodo ha estado sin actividad alguna.

El 11 de mayo comenzó la desescalada. Gracias al confinamiento el número de contagios y la cantidad de fallecidos por COVID-19 empezó a descender y se comenzaron a levantar poco a poco las restricciones. Así pues, se decretaron unas fases de desconfinamiento, cuya periodización está siendo diferente según el lugar de España que sea, debido a que no todos los sitios han sufrido por igual el impacto del virus. A día de hoy, en Sevilla estamos a punto de acabar la fase 2, pero en Madrid, por ejemplo, aún están en la 1. En la primera fase ya se puede pisar la calle para algo más que para ir a por comida, pero con muchas limitaciones (ni siquiera está permitido atravesar la linde del propio municipio). En la segunda, que en Sevilla comenzó el 25 de mayo, se avanza otro pasito, por lo que pasa a ser posible salir a cualquier hora y se amplia a la provincia el límite de la movilidad.

Dadas esas circunstancias, yo estaba loco por volver a inventar planes, he sido muy escrupuloso y he mantenido el confinamiento a rajatabla, pero quiero aprovechar los permisos hasta donde se pueda. Aun así, en las primeras jornadas de la fase 2 no había podido hacer nada reflejable en este blog, no tanto por las restricciones, sino más bien por motivos de organización, puesto que volví, en parte, al trabajo presencial el mismo 25 de mayo, y durante mis días libres era menester hacer cosas pendientes. Ya tenía pensado, sin embargo, cual iba a ser el primer plan compatible con la situación. Solo tenía que aparecer el hueco. Este surgió el pasado miércoles 3 de junio.


El caso es que las limitaciones para idear planes son enormes. Aún no se puede cambiar de provincia, no están abiertos los museos y no tiene sentido darse paseos por ningún pueblo en el que permanezcan cerrados los monumentos o la mayoría de los bares, por lo que tuve que rebuscar en mis listas para ver qué podía hacer que estuviera en ellas. Por fortuna, hay un monumento natural en la provincia de Sevilla del que todavía no había hablado, y que es fácilmente accesible desde casa: la Ribera del Guadaira.


El Río Guadaira es un afluente de 110 kilómetros del Río Guadalquivir, que nace en la provincia de Cádiz y que pasa por Alcalá de Guadaira, antes de su desembocadura. Lo más característico del tramo alcalareño es la abundancia de molinos harineros que jalonan el curso del río. 


La importancia de ese patrimonio cultural, así como del patrimonio natural que lo circunda, hicieron que en el año 2011 el trecho que pasa junto a Alcalá de Guadaira fuera declarado Monumento Natural. Mi reto es conocer todas las maravillas que en Andalucía han recibido esa distinción, por lo que esta se encuentra, como es lógico, en la lista. 

Hay que decir, no obstante, que yo ya había estado dos veces en las orillas del Río Guadaira. La primera vez fue en 1986, gracias a una excursión que hice con el colegio, de la cual guardo pocas cosas en mi memoria. La segunda tuvo lugar en 2014. De esta ocasión sí tengo más recuerdos, pero aun así, lo que hice en aquella visita fue ir de pícnic con un grupo de amigos y darme luego un paseo por la ribera del río. No tuve, realmente, pretensiones de explorar el monumento natural. 


Esta vez, sin embargo, sí quería sacarle el jugo al sitio, por lo que empecé por estudiarme previamente como estaba organizado lo que iba a ver y lo que contenía: el Monumento Natural Ribera del Guadaira está conformado por una lengua de 10 kilómetros de longitud, que incluye el lecho del río y su ribera inmediata. 


En ella hay doce molinos harineros, además de una serie de senderos. La margen izquierda del río es transitable en toda su extensión, pero por la derecha hay tramos por los que no se puede pasar. 


Los molinos están a ambos lados, aunque a todos se puede acceder desde la orilla izquierda, que es realmente por donde se transita, si se pretende ir del principio al final del sector declarado Monumento Natural

Nosotros elegimos el miércoles para hacer la rutilla, porque no iba a hacer mucho calor y, además, porque, dadas las circunstancias actuales, los otros impedimentos normales de los días entre semana no se daban: yo esa tarde no curraba, las niñas están sin colegio presencial desde el inicio del confinamiento y las tareas que tienen que hacer en casa las llevan incluso adelantadas, y María tuvo que dejar su trabajo durante la cuarentena, por lo que, pese a que se halla inmersa en el planteamiento de nuevos proyectos, no tiene problema en tomarse libre una mañana cualquiera. En consecuencia, en cuanto amanecimos el miércoles, nos preparamos y tiramos para Alcalá de Guadaira, adonde llegamos a eso de las 10'30 horas.

Para empezar, accedimos al monumento natural por la mitad del mismo, ya que dejamos el coche en el Recinto Ferial de Alcalá de Guadaira, que se encuentra a esa altura en la margen derecha del río. 


Desde allí nos acercamos al Guadaira y lo alcanzamos justo donde está el Molino de Benarosa y la casa del molinero, que tiene no muy lejos. En ese punto el azud del molino permite vadear el río y acceder a la margen izquierda, que, como he comentado, es la que cuenta con la mayor parte de los senderos protegidos.


En esta ocasión, el citado azud estaba seco y pudimos pasarlo por encima sin aventuras, pero recuerdo que en 2014, dado que fuimos a principios de mayo, un poco de agua aún rebosaba la pequeña presa.


El otro día, una vez que llegamos a la orilla izquierda decidimos tirar hacia el norte. El principio por ese lado lo conocía, pero a partir de un recodo que hace el Guadaira ya no sabía qué había, por lo que preferimos ir en esa dirección. El extremo sur del área protegida, por tanto, lo dejamos para la próxima.

En la parte que recorrimos los senderos están perfectamente habilitados. Nosotros intentamos ir cerca del cauce, por lo que en ocasiones abandonamos el camino estándar, pero en ningún momento tuvimos que meternos por lugares complicados.


Como he dicho, la zona preservada a lo largo de los 10 kilómetros incluye solo el cauce del río y su terreno inmediatamente aledaño. Hay un tramo, no obstante, en el que el espacio incluido en el monumento natural sí se ensancha un poco, para dar cabida a los Pinares de Oromana, un bosque de pinos del que se ha querido salvaguardar su riqueza botánica típica. Allí es donde estuvimos en 2014, disfrutando de nuestro picnic, por lo que esta vez no nos internamos en el pinar.


Conforme avanzamos fuimos viendo los diferentes molinos que forman parte del monumento. Tras el de Benarosa, el siguiente con el que nos encontramos fue el Molino de San Juan, que está en la orilla derecha y al que solo nos acercamos al final, ya que por su azud fue por donde cruzamos el río, camino del coche, al acabar nuestra ruta.


A continuación, de nuevo en nuestra orilla pasamos por debajo del arco del Molino de Oromana, que no se alimenta del agua del cauce del Guadaira, sino de un manantial que va a dar a él (de ahí que tenga un canal bajo el que se pasa).


Más adelante vimos el Molino del Algarrobo, que está justo antes del llamado Camino del Bosque, un tramo de 600 metros con abundante vegetación.


En la actualidad, todos los molinos están sin uso y permanecen cerrados (uno incluso estaba cegado, los demás tienen rejas y están vacíos, aunque se ve perfectamente que por dentro están rehabilitados).


Nosotros fuimos siguiendo siempre el camino más pegado al río, ignorando las bifurcaciones. El siguiente que vimos fue el Molino de la Tapada, que también se alimenta de un manantial cercano.


Hacia el norte, yendo por tierra, el monumento se compone, en realidad, de dos sectores, ya que en un momento dado se llega a un punto en el que hay que salir de la zona protegida y subir a la parte urbana de Alcalá, para sortear un puente que no se puede cruzar por debajo. 


Luego, en seguida se retoma el sendero, por el otro lado de la embocadura del puente, y se vuelve a la zona considerada Monumento Natural. Ese segundo tramo está más preparado y tiene pinta de parque urbano.



En ese sector se acerca uno bastante a los pies del Castillo de Alcalá.


Nosotros continuamos caminando, hasta que llegamos al Puente del Dragón, que es famoso por la originalidad de su forma. Este sí se puede atravesar por debajo, allí hay una agradable zona de hierba en la que nos paramos a comernos nuestra media mañana. 




Después del ratito de descanso, seguimos un poco más y vimos el Molino de Vadalejos. Aún era posible continuar, pero nosotros ya nos volvimos.



La ida y la vuelta nos llevaron unas dos horas y media. En total, recorrimos un tramo de unos 4 kilómetros y vimos seis molinos. La zona central del monumento natural la doy por explorada, queda pendiente, para el futuro, visitar sus extremos sur y norte.




Decir, por último, que me gustó el ambiente que me encontré. Dadas las circunstancias, iba con un poco de respeto. La tesitura en la que estamos inmersos es histórica, es un golpetazo de dimensiones brutales, que ha tenido lugar a escala mundial. No es ninguna broma y no sabía con lo que me iba a topar. Por fortuna, vi bastante gente, incluso familias, lo cual me quitó el miedo de que hacer algo de senderismo, en medio este trance, sea una excentricidad, pero, por otro lado, no vi tantas personas como para que la situación me causara rechazo, ya que no había visos de masificación y se mantuvieron las medidas de distanciamiento que son pertinentes.


Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado RIBERA DEL GUADAIRA.
En 1986 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 12'5% (hoy día 62'5%).
En 1986 (primera visita), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 2'4% (hoy día 35'5%).


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