12 de junio de 2020

PUNTA UMBRÍA 2020

La parte dura del periodo de cuarentena, declarado el pasado 15 de marzo para luchar contra la epidemia de COVID-19 que aún nos está azotando, se extendió hasta el 11 de mayo. Un día después empezó en la provincia de Sevilla el desconfinamiento progresivo, que ha sido dividido en fases. En ellas, las restricciones están siendo eliminadas progresivamente. La fase 1 duró hasta el 24 de mayo y el 25 empezó la 2, que ha acabado el domingo 7 de junio. El lunes 8 de junio hemos entrado en Andalucía en la fase 3 de la desescalada, que es la que todavía se mantiene.

La crisis sanitaria que estamos sufriendo no está dejando a nadie indiferente. Pocas cosas recuerdo que hayan afectado a tanta gente. Nadie en el mundo se ha podido mantener ajeno a la pandemia. A nivel mundial, no obstante, está habiendo diferencias a la hora de encarar el bache. En España no, toda la población del país está en el mismo saco, cosa que no ocurría desde hace décadas. Casi todos nos hemos pegado 57 días metidos en casa y eso ha provocado un torrente de sensaciones que, dado el desarrollo actual de las comunicaciones, ha sido retransmitido a través de múltiples vías. Hemos vivido, y estamos aún viviendo, un acontecimiento que entrará en los libros de historia igual que las guerras o las epidemias medievales.

Desde el punto de vista personal, nosotros no hemos estado mal. María y yo encaramos la cuarentena con cuatro trabajos y hemos salido de ella con uno, pero lo cierto es que dos de los que se han quedado por el camino eran temporales. La COVID-19 solo adelantó unas semanas su final. Lo del otro trabajo de María sí ha sido más jodido, pero tampoco va a llegar la sangre al río. En cuanto a mí, ha quedado reflejado en este blog que, tras quedarme a finales de diciembre de 2018 sin mi ocupación de los últimos siete años, en febrero de 2019 empecé a trabajar tres o cuatro días semanales en un negocio turístico. Ese ha sido mi único curro durante 2019. Desde 2018, además, estaba estudiando para presentarme a un examen de oposición que me permitiera entrar en la Universidad de Sevilla. En noviembre me examiné por fin y desde entonces hasta el 2 de enero de 2020 me dediqué tan solo a trabajar en la tienda mientras esperaba las notas. Ese 2 de enero, sin embargo, recibí una providencial llamada de la Universidad que no estaba directamente relacionada con el examen que había hecho: resulta que en 2010 ya me había examinado para el mismo puesto que el de la prueba de noviembre, aprobé y entré en bolsa, pero quedé en el penúltimo lugar. La vida continuó y casi había olvidado esa situación. El día 2 llegó mi turno en esa bolsa y de forma totalmente inesperada me llamaron para una sustitución en una de las bibliotecas de la US. Cuando comenzó el estado de alarma todavía no había dejado el trabajo en el negocio de bicis, iba allí los fines de semana y trabajaba en la biblioteca de lunes a viernes. Con el confinamiento hubo que cerrar la tienda y en ese momento pasé a ser ex-trabajador de Bici4city. Por fortuna, sigo en la biblioteca universitaria... y que dure. 

Todo esto en principio no viene a cuento, pero me apetecía recalcar que la cuarentena lapasar  hemos llevado bien. A pesar de los vaivenes, hemos estado los cuatro en casa aprovechando para tiempo juntos tras un año de mucho trajín, y eso al final ha sido positivo. Pese a esto, hemos permanecido en stand by y teníamos muchas ganas de hacer planes que fueran divertidos. Por ello, yo me he pegado el confinamiento diciendo que en cuanto nos dejaran nos íbamos a ir a pasar el día a la playa. Durante las fases 1 y 2 eso no ha sido posible, pero en la 3 ya está permitido, de manera que al poco de estrenar la nueva etapa hemos cogido el coche y hemos atravesado por primera vez en medio año el limite de la provincia de Sevilla, camino de la costa de Huelva. Nuestro destino ha sido Punta Umbría.


Punta Umbría es un municipio de la provincia de Huelva que se asoma al Océano Atlántico y que consta de tres núcleos de población. El más importante, con diferencia, es la capital municipal. La ubicación de la misma explica por qué lleva la palabra punta en su nombre.


Como se puede ver en la imagen, la ubicación de Punta Umbría hace que esté rodeada de bonitos parajes. Es verdad que en la parte que da a la ría lo que se ve a lo lejos es el Polo Químico de Huelva, pero está suficientemente alejado como para que no se rompa el encanto.


Por el otro lado, la playa que da al Atlántico es sensacional y por el este, más allá del pueblo, solo hay pinos. En general, la costa onubense es una maravilla natural que ha sido respetada en un alto grado. En todos los municipios que dan al mar se han desarrollado, hasta cierto punto, las infraestructuras turísticas, pero por suerte los parajes naturales se han respetado bastante desde la desembocadura del Guadalquivir hasta la frontera con Portugal.

Yo ya había estado en Punta Umbría dos veces. En mi segunda visita eché con María una bonita jornada en la primavera de 2007. Más intensa fue, de todas formas, mi estancia de 1996, ya que fui con 18 años a disfrutar de un fin de semana veraniego con cuatro amigos. 


De esta visita recuerdo que lo pasamos muy bien (en la foto superior yo soy el de la izquierda). Para mí sorpresa, el lugar donde nos alojamos de manera increiblemente improvisada (eran otros tiempos, supongo), sigue casi igual de aspecto después de 24 años.


Recuerdo a la perfección que nosotros dormimos en la habitación cuya reja azul está más cerca en la foto. Entrábamos en el edificio por la puerta que se ve en el centro. El ventanuco que está a su izquierda era el de nuestro baño. Sin embargo, ahora por ningún lado pone que Oliver sea una pensión, en la actualidad es un chiringuito, aunque su nombre no ha cambiado. Ignoro si se sigue pudiendo dormir ahí (yo no vi ninguna indicación) y tampoco puedo recordar si en 1996 ya era un bar restaurante. Lo que sí recuerdo es que aquel viernes del mes de julio mis cuatro amigos y yo llegamos allí preguntando por un sitio donde pernoctar y accedieron a darnos cobijo, sin formalismos de ningún tipo, en la comentada habitación, donde solo había tres camas (yo me acosté en el suelo junto a la puerta del baño). La ubicación del alojamiento, como se puede ver en la foto, era inmejorable. El otro día me topé con el lugar por casualidad y me hizo ilusión.

Volviendo a la realidad actual, hay que decir que, dado su carácter y su ubicación, Punta Umbría se ha convertido en el destino veraniego de miles de personas. Al estar más lejos de Sevilla que otras playas el número de sevillanos se reduce, pero en cambio para los onubenses es un destino primordial. Sin embargo, la Playa de Punta Umbría en muy extensa y eso hace que la sensación de masificación se mitigue. El crecimiento del casco urbano, además, ha sido controlado, porque los bloques de diez pisos que hay en la localidad son monstruosos, pero no están junto al mar y se encuentran ordenados y separados los unos de los otros, por lo que no resultan atosigantes.



En Punta Umbría cerca de la costa predominan las casas unifamiliares con jardines independientes. Por otro lado, en el centro no hay apenas rastro de edificaciones antiguas, pero no han caído en el error de construir pisos. En lineas generales se ha guardado una cierta armonía con la naturaleza.


En cualquier caso, podría parecer que dejarse caer por Punta Umbría en los albores del verano es como meterse en la boca del lobo, pero pese a esto yo me empeñé en ir, porque sabía que dos días después de que empezara la fase 3 y siendo miércoles no iba a encontrarme con grandes multitudes. Acerté. 

Tengo que decir que la pandemia que estamos padeciendo ha sido una catástrofe para mucha gente. Yo tampoco me he librado de sus efectos, como ha quedado explicado arriba, pero eso no significa que la situación no haya traído cosas buenas. Incluso la más oscura de las sombras nocturnas puede a veces ser iluminada por la luz de la luna. Poder ver Punta Umbría en total calma con clima veraniego ha sido uno de esos rayos de luz. De no ser por las excepcionales circunstancias en las que estamos inmersos yo no habría podido estar allí un día entre semana de junio (ya me he reincorporado al trabajo, pero no tengo que ir todos los días).

En efecto, lo que vi en Punta Umbría fue muy reconfortante. Para empezar, dado que estamos hablando de una población de 15.000 habitantes, no nos encontramos allí con el típico ambiente decadente que pueden llegar a tener algunos núcleos turísticos cuando vas fuera de temporada. Además, se veían por todas partes detalles que demostraban que el sector turístico estaba saliendo del letargo, de cara a intentar aprovechar la temporada de verano, aunque fuera empezando tarde: los parkímetros estaban listos de cara a ser activados el 21 de junio, vi alojamientos que estaban siendo adecentados, y la mayoría de los negocios de restauración ya estaban funcionando y preparados para dar servicio a más clientes. Aún así, era evidente que el pueblo apenas estaba arrancando la temporada estival, dado que junto a la playa había aparcamientos por doquier, que la tranquilidad era la nota predominante, que se veía que la mayoría de las viviendas estaban vacías y, por último, que fue posible comer y cenar en plan relajado en lugares que estoy seguro que otros años en junio han estado a tope.

Tanto nos gustó el ambiente al llegar que, a pesar de que íbamos con la idea de regresar por la noche, decidimos buscar sobre la marcha un sitio donde pernoctar. Realmente fue María la promotora de la idea. Íbamos con lo puesto y, además, solo teníamos las mudas de playa, pero tanto Julia y Ana, como yo, nos dejamos convencer rápido. Necesitábamos, eso sí, un alojamiento barato donde instalarnos, pero por suerte apareció rápido lo que buscábamos: en el Hostal Patio Andaluz encontramos una habitación para los cuatro por 80 euros. El hostal estaba céntrico y luego resultó que estaba muy limpio y reformado. No se puede pedir más.


Una vez solucionado el tema del alojamiento nos dispusimos a disfrutar de la playa a tope. El miércoles nos comimos un bocata en la arena y estuvimos allí desde el final de la mañana hasta media tarde. Al día siguiente nos fuimos para el mismo lugar a mitad de mañana y no nos movimos hasta la hora de comer. Hacía viento y eso hizo que no me bañara, porque el aire redujo la sensación de calor, pero eso también tuvo su lado positivo. Yo estuve en la gloria.


El miércoles por la tarde tras abandonar la playa nos fuimos al hostal, y después de ducharnos (y de ponernos la ropa de la mañana, lo reconozco), nos fuimos a dar un paseo. El Hostal Patio Andaluz está en la Calle Falucho, que es una bocacalle de la Calle Ancha, la más emblemática de Punta Umbría.


Realmente desconozco por qué la Calle Ancha tiene ese nombre, porque es más larga que ancha, pero lo que sí se es que estaba muy animada. En la siguiente foto he tenido cuidado de no sacar a nadie en primer plano, pero lo cierto es que la artería principal puntaumbrieña estaba llena de gente autóctona paseando.


Tras recorrer gran parte de la Calle Ancha nos volvimos bordeando la ría y anduvimos tanto que llegamos hasta el lugar donde se acaba el pueblo, cerca de la punta de la península donde se asienta. En Punta Umbría el paseo marítimo no está por el lado de la gran playa que da al océano, donde lo que llegan hasta la arena son los jardines de las casas que están en primera línea.


En Punta Umbría el paseo marítimo bordea el pequeño arenal que da al puerto y a la ría. En efecto, por ese lado sí se puede andar en paralelo al mar, aunque el trayecto está dividido en varios tramos: al principio se camina por la acera de la Avenida de la Ría, luego esta se convierte en el Paseo de Pascasio, una vez que se deja atrás la zona del muelle pesquero y del puerto deportivo, y al llegar a la amplia Plaza Pérez Pastor ese paseo se convierte en la Calle Almirante Pérez de Guzman, que al ser peatonal sigue ejerciendo realmente de paseo marítimo.



Al igual que la Calle Ancha, la zona para pasear junto al mar y la estrecha lengua de arena que la separa del agua estaban llenos de personas que disfrutaban de la maravillosa tarde. Las medidas de distanciamiento social funcionaban solo a veces. Es verdad que la provincia de Huelva es la tercera menos castigada de España por la pandemia, es normal que allí la preocupación sea menor, pero vi algún caso flagrante (el peor, el de los jóvenes que se estaban dedicando a fumar en grupo de la misma cachimba). Es lo que hay.

Pese a todo, el ambiente era bueno. No había miedo en la gente, eso era evidente, pero por lo general se guardaban las formas. Nosotros tras estirar las piernas volvimos a la Calle Ancha y elegimos uno de los muchos sitios para cenar que vimos. Había numerosos veladores con mesas y elegimos el de la Pizzería Il Marinelo. No era tarde y fuimos los primeros en sentarnos. Sin embargo, al irnos el restaurante ya estaba hasta los topes. No me extraña, porque estuvimos muy a gusto y comimos de lujo. María y yo compartimos una pizza muy original (llevaba anchoas, gambas y atún) y el tomate con mozzarella que también pedimos estaba soberbio.

 

Las niñas optaron por unos ravioli con salsa boloñesa y ambas se fueron más que satisfechas. Los camareros fueron muy amables y escrupulosos a la hora de mantener las medidas de seguridad exigibles. Fue un buen rato en familia.


Después de cenar no faltó el pertinente helado. La oferta también era amplia en la Calle Ancha, pero por recomendación del camarero de Il Marinelo nos decidimos por la heladería que estaba enfrente, llamada Porto Bello.

No fue este el único homenaje culinario que nos dimos durante nuestra estancia en Punta Umbría, porque en mi lista de cosas que quería hacer para desquitarme de los días de confinamiento estaba incluida la comida en un chiringuito. En consecuencia, el domingo reservé en el Chiringuito El Loro y encargué una paella mixta.




Fue otro acierto. Para empezar pedimos una ración de gamba blanca autóctona que estuvo muy bien servida. También tomamos un tomate con melva. El chiringuito no se llenó, pero tampoco se quedó vacío. Eso hizo que la comida fuera una gozada.


En definitiva, me fui de Punta Umbría habiéndome quitado por completo el mal sabor de boca de las semanas de confinamiento. La escapada fue una bocanada de aire fresco, un pequeño recordatorio de que, pese al golpetazo del virus y a la precaución que habrá que tener aún durante bastante tiempo, todavía nos quedan por delante muchísimos buenos ratos.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado PUNTA UMBRÍA.
En 1996 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 5% (hoy día, confirmada ya esta visita en 2007, 30'4%).
En 1996 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 2'5% (hoy día, confirmada ya esta visita en 2007, 20'6%).


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