4 de marzo de 2021

AZNALCÓLLAR 2021

Pues de nuevo confinaron perimetralmente Villanueva del Ariscal. El 22 de enero, cuando escribí el post sobre El Garrobo, llevaban dos días cerradas 16 localidades, y otras 9 acumulaban algún tiempo más en cuarentena. 48 horas después, eran ya 66 los municipios aislados, incluido el de Sevilla capital. En ellos, el número de positivos por Covid-19 superaba los límites de lo asumible. Sin embargo, Villanueva por aquel entonces no estaba en la lista, aunque resultaba imposible moverse por la provincia, dado el elevado número de restricciones. Por suerte, a principios de febrero la incidencia de la pandemia empezó poco a poco a bajar por doquier. Gracias a eso, la ciudad de Sevilla volvió a abrirse el 13, junto con otros 26 municipios, pero justo ese día en Villanueva del Ariscal nos recluyeron por culpa de un numeroso contagio que hubo en una reunión clandestina, que disparó el número de afectados en el pueblo. Debido a esa circunstancia, hasta el 26 de febrero hemos estado chapados. 

Afortunadamente, a día de hoy, si bien continúa el cerramiento provincial, al menos la movilidad ya se permite por casi toda la provincia. Aparte, se ha comenzado con la vacunación de la población. La cosa va lenta, pero espero que, al menos, la situación se mantenga lo suficientemente estable como para que no restrinjan de nuevo los movimientos.

El caso es que, tras mi visita de enero a El Garrobo, ir a algún sitio ha sido prácticamente imposible. En consecuencia, febrero se me ha ido sin que haya escrito nada. Desde que empecé con este blog, en mayo de 2016, casi todos los meses había publicado, al menos, un post. Solo falté a la cita en abril y mayo del año pasado, durante el confinamiento radical. Luego, de una manera u otra he podido hacer algo sobre lo que escribir. Así ha sido hasta que, este febrero, las complicaciones por la escasa movilidad han llegado a un punto tal, que he decidido que era mejor esperar. El último día del mes ha sido el momento de volver a la acción...

Aznalcóllar La Zarcita

De todas formas, hay que decir que lo que se puede organizar en la actualidad sigue siendo limitado, con o sin restricciones de movilidad. Debido a ello, desde que empezó la pandemia un alto porcentaje de los posts que he escrito han sido sobre planes centrados en actividades al aire libre. Efectivamente, estoy aprovechando la coyuntura para conocer lugares de la naturaleza que tenía pendientes y, últimamente, para las visitas estoy eligiendo pueblos que destacan más por su entorno, que por elementos de su casco histórico. Este fue el caso de El Garrobo, hace un mes y pico, y esto ha sido, también, lo que ha sucedido con Aznalcóllar el otro día.

Aznalcóllar La Zarcita

Yo no conocía Aznalcollar. No es una localidad que me quede muy lejos, pero está al noroeste de Sevilla capital y de Villanueva, en un lugar por donde no hay que pasar para nada en circunstancias normales. Además, está justo en el borde meridional de la Sierra Norte de Sevilla, pero no dentro. También forma parte de una zona minera que tiene cierto interés, pero está eclipsado por el atractivo que tienen las minas de otras poblaciones de la comarca. En definitiva, nunca había estado en Aznalcóllar, por lo que me pareció un buen sitio para volver a la actividad. Desde el día 26 de febrero, el confinamiento perimetral se había levantado y, sin esperar mucho más, el 28 quedamos con una pareja de amigos y decidimos echar una mañana de senderismo por los alrededores del Embalse del Agrio.

Nuestro objetivo era hacer una ruta llamada La Zarcita, que me pareció perfecta para la jornada, ya que es circular, no llega a los 10 kilómetros y va desde Aznalcóllar hasta el citado embalse. Dado que sale del pueblo, aparcamos en él el coche y eso me sirvió de excusa para callejear un poco antes de salir al campo.


Lo que sucede es que Aznalcóllar, que ronda los 6.000 habitantes, tiene su meollo al norte del casco urbano. La ruta salía de allí, por lo que, pese a que pasamos por delante de los edificios más emblemáticos del pueblo, nos movimos solo por ese extremo septentrional. Aparcamos en la Calle Carnicería, a la espalda del Teatro Municipal, y en la plaza que este edificio tiene delante, llamada Plaza de la Virgen del Rosario, nos vimos con Dani, con Ángela y con su hijo Hugo.


Se da la circunstancia de que la calle que bordea la Plaza de la Virgen del Rosario por el lado opuesto al del Teatro Municipal, se denomina Calle Sevilla. Algún día tendría que hacer un recuento de todas las calles llamadas Sevilla que conozco. La primera del listado sería, sin duda, la Calle Sevilla de Villanueva del Ariscal, donde tengo mi piso.

Con independencia de eso, al echar a andar dimos una pequeña vuelta y, tras pasar por delante de la Biblioteca Pública Municipal, atravesamos la Plaza de La Constitución, adonde se asoma el edificio del Ayuntamiento.


Desde ahí, enfilamos la Calle Doctor Sánchez Becerra, anduvimos por ella casi hasta el final (luego, se convierte en Calle Isaac Peral) y por la Calle Mesa Grande Alta llegamos hasta la Piscina Municipal, que está en la esquina noroeste del Aznalcóllar. Tras bordearla, salimos al campo y comenzamos nuestro recorrido.

Hay que reconocer que esta vez la ruta en sí fue un fracaso absoluto. No soy muy ducho en técnicas de orientación, y ya ha quedado plasmado en este blog varias veces que en nuestras experiencias senderistas solemos despistarnos con frecuencia. Por suerte, normalmente no lo hacemos tan mal como en esta ocasión. En realidad, a priori no importa mucho el desastre, porque lo que quería era conocer el entorno de Aznalcóllar y eso lo hicimos, pero ahora me he quedado con las ganas de hacer bien el trayecto. El caso es que, al salir del casco urbano nos encontramos con un curioso camino de cemento que serpenteaba por las colinas, como si fuera el de baldosas amarillas de El Mago de Oz, y nos pareció muy lógico que la ruta circulara por él.



El problema es que no es así. En efecto, el recorrido pavimentado no marcha muy lejos de la ruta, y en un determinado tramo incluso convergen, pero a lo largo de muchos kilómetros no tienen nada que ver. Nosotros nos empeñamos en seguir la pista de cemento y eso hizo que, por desconocimiento, ni siquiera en el momento en el que tuvimos la oportunidad de engancharnos al itinerario bueno, lo hiciéramos.


Eso sí, andando por el cemento llegamos hasta la Presa del Agrio, que embalsa las aguas del Río Agrio.



El Río Agrio es un riachuelo, pero forma dos buenas acumulaciones de agua, tanto en el lado del Embalse del Agrio, como en el del Contraembalse, que es lo que se ve en la foto inferior (tras dejar atrás la presa, el Río Agrio, convertido en un contraembalse, continúa hasta soterrarse en la zona minera).


Todos los alrededores del Contraembalse del Agrio, situados al sur de la Presa, los recorrimos bien. Lo malo es que La Zarcita no iba por donde nosotros tiramos, pero al final eso fue lo de menos.



La pena es que, dado que era día de fiesta y que la gente está loca por salir, nos encontramos casi con una muchedumbre rondando por allí (las fotos están sacadas con mucha habilidad y no se ven personas, pero había muchas). Por fortuna, a la hora de comer el entorno se había despejado un poco y encontramos un lugar algo apartado para echar un rato relajado.



Sin embargo, el día de naturaleza, entre la calzada de cemento que recorrimos, los pueblerinos aburridos dando vueltas por ella con sus ruidosas motos, una y otra vez, y la cantidad de gente que vimos, quedó un poco deslucido. En un momento dado nos cruzamos con un pastor, que se agarró un buen mosqueo cuando las ovejas se le desviaron ante la presencia de gente. Eso me hizo suponer que normalmente la zona no está tan concurrida (no tuvo pinta de que sufriera tales percances a diario). Hay que decir, no obstante, que ni nosotros, ni las personas que nos rodeaban, tuvimos la culpa de que las ovejas se asustaran. Para el pastor era una jornada normal, supongo, pero para mucha gente era un domingo, víspera de festivo, lo que hizo que el camino estuviera más abarrotado de lo habitual, sin que ello sea negativamente achacable a nadie. Además, todos nos quedamos estáticos, pero los animales, aún así, se sintieron intimidados. Por suerte, tras unos instantes de confusión las aguas volvieron a su cauce.


El día de El Garrobo también me vi rodeado de ovejas. Van dos de dos, en las últimas salidas. 

En definitiva, nuestro intento por recorrer La Zarcita fue un desastre, pero, de todas formas, no íbamos con la idea de hacer una ruta a revientacalderas, ya que Hugo, aunque me volvió a sorprender por su capacidad andarina, solo tiene seis años. La cosa era echar el día con unos amigos en tiempos de pandemia, y eso lo hicimos. Además, la parte norte del casco urbano de Aznalcóllar quedó visitado. Antes de irnos, incluso nos tomamos un café y unos pasteles en el pueblo, en el Bar El Mena


Por tanto, echamos un día de Andalucía sensacional. No tardaré mucho, eso sí, en regresar a Aznalcóllar a hacer la La Zarcita. No me gusta dejar ese tipo de cosas a medias, aunque la próxima vez ya iré con el recorrido bien aprendido.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado AZNALCÓLLAR.
% de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 63'8%.
% de Municipios de Andalucía ya visitados: 20'7%.


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