Ahora sí que comenzó el verano 2021 para nosotros. El mismo lo estrenamos en la playa, como está mandado. Yo no avistaba el mar desde agosto del año pasado, así que estaba con verdaderas ganas de acercarme a la costa. Para hacerlo, esta vez decidimos ir a Sanlúcar de Barrameda. Allí estrené mi primera semana de vacaciones. Para las otras dos tendré que esperar a la segunda quincena de agosto, que será cuando María también tenga días libres. De momento, para pasar un tiempo en familia nos tuvimos que conformar con un finde. El lunes, María volvió al curro y yo he tirado para Asturias con las niñas. No obstante, las dos jornadas en Sanlúcar los aprovechamos a tope y dieron mucho de sí.
En mi opinión, Sanlúcar de Barrameda es uno de los pueblos más injustamente tratados de la costa de Cádiz y de Huelva. Como da al mar, se mete en el saco de todas las demás poblaciones costeras de Andalucía occidental y, sin embargo, ofrece bastante más que la mayoría de ellas. Debido a esa inmerecida poca consideración, yo en Sanlúcar hasta el 2000 había estado unas cuantas veces, pero en ningún momento había abandonado la primera línea costera. Solo había ido allí para comer en Bajo de Guía y para ver las Carreras de Caballos de Sanlúcar de Barrameda, una prueba deportiva que tiene lugar por la playa. Ambos planes son excelsos. De Bajo de Guía, el antiguo barrio sanluqueño de pescadores, hablaré después, y lo de los caballos es uno de los espectáculos más bonitos que ofrece el verano andaluz. En 2021 se celebrará la edición número 175 de esa competición ecuestre, que se disputa cada año en agosto por la Playa de La Calzada, en cinco días distintos, durante la bajamar. Como digo, en el pasado fui en dos ocasiones a ver en vivo esa prueba hípica y no descarto en absoluto hacerlo de nuevo en el futuro. No obstante, es injusto reducir Sanlúcar de Barrameda a unos langostinos en Bajo de Guía y a una carrera equina.
Yo en 2007 ya fui a Sanlúcar con la intención de profundizar un poco más en sus encantos, pero los cantos de sirena de Bajo de Guía volvieron a atraerme y, aunque me adentré por primera vez en el centro de la ciudad gaditana, no llegué más que a echar un vistazo a su parte baja. Catorce años después, por fin he llevado a buen puerto una visita decente... y ello sin renunciar a ir a la playa y a pegarnos un homenaje en el barrio marinero. Realmente, han sido dos días muy aprovechados.
Sanlúcar de Barrameda cuenta con 68.000 habitantes y su principal particularidad es que está ubicada junto a la desembocadura del Río Guadalquivir. Lo que sucede es que se extiende solo por una de las márgenes de esa desembocadura. La otra orilla, en cambio, es tierra virgen, ya que hasta ella llega el extremo oriental del Parque Nacional de Doñana. Por su privilegiada situación, la ciudad jugó un papel destacado en los viajes de Cristóbal Colón y en la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano. Por las aguas de su puerto pasaron centenares de navíos que venían de América e iban a Sevilla, y a la inversa. Dada su posición, habría sido raro que en Sanlúcar no hubieran conservado vestigios de ese trajín. Realmente, sí han quedado rastros, pero, como digo, muchas veces se ven eclipsados por su privilegiada posición en uno de los extremos de la Costa de la Luz.
No voy a mentir y tengo que reconocer que nosotros, durante el fin de semana sanluqueño del que voy a escribir, teníamos intención de ir mucho a la playa. Ana y Julia no hubieran permitido otra cosa. De hecho, tan asumido tenía yo que esa era nuestra intención, que no me comí el coco y no hice ni intención de programar visitas turísticas. Pasear por el Barrio Alto, para completar mi idea parcial de como está conformado el casco urbano de Sanlúcar, era todo mi objetivo. Sin embargo, esta vez fue María la que cogió el testigo y reservó entradas para el Castillo de Santiago y para las Bodegas Barbadillo. Luego, eso sí, tras pasar dos mañanas de intenso turismo, los medios días y las tardes los pasamos en modo playero. Además, para no faltar a la tradición, cenamos en Bajo de Guía el sábado.
Con respecto los planes turísticos, lo primero que hicimos durante las dos mañanas fue caminar bastante. Nuestro apartamento estaba en la zona oeste del centro de la ciudad, estratégicamente situado para que fuera cómodo ir a pie, tanto a la playa como al casco histórico. De este último, el viernes, al poco de llegar a Sanlúcar, ya pude ver la parte del Barrio Bajo que conocía de visitas anteriores, que es la que lleva desde la costa hasta la Plaza del Cabildo.
El viernes la Plaza del Cabildo era un hervidero, pero el sábado y el domingo por la mañana tuvimos la oportunidad de verla mucho más tranquila. La misma es el corazón de Sanlúcar. En el siglo XVI se denominaba Plaza de la Ribera, porque aún estaba al borde del mar, antes de que este empezara a retroceder.
Caminando también nos movimos un poco por otras partes de esa zona baja. Sin embargo, esta vez no nos quedamos ahí, sino que subimos, por la Calle Bretones y la Cuesta de Belén, al Barrio Alto, donde está el Castillo de Santiago y la Iglesia de Nuestra Señora de la O, así como las Bodegas Barbadillo. Todas esas cosas no tienen mucho que ver entre ellas, pero sí son reflejo de la pujanza sanluqueña a lo largo de la historia. En la ciudad gaditana son muchas las calles que se merecen un paseo.
Por lo que respecta al Castillo de Santiago, el mismo es de titularidad privada, pero eso no evita que esté rehabilitado y cuidado con mimo.
La fortaleza data del siglo XV y ofrece varias particularidades que me gustaron mucho. La primera es un pasadizo subterráneo secreto que conducía al Palacio de los Duques de Medina Sidonia. De él se conservan solo 40 metros, que llegan hasta la parte baja de unas casas vecinas.
Por lo visto, había otro ramal del túnel que llevaba hasta el mar, pero el mismo está tapado. Otro detalle del Castillo que merece ser destacado es que, desde lo alto de la Torre del Homenaje se observan unas espectaculares vistas de Sanlúcar y de sus alrededores.
La impecable Torre del Homenaje tiene tres pisos. El de arriba está vacío, pero en los otros dos se muestra una interesante colección de cartografía histórica. La planta baja es la que está montada de una manera que recuerda más a su papel original.
Por último, otras dos salas de la fortificación albergan el Museo del Traje y el Museo de las Armas. Ambos son pequeños y me llamaron menos la atención, pero no dejaron de resultar curiosos. En cualquier caso, el estado del Castillo en sí mismo lo convierte en un lugar digno de ser visitado.
La Iglesia de Nuestra Señora de la O, por otro lado, la vimos abierta por casualidad, cuando íbamos a las bodegas. Dentro, me llamó la atención su recargadísimo altar mayor y la capilla donde ser conserva el Cristo de la Vera Cruz, que es obra del imaginero barroco Francisco de Ocampo.
Con respecto a las Bodegas Barbadillo, si el Castillo de Santiago es un ejemplo del papel sanluqueño en época moderna, las mismas son reflejo de su importancia presente, cimentada en la producción de vinos, sobre todo de manzanilla. La manzanilla es un vino blanco y seco que se elabora exclusivamente en Sanlúcar de Barrameda, ya que necesita de las condiciones climáticas que se dan allí, para adquirir sus características particulares y diferenciadoras. De las muchas bodegas que producen manzanilla en la ciudad gaditana, una de las más renombradas es Barbadillo, que es un referente desde 1821. Despacha la friolera de 75 millones de litros de vino al año.
La visita guiada a Barbadillo me resultó muy interesante. En total, esta empresa vinícola cuenta con 75.000 metros cuadrados de bodegas, repartidas por Sanlúcar. Nosotros vimos unas cuantas, que están ubicadas en el emplazamiento central de la compañía.
Durante la visita me enteré de hasta que punto es importante la humedad, la temperatura y las corrientes de aire a la hora de definir el carácter de un vino. Una cosa me quedó muy clara, y es que el arte de hacer buenos caldos es extremadamente complicado.
El colofón perfecto a la visita fue la cata. El producto estrella de Bodegas Barbadillo es la manzanilla y, por ello, en la degustación no faltó una copa de Solear, su marca estándar de este tipo de caldo. A mí ese vino tan seco me recordó a la Feria de Abril de Sevilla, que es el único sitio donde lo he tomado. También saboreamos una manzanilla de crianza más larga, llamada Pastora. Las otras dos copas, sin embargo, fueron de otras clases de vino: por un lado, nos dieron a probar un blanco joven, denominado Castillo de San Diego, que es uno de los iconos de Bodegas Barbadillo, y por otro acabamos con un cream cuyo nombre es Eva. El cream es un vino que surge de la fusión de otros dos. En concreto, Eva tiene un 60% de oloroso seco y un 40% de Pedro Ximénez, que es más dulce.
La variedad de productos que comercializa Bodegas Barbadillo es enorme. Nos dieron a probar cuatro, en ayunas, y ya con eso nos acercamos al límite de lo tolerable, aunque no llegó la sangre al río. Ana y Julia, que no alcanzaron a entender del todo como es el complejo proceso de la producción de vino, y que, como es lógico, no cataron los caldos, se aburrieron un poco, pero yo, pese a que soy mas aficionado a la cerveza que al zumo de uva, disfruté mucho.
Al margen de lo comentado, otro lugar al que fuimos y que me gustó fue el Mercado de Abastos. Está en la Calle Bretones y nos lo encontramos de camino al Castillo de Santiago. A la vuelta nos detuvimos a comprar fruta.
Aparte, Sanlúcar destaca por lo bien que se come allí y, como ya he dicho, es conocida sobre todo por ese particular. Yo creo que en Andalucía occidental no hay nadie que no haya ido alguna vez a darse un homenaje a Bajo de Guía. Personalmente, no recuerdo donde comí las veces que fui, en el año 2007, en el 2000 y antes, pero el pasado sábado nos detuvimos en el Restaurante Avante Claro. Viniendo desde la zona céntrica sanluqueña es uno de los primeros negocios de restauración que uno se encuentra.
Tengo que decir que nos sentamos en Avante Claro porque vimos que tenía un sitio libre. Llegamos a Bajo de Guía con hambre y en hora punta, por lo que nos arriesgamos a quedarnos en el primer hueco que vimos. Pese a esto, no me pude ir más contento. A pesar de que estábamos en un lugar evidentemente turístico, ubicado en un emplazamiento maravilloso, no solo no nos clavaron, sino que cenamos los cuatro por 50 euros, sin renunciar a nada. El camarero que nos atendió, además, se mereció un diez. Fue profesional, eficiente y amable. Luego he visto que, en Tripadvisor, el Restaurante Avante Claro está situado en el séptimo puesto de los 194 negocios sanluqueños registrados, por delante incluso de eminentes restaurantes como Casa Bigote o Casa Balbino. No me extraña.
Más allá de eso, los otros dos lugares donde comimos estaban en la Plaza del Cabildo, es decir, en el meollo de Sanlúcar. En ambos volvimos disfrutar de dos buenas experiencias, por relativamente poco dinero y disfrutando de un servicio modélico. Más mérito tiene, si cabe, que esto fuera así en Casa Balbino, porque estamos hablando de un restaurante que es santo y seña en el Barrio Bajo. Tanto que, a pesar de que tiene medio centenar de mesas repartidas por la Plaza del Cabildo y por la Calle de La Victoria, se forman colas para pillar sitio. En nuestro caso, para cenar el viernes no quisimos esperar. No obstante, el domingo a mediodía, intrigados por semejante éxito, sí hicimos una cola de diez minutos para coger mesa. No nos arrepentimos, dado que volvimos a pagar poco, teniendo en cuenta lo que pedimos, y comprobamos otra vez que allí el servicio, al igual que en Avante Claro, es profesional al máximo. No se como será en otros negocios sanluqueños, pero en los que catamos es evidente que no contratan a cualquiera para salvar la temporada de verano. Ser un buen camarero no tiene nada de fácil, sobre todo cuando se trata de ocuparse de terrazas atestadas de gente. En Casa Balbino y en el Restaurante Avante Claro a nosotros nos atendió la crème de la crème de la profesión.
En la Plaza del Cabildo, el viernes por la noche, precisamente cuando no quisimos esperar la cola de Casa Balbino, acabamos en La Rubia del Sur, que es el bar que está abierto justo al lado. A las 9 de la noche, que fue cuando nos acercamos a la repleta terraza de Casa Balbino, las mesas de La Rubia del Sur estaban casi todas vacías. En primera instancia nos pusimos en la cola de Balbino. Sin embargo, mientras dudábamos sobre si esperar o no, un camarero de La Rubia del Sur vino adonde estábamos para intentar captar algún cliente, robándoselo a su ilustre vecino. La verdad es que nos dio lástima, porque nos dijo que llevaban abiertos apenas unos meses, y además teníamos hambre. En consecuencia, terminamos cediendo y cambiamos una cena en un mítico lugar por otra en su equivalente pobre. Al final, en La Rubia del Sur la terraza se llenó, pero su volumen de negocio, comparado con el de Casa Balbino, fue irrisorio. Espero que les vaya bien, porque nos atendieron genial y comimos rico por poco dinero, aunque perdieran el duelo de tortillitas. En efecto, en Casa Balbino la especialidad son las tortillitas de camarones y nosotros íbamos haciendo jugos pensando en ellas, por lo que, pese a que cambiamos de destino, no dejamos de pedirnos una ración de esa especialidad gaditana tan típica. Las de La Rubia del Sur estaban buenas, de hecho fueron notables (son las de la segunda foto que he puesto justo abajo). No obstante, el domingo, cuando finalmente logramos coger sitio en Balbino, probamos allí sus célebres tortillitas y comparamos. La conclusión es que es imposible competir con ellas (son las de la foto inmediatamente inferior). Sin dudar, les tuvimos que dar un rotundo sobresaliente.
En la Plaza del Cabildo el domingo también hicimos una parada en Helados Toni, toda una institución que despacha helados muy recomendables desde 1896.
Por otro lado, nos alojamos en un apartamento que pillé por Airbnb. Teniendo en cuenta que he estado ya en casi cuarenta sitios reservados a través de esa web, tengo cierta habilidad para encontrar buenas gangas gracias a ella, pero si en Valladolid hace unas semanas fallé, por desconocimiento, en la ubicación del loft, en Sanlúcar de Barrameda se me fue la mano con el tamaño del lugar. No obstante, el mismo estuvo situado en unas casas muy curiosas que han resistido el paso del tiempo, dado que parecen viviendas tradicionales de hace muchos años. Ahora conforman una especie de barrio en miniatura, que ha quedado rodeado de construcciones más modernas.
La verdad es que el apartamento estuvo en un sitio curioso y para dormir fue suficiente, pero era demasiado pequeño y en él apenas nos podíamos mover. Por eso, acabamos haciendo todas las comidas fuera, incluidos los desayunos. El sábado, camino del Castillo de Santiago, desayunamos en Casa Dueñas. Ese día decidimos darnos un homenaje de los buenos, sin mirar la cartera, de manera que las niñas y María pidieron una tostada entera de jamón cada una. Ana y Julia también se tomaron un zumo de naranja por cabeza. La consecuencia es que pagamos 25'60 euros. Sin embargo, mereció la pena, porque estuvimos sentados en la Calle Ancha, la principal arteria del centro de Sanlúcar.
Además, el jamón fue de una calidad exquisita y el veterano camarero que nos atendió fue, como sus colegas del Avante Claro y del Balbino, un fuera de serie. Estaba solo, para encargarse de todas aquellas mesas, pero le fue dando salida a las comandas a buen ritmo. Como se puede comprobar, el nivel de la profesionalidad en la hostelería en Sanlúcar me ha dejado sorprendido. No se si es que he tenido suerte, pero lo que yo he visto ha sido de categoría.
Más normal en todo los sentidos fue el desayuno del domingo. Ese día decidimos no irnos tan lejos y nos detuvimos pronto en la Cafetería Nao Victoria, uno de los bares más cercanos a nuestro alojamiento. Allí vivimos el típico ambiente matutino de desayuno playero, que es entrañable, pero que a la vez es muy poco lustroso. Las niñas y María se tomaron unos churros y yo una simple tostada con un café. Fue caro y en esta ocasión la calidad de los productos y la ubicación no fue la coartada.
Para acabar, tengo que hacer mención al hecho de que, con la visita a la sanluqueña Playa de La Calzada, he sumado un arenal más a la lista de playas de Cádiz que conozco. Ya son 24, de las 101 que dije que tiene la provincia, cuando escribí el post sobre Conil de la Frontera. La Playa de La Calzada también es llamada Playa de Las Piletas (en algunos sitios dicen que son dos diferentes, no una sola con dos nombres alternativos, pero me voy a ceñir a la versión oficial). Yo en el pasado me había asomado a ella, entre otras cosas para ver las carreras de caballos, pero realmente nunca había estado allí en plan playero.
En definitiva, durante el finde no perdimos la oportunidad de profundizar en los encantos de Sanlúcar de Barrameda, pero también teníamos que explotar bien la playa y así lo hicimos. El sábado comimos en ella y nos pegamos cinco horas allí, las de más calor. Digamos que vivir un día playero hardcore fue el precio que tuve que pagar por querer hacer turismo. Me gusta estar cerca del mar, pero por la mañana prefiero hacerlo solo hasta las dos y, por la tarde, mis horas favoritas van desde las seis hasta el atardecer, quitándome del calor en las horas centrales, para almorzar y para descansar. Sin embargo, ese programa era incompatible con las visitas, que para mi eran una prioridad, por lo que opté por adaptarme al plan radical que tanto le gusta a mucha gente, y que implica desembarcar en la playa cumplida la media mañana, comer en la arena y cascarse en ella las horas de la digestión, en las que el sol cae a plomo. El domingo, además, se levantó el levante y pegaba el viento, por lo que tuve que echarle algo de moral. Tampoco importó. Realmente, me lo pasé bien y el primer fin de semana estival fue una gozada. El verano continúa, pero será ya en un ambiente totalmente diferente...
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado SANLÚCAR DE BARRAMEDA.
En 2000 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 42'8% (hoy día 78'6%).
En 2000 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 16'7% (hoy día 35'7%).
En 2000 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 42'8% (hoy día 78'6%).
En 2000 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 16'7% (hoy día 35'7%).
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado SANLÚCAR DE BARRAMEDA.
En 2000 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 22'7% (hoy día 56'8%).
Visitado SANLÚCAR DE BARRAMEDA.
En 2000 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 22'7% (hoy día 56'8%).
En 2000 (primera visita consciente), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 4'2% (hoy día 20'7%).
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