30 de abril de 2023

PUNTA UMBRÍA 2023

No esperaba ir a Punta Umbría esta primavera, y, realmente, aunque he ido dos veces en menos diez días, ambas visitas han sido bastante fugaces, por lo que me podría haber ahorrado el post. Sin embargo, si no lo hubiera escrito, habría condenado al olvido a unos cuantos momentos que han merecido mucho la pena, por lo que me he tomado la libertad de dedicarles unas palabras, y también algunas fotos.


En verano estuvimos una semana en Punta Umbría. Ya lo recuerdo con nostalgia. Antes, en junio de 2020, pasamos allí uno de los primeros findes en los que pudimos traspasar los límites provinciales, después del confinamiento. Esas dos estancias tan entrañables están grabadas a fuego en mi memoria, por lo que no me ha supuesto ningún suplicio volver al pueblo ahora, y rememorarlas. Para mí, Punta Umbría se ha convertido en un lugar especial. No obstante, los dos desplazamientos de los últimos días han venido dados por una situación sobrevenida, a la que he tenido que hacer frente, y que no estaba relacionada con el ocio propiamente dicho. Otra cosa es que haya hecho de la necesidad una virtud.

El caso es que mis padres viven a dos pasos de la Feria de Abril de Sevilla, y decidieron que no querían estar en su piso durante esa semana festiva, en la que el caos se apodera del barrio donde residen. Por eso, buscando un lugar tranquilo, alquilaron en Punta Umbría un apartamento muy coqueto. Yo, el primer sábado fui a ayudarles a aterrizar allí, y, al siguiente, me he desplazado para echarles un cable con la partida. En realidad, este segundo día he hecho poco, porque mi madre lo tenía todo empaquetado cuando llegué, pero me he podido asegurar de que la salida se ha realizado con orden. De cualquier modo, sobre esto tampoco es menester entrar en detalles. Lo que quería contar viene a continuación.

Resulta que en verano ya visité la mayoría de enclaves destacados de Punta Umbría. Allí, algo me queda por conocer, pero sabía que esta vez no iba a ser la más oportuna para hacerlo. Lo primordial era cumplir con el objeto del viaje. Sin embargo, hay tiempo para todo, o suele haberlo. En esta ocasión, lo ha habido, porque he comido, en buena compañía, en dos sitios que se merecen unas palabras, he disfrutado de un par de deliciosos ratos en la Playa de Punta Umbría, y he podido recorrer las calles de la parte del casco urbano de Punta Umbría que están en su punta, valga la redundancia. 


Con respecto a la Playa de Punta Umbría, la misma ya es, por derecho propio, una de mis favoritas. Su amplitud es impresionante, hasta el punto de que no parece una playa urbana.


Esta vez no he podido bañarme. De hecho, el primer día hacía tanto viento, que tuve que protegerme bien para lograr tumbarme en la arena.


No pasa nada. Después de comer buscamos un sitio resguardado, y el viento no impidió que me echara una pequeña siesta. Eso sí, me levanté medio sepultado. Los que de verdad agradecieron el ventoso día fueron los windsurfistas y los kitesurfistas. Menudos máquinas...


El segundo día la cosa fue diferente. Tampoco pude bañarme, no soy tan valiente, pero sí disfruté del sol al descubierto.


En realidad, lo más destacado de las dos escapadas a Punta Umbría fueron los homenajes que nos dimos a la hora de almorzar. Ambos, además, estuvieron precedidos de su correspondiente aperitivo. El primer sábado, las cervezas, los refrescos y las patatas fritas de la una de la tarde nos las tomamos en el mismo sitio donde comimos. Fue en el Restaurante Miramar.




Como se puede comprobar, el nombre del restaurante está bien elegido. Se encuentra a pie de playa, pero su comedor es interior. Eso hace que, aunque haya en él gente en chanclas y en bañador, también abunden los comensales vestidos de calle. Nosotros, incluso coincidimos con la celebración de una primera comunión. Como el local es enorme, hubo sitio para todos. Aparte, nos comimos una paella notable. Me pareció que tenía algo más de sal de la cuenta, pero el arroz estaba en su punto. Fue un rato muy agradable.

El segundo día, en cambio, el aperitivo y el almuerzo nos los pegamos en lugares distintos, dado que acabamos pronto con la faena y pudimos darnos una vuelta, que nos llevó a la Calle Almirante Pérez de Guzmán, así como a la Plaza Pérez Pastor. Realmente, detrás del nombre de la mencionada calle se esconde el paseo marítimo de Punta Umbría.


La Calle Almirante Pérez de Guzmán y la Plaza Pérez Pastor dan a la Ría del Odiel, que está en el lado opuesto de la punta, al de la Playa de Punta Umbría. En la citada plaza nos tomamos una caña, mirando a los barcos del puerto deportivo, pero después, para comer, cambiamos de vertiente y acabamos en el Chiringuito Calypso.


El Chiringuito Calypso tiene una curiosa particularidad, y es que solo se ve desde la playa. Yo me había fijado en él el día anterior, casi por casualidad, y por eso sabía de su existencia, pero no tiene acceso desde la calle, ni está indicada su presencia por ese lado. Dando a la calle, lo que se anuncian son los Apartamentos Calypso, cuya entrada está situada en una casa normal, igual a las demás de la hilera. Pues bien, detrás de ese alojamiento turístico, mirando a la playa, se encuentra el chiringo. Supongo que se puede llegar a él atravesando la recepción de los apartamentos, pero como no ponía nada en la puerta, nosotros dimos la vuelta a la manzana, por pura intuición, y llegamos hasta la terraza andando por la arena. No vimos ni un cartel, por lo que fuimos a ciegas, hasta que ya oteé el nombre del establecimiento en el lateral del toldo. Todo muy raro. Luego resultó que el restaurante es normal. En él, nos sirvieron con una amabilidad digna de elogio, y comimos de lujo. Nos pedimos unas papas aliñás que estuvieron entre las mejores que he tomado en mi vida, unas coquinas riquísimas y una dorada a la plancha también sobresaliente. No se puede pedir más.

En resumen, a la hora de comer no nos privamos de nada. En relación con Punta Umbría como pueblo, los dos días que estuvimos por allí paseamos por su extremo este, que es el que queda dentro del círculo, en la imagen que he puesto arriba. Punta Umbría es un pueblo con todas las de la ley, pero esa parte se ve que es la que está dedicada a las viviendas vacacionales, porque se encontraba extremadamente tranquila.


Yo, por ese sector del pueblo no me había movido en ninguna de mis visitas anteriores, por lo que estuvo bien la posibilidad de hacerlo. El segundo día, llegamos hasta la zona de la ría, como ya he dicho, e incluso alcanzamos el principio de la Calle Ancha, que es la que vertebra la parte del pueblo que permanece más ajena a la estacionalidad, pero no llegamos a recorrerla. También pasamos por la Calle Lepanto, a la cual se asoma la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, que creo que es el único edificio relevante de Punta Umbría que me falta por conocer. Por desgracia, estaba cerrada.


En definitiva, esta estancia en Punta Umbría se centró más en la vertiente culinaria del turismo, que en la de las visitas, pero comer bien, allá adonde voy, también es un placer para mí, por lo que disfruté mucho. En todo caso, este pueblo onubense siempre se merece unas palabras.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado PUNTA UMBRÍA.
En 1996 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 5%  (hoy día, confirmada ya esta visita en 2007, 30'4%).
En 1996 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 2'5% (hoy día, confirmada ya esta visita en 2007, 21'3%).


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres comentar algo, estaré encantado de leerlo