En 1991, tuve la suerte de pasar una semana dándole la vuelta a la isla de Ibiza en un barco de vela. Aquella experiencia fue alucinante, y me permitió ver parajes naturales de ensueño.
Por aquel entonces no había cumplido todavía 14 años, y aunque guardo un montón de recuerdos en la mente, relacionados con los sitios que vi y con lo bien que me lo pasé, por desgracia los tengo casi todos descontextualizados. En mi memoria conservo imágenes de aguas cristalinas, de bellos acantilados y de calitas paradisiacas. También me acuerdo de alguna que otra playa llena de gente. Sin embargo, esos lugares no puedo ponerlos en un mapa. Solo tengo conciencia de haber estado en la ciudad de Ibiza, al inicio y al final de la travesía. No obstante, antes de embarcarme no salí del Puerto. En cambio, al regresar a él sí nos dimos un paseo nocturno por sus alrededores, pero la verdad es que tampoco tuve tiempo de ver nada. En consecuencia, la de la pasada semana ha sido mi primera visita real a Ibiza capital.
Ibiza es una ciudad de 51.000 habitantes, que se ubica en la isla del mismo nombre, en la cual viven unas 151.000 personas. Lo normal, cuando uno va a la mayor de las Islas Pitiusas, es moverse por toda ella, ya que tiene una superficie muy abarcable. Nosotros, en esta ocasión nos tuvimos que conformar con quedarnos en la capital. No importa, porque he comprobado que tiene suficientes atractivos, como para acaparar la atención en exclusiva, al menos durante un fin de semana.
No puedo negar, para empezar, que yo tenía ciertos prejuicios con respecto a Ibiza. Sin pensarlo mucho, lo consideraba un destino lleno de pijos de diversas nacionalidades y pelajes (desde pseudo hippies y fiesteros, a nenes ricos por las buenas). Tan sesgada era mi impresión, que no me había parado a informarme de que el centro de la ciudad de Ibiza está declarado Patrimonio de la Humanidad. Luego, además, me ha gustado el ambiente. Es verdad que he visto la localidad en temporada baja, y que no me he paseado por la isla, pero, aun así, la gran mayoría de la gente con la que me he cruzado ha sido totalmente corriente.
Hay que decir, llegados a este punto, que yo he ido a Ibiza a disputar una competición deportiva, y eso ha marcado mi estancia. En concreto, he participado en la Ibiza Media Maratón. De mi experiencia en esta carrera hablaré en el próximo post. De momento, solo voy a comentar que la prueba dio comienzo el sábado a las 18'00 horas, por lo que mis ratos de turismo se centraron en el viernes por la tarde y en la mañana siguiente. Para alojarnos, optamos por el hotel que ofrecía la organización del evento, que resultó ser una magnífica elección, sobre todo por las impresionantes vistas que había desde la terraza de la habitación.
Aparte, las instalaciones del Hotel Ibiza Playa estuvieron muy bien, así como su desayuno bufé. Por último, su ubicación fue excelente, de cara a participar en la carrera, pero también me pareció una gozada estar tan cerca de la Platja de Ses Figueretes, aunque en el agua solo me atreviera a meter los pies.
La isla de Ibiza solo tiene cinco municipios, y el de la capital homónima es el más pequeño, con diferencia. Por eso, apenas si cuenta con tres playas, y una la comparte con Sant Josep de Sa Talaia. La de Ses Figueretes, que parece ser la playa por excelencia de la ciudad, mide 450 metros y está dividida por varios espigones.
Nuestro hotel estaba situado en primera línea de playa, junto al extremo derecho del tramo de la izquierda. Desde la arena, el edificio se veía perfectamente.
Dada la ubicación de la Platja de Ses Figueretes, me imagino que en verano estará atestada de gente, pero en abril a mí me ha parecido encantadora.
Por otro lado, esta playa da nombre al barrio de Ses Figueretes, que es muy particular y está muy bien definido. En efecto, la Avinguda d'Espanya y la Avinguda de Sant Jordi lo delimitan por el norte, por el este llega hasta el Carrer del Quarto de Portmany, y por el oeste termina en el Carrer de Ramón Muntaner.
Todo el frente sur del barrio se encuentra ocupado por la Platja de Ses Figueretes, y su interior está conformado por un cuadriculado conjunto de calles, edificadas a partir de los años 50 del siglo pasado.
Por lo visto, Ses Figueretes fue, desde su origen, un barrio de corte turístico, pero la oferta degeneró, y la zona acabó acaparando a los visitantes más chungos. Por fortuna, el perfil se recondujo, y ahora es un vecindario multicultural, en el que hay personas de muchas nacionalidades, que se mezclan, sin problema, con los guiris que buscan la costa. Por eso, en Ses Figueretes coexiste el típico ambiente de barriada, con el ecosistema playero montado para los turistas.
Dado que nosotros no llevábamos presupuestados grandes estipendios en comidas, nos olvidamos de consumir en los atractivos bares y restaurantes de la zona céntrica de Ibiza, y optamos por hacer uso de la oferta culinaria de Ses Figueretes, que aparentaba ser bastante más económica. No digo que no tenga ganas de volver a la ciudad, para pegarme algunos selectos homenajes gastronómicos, pero también tengo que reconocer que las dos cenas, en sendos negocios de la Avinguda d'Espanya, fueron magníficas. De hecho, la pizza que tomé en el Restaurante Pizzería Farina Santa ha quedado como una de las mejores que he degustado en mi vida.
En Farina Santa no solo saboreé una genuina Pizza Napoletana, servida por un staff plenamente italiano, sino que pude regarla con una auténtica birra Peroni. Fue una gozada de cena. Al día siguiente, caímos de nuevo en las redes de la cocina italiana, pero esta vez el restaurante, llamado La Piccola Fiorentina, en apariencia estaba regentado por sudamericanos, y todos los clientes que que vi parecían provenir de América Latina. La decoración del pequeño local y el ambiente eran de pizzería de barrio. Allí también estuvimos muy a gusto, y el plato de Espaguetis a la Boloñesa que comí me gustó mucho.
Hubo otro tercer negocio de la Avinguda d'Espanya en el que tomamos algo. En este caso, fue una cafetería, llamada Harinus. En ella me pedí un Capuccino. Como hacía una buena tarde, nos sentamos en la terraza, sobre la acera de la calle que ejerce de columna vertebral de Ibiza.
Aparte, la última noche cambiamos de tercio, y nos bebimos un par de botellines de Heineken, cada uno, en un auténtico bar de guiris, llamado Café de Hoeck. El sitio me gustó, claro, porque me encantan los pubs cerveceros. Este, además, también tenía una agradable terracita sobre la acera del Carrer de Formentera.
Sin embargo, a pesar de todo lo que me he explayado con Ses Figueretes, el protagonismo en la ciudad de Ibiza lo acaparan otros tres barrios, que nosotros nos pateamos bien. Son Dalt Vila, que es la zona fortificada, S'Alamera y La Marina. Estos dos son llanos, y flanquean la Muralla de Dalt Vila por el norte.
En S'Alamera, que se extiende al final de la Avinguda d'Espanya, destaca el Passeig de Vara de Rey, que es uno de los ejes de la vida ibicenca. La Ibiza Media Maratón acabó en él.
Por lo que respecta a Dalt Vila, este barrio es, sin duda, el que hace brillar a Ibiza. No en vano, en 1999 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad una serie de enclaves de la isla ibicenca, y entre ellos estaba el casco histórico de la capital.
Dalt Vila significa, literalmente, Ciudad Alta. El barrio se corresponde con la antigua población amurallada, y se desparrama sobre una pequeña colina, que se asoma al Mar Mediterráneo.
Ibiza fue fundada por los fenicios en el siglo VII antes de Cristo, y vio pasar por sus calles a cartagineses, romanos, bizantinos y árabes, dada su posición privilegiada. En agosto de 1235, pasó a integrar el Reino de Aragón. Años después, el antiguo cercado árabe ya se había visto desbordado, y en tiempos de Felipe II toda la ciudad fue rodeada por otra gran muralla, que aún se conserva intacta, y que es la que delimita con claridad Dalt Vila, puesto que envuelve con bastante exactitud el promontorio sobre el que se asienta el meollo de Ibiza. A los pies del mismo, y más allá, la población ha seguido creciendo, pero el casco viejo está perfectamente acotado.
Cinco son las puertas que permiten el acceso a Dalt Vila. Nosotros entramos por la Portal Nou, que se puede considerar como la segunda en importancia. Da al oeste, y se encuentra en el extremo opuesto de la parte de la Muralla que está frente al mar.
En nuestro caso, tras un buen paseo, salimos de Dalt Vila por la Portal de Ses Taules, que es la puerta más importante. Da a La Marina, y tiene hasta un puente levadizo.
Si se accede al recinto fortificado viniendo desde La Marina, tras atravesar la Portal de Ses Taules uno se encuentra una llamativa Plaza de Armas, en la que se apostaba el cuerpo de guardia. En la actualidad, ese enclave se conoce como El Rastrillo.
A continuación de El Rastrillo, separada de él por un muro, que tiene un pórtico, se abre la Plaça de Vila, que es uno de los centros neurálgicos de Dalt Vila. Si se va con pelas, es un buen sitio para pegarse una alegría, en alguno de los restaurantes que allí hay.
Para llegar desde la Portal Nou hasta la Portal de Ses Taules, se puede callejear acortando, o bien se puede dar un maravilloso paseo de baluarte en baluarte, siguiendo el adarve de la impresionante Muralla, lo que permite ir disfrutando, a cada rato, de unas maravillosas panorámicas del mar y de la propia ciudad.
Nosotros, lo de recorrer la Muralla es lo que hicimos, aunque avanzamos en sentido inverso al lógico. Así, María y yo fuimos de la puerta secundaria a la principal, de manera que, después de atravesar la Portal Nou y dejar atrás el Baluarte de San Pedro, el cual no vimos, comenzamos a bordear por dentro el lienzo oeste del cercado. Al principio, había casas pegadas a este, pero pronto pudimos ir salvando el tremendo desnivel pegados al muro.
Siguiendo la Muralla, vimos sucesivamente el Baluarte de San Jaime (abajo, en la primera foto), el Baluarte de San Jorge (en la segunda) y el Baluarte de San Bernardo. El Baluarte de Santa Tecla se halla a continuación, pero no lo pisamos. Todos dan al sur, están muy bien conservados, y son bonitos en sí mismos. Además, las vistas desde ellos merecen mucho la pena.
Pese a que todo el recorrido por la Muralla nos ofreció preciosas vistas, solo en el Mirador del Poeta Mariá Villangómez, que mira al este, vi que se homenajeara a ese hecho con la creación de un mirador.
También en la Plaça de la Catedral, no muy lejos del Baluarte de Santa Tecla, hay un lugar desde el que se divisa un espectacular panorama.
El conjunto de baluartes se completa con el de Santa Lucía y con el de San Juan, que son los dos que dan al norte. El primero es el mayor de todos, y posibilita que pueda uno alejarse un poco de la zona más alta de Dalt Vila y contemplarla con perspectiva.
En todo este tour perimetral, también es menester hacer una parada en el Cavaller de Sant Lluc. Esta estructura se encuentra ubicada sobre el Baluarte de San Pedro y la Portal Nou, y estaba destinada a darle un extra de protección a ese estratégico punto de la Muralla. La misma nosotros la recorrimos el viernes por la tarde, pero ese enclave nos lo habíamos dejado atrás, por lo que volvimos el sábado por la mañana para echarle un vistazo.
La entrada que da la Plaça de la Catedral era una ventana en origen (en la foto superior, es la que se abre en la fachada blanca), y da acceso, hoy día, a la Oficina de Turismo. Por su parte, la puerta de la Casa de la Cúria que da al Carrer Mayor, permite acceder al nivel inferior del inmueble. Allí está montado el centro de interpretación, que busca dar a conocer la historia de la ciudad en el Medioevo, cuando se convirtió en una de las principales centinelas del Mediterráneo occidental.
Más allá de los lugares concretos que se merecen una visita en Dalt Vila, el casco histórico de Ibiza está conformado por un dédalo de pintorescas calles que conviene recorrer.
De los tres barrios que decía antes, que acaparan el protagonismo en Ibiza, el tercero es La Marina. Está formado por el conjunto de calles y de casas, que se encuentran entre Dalt Vila y el Puerto de Ibiza. Su epicentro es la Plaza de la Constitución.
La Marina es un barrio con mucha miga, por el que solo nos dimos un breve paseo. Aparte, hay otras zonas de la capital que se nos quedaron el tintero. Pese a esto, lo cierto es que los dos días que echamos en Ibiza me han permitido tomar verdadero contacto con la ciudad, a la espera de poder profundizar en ella en el futuro.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado IBIZA.
En 1991 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales visitadas en Islas Baleares: 33'3% (hoy día, confirmada ya esta visita, 50%).
En 1991 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 8% (hoy día, confirmada ya esta visita, 36'3%).
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