27 de abril de 2024

IBIZA MEDIA MARATÓN 2024

Tengo el propósito de correr, al menos, una media maratón en cada una de las 50 provincias de España, además de otra en Ceuta, otra en Melilla y otra en Portugal. Sin embargo, desde que escribo este blog, no había avanzado nada en este reto, hasta ahora.


En efecto, el pasado domingo terminé la Ibiza Media Maratón, y ya puedo sumar Islas Baleares a la la lista de provincias en las que he finiquitado una prueba de 21.097 metros.

En parte, llevaba casi una década sin avanzar en este proyecto, porque no ha sido una prioridad hacerlo, pero también es cierto que los dos intentos que he protagonizado, desde 2016, para sumar alguna nueva provincia al listado, acabaron en fracaso. No he llegado a pensar que estuviera gafado, porque, aunque en Albacete y en Getafe pegué el petardazo, la verdad es que, en estos años, he corrido sin percances otras medias maratones. Lo de esas dos carreras, en las que no llegué a cruzar la meta (en Getafe, ni siquiera tomé la salida, pese a haberme ido hasta allí), fue solo mala suerte. Sin embargo, cuando decidí ir a Ibiza a retomar el reto, en mi fuero interno sabía que no tenía margen para un nuevo traspiés. Por fortuna, logré completar el recorrido de la prueba ibicenca.


El nivel de la Ibiza Media Maratón ralló muy alto. Para empezar, la organización no escatimó esfuerzos, a la hora de darle lustre a la cita. Se notó, porque el Passeig de Vara de Rey, que es una de las principales plazas de la ciudad, se dedicó al evento en plan festivo, durante todo el fin de semana. Aparte, el recorrido resultó ser una preciosidad, y la puesta a punto del circuito me pareció impecable. En ocasiones, he criticado las carreras proscritas, pero la media maratón ibicenca estuvo lejos de serlo. Además, el trato a los corredores fue exquisito, a pesar de que la salida y la meta distaban 21 kilómetros y la logística era complicada.

Por otro lado, la cita estuvo plagada de elementos novedosos, que ayudaron a hacerla especial. En efecto, me encontré con una media maratón con un punto de exotismo, por la cantidad de extranjeros (un 41'7% de los 1.600 inscritos) y por lo variado que era el origen de los españoles (había personas de 32 provincias). Resulta muy curioso, que hubiera más gente de la provincia de Barcelona, que de las propias Islas Baleares, y que los atletas italianos y los británicos fueran casi tan numerosos como los locales. Aparte, el porcentaje de mujeres superó el 40%, lo que destaca igualmente. Desde el principio, me di cuenta de que estaba inmerso en un evento diferente. 

Además, como premio extra, a pocos instantes de echar a correr me percaté de que Reyes Estévez iba a participar en la prueba.


Al ver tan cerca en la salida a Reyes Estévez me quedé alucinado. Luego, en meta incluso me crucé con él. Soy muy tímido para esas cosas, pero me hubiera gustado decirle que el día que tocó el cielo, acabando tercero en la prueba de 1.500 metros del Campeonato del Mundo de Atletismo, que se celebró en Sevilla en 1999, yo estaba en la grada. Para él, fue su segundo bronce en un Mundial, tras haber pillado chapa también en Atenas, en 1997. Era un máquina, y el que tuvo retuvo. Sin embargo, en Ibiza no corrió para ganar. Con 47 tacos ya no da para tanto, pero se marcó un brutal séptimo puesto. De todas formas, venció Ilias Fifa, otro ilustre. Coincidir con él me hizo ilusión de igual modo.

El caso es que la cita, al margen de lo deportivo, me deparó un montón de excitantes sensaciones. Para colmo, María y yo nos alojamos en el hotel oficial del evento, que resultó estar petado de corredores. Yo suelo ir por libre en este tipo de coyunturas, pero en Ibiza me apeteció no complicarme la vida, y acabamos en el Hotel Ibiza Playa. Desde el punto de vista turístico, la elección fue un acierto, como ya he contado en el post anterior, pero, aparte, me encontré hospedado en el centro neurálgico del acontecimiento, en mayor medida que las otras veces que he optado por reservar en los establecimientos que las organizaciones recomiendan. La verdad es que me vi rodeado de decenas de estilizados atletas de ambos sexos. La prueba era el sábado por la tarde, y a desayunar yo bajé con mis vaqueros y mi camiseta de Metallica, preparado para irme a dar una vuelta por la ciudad. No pensaba machacarme haciendo turismo, pero tampoco me había ido hasta Ibiza para pegarme la mañana sentado en la terraza del hotel. Yo lo tenía claro, pero eso no evitó que me intimidara un poco el desfile matutino de personas venidas de lugares variopintos, con su fina estampa, con sus piernas depiladas, con sus relojes Garmin y con sus camisetas de las más llamativas carreras. Yo no tenía una idea real del nivel de toda esa gente, pero me fui a dar un paseo con la impresión de que estaba durmiendo en una especie de villa olímpica. Luego, quedé el 198, de los 1.321 runners que tomaron la salida, así que he sacado la conclusión de que, en estas circunstancias, no es indispensable comportarse como si se estuviera a unas horas de jugar la final de Roland Garros.

De todas formas, por lo que a mí respecta, es innegable que hubo nervios en los momentos previos al pistoletazo inicial. El pellizco lo notaba, y este se vio reforzado durante el desplazamiento en autobús a la salida. La cita empezaba en Sant Josep de Sa Talaia, una localidad del interior de la isla de Ibiza, y el circuito se había diseñado para llevarnos desde allí, hasta el mismo meollo de la capital ibicenca. Por eso, la organización trasladó a los atletas al punto de partida. Lo gracioso fue que, después de un interesante trayecto, el bus nos abandonó en la carretera, a las afueras del pueblo. La zona de salida estaba en el otro extremo de la población, y no parecía haber impedimentos para que nos acercaran más, pero no lo hicieron. Tras bajarme del vehículo, yo eché a andar siguiendo a la gente, esperando que el primero de la comitiva supiera adonde iba. Como, efectivamente, alcanzamos nuestro destino sin percances, la cosa quedó en anécdota. Yo he llegado a pensar que nos dejaron en ese emplazamiento tan peculiar, para que tuviéramos que atravesar andando Sant Josep, y así le echáramos un ojo y pusiéramos el sitio en valor, dado que esta entidad local no le saca demasiado provecho al evento, pero sí es responsable de mucha de su logística, puesto que la carrera discurre, en gran parte, por sus carreteras, y además es el municipio que monta la salida.


Lo cierto es que luego he visto en un mapa que había un camino algo más corto, entre el lugar donde nos dejó el autobús y la zona de salida, pero se ve que ninguno de los que íbamos en el grupo lo sabíamos. No tiene importancia, porque teníamos tiempo de sobra. Yo, siendo sinceros, incluso agradecí el relajado paseo. 


Con respecto al área de salida, esta se encontraba muy bien delimitada, en un parking público al aire libre, ubicado al sur del centro del pueblo. En esa espaciosa zona, estaba todo muy pensado, para que no hubiera follones, se pudiera calentar con comodidad, y no faltaran letrinas.


La carrera dio comienzo a las 18'00 horas, con puntualidad británica. Como ya he comentado, su recorrido fue muy atractivo. Eso sí, el pueblo lo abandonamos enseguida.


Los primeros metros discurrieron por una carretera de una cierta entidad, pero pronto cambiamos a una secundaria, denominada Camí des Verger. Sin abandonar en ningún momento un buen asfalto, esta vía y otra algo más ancha, llamada Carrer de Porroig, nos dirigieron hacia el sur, por una zona de pinares. Algunos tramos fueron abiertos, pero, por regla general, corrimos entre árboles, lo que nos protegió del sol y del viento en ese trecho inicial de la carrera. En el kilómetro 7, cuando llegamos a Cala Jondal, giramos al este, pero la prueba circuló por un terreno arbolado hasta que dejamos de bordear el Mar MediterráneoSa Caleta, poco después del kilómetro 10.


Tras dejar atrás San Caleta, durante unos 4 kilómetros corrimos entre parcelas rurales. Sus muros no eran muy altos, por lo que pude ver que no abandonamos el campo, pero el panorama fue cambiando, mientras nos acercábamos a Ibiza. Antes de arribar a la capital atravesamos uno de los extremos de Sant Jordi de Ses Salines, una población que pertenece al municipio de Sant Josep de Sa Talaia. Ese tramo urbanizado estaba en el kilómetro 15. No obstante, como antesala de la verdadera parte urbana de la carrera, todavía quedaba recorrido campestre. La ciudad comenzó realmente cuando pasamos el puente que salva la circunvalación EI-20. Por suerte para nosotros, era la autovía la que se encontraba soterrada, y la pasarela que cruzamos no tuvo desniveles. Después de hacerlo, nos adentramos en un polígono, y luego en un barrio de pisos modernos. Habíamos llegado a Ibiza. Tras un breve callejeo, al salir a la Avinguda de Sant Josep de Sa Talaia se acabó la historia del circuito, ya que los 2.500 metros que faltaban nos condujeron por una calle recta, que pasó a denominarse Avinguda d'Espanya en un momento dado, pero que no varió ni un ápice su trayectoria, hasta terminar en el Passeig de Vara de Rey, donde estaba la meta. Ahí sí me topé con unas cuantas revueltas, pero de eso hablaré más adelante. Ahora, solo diré que el final del trazado de la media nos llevó, por la columna vertebral de Ibiza, hasta su corazón. No se le puede poner ni un pero al itinerario.

No obstante, que el recorrido fuera casi perfecto, no significa que no resultara duro. De hecho, el perfil me pareció criminal durante bastantes kilómetros. 


Sin duda, cualquiera que vea este perfil me llamará exagerado, por decir que el mismo fue muy leñero. Ciertamente, descendimos mucho más de lo que ascendimos. Sin embargo, bajar corriendo no tiene por qué ser fácil, y, además, se ve en la gráfica que el trazado fue un tanto quebrado. En efecto, en los primeros 7.600 metros nos encontramos con una sucesión de cuestas de todos los colores, que hicieron infructuoso cualquier intento por mantener un ritmo estable. A ratos, los desniveles negativos fueron tendidos, lo que, al margen del peligro que supone dejarse llevar y acelerar demasiado, debería haber favorecido el hecho de avanzar sin sobresaltos, pero esos tramos estuvieron trufados de subidas asfixiantes, cortas pero intensas, seguidas de bajadas brutales, de esas que te castigan, porque te obligan a frenar.


Ascendimos menos de lo que descendimos, sí, pero al alcanzar el punto más bajo de la carrera, poco antes de llegar al kilómetro 8, yo no había visto el momento de correr a un ritmo constante. En concreto, las peores subidas estuvieron en el kilómetro 2 y en el 3. Unos metros después de pasar el cartel del 4 hubo otra. Sin embargo, fue en la del 7 donde nos esperaba la guadaña.


A estas alturas, no voy a decir que la rampa de Cala Jondal fuera la peor que he subido, disputando una media maratón. He corrido muchas, y he visto ya de todo. Sin embargo, en una competición de dureza, yo creo que esa cuesta sí estaría en puestos de podio. Fue demoledora. Yo no me eché a caminar de puro milagro.


Afortunadamente, los 2.000 metros siguientes fueron muy favorables, y me permitieron recuperar el resuello, si bien pronto tuve que renunciar, de manera definitiva, a mis aspiraciones de engancharme y avanzar medio cómodo, porque entre el kilómetro 11 al 14 no hicimos otra cosa que subir. No obstante, pese a que, a priori, ese pedazo era el de mayor dureza de la carrera, el simple hecho de poder correr con estabilidad, aunque fuera picando arriba, me alivió. En realidad, yo no note más desniveles acusados. Luego, alternamos leves ascensos e imperceptibles bajadas. 

Para acabar, disfrutamos de un tramo final muy benévolo, por la Avinguda d'Espanya. Este me lo esperaba, porque lo conocía. Para mí, el resto del trazado había sido un misterio, y lo había ido descubriendo sobre la marcha, pero ese postrero trozo sí había visto, el día antes, que era cuesta abajo. Sin embargo, los últimos 500 metros fueron harina de otro costal, porque no me esperaba las revueltas que dimos, por los alrededores del Passeig de Vara de Rey y por su interior. Empecé a esprintar cuando vi la plaza, y luego me encontré conque me quedaba más de lo esperado. El trecho final se me hizo largo.


El sprint eterno fue la traca final de una carrera que me resultó dura, como he dicho. En ella empecé bien, pero en la primera mitad no conseguí rodar cómodo, con tanta subida y con tanta bajada. A ratitos, logré unirme a alguien y disfrutar de un pelín de estabilidad, pero fueron breves instantes, interrumpidos por desniveles constantes. Pese a esto, avancé con brío, de manera que al llegar al kilómetro 7 había logrado mantener un ritmo medio de 4:24. Luego, llegó la cuesta asesina, que salvé como pude. El punto kilométrico estaba justo en su ecuador, por lo que el desnivel afectó a los parciales del kilómetro 8 (4:53) y del 9 (4:36). El 10.000 lo hice en 45:12. No está mal, pero ya iba con la sensación de que mis piernas eran de mármol. De hecho, en la segunda parte de la prueba mi media empeoró, y tuve que pelear a muerte cada metro. Fui muy exigido, y terminé con la sensación de que había logrado esquivar la debacle, pero poco más. Para mí sorpresa, en las clasificaciones he visto que en el kilometro 10 marchaba en el puesto 199, y que atravesé la línea de meta el 198. En consecuencia, queda claro que el declive fue muy relativo. A mí me adelantó un buen puñado de gente, y no pude seguirle la estela a nadie, pero se ve que yo también fui recogiendo cadáveres. La otra alegría, al consultar los resultados, fue que comenzaron la competición 1.321 personas, y la completaron 1.297. Yo, como he señalado, entré el 198. Esa posición realza algo el modesto tiempo de 1h38:27 que logré. Estuvo lejos de mi objetivo, pero es que este lo fijé en abstracto, y en el momento de la verdad se impone siempre la realidad. El mismo Reyes Estévez venía con una mejor marca en la distancia de 1h06:09, y tenía la intención explícita de batirla, por lo que he leído. Acabó en 1h11:15. Si a uno de los atletas españoles de mayor renombre de la historia se le va el objetivo 5 minutos, como no va a pasarme a mí...

En definitiva, en Ibiza viví una de esas carrera que perduran en la memoria y en el corazón. Por disfrutar de experiencias así, es por lo que, de vez en cuando, atravieso media España para correr.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 249.
% del Total de Carreras a completar: 24'8%.

Reto Atlético 102 MEDIAS
Medias Maratones completadas: 44.
% del Total de Medias Maratones a completar: 43'1%.

Reto MEDIAS DE ESPAÑA Y PORTUGAL
Completado Media Maratón en la PROVINCIA DE ISLAS BALEARES.
En 2024, % de Provincias en las que he corrido una Media: 26'4%.


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