En junio del año pasado visité el Anfiteatro Romano de Itálica, porque quería hablar de él en este blog. En aquella ocasión, hice un somero repaso de las veces que había estado en el Conjunto Arqueológico de Itálica. También relaté la evolución histórica del antiguo asentamiento romano, y de su principal edificación, que a diferencia de las casas italicenses, nunca llegó a verse enterrada del todo, dadas sus dimensiones. Por último, describí un poco la estructura del coliseo, gracias a que lo estuve explorando con detenimiento. Pese a esto, el reconocimiento que llevé a cabo fue el estándar. Me resultó interesante, porque las ruinas se encuentran abiertas al público en gran parte, y porque, además, se pueden recorrer con independencia, pero es evidente que hubo sectores del monumento a los que no pude acceder. Entonces, tampoco me acompañó nadie que me ilustrase sobre lo que fui viendo.
El caso es que en 2023 me quedé satisfecho con la visita que realicé, y no parecía que fuera a tener la posibilidad, a corto plazo, de profundizar en el edificio. Sin embargo, hace unas semanas surgió una magnífica ocasión para ver Itálica y su Anfiteatro de una manera un poco especial. Resulta que María, que es archivera y ha desarrollado proyectos en multitud de organismos y entidades, recibió el encargo de organizar un fondo fotográfico que han donado al Conjunto Arqueológico de Itálica. En consecuencia, durante un mes y pico va a ir a currar, de lunes a viernes, a las oficinas del yacimiento, con la cosa de que ha conocido a su director, a los arqueólogos y a todos lo que trabajan en ese singular emplazamiento. Eso le dio la oportunidad de unirse a dos actividades especiales, que tuvieron lugar allí hace unos días. La segunda fue de carácter público, pero la primera fue totalmente privada. Por descontado, yo aproveché la coyuntura para engancharme a ellas, y obtener así una visión detallada de una de las mayores maravillas que nos ha dejado el mundo romano. Aparte, el pasado viernes regresé a Itálica por tercera vez, para acabar de explorar yo solo sus entresijos, y también los del Anfiteatro.
Sin duda, de las tres visitas al Anfiteatro, la más especial fue la privada. En ella, el mayor privilegio que disfruté fue el de poder bajar a la Fossa Bestiaria del coliseo. Este espacio, que se abre en mitad de la Arena, en su día estuvo cubierto por una tarima de madera, y albergaba la tramoya que permitía, entre otras cosas, salir a los animales en los espectáculos en los que estos intervenían.
Lo que vimos del yacimiento en esta visita tan especial lo voy a contar en el próximo post, que voy a dedicar a Santiponce, pero, con respecto al Anfiteatro, en este sí quiero resaltar que, gracias a que Daniel no quiso que se sus invitados se quedaran donde lo hacen todos los turistas, y retiró una valla en la que había un cartel en el que ponía "Prohibido el Paso", pudimos adentrarnos en sus entrañas con total tranquilidad.
Para mí, fue una alegría poder bajar por una escalera, hasta el nivel que está por debajo de la Arena del Anfiteatro. En él, vi que hay pasillos abovedados, que recorren todo el subsuelo del edificio. Uno de esos túneles, conduce hasta la misma Fossa Bestiaria.
No obstante, lo positivo de la visita no se quedó ahí, porque Daniel fue guiando todo el recorrido, y ya en la superficie del Anfiteatro nos contó otro montón de cosas de lo que fuimos viendo. Voy a tratar de no repetir lo que dije en el post de 2023, pero sí quiero recalcar que, por debajo de sus gradas, hay un entramado de galerías, estas sí abiertas al 100% de los visitantes, por las que merece la pena transitar con detenimiento, ya que serían dignas de cualquier edificio moderno destinado a albergar espectáculos. Desde luego, no parecen tener casi 1.900 años.
El tema es que el Anfiteatro tuvo tres niveles de gradas, de las que luego hablaré, las cuales estaban comunicadas por el interior, por medio de una serie de galerías, escaleras y vomitorios, que hacían posible el acceso a todos sus sectores. Por desgracia, el piso superior del graderío ha desaparecido casi por completo, ya que, a lo largo de los siglos, ha sido desmantelado y reutilizado en otros lugares. Por su parte, el segundo se encuentra parcialmente derruido. Sin embargo, el inferior se mantiene en pie, y muchos de sus pasillos se hallan intactos, como he mencionado.
Al hilo de lo de las gradas, hay que señalar que el Anfiteatro se erigió aprovechando una vaguada natural, que permitió encajar la edificación entre dos laderas, usando estas de base para los cimientos de parte de los asientos.
Gracias a su estratégica posición, la construcción del edificio fue más sencilla, pero el hecho de estar en una especie de rambla, provocó que sus niveles inferiores tendieran a colmatarse de tierra con facilidad, y necesitaran un mayor mantenimiento. En relación con esto, en el lado oeste del coliseo, que es el que da a la torrentera, vimos como se habilitaron canalizaciones, para absorber las riadas, y para conducir el agua por debajo del Anfiteatro.
Esos desaguaderos se encuentran junto a la Porta Libitinaria, que es por donde salían de la Arena los vencidos (Libitina era la diosa de los funerales y de los entierros, así que no es difícil deducir como salían los derrotados en los espectáculos romanos). Por desgracia, en la puerta se han perdido los niveles superiores, por lo que ha quedado convertida en un pasillo.
En cambio, en ese lado, que está más escondido y es menos visitado, se conservan una pareja de escalinatas bastante llamativas.
Las escaleras llaman la atención, porque en el Anfiteatro de Itálica hay muy pocas, en parte debido a que los niveles superiores de las gradas han desaparecido, pero también porque estas están construidas sobre la pendiente de un par de colinas, como he dicho. Las elevaciones sí hay que subirlas, para alcanzar los vomitorios de los sectores que se conservan, pero escalones no hay muchos.
Aparte, en el lado opuesto del recinto en el que se halla la Porta Libitinaria, está la Porta Triumphalis. Cuando uno accede al Conjunto Arqueológico de Itálica es lo primero que ve, de manera que ejerce de tarjeta de presentación del yacimiento, y se usa por todo el mundo para llegar a la Arena. En su día, esta era la puerta por la que los gladiadores saltaban al terreno de juego, y también la que utilizaban para marcharse, si habían salido victoriosos del envite.
Por otro lado, las tres partes comentadas, en las que se encontraba dividido el graderío, estaban construidas a partir de una estructura inferior, denominada Podium, que era la que separaba la Arena de las primeras filas.
Por encima del Podium estaba la Ima Cavea, que tenía seis gradas y ocho puertas de acceso. En ella, se situaban los asientos de los representantes de la clase senatorial, que estaba conformada por los altos cargos de la administración romana en la zona, y que se sentaban lo más cerca posible de la Arena. Justo detrás, en el denominado Maenianum Primun, se acomodaban los equites, que eran los integrantes de la clase noble no senatorial.
El segundo nivel era el de la Media Cavea, que tenía doce gradas y catorce puertas de entrada. Estaba destinado a los plebeyos, es decir, a los ciudadanos romanos que, pese a no ser ricos, tenían un cierto estatus. Por último, la Summa Cavea era la del populacho, los extranjeros y las mujeres. En todo el graderío, los sectores se encontraban separados por unos pasillos, denominados Praecintiones. Hoy día, uno aún puede pasearse por los de la Ima Cavea, contemplar la altura que conservan algunas de las bóvedas, y asomarse a los vomitorios del lado sur. Desde cerca, se aprecia bien como la mayoría del material de cantería que lo revestía ha sido expoliado,
No obstante, una curiosidad que me comentaron, es que si no se controlara la vegetación, con intervenciones periódicas, la maleza se comería el Anfiteatro en pocos años. En efecto, en 2023 hice una foto similar a la que he puesto justo arriba, y en las gradas no quedaba ni un solo yerbajo. Entonces era junio, y estaban limpias. Esta vez, según nos dijo Daniel, ya se habían rociado las mismas con herbicida, y en unos días se iba a proceder a retirar a mano la hierba seca. Por lo visto, uno de los principales retos, a la hora de gestionar un lugar como el Conjunto Arqueológico de Itálica, no es desenterrar lo que se mantiene oculto, sino conseguir que lo que se ha sacado a la luz no vuelva a desaparecer.
En definitiva, la visita guiada por Daniel González Acuña fue muy ilustrativa. Cuando uno ve el Anfiteatro por libre, pasa por alto muchos detalles, sin más remedio, pero nosotros nos detuvimos, incluso, en algunas de las salas interiores del edificio, y no solo las vimos, sino que nos enteramos de para qué se usaban.
Tampoco me voy a meter en más detalles, porque, si no, no acabo, y aún quiero hablar de la visita de carácter público, pero especial, a la que me referí antes.
En realidad, se puede ver en la foto superior que la actividad pública a la que acudimos no fue, ni mucho menos, minoritaria. Otra cosa es que yo no me entere, normalmente, de que se organizan iniciativas como Itálica Euterpe. Concierto para las Estrellas.
A mí, de la parte del evento que se celebró en el Anfiteatro, lo que más me gustó fue verlo de noche. Caminar por las galerías en la oscuridad me pareció una pasada, y ver la Fossa Bestiaria iluminada también.
Aparte, la calidad del sonido me impresionó, a pesar de que el recinto no se creó para representar espectáculos musicales. Luego, las explicaciones habladas también tuvieron su interés, pero todo lo relativo a la proyección de astros lo disfruté menos, porque estuvimos un rato largo sentados en la oscuridad, escuchando relajantes melodías, y mi día había sido muy intenso. El letargo que me entró, no ayudó a que le sacara partido a las imágenes astronómicas.
A pesar de esto, me lo pasé a lo grande, y me encantó que la actividad tuviera una acogida tan sensacional. María y yo teníamos pensado ir, porque ella se enteró de que se iba a celebrar, gracias a que va al Conjunto Arqueológico de Itálica todos los días, pero, aun así, las 600 entradas se agotaron en minutos, y en principio nos quedamos sin sitio. Es evidente que la gente está atenta a ciertos canales que yo no miro. Sin embargo, al final pudimos ir, porque en el último momento le sobraron un par de entradas a una de las conservadoras del yacimiento, a la que María ve cada mañana.
En resumen, si el año pasado vi el Anfiteatro como un visitante normal y corriente, hace dos sábados lo vi de noche, también realicé un tour guiado muy especial un día antes, y el viernes siguiente recorrí por mi cuenta los recovecos abiertos al público que me quedaban por ver. Gracias a esa triple visita, doy por explorado a fondo ese espacio tan singular y tan espectacular. Del resto de la zona arqueológica excavada, y del pueblo que tiene encima la parte no excavada, hablaré en el próximo post.
Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado ANFITEATRO ROMANO DE ITÁLICA.En 1994 (primera visita consciente), % de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 31'2% (hoy día 75%).
En 1994 (primera visita consciente), % de Maravillas de Andalucía visitadas: 9'9% (hoy día 40'5%).
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