12 de julio de 2016

CHIPIONA 2016

Chipiona es el perfecto ejemplo de lugar donde había estado, pero cuya visita no podía considerar válida al 100%, de cara a mis retos. En efecto, en 1998 llegué a la población el sábado de carnaval, al caer la tarde, salí por el pueblo disfrazado y pasé varias horas en pleno ambiente festivo, me acosté de madrugada, en casa del amigo de un amigo mío, dormí un poco, me levanté pronto, y a media mañana ya estaba camino de Sevilla. Estuve en Chipiona, pero ni siquiera recordaba haber visto su emblemático Faro.

Tenía pendiente volver a Chipiona, para conocer realmente el pueblo, y este mes de julio de 2016 por fin he visto el momento de ir a pasar unos días en la localidad gaditana, donde encontramos un sitio perfecto para echar un fin de semana largo. Así, alquilamos un apartamento en una urbanización con piscina privada, que está situada junto al Faro, cerca del centro, y a unos minutos, también, de la Playa de Regla.


Pasar cuatro días en un lugar como Chipiona da para mucho, por lo que hemos podido ver el pueblo en diversos estados y momentos. Dada la ubicación de nuestro apartamento, nos hemos movido todo el rato por la parte de la costa que va, desde el extremo norte de la Playa de Regla, hasta el Puerto Deportivo-Pesquero. También por la zona inmediatamente contigua a ese litoral, que se considera el centro de Chipiona.


De entre los lugares destacados que hemos visto, sobresale el Faro de Chipiona, que es santo y seña de la población (con permiso de Rocío Jurado). De él hablaré en otro post, puesto que era un objetivo en sí mismo, al estar integrado en el reto Monumentos de Andalucía. Además, hemos explotado, igualmente, todas las playas del pueblo, dado que a lo que veníamos era a bañarnos, sobre todo Ana, a cuya piel atópica en verano le viene muy bien el agua marina. Eso sí, hemos descubierto sobre la marcha que las playas de Chipiona que dan al noroeste, que son la Playa de las Canteras y la Playa de la Cruz del Mar, tienen el fondo de roca, quedando este al aire cuando la marea desciende. El jueves por la mañana bajamos a la primera de ellas, que era la más cercana al apartamento, y nos encontramos conque meterse en el mar no era posible. Luego, el viernes fuimos hasta la segunda, que la tarde anterior y con la marea alta había lucido muy arenosa, y vimos de nuevo que bañarse en condiciones era una tarea harto difícil. Afortunadamente, en horario vespertino hemos estado yendo a la Playa de Regla, que es la que da al suroeste, la cual, de cara a los remojones, ya ha sido diferente.


No obstante, a la hora de juzgar las playas chipioneras no solo se debe hablar de su aspecto natural. Chipiona es uno de los puntos neurálgicos del playismo sevillano, por lo que el aspecto humano también ha de salir a relucir, sin más remedio, cuando uno menciona sus arenales, sobre todo la Playa de Regla, que por ser la mejor es donde se concentran más personas. Al ir a Chipiona en pleno mes de julio, tenía ganas de ver el pueblo en su momento álgido, incluido su litoral masificado, aunque el precio a pagar fuera alto. Sin embargo, la Playa de Regla estaba bien el jueves, y el viernes por la tarde, aunque ya estaba más llena, no resultó desagradable. El sábado, cogimos el coche y salimos fuera del casco urbano (en concreto, fuimos a la Playa de las Tres Piedras), pero el domingo por la mañana sí decidimos bajar de nuevo a la Playa de Regla, y aquello fue alucinante. En pocas ocasiones había visto tal gentío en una playa. Siendo sevillano, he oído hablar tanto de Chipiona en verano, que me alegré de presenciar lo que hay con mis propios ojos. A pesar de eso, una vez que he vivido la experiencia, no creo que me vuelvan a pillar en la población gaditana en un fin de semana de julio o de agosto.

Aparte, es menester decir que, desde un punto de vista ajeno al baño, la Playa de las Canteras y la Playa de la Cruz del Mar me sorprendieron gratamente. En realidad, ambas tienen el suelo de roca, como he dicho, pero, pese a no permitir los chapuzones normales, presentan una particularidad que las hace casi únicas, que es que dan a ellas varios corrales de pesca. Los mismos son unos recintos artificiales, que están construidos sobre la zona rocosa. Esos espacios están delimitados por unos muritos, fabricados con piedras porosas. Estas, mezcladas con escaramujos, ostiones, lapas, algas marinas y otras especies, forman una argamasa compacta, que permite levantar sólidas paredes impermeables. Gracias a ellas, se crean los corrales, que se comunican con el mar por medio de una serie de caños, que cuentan con unas rejillas en los extremos y se ubican en los muros. Cuando la marea sube, el agua pasa por encima de los muritos y llena los corrales, pero al bajar, los recintos se vacían por los caños, impidiendo las rejillas que salgan los peces.


Cuando la marea está baja, el baño es imposible en las playas donde hay corrales, pero pasear por ellos es factible y muy interesante.


Desde la terraza del apartamento se veía bien el extremo del corral que está más al oeste, llamado Corral Nuevo. En el término municipal chipionero se conservan nueve corrales, y cuatro de ellos están en la zona urbana. Es una atractiva particularidad de esta localidad.

Al margen de las playas, también hemos intentado conocer, en la medida de lo posible, que más ofrece Chipiona. Como he dicho, nos hemos movido bastante por el centro, y hemos podido saborear el ambiente del pueblo en varios momentos. Así pues, el jueves y el viernes por la mañana, al ir al supermercado y a desayunar, vimos de qué manera respira la gente en los días laborables, en tareas y en entornos menos turísticos. En el otro extremo, tampoco faltaron los paseos nocturnos por la Calle Isaac Peral, que en verano parece ser un auténtico hervidero, los viernes y los sábado por la tarde-noche, cuando la masificación llega a ser excesiva.


Algo más relajado resultó el paseo nocturno del miércoles, que nos llevó, por la Calle Larga, hasta la Plaza Andalucía. Más adelante, esta calle entronca con la Calle Isaac Peral, pero un poco antes se respira en ella un ambiente menos multitudinario. Nosotros nos sentamos a tomar algo en el Restaurante Plaza Nueva, que tiene sus mesas en la mencionada Plaza Andalucía. Esta es el típico lugar perfecto para ir con niños, ya que no circulan coches por allí, y sí hay espacio para que jueguen sin peligro, en un entorno más o menos tranquilo.


Menos agradable me resultó la cena del viernes, ya que ahí sí decidimos pararnos en el meollo de la Calle Isaac Peral, donde es difícil, incluso, encontrar una mesa libre. Al final, cenamos en el Restaurante Bar La Pañoleta, que forma parte del Hotel La Española, y que existe desde 1961, parece ser. La calidad de la comida fue buena, pero la relación calidad-precio-cantidad no estuvo demasiado equilibrada. El precio fue alto y la calidad aceptable, pero la cantidad resultó ser excesivamente baja (y no soy yo de los que disfrutan cebándose).

De cara a ver, de primera mano, cómo es la vida estival en Chipiona, los paseos por la Calle Isaac Peral, por el trozo de paseo marítimo al que desemboca esta (llamado Paseo Cruz del Mar), y por los alrededores del Castillo de Chipiona, me han dado una idea de cual es el ambiente vespertino en el centro. Por otro lado, los ratos de playa me han permitido contemplar el entorno en horario diurno. Debido a ello, me voy de esta emblemática población de veraneo con un buen sabor de boca, ya que la masificación comentada se diluye, un tanto, por el carácter de la localidad. En efecto, no es Chipiona el típico núcleo de costa prefabricado para turistas. Es un pueblo, en el que se respira vida real, y eso se agradece. Incluso, los foráneos parecen sentirse parte de aquello, y, además, sin problema tiene uno a mano bares, negocios y servicios que no son estacionales.

Aparte, Chipiona cuenta con un par de puntos que son realmente vistosos. El primero que yo destacaría lo hemos atravesado varias veces al pasear. Es la Plaza del Molino, que da a uno de los flancos del Castillo, así como a una escalinata que baja a las Playa de las Canteras. Es un sitio muy cuidado y muy pintoresco. El otro enclave chipionero digno de mención es el que forman la Plaza de Juan Carlos I y la Calle Fray Baldomero González. Esta última es una bocacalle de la Calle Isaac Peral. Con respecto a la peatonal plaza del rey emérito, la misma es la más atractiva que vimos. A ella se asoman el Ayuntamiento, la Parroquia de Nuestra Señora de la O y la Ermita del Cristo de las Misericordias. Allí nos tomamos una cerveza, el sábado por la noche, en el Bar Placita Iglesia. La masiva presencia de gente, que hay en zonas colindantes de la población, no se respira tanto en esa plaza, que tiene, además, bonitos edificios. Nosotros entramos en la Ermita del Cristo de las Misericordias.


En definitiva, tenía pendiente desde hace años volver a Chipiona, para conocerla realmente, de cara al reto Municipios de Andalucía. Ya lo he hecho, y por fin le ha sacado gran parte de su jugo a esta famosa localidad costera de la provincia de Cádiz.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado CHIPIONA.
En 1998 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 15'9% (hoy día, confirmada ya esta visita, 50%).
En 1998 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 3'3% (hoy día, confirmada ya esta visita, 18'9%).


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres comentar algo, estaré encantado de leerlo