El Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba siempre ha tenido que cargar con dos lastres que hasta el pasado fin de semana habían sido los causantes de que yo no le hubiera prestado la debida atención: el primero es la presencia de la preciosa Catedral-Mezquita a unos metros, que ejerce de imán y que había atraído toda mi atención siempre que había estado en Córdoba. El segundo es la existencia de un espectacular alcázar altomedieval en Sevilla, que he visitado un par de veces y que abarca 14.000 m² edificados y 70.000 m² de jardines. El alcázar cordobés, 600 años más moderno, con sus 4.100 m² de palacios y sus 55.000 m² de jardines, siempre había quedado para mí injustamente eclipsado.
Hace unos años, cuando hice la lista de los monumentos andaluces que hay que visitar al menos una vez en la vida, vi que el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba estaba incluido en la misma, pero hasta mi anterior estancia en la ciudad califal en 2014 no me había propuesto en serio visitarlo, seguramente por las dos razones que he comentado arriba. A pesar de mi propósito, ese año volví a caer en las garras de la Catedral-Mezquita y de nuevo me fui sin haber entrado en el Alcázar. Esta vez, sin embargo, estaba firmemente decidido a verlo y pese a que la tentación de volver a visitar la Catedral-Mezquita penetró en mi cabeza la mañana del domingo, en esta ocasión no me dejé seducir por sus encantos.
Hace unos años, cuando hice la lista de los monumentos andaluces que hay que visitar al menos una vez en la vida, vi que el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba estaba incluido en la misma, pero hasta mi anterior estancia en la ciudad califal en 2014 no me había propuesto en serio visitarlo, seguramente por las dos razones que he comentado arriba. A pesar de mi propósito, ese año volví a caer en las garras de la Catedral-Mezquita y de nuevo me fui sin haber entrado en el Alcázar. Esta vez, sin embargo, estaba firmemente decidido a verlo y pese a que la tentación de volver a visitar la Catedral-Mezquita penetró en mi cabeza la mañana del domingo, en esta ocasión no me dejé seducir por sus encantos.
Realmente, la visita al Alcázar de los Reyes Cristianos era perfecta para nosotros el pasado fin de semana, porque íbamos dos adultos con cuatro niñas de entre 5 y 8 años, y me imaginaba que este era un edificio de estancias diáfanas rodeado de amplios jardines, perfecto para no correr riesgos con las peques. Confiaba en ellas y sabía que se iban a portar bien, pero soy consciente de que hay lugares en los que no es buena idea entrar con tantas niñas pequeñas. Pensaba que el Alcázar no sería uno de ellos y la intuición no me falló, estuvimos dos horas explorándolo (fuimos los últimos en abandonar el monumento el domingo a mediodía, de hecho) y las niñas estuvieron a la altura.
Históricamente hablando, el Alcázar de los Reyes Cristianos fue mandado construir por Alfonso XI en 1328 y desde entonces fue la residencia habitual de los reyes cristianos durante sus estancias en Córdoba, que había sido reconquistada en 1236. A partir del siglo XV fue sede de la Inquisición, desde 1812 se usó como cárcel civil hasta 1931, y después se utilizó como instalación militar hasta que en 1955 el edificio pasó a manos municipales y se adaptó para el turismo. Es una construcción de carácter defensivo y, por tanto, su aspecto exterior es sobrio, pero por dentro su inspiración es mudéjar.
Históricamente hablando, el Alcázar de los Reyes Cristianos fue mandado construir por Alfonso XI en 1328 y desde entonces fue la residencia habitual de los reyes cristianos durante sus estancias en Córdoba, que había sido reconquistada en 1236. A partir del siglo XV fue sede de la Inquisición, desde 1812 se usó como cárcel civil hasta 1931, y después se utilizó como instalación militar hasta que en 1955 el edificio pasó a manos municipales y se adaptó para el turismo. Es una construcción de carácter defensivo y, por tanto, su aspecto exterior es sobrio, pero por dentro su inspiración es mudéjar.
En realidad, la visita tiene dos zonas muy diferenciadas, la de los palacios y la de los jardines. La visita a los palacios incluye la parte que resultó más divertida, que fue la de la subida a las torres (a las dos que se asoman a la calle, que son las originales). La escalera para ascender está en la Torre de los Leones y es muy estrecha. Al llegar al inicio de la misma un cartel avisa que no está permitido que suban los menores de 6 años. Nosotros dudamos unos momentos, pero otra familia hizo caso omiso del cartelito y nosotros, que sólo llevábamos una niña menor de esa edad (y por poco), optamos por hacerlo también. Fue un acierto, porque la subida con niños bien educados realmente no reviste peligro alguno ni supone ninguna molestia. Lo que sucede es que la ascensión está compuesta por varios tramos de una angosta escalera de caracol, por la que no cabe más de una persona: para que suba uno, los de arriba han de esperar a que llegue arriba para empezar a bajar el tramo. En esas condiciones, que suban niños muy pequeños puede acabar provocando un buen atasco, pero si los mismos van al ritmo de los adultos no hay problema. Aparte, la escalera tiene su complicación, como todas las de caracol, pero si el adulto va pendiente no es peligrosa en absoluto.
Una vez que se llega arriba lo mejor son las bonitas vistas que se contemplan: puede uno asomarse a ambos lados de la muralla, para fuera se ve la Plaza Campo Santo de Los Mártires y para dentro se ven desde lo alto los jardines y el Patio Morisco.
Desde un nivel intermedio de la Torre de los Leones se puede llegar a la Torre del Homenaje caminando junto a las almenas. En esta torre, por lo visto, Cristóbal Colón fue recibido por primera vez por los Reyes Católicos en 1486, cuando se encontraba buscando fondos para financiar sus proyectos.
Abajo, el palacio está compuesto de varias salas. La mayoría están bastante desnudas, pero bien conservadas. Quizás lo más atractivo son los impresionantes mosaicos que hay colocados en las paredes. También es interesante la parte de los Baños Reales de Doña Leonor, a los que se accede desde el Patio Morisco.
Desde las torres son muy bonitas también las vistas del Río Guadalquivir y del Puente Romano que lo cruza.
Sin embargo, la parte en donde pasamos más tiempo fue en la de los jardines, que son muy bonitos y están muy cuidados. Se merecen un paseo, aunque, por lo visto, el recinto ha sufrido numerosas remodelaciones a lo largo del siglo XX (de hecho, originalmente era una huerta). En la actualidad, el espacio está dividido en tres niveles por los que se reparten multitud de palmeras, naranjos, limoneros y cipreses, dispuestos alrededor de estanques y fuentes. El jardín no tiene siglos de antigüedad, pero no por ello deja de ser atractivo y relajante.
A las niñas les encantaron los enormes peces que hay en los estanques, las estatuas, los juegos de agua y las esculturas hechas con los setos.
En definitiva, la del Alcázar de los Reyes Cristianos es una visita perfecta para hacer con niños, aunque hay que andarse con ojo, porque el vigilante de los jardines pone la venda antes de que haya herida y, nada más ver a los niños, te advierte de manera severa de que los mismos no pueden separarse de los adultos... Me pongo en su piel, con tanta agua habrá visto de todo.
Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado ALCÁZAR DE LOS REYES CRISTIANOS Y SUS JARDINES.
% de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Córdoba: 36'4%.
% de Maravillas de Andalucía visitadas: 32'2%.
En definitiva, la del Alcázar de los Reyes Cristianos es una visita perfecta para hacer con niños, aunque hay que andarse con ojo, porque el vigilante de los jardines pone la venda antes de que haya herida y, nada más ver a los niños, te advierte de manera severa de que los mismos no pueden separarse de los adultos... Me pongo en su piel, con tanta agua habrá visto de todo.
Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado ALCÁZAR DE LOS REYES CRISTIANOS Y SUS JARDINES.
% de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Córdoba: 36'4%.
% de Maravillas de Andalucía visitadas: 32'2%.
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