3 de marzo de 2017

VILLANUEVA DEL ARISCAL 2017

Llevo casi diez meses escribiendo en este blog, y todavía no le había dedicado ningún post turístico a Villanueva del Ariscal, que es la población en la que vivo desde mayo de 2008, aunque sí me referí a ella en septiembre, cuando corrí su Milla Nocturna Solidaria. Realmente, tenía ganas de escribir sobre Villanueva, pero estaba esperando una ocasión en la que pudiera visitar lugares más interesante que el supermercado, el colegio o la oficina de correos. El pasado fin de semana, se celebró en la localidad la segunda edición de las Jornadas Enoturísticas, y me pareció que era el momento perfecto para hacer turismo a cinco minutos de casa, y para, de paso, brindarle una primera entrada a mi pueblo de adopción.


Villanueva del Ariscal cuenta con 6.500 habitantes y está tan solo a 10 kilómetros de la ciudad de Sevilla. El influjo de la capital ha cambiado la fisonomía y ha limado la identidad de un buen número de poblaciones ubicadas en su corona metropolitana, pero Villanueva ha resistido el empuje y ha conseguido que su idiosincrasia no se diluya. Ha jugado a favor del pueblo, que está, en realidad, en la segunda corona, y que no tiene salida directa a la autovía A-49, ni es atravesado por la A-8076 (las dos principales arterias que unen Huelva y Sevilla), por lo que no es un sitio tan goloso como otros, para construir urbanizaciones de adosados o barrios-dormitorio. Espartinas, por ejemplo, se encuentra apenas a un kilómetro de Villanueva, pero sucumbió totalmente al boom inmobiliario.


Yo me compré un piso en Villanueva en pleno auge del ladrillo, así que podría considerarse que puse mi granito de arena para que perdiera su identidad, pero, desde el primer momento, tuve claro que me mudaba allí para integrarme, en la medida de lo posible. En consecuencia, en Villanueva siempre seré un forastero (así llaman a los que no pertenecen a las familias largamente asentadas en la población), pero me paseo con soltura por sus calles, tiendo a utilizar sus servicios (no solo los bares...) y soy bastante partícipe de la vida del municipio. 

Igualmente, en este tiempo he hecho un esfuerzo por conocer lo que Villanueva del Ariscal puede ofrecer, tanto a nivel de patrimonio material, como inmaterial, pero, pese a esto, aún no había podido entrar en su edificio civil más emblemático, que es la Hacienda Pata de Hierro. La misma es de propiedad privada y todavía está en uso, por lo que no es fácil penetrar sus muros. No obstante, en ella lo que se hace es vino, por lo que se abrió en 2015, para la primera edición de las Jornadas Enoturísticas, y este año, con motivo de la segunda, se han vuelto a programar unas cuantas visitas guiadas, para dar a conocer sus entresijos.

Hay que decir que, la razón de que en Villanueva se organice un evento enoturístico es que una de sus principales bases económicas es el vino. En efecto, toda la comarca del Aljarafe sevillano es famosa por el mosto que se produce allí, y Villanueva del Ariscal forma parte del corazón de ese enclave vitivinícola. El vino joven es un importante motor en la zona, debido a lo que trae consigo su proceso de producción y su comercialización, pero también porque los pueblos intentan que la gente vaya a consumir los caldos a las propias bodegas y bares, como reclamo turístico. Villanueva es una de las poblaciones donde esto más destaca, y en ella, Bodegas Góngora, que desarrolla sus labores en la Hacienda Pata de Hierro desde 1682, ejerce de punta de lanza. A su rebufo, operan en la localidad multitud de pequeñas bodegas, que, muchas veces, solamente son bares que fabrican anualmente su propio mosto. Otro día les dedicaré unas palabras, pero hoy me voy a centrar en la empresa grande.


El caso es que, el pasado domingo se presentó hogareño, y, tras echarle un vistazo al programa de las Jornadas, vi que, como parte de ellas, había programada, por la mañana, una visita guiada a Bodegas Góngora, así que decidí que era el día de ir y saldar mi pequeña deuda con la Hacienda Pata de Hierro. Ana y Julia se vinieron conmigo sin dudarlo.


Al llegar a Góngora hubo un par de cosas que me llamaron la atención. La primera sorpresa fue lo nutrido que era el grupo que se formó para ver la bodega (éramos unas 70 personas, nada menos), y la segunda fue que no conocía a nadie. En principio, había pensado que la visita la harían los vecinos del pueblo, pero, seguramente, la mayoría ya han tenido otras oportunidades de entrar en la Hacienda, de manera que resultó que todos los presentes en el tour eran personas de fuera. Me alegro, porque la razón de ser de las Jornadas Enoturísticas es atraer a la gente a pasar el día a Villanueva y a consumir allí.


Antes de que comenzara la visita guiada, propiamente dicha, tuve la oportunidad de curiosear un poco con las niñas, por los jardines de la Hacienda, que están habilitados para celebraciones (como vivo muy cerca, he observado que, de vez en cuando, se celebran allí bodas y otros eventos).



Poco después, a las doce del mediodía, comenzó la visita, que nos llevó por parte de los 11.400 m² que componen la bodega. La encargada de guiarnos dio largas explicaciones sobre el proceso de fabricación del vino, muchas de las cuales no pude seguir, en primer lugar porque, con tanta gente, era difícil a veces escuchar, pero, sobre todo, porque iba con las niñas. Por ello, no podía meterme en el meollo del grupo, a oír, inmóvil, detalladas lecciones de vinicultura que a ellas no les interesaban demasiado. En consecuencia, a ratos preferí quedarme atrás, para que Ana y Julia pudieran moverse con cierta libertad. En cualquier caso, me enteré de bastantes cosas, y pude ver a la perfección las diversas dependencias de la bodega. La misma cuenta con más de 1.500 botas de roble americano, repartidas en naves que tienen unas características especiales, en lo que a humedad y orientación se refiere, de manera que cada una es adecuada para la crianza de uno u otro tipo de vino.




Lo más interesante de la visita lo vimos casi al final del recorrido, cuando llegamos a una estancia donde hay una enorme prensa de viga de husillo y quintal, que tiene 400 años, y que sigue en uso. Es la única prensa de este tipo que, hoy día, se mantiene activa.



El funcionamiento del gran artilugio está más o menos claro, pero me sorprendió que el lugar que estábamos pisando todos, que parecía el suelo por las buenas, resultó ser el sitio donde se echa la uva y se aplasta con la prensa. Además, la rejilla que había en una esquina, que parecía un desagüe, es por donde se recoge el vino. Fue muy curioso, sin duda.



Tras estar un buen rato junto a la prensa, llegó el momento de la degustación gratuita. Antes, pude asomarme, de pasada, a otras partes de la bodega, que permanecen cerradas a los extraños, como la vivienda que da a uno de los patios, o el lugar donde se envasa el vino, que cuenta con una máquina ya más moderna



Para acabar, el colofón de la visita fue la citada degustación. Efectivamente, en una nave, que estaba menos llena de barriles, nos dieron a probar varios de los buenos caldos que produce Góngora. Realmente, me podría haber bebido seis o siete vasitos de vino, porque no había límite alguno, pero ni yo soy muy vinícola, ni me pareció apropiado, dadas las circunstancias...



Sí me tomé un vasito de vino dulce, que estaba muy rico. Yo soy más de cerveza, que de otra cosa, pero también sé apreciar un buen caldo si se tercia. Aparte, igualmente ofrecían vino blanco (el mosto propiamente dicho), así como algunas de las originales variedades gourmet que tiene Góngora (vino con aroma de chocolate y vino dulce con sabor a naranja, en concreto).


No obstante, tras el primer vaso de vino yo opté por dar por finalizada la visita, de manera que nos marchamos a comer, ya que el hambre apretaba y el plan era seguir disfrutando de las Jornadas.

En efecto, el día turístico ariscaleño lo completamos, la familia al completo, comiendo en uno de los muchos bares del pueblo. En el contexto de las Jornadas Enoturísticas, la gran mayoría de los negocios de restauración locales habían accedido a ser incluidos en una ruta gastronómica, gracias a la cual uno podía degustar una tapa, diseñada especialmente por el establecimiento para ese fin de semana, junto con un vaso de mosto, todo a un módico precio. Nosotros decidimos ir a la Bodega Marinera Bajo Guía, uno de los bares de Villanueva que más nos gustan, tanto por lo que se come, como por lo agradable que es su patio. Nos queda, además, muy cerca de casa, y, para colmo, su tapa especial era Risotto de Ternera con Parmesano.


Afortunadamente, hemos ido a la Bodega Marinera varias veces, y sabemos que, normalmente, se come bien allí, sin que sea una odisea, porque el domingo fue una de esas ocasiones, en la que vas a almorzar a un sitio y (casi) todo sale mal. Lo que salió mejor fue que la comida estuvo tan buena como siempre, y que el patio fue un lugar perfecto para estar sentados, dada la temperatura tan suave que hizo.


Sin embargo, el servicio fue un auténtico desastre, yo creo que no esperaban la avalancha de gente que trajo consigo el evento de las Jornadas y no dieron a basto, ni despachando, ni en la cocina. Nosotros nos ubicamos en las mesas del patio, y allí estuvimos bien, pero tardamos más de dos horas en comer tapeando, incluso tras haber asumido que sentarnos fuera implicaba levantarnos a la barra a pedir y a recoger, tanto la comida, como la bebida. No obstante, no teníamos prisa, así que, salvo un rifirrafe sin consecuencias, que tuve con otro cliente, que intentó irse de listillo con la última tapa de arroz que quedaba, estuvimos muy a gusto.

El día lo acabamos en los cacharritos que habían puesto en el Recinto Ferial, también con motivo de las Jornadas (en este caso, los mismos ya no tenían relación con el vino).


En el futuro, volveré a escribir, seguro, sobre Villanueva del Ariscal, cuando vaya teniendo la oportunidad de seguir explorando los demás encantos que ofrece. Mientras tanto, no me cabe duda de que seguiré viviendo allí tan contento.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado VILLANUEVA DEL ARISCAL.
En 2006 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 27'6% (hoy día 61%).
En 2006 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 9'8% (hoy día 18'9%).


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