24 de agosto de 2017

CAZORLA 2017

Cazorla es un pueblo que no queda demasiado lejos de casa y que es muy conocido por sus encantos, por lo que ha aparecido con frecuencia entre las posibles opciones cuando he planeado escapadas y viajes. Sin embargo, al final nunca había ido a la zona de la Sierra de Cazorla, realmente no había estado por allí ni de paso. 

Resulta, por tanto, un poco irónico que, tras haber barajado tantas veces la posibilidad de ir a Cazorla, haya acabado yendo por primera vez cuando menos pensado estaba. En efecto, la opción de pasar allí la tercera fase de las vacaciones de este año surgió de improviso en Madrid y estuvo irremediablemente unida a nuestro percance con el coche: íbamos a ir a Navarra al volver de los Países Bajos, pero el coche se calentó poco después de recogerlo del aparcamiento de larga estancia del aeropuerto y esto provocó que acabara en un depósito de Mapfre a la espera de que el seguro lo llevara a Sevilla. El caso es que, pese al incidente, no quisimos renunciar a la última parte de las vacaciones y decidimos alquilar otro vehículo, tras lo cual pensamos que Cazorla casi estaba en el camino de vuelta a Sevilla (todo lo contrario que la Selva de Irati), por lo que yendo allí ahorrábamos gasolina, podíamos recortar un día nuestras vacaciones sin que se notara mucho y, con todo ello, compensábamos un poco el sobrecoste resultante de alquilar un vehículo.

En consecuencia, 24 horas después de llegar a España, pensando aún que nuestro siguiente destino era Navarra, llegamos al Camping Cortijo San Isicio en Cazorla a bordo de un Fiat 500 alquilado. La ubicación de este camping, cerca del pueblo, fue clave en su elección, pero luego comprobamos que acertamos por otras muchas razones.


En primer lugar, el Camping Cortijo San Isicio resultó ser una buena elección porque sus dueños son muy escrupulosos con el cuidado de la hierba y aquello no es un secarral (no es nada fácil encontrar campings con hierba en Andalucía, ni siquiera en zonas de sierra). Por otro lado, su piscina está genial y tenía algo de sombra para pasar las calurosas horas del mediodía, además de que el ambiente general que nos encontramos fue familiar y sano. Es un camping modesto (no tiene supermercado ni bar, tiene pocos baños y duchas, y son unisex), pero las instalaciones bastaron para la gente que había, y para comprar comida o tomar algo Cazorla estaba a tiro de piedra, de hecho estuvimos en el camping tres días completos y en dos de ellos fuimos al pueblo.


El primer día fuimos por la mañana y nos dimos un buen paseo desde la Plaza de Santa María (en la foto de abajo) hasta la Plaza de la Constitución, pasando la Plaza de la Corredera, de manera que recorrimos de extremo a extremo la columna vertebral del pueblo.


En la Plaza de Santa María está la Fuente de las Cadenas, que data del siglo XVII, aunque ha sufrido alteraciones a lo largo de la historia.


En nuestro primer paseo fuimos atravesando el casco urbano de Cazorla, como ya he dicho, pero para volver al punto de partida recorrimos entero el bonito Paseo del Río Cerezuelo, que va bordeando el cauce de ese pequeño afluente del Río Guadalquivir.


Antes de los paseos habíamos hecho una visita guiada realmente interesante a la que nos unimos sobre la marcha cuando fuimos a la Oficina Municipal de Turismo, que está en una de las pocas partes que se conservan en pie en las ruinas de la Iglesia de Santa María.


En esa parte del antiguo templo, junto a la puerta grande que da acceso a la Oficina de Turismo, hay otra más pequeña que permite subir arriba por una preciosa escalera de caracol. Tras hacerlo también recorrimos lo que queda de la iglesia.


La iglesia fue un capricho de Francisco De los Cobos, secretario de estado del rey Carlos I, al que el mismo nombró adelantado de Cazorla, un prestigioso cargo que hasta entonces permanecía bajo la jurisdicción del Arzobispado de Toledo y que otorgaba el control de un amplio territorio que años atrás había sido fronterizo con el Reino Nazarí de GranadaDe los Cobos, que además de ser una de las personas más poderosas de su tiempo, era de Úbeda, a raíz de su nombramiento quiso hacer en Cazorla una iglesia que fuera digna de su figura, pero se encontró con el problema de que por allí no había ninguna superficie llana tan grande como para levantar un gran templo. Pese a esto, no se resignó y decidió sufragar una titánica obra de ingeniería consistente en abovedar el cauce del Río Cerezuelo y crear una superficie plana lo suficientemente extensa como para levantar la iglesia encima. La dirección del proyecto de la iglesia se la encargó a Andrés de Vandelvira, uno de los grandes arquitectos de la época. Por desgracia, De los Cobos murió antes de que se terminara su faraónica construcción y, además, sus descendientes vieron como el Arzobispado de Toledo recuperaba el Adelantamiento de Cazorla, lo que provocó que nadie siguiera soltando dinero y la obra quedara inacabada. Pese a eso, parte de la iglesia llegó a estar construida y se consagró, pero primero una enorme riada acaecida en 1694 y luego los franceses durante la Guerra de la Independencia dejaron la Iglesia de Santa María reducida a algo parecido a lo que es hoy. En la actualidad, lo que queda son los restos de la planta original que iba a tener el templo, los muros perimetrales, la torre de los pies con su escalera, una portada y la parte de la cabecera que llegó a estar en uso.

Aparte de esto, se conserva otro elemento relacionado con la iglesia y que es quizás el más interesante: la Bóveda sobre el Río Cerezuelo, que sigue pasando por debajo de las ruinas y de la Plaza de Santa María. La visita guiada a la que nos apuntamos recorrió esa bóveda por debajo.



Por otro lado, la entrada al túnel de la Bóveda daba derecho, pagando solo un euro más, a visitar La Casa de la Luz, un centro de atención al viajero que está dividido en dos partes, de manera que a última hora de la tarde volvimos a Cazorla para aprovechar esa posibilidad. Así pues, en primer lugar vimos el Centro Temático Frondosa Naturaleza, una pequeña exposición dedicada a la flora y la fauna de la Sierra de Cazorla. La visita al centro fue guiada por una chica muy amable, pero el mismo tampoco aportó mucho más que un par de datos interesantes.



A continuación, seguimos con la segunda parte de la visita a La Casa de la Luz, que consistió en entrar a ver otro edificio que está contiguo al del Centro Temático Frondosa Naturaleza y que fue en tiempos pasados un molino harinero (actualmente es el Centro de Interpretación Molinos del Río Cerezuelo).


En este caso, hay que reconocer que los cazorleños no tuvieron demasiada suerte con nosotros, ya que a esas alturas teníamos el listón bastante alto en lo que respecta a las visitas a molinos, tras haber visitado este mismo verano el molino de aceite De Zoeker en Países Bajos y, sobre todo, la Ferrería de Cades en Cantabria. La visita al molino neerlandés fue ilustrativa, pero la que de verdad no se puede comparar es la visita al molino cántabro: en Cades el molino propulsado por agua lo han restaurado al 100% y lo han puesto en marcha, de manera que vives realmente como era el funcionamiento de aquello. En Cazorla el molino lo han restaurado de una manera muy interesante, pero menos espectacular. La visita, explicada también por otra agradable chica, merece la pena, pero no pudimos evitar hacer odiosas comparaciones. Aún así, el triplete cazorleño del primer día nos permitió ver tres de los principales puntos de interés del pueblo.

El segundo día que estuvimos en el Camping Cortijo San Isicio fuimos a ver el Nacimiento del Río Guadalquivir, pero el tercero volvimos a Cazorla de nuevo dos veces. La primera de ellas fuimos a ver el Castillo de la Yedra, el imponente edificio que vigila desde lo alto a la población.


Para llegar a él le echamos valor y subimos andando desde la Plaza de Santa María, merece la pena acercarse al Castillo de esa manera por las panorámicas que se van viendo, pero hay que reconocer que la subida te deja sin aliento.


Nosotros enfilamos la cuesta pasadas las 12 y a esa hora el sol estaba empezando ya a caer a plomo.


El Castillo es interesante y alberga en su interior el Museo de Artes y Costumbres Populares del Alto Guadalquivir, por lo que se puede decir que vimos dos cosas en una. Sin embargo, todo está gestionado por la Junta de Andalucía y eso provocó indirectamente que viviéramos una visita un tanto surrealista: resulta que el Museo no lo puedes ver a tu aire, lo cual de por sí ya es un poco raro, pero además la visita la guían por turnos dos funcionarias de mediana edad que nos atendieron amablemente al llegar, pero que resultó evidente que no tenían demasiadas ganas de hacer de guías. Lo hicieron, sí, porque es su trabajo, pero poco más. Realmente, su labor se podría limitar a vender las entradas o algo así, pero el problema es que se dedican a enseñar el Museo y el Castillo, controlando los movimientos de los visitantes por el recinto. Por ello, tuvimos que esperar un poco a que se hiciera un grupo y al rato una de las dos señoras nos acompañó por las diferentes estancias del Castillo. Su labor se limitó a recitar mecánicamente en cada una un escueto discurso general y a esperar junto a la puerta con gesto impaciente a que los visitantes nos diéramos una vueltecita por la sala. En esas circunstancias costaba un poco relajarse y acababa uno deseando pasar a la siguiente habitación para no prolongar en demasía el suplicio de la señora. La misma, no se por qué, no podía pasar a la siguiente estancia hasta que no hubiera salido todo el grupo de la anterior, por lo que la visita acabó siendo un poco tensa. Sin embargo, lo que verdaderamente me dejó sin habla fue que junto al mostrador de entrada al Castillo las guías tenían instalada una televisión en la que, a esa hora, estaban sintonizando La Mañana de La 1. Al irme pude comprobar que lo mismo que las dos se turnaban para hacer las visitas, también lo hacían para sentarse y echar un rato viendo la tele...

El Castillo, aparte de todo, está bastante restaurado, pero es muy espectacular, está en un lugar impresionante y las vistas del pueblo desde él son sensacionales. Por su parte, el Museo sería normalito viéndolo con calma, pero viéndolo a jopo pierde casi todo su sentido.


En cualquier caso, la visión más espectacular que vimos de Cazorla no fue desde el Castillo, sino que fue la que disfrutamos al atardecer desde el Balcón del Pintor Zabaleta, un mirador que está dentro del casco urbano y desde el que se ve, precisamente, una panorámica espectacular de la fortificación. El caso es que la tarde de ese tercer día la pasamos descansando en la piscina del camping, pero a última hora decidimos despedirnos de Cazorla y de nuestras tres semanas de vacaciones itinerantes cenando en el pueblo. Antes de elegir el sitio donde picar algo nos dimos una vuelta por la zona más pintoresca de la población, que es la que se encarama por el principio de la ladera de la Peña de los Halcones, ya que por esa parte aún no habíamos ido.


Tras ese paseo acabamos casi por casualidad en el Balcón del Pintor Zabaleta, justo al final del atardecer, y eso me permitió contemplar una de las puestas de sol más bonitas que he visto en mi vida.

Allí, al borde del mirador, tiene sus mesas un bar llamado Lusco Taberna. Esas mesas se llenaron en un momento, pero al llegar nosotros aún había algunas libres y gracias a eso pudimos coger una junto a la barandilla del mirador y disfrutar de la espectacular puesta de sol saboreando una cerveza fresca. El momento fue mágico.


En la Lusco Taberna, además, nos dieron a elegir entre una serie de tapas bastante originales para acompañar la bebida, yo me pedí una de mejillones con bechamel que estaba riquísima, por lo que hasta en ese detalle el rato fue redondo.


La cena la completamos en Casa Tino, un bar situado en la Plaza de Santa María, el lugar donde empezaron y terminaron todos nuestros paseos por Cazorla. Esa plaza está llena de bares con veladores y a mediodía, tras bajar sudorosos del Castillo, ya nos habíamos tomado una cerveza con su contundente tapa de calamares a la romana en la Taberna Quinito, pero por la noche estaba llena su terraza y nos acomodamos en la de Casa Tino. La cena no estuvo mal y para la cantidad de gente que había nos sirvieron rápido. Para rematar, nos pedimos todos unos helados en la Cafetería Kebab Boabdil y nos los comimos sentados bajo la torre de la Iglesia de Santa María, contemplando una vez más la animación de la plaza. Fue el colofón perfecto.


Cazorla se merece una visita en temporada alta, que allí no es el verano (por lo visto aquella zona es espectacular en invierno). Todo se andará.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado CAZORLA.
% de Municipios ya visitados en la Provincia de Jaén: 5'2%.
% de Municipios de Andalucía ya visitados: 19'4%.

Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado CAZORLA.
% de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Jaén: 40%.
% de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 32'5%.


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