4 de junio de 2018

GUILLENA 2018

El pasado mes de mayo se han dado dos circunstancias que han hecho que apenas haya escrito en este blog: la primera ha sido que me lesioné en marzo y eso ha provocado que no haya corrido carreras desde hace dos meses y medio. La segunda está relacionada con la apretada agenda que hemos tenido los sábados y los domingos de las últimas semanas, que nos ha impedido hacer ni la más mínima escapada. De la lesión ya estoy recuperado, por lo que imagino que en un par de semanas volveré a ponerme un dorsal y podré volver a relatar mis experiencias atléticas. Por contra, con respecto a lo de las excursiones, aún quedan dos meses para que podamos empezar a llevar a cabo todos los planes estivales que tenemos previstos, por lo que, a priori, son pocos los post sobre lugares que voy a tener la ocasión de escribir antes de agosto. Pese a esto, cualquier oportunidad se puede aprovechar para visitar sitios, como quedó demostrado el pasado jueves, día en el que acompañé a María a Guillena al dentista. Resulta que tenían que hacerle una dolorosa operación en las encías y era pertinente que no volviera a casa sola, así que fui con ella. La intervención duró cerca de dos horas y durante ese tiempo, en vez de quedarme sentado en la sala de espera de la clínica dental, aproveché para recorrer el pueblo de arriba a abajo, viendo lo que es capaz de ofrecer.


Guillena es un pueblo de 12.000 habitantes en el que he estado un buen puñado de veces, en primer lugar porque he corrido allí tres carreras, pero también porque para los temas odontológicos siempre vamos a Dental Guillena, que es la clínica de un viejo amigo. 


Sin embargo, pese a la costumbre de ir por allí con cierta frecuencia, solo me había paseado por Guillena en una ocasión, ya que normalmente al dentista vamos a tiro hecho y cuando he ido a correr me he limitado a moverme por la zona del Pabellón Municipal de Deportes La Villa. Hay que tener en cuenta, además, que Guillena no es una población especialmente llamativa, de hecho solo tiene un par de lugares en los que merezca la pena entrar y su centro, aunque está cuidado y resulta agradable, no es históricamente reseñable. El pueblo, por otro lado, está ubicado un poco en tierra de nadie, dista 21 kilómetros de Sevilla capital, no está pegado al Río Guadalquivir, aún está lejos de la sierra y no pertenece a la pintoresca comarca del Aljarafe. Su principal reclamo es que es el punto final de la primera etapa de la Vía de la Plata del Camino de Santiago, que sale de Sevilla. Esta ruta es mucho menos popular que las que recorren el norte de la Península, pero tiene también sus adeptos y eso hace que no sea raro ver algo de ambiente peregrino en Guillena o en los alrededores, sobre todo en ciertas épocas del año. Más allá de eso, su casco urbano, sin ser feo, tiene poco que mostrar, por lo que nunca le había echado demasiada cuenta.

El otro día, no obstante, decidí que era el momento de cambiar ese hábito y me dispuse a conocer de verdad el pueblo. De los dos edificios más destacados que tiene, que son la iglesia y la Plaza de Toros, yo solo pude entrar en la segunda. La misma resulta curiosa, porque desde fuera es casi invisible, por el lado norte su exterior es horrible y no se distingue lo que es, pese a que está en alto, y por el resto del perímetro tiene casas adosadas que la camuflan casi del todo.



Sin embargo, por lo visto está levantada sobre el patio de armas de un antiguo castillo musulmán que ha desaparecido, lo que le otorga una cierta singularidad a su emplazamiento. Además, está considerada como la plaza de toros más antigua de la provincia de Sevilla. En origen fue rectangular, aunque está muy reformada y hoy día ya tiene la pinta típica de los recintos taurinos.

  
Al ser día laborable por la mañana no esperaba poder verla, pero cuando pasé por delante de la puerta vi que estaba abierta y me colé. Tan solo había un operario regando el coso, por lo que pude asomarme sin problema y moverme un poco por parte de sus instalaciones.


Aparte de entrar en la plaza de toros me di un largo paseo por el pueblo, que no está vertebrado a partir del centro, sino a partir de la carretera A-460, que al atravesar el casco urbano recibe sucesivamente los nombres de Avenida de Andalucía y de Avenida Alcalde Justo Padilla Burgos. La mayor parte de la actividad guillenera se concentra en esa travesía, por lo que era grande el contraste entre la gran animación de la misma y la escasa del centro de la localidad, que estaba casi desierto. En esa zona tradicional destaca la Plaza de España, donde está el Ayuntamiento. Esta plaza es el lugar más bonito de la población y resulta muy agradable, con sus pérgolas y sus bancos, que son producto de una gran remodelación que data de 1993.


No muy lejos está la iglesia, que sí se encontraba cerrada. Junto a ella había un bar que era el único sitio donde se congregaba algo más de gente en esa parte de Guillena. El resto de su meollo es un conjunto de tranquilas calles adoquinadas bordeadas por casas sin demasiada personalidad, pero que están muy cuidadas en general.

Yo, además de pasear, buscaba un lugar donde desayunar, por lo que me encaminé a la travesía y pronto comprobé que, en efecto, a ella se asoman la mayoría de los bares y comercios del pueblo. La misma bordea el centro por el oeste y se extiende hacia el norte dejando a ambos lados todas las casas que conforman el resto de la población. La Plaza de España es el corazón tradicional de Guillena, pero pude comprobar que su epicentro real es la Glorieta de las 17 Rosas.


Esta glorieta está a mitad de la travesía y desde ella se accede con rapidez a los lugares que tienen una mayor concentración de bares y comercios. De hecho, de la glorieta parte la Avenida Alcalde Justo Padilla Burgos, en la que hay una gran alameda a la que dan también edificios públicos como la Casa de la Cultura.


Yo recorrí esa alameda y llegué casi al extremo noreste del pueblo. Buscaba un bar que me resultara agradable y, pese a que en la zona del centro solo había visto un par, en la travesía desestimé bastantes más. Al final, cuando ya estaba a punto de volver sobre mis pasos para entrar en cualquiera de ellos decidí quedarme en la Cafetería - Confitería La Alacena del Tinao, que está situada en una zona de casas unifamiliares más modernas, frente a la amplia Plaza 8 de Marzo.


El por qué de mi decisión de quedarme justo en La Alacena no está muy claro, porque la cafetería es de batalla, pero me apeteció su terraza y no había visto ningún bar que tuviera una pinta un poco más cuidada. Por eso me senté, y aunque mi primera toma de contacto con el camarero no resultó demasiado prometedora, finalmente fue muy amable. El café y la media tostada con tomate me costaron, además, solo 1'50 euros, un precio de risa hoy día, y estuvo todo aceptablemente bueno, por lo que me fui de allí contento a pesar de lo poco lustroso que es el bar (por lo visto sus dulces son una referencia en el pueblo).

Como he dicho, a Guillena no va la gente normalmente, porque en principio no ofrece gran cosa, pero sí es verdad que en su término municipal tiene otros dos núcleos de población de una cierta entidad, además de un par de enclaves naturales, esos sí, bastante populares. En mi caso, es seguro que seguiré yendo a Guillena mientras Pablo tenga allí su clínica dental



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado GUILLENA.
En 2007 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 39% (hoy día 61%).
En 2007 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 13'2% (hoy día 19'7%).


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