23 de junio de 2018

SEVILLA 2018 (JUNIO)

Ya he incluido varios post en este blog dedicados a Sevilla, en los que he hablado de las últimas veces en las que he ejercido de turista en mi propia tierra. En ninguna de esas jornadas, sin embargo, me había mezclado tanto con el universo guiri como el otro día. Este post va a ser, por tanto, el más puramente turístico de todos los que he escrito hasta ahora sobre la ciudad hispalense.

Las maravillas de Sevilla son de sobra reconocidas a nivel mundial, hasta el punto de que la capital andaluza es uno de los destinos turísticos más importantes de España (es la tercera ciudad española más visitada por españoles y la cuarta más visitada por extranjeros, según datos del INE correspondientes a 2017). Además, tiene tres edificios que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1987: la Catedral, el Archivo de Indias y el Alcázar. Para mí, el más bonito e impresionante de ellos es este último.


El Real Alcázar de Sevilla es el tercer monumento más visto de la ciudad. De hecho, antes del pasado fin de semana yo ya había estado en él en dos ocasiones: la primera vez tenía siete años, por lo que no cuenta, y la segunda fue en 2013, cuando mi cuñada apuntó a toda la familia a una visita guiada y gracias a eso entré como adulto en el edificio. Pese a esto, había una importante parte del Alcázar que se me había quedado pendiente, la del Cuarto Real Alto, y esa es la que fuimos a ver el pasado domingo.

Para entrar en el Cuarto Real Alto, que es la residencia oficial de los reyes de España cuando están en Sevilla, es necesario reservar la visita con una cierta antelación, porque las plazas son muy limitadas. El protocolo, además, es un poco complejo, ya que es obligatorio estar en el control de acceso con 15 minutos de antelación y son muy estrictos con la puntualidad. Ese control está ya dentro del Alcázar, lo cual implica que se tiene que atravesar previamente la entrada normal al recinto. Nosotros íbamos con el tiempo un poco justo, por lo que me temí lo peor cuando nos acercamos a la Puerta del León y vi la ingente cantidad de turistas que esperaban para entrar, pero afortunadamente había dos colas, una para los que tenían que comprar las entradas in situ y otra para los que ya las habían adquirido con antelación. Nosotros éramos de los segundos, pero aunque nuestra cola no doblaba la esquina y se perdía en la lejanía como la otra, no tenía precisamente una longitud tranquilizadora.


Por fortuna, nuestra fila avanzó con bastante celeridad, a pesar de la masificación el acceso estuvo bien organizado. Luego nos dirigimos al punto por donde se accedía al Cuarto Real Alto, que es donde estaba el otro control, más estricto si cabe que el primero.


Para entrar en esa parte del Alcázar tuve que dejar fuera la cámara, por lo que no tengo fotos. El recorrido por esas estancias hay que hacerlo con un vigilante de seguridad que en ningún momento le quita ojo al grupo (el nuestro estaba compuesto solo por 16 personas). El segurata se limita a vigilar que nadie haga cosas raras y el recorrido lo ilustra una interesante audioguía. Durante el paseo, que dura unos 20 minutos, vimos la sala de banquetes, las salas anexas a esta (en una se conserva una gran mesa de billar americano que, por lo visto, fue colocada ahí por Fernando VII, que era un gran aficionado a este juego), las diferentes habitaciones que en el pasado sirvieron de alojamiento a los reyes y a sus familias (hoy día no se usan como tales y están casi vacías, pero no han perdido carácter) y también otras que sí se ve que tienen más uso en la actualidad (hay una que ejerce de despacho y otras salas de recepción de autoridades). En cualquier caso, a mí lo que más me gustó fue ver desde arriba lo que normalmente se ve desde abajo, es decir, asomarme para observar diversas partes del Alcázar desde lo alto. En concreto, fue flipante ver el Salón de Embajadores desde los balcones que se ven en la foto inferior.


Por lo demás, tras recorrer el Cuarto Real Alto nos dimos una buena vuelta por el resto del Alcázar, recordando la pormenorizada visita que hicimos en 2013. En aquella ocasión me gustó mucho el monumento, pero ahora, yendo a mi aire, me gustó casi más, tanto su interior como sus patios y jardines.

Realmente el Alcázar es un edificio con varios edificios dentro, como se puede apreciar bien en el mapa de abajo, en el que cada uno se ha dibujado de un color.


La alcazaba original se erigió en época almohade y a lo largo de los años se fueron realizando en su interior numerosas reformas que han conformado un complejo edificio. Tras la reconquista de Sevilla solo una pequeña parte fue adaptada (el Palacio Gótico). Sin embargo, a partir de 1356 Pedro I (llamado el Cruel o el Justiciero, según) dispuso la edificación de un palacio mudéjar en el sector central de construcción, cambiando su disposición original. El mismo se denomina en la actualidad Palacio del Rey don Pedro (está en naranja en el plano de la foto) y es un exquisito laberinto de patios y estancias mudéjares que conforman el actual corazón del Real Alcázar y se corresponden con su parte más espectacular. Los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II o Alfonso XIII dejaron también su sello en la residencia real.

Al Palacio del Rey don Pedro se accede a través de una puerta que está abierta en su impresionante fachada, la cual da al Patio de la Montería.



Una vez dentro se van recorriendo un montón de llamativas salas y patios, reflejo de una época de esplendor en la que, a pesar del enfrentamiento político, no se tenía miedo a la mezcla cultural. Para mí, uno de los lugares más destacados del Alcázar es El Patio de las Doncellas, una parte del núcleo doméstico del palacio donde las reminiscencias musulmanas están por todos lados.



Sin embargo, en mi opinión el lugar más impresionante de todo el edificio es el ya mencionado Salón de Embajadores, que era el salón del trono de Pedro I, con su deslumbrante bóveda de madera construida en 1427.


Toda esa zona la vimos a la perfección en 2013, al igual que el propio Palacio Gótico. En aquella ocasión, como en esta, no dejamos tampoco de dar un paseo por la parte de los jardines que está dentro del recinto interno del Alcázar, al abrigo de la muralla almohade original. Más allá de esas murallas interiores hay otro sector de jardines mucho mayor, como se puede ver en el mapa que puse antes, que también se merece una ojeada, aunque en este caso es una gran idea recorrer esa zona, no en el contexto de una visita a la antigua alcazaba, sino aprovechando el amplio ciclo de conciertos musicales que desde 1999 se programa cada verano allí. No son conciertos de rock, sino de estilos musicales que pegan más con un sosegado jardín como el del Alcázar. Ese ciclo de conciertos, llamado Noches en los Jardines del Alcázar, se ha convertido en todo un clásico en los duros veranos sevillanos, debido a lo agradecido que resulta disfrutar del oasis de frescor en el que se convierten esos jardines, a la vez que se escucha apaciblemente música clásica, músicas del mundo o jazz. Pese a esto, yo solo he asistido a un concierto, en julio de 2006. Vimos a un grupo llamado Abaibá Trio, que tocaba música de inspiración brasileña, si no recuerdo mal. El concierto estuvo bien, pero me gustó más pasearme por los jardines del Alcázar al atardecer, antes de que empezara el espectáculo.

El pasado domingo no nos aventuramos a la parte externa de la zona ajardinada, a la cual se llega por otro lugar cuando se va a los conciertos, sino que nos quedamos en los jardines más cercanos al palacio, que también están llenos de caminos y fuentes.


En ellos, para Ana y Julia volvió a ser un punto clave la visita al Estanque de Mercurio, que está habitado por unas hambrientas carpas que por la voracidad con la que se comen el pan más parecen pirañas.



De camino a la salida pasamos por el Jardín de la Alcubilla, al cual daba en el pasado la vivienda del conservador del Alcázar, su máximo responsable. En la actualidad la persona que ocupa este cargo ya no vive allí, pero se da la circunstancia de que yo fui compañero de clase en el colegio del hijo de Rafael Manzano, el arquitecto que lo ostentó entre 1970 y 1988. Manzano fue el último conservador que habitó una vivienda dentro del recinto monumental, con la cosa de que yo hice buenas migas con su hijo Miguel Ángel y eso hizo que fuera varias veces a su casa. Mi amigo jugaba por los jardines del Alcázar y yo tengo el recuerdo de haberlo hecho con él alguna vez, precisamente en el Jardín de la Alcubilla.


No fueron esos ratos, jugando entre los setos de los jardines del Alcázar, visitas propiamente dichas al mismo, pero para mí le añaden un toque sentimental al edificio.

La salida actual del monumento da al Patio de Banderas, una preciosa plaza de Sevilla desde la que se accede al corazón del Barrio de Santa Cruz.


Nosotros, sin embargo, ya habíamos cumplido turísticamente y nos encaminamos al lugar donde íbamos a comer, que no era otro que el Kakure Sushibar.


Ya hablé de este restaurante en el post que escribí en diciembre, su dueño fue también compañero mio de clase (un año después que Miguel Ángel y en otro colegio) y teníamos pendiente ir a comer allí con Ana y con Julia, que a pesar de su corta edad son ya fanáticas de la comida japonesa. Kakure es uno de los mejores japoneses de Sevilla, pero no volvimos solo por eso. Realmente, fuimos con las niñas porque ese restaurante tiene una original cinta que atraviesa parte del salón y que sabíamos que iba a ser un triunfo con ellas. Esa cinta es como la de las maletas de los aeropuertos, pero en pequeño. En ella el cocinero va poniendo, para que den vueltas, pequeños platos de la carta, pero en versión tapa (hay porciones de sushi en algunas de sus variantes, sashimi y ensaladas). María y yo en nuestra anterior visita no habíamos hecho uso de la cinta, pero sabíamos que comer en alguna de las mesas que permiten coger comida de ella iba a causar furor en las niñas, más allá de que les encante la comida japonesa. Como es lógico, no nos equivocamos...


También les encantaron como postre los mochi (la especialidad hecha de masa de harina de arroz rellena de mousse dulce que ya tomamos la otra vez).


Vivir en Sevilla me da la oportunidad de ir insertando en el blog de vez en cuando posts dedicados a esta preciosa ciudad. Tengo una lista de lugares sobre los que quiero escribir (algunos ya los conozco, otros no) y poco a poco lo iré haciendo. En esta ocasión tocó la visita al Alcázar y ya estoy pensando en la siguiente...


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado SEVILLA.
En 1977, % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Sevilla: 14'2% (hoy día 100%).
En 1977, % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 0'2% (hoy día 32'5%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado SEVILLA.
En 1977 (aún incompleta esta visita), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 10% (hoy día, completada ya esta visita, 50%).
En 1977 (aún incompleta esta visita), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 0'1% (hoy día, completada ya esta visita, 4%).

Reto Viajero CIUDADES Y PUEBLOS DE ANDALUCÍA
Visitado SEVILLA.
En 1977, % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 0'9% (hoy día 61%).
En 1977, % de Municipios de Andalucía ya visitados: 0'1% (hoy día 19'5%).


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