Se cuenta que en el 718, cuatro años después de que el Califato Omeya se hiciera con el control del norte de la Península Ibérica y Munuza se estableciera en Gijón como gobernador, un noble de origen astur llamado Pelayo, que había vivido el último periodo de vida del Reino Visigodo de Toledo, hasta que este fue desmantelado por la invasión musulmana iniciada en el 711, se rebeló a las imposiciones fiscales de los nuevos dominadores y se refugió con un cierto número de fieles en las estribaciones de los Picos de Europa. Por aquel entonces los omeyas estaban más interesados en avanzar hacia el centro de Europa que en limpiar la retaguardia de los pequeños grupos hostiles que habían quedado aislados tras su conquista, por lo que Pelayo y los suyos, establecidos en Cangas de Onís, no fueron molestados en exceso entre el 718 y el 722. En este último año Munuza decidió acabar con la rebelión, quizás preocupado porque a la misma pudieran terminar uniéndose otros nobles astures que sí habían acatado el sometimiento andalusí, y obligó a Pelayo a refugiarse en el Monte Auseva. Dispuesto a liquidar de una vez por todas a los rebeldes Munuza envió tropas allí, pero a la altura de la Cueva de Covadonga, ubicada en las faldas del citado Monte Auseva, aprovechando lo angosto del valle que impedía a los musulmanes sacar partido de su superioridad, los insurgentes diezmaron a las tropas de Al-Andalus, que tuvieron que batirse en retirada.
Esta refriega, bautizada después como la Batalla de Covadonga, marcó el principio de la reconquista de territorio por parte de los nobles cristianos. El choque realmente no pasó de ser una escaramuza que enfrentó a los 300 partidarios de Pelayo con unos 800 o 1.000 musulmanes, pero tuvo un efecto muy importante, ya que actuó de detonante para que en el resto de Asturias la nobleza se rebelara, hasta el punto de que Munuza acabó viéndose obligado a salir por patas de Gijón. Un tiempo después los musulmanes, que ya habían sido frenados también por los francos en Poitiers en el año 732, decidieron que nada iban a sacar de aquellas montañas llenas de irredentos astures poco dispuestos a pagar tributos sin más, y recularon definitivamente, permitiendo al reino astur establecer su capital en Oviedo y asentarse definitivamente.
Esta refriega, bautizada después como la Batalla de Covadonga, marcó el principio de la reconquista de territorio por parte de los nobles cristianos. El choque realmente no pasó de ser una escaramuza que enfrentó a los 300 partidarios de Pelayo con unos 800 o 1.000 musulmanes, pero tuvo un efecto muy importante, ya que actuó de detonante para que en el resto de Asturias la nobleza se rebelara, hasta el punto de que Munuza acabó viéndose obligado a salir por patas de Gijón. Un tiempo después los musulmanes, que ya habían sido frenados también por los francos en Poitiers en el año 732, decidieron que nada iban a sacar de aquellas montañas llenas de irredentos astures poco dispuestos a pagar tributos sin más, y recularon definitivamente, permitiendo al reino astur establecer su capital en Oviedo y asentarse definitivamente.
En todo este relato, interpretado por la historiografía tradicional como el origen de España (aunque hay quien dice que es una invención y, en cualquier caso, está lleno de controversias y versiones alternativas), tuvo un papel muy importante la mencionada Cueva de Covadonga, que era un lugar de significación simbólica ya en tiempos de Pelayo, pues sus alrededores parecen haber tenido desde miles de años atrás un carácter sagrado.
Por ello, no es de extrañar que la Cueva fuera elegida como el lugar donde apuntalar la historia, inventada o real, convirtiéndola en mito: allí se dice que se apareció la Virgen para arengar a los luchadores del bando cristiano, dándoles ánimos para que ganaran la Batalla. También que Pelayo y los suyos se refugiaron en ella para protegerse de las flechas enemigas y que la Virgen rodeó el lugar de una especie de halo que resguardó a los guerreros astures de las agresiones. Gracias a su mitificación, el porvenir de la Cueva de Covadonga quedó asegurado, hasta el punto de que es el lugar más visitado de Asturias y uno de los principales santuarios católicos de España.
Por ello, no es de extrañar que la Cueva fuera elegida como el lugar donde apuntalar la historia, inventada o real, convirtiéndola en mito: allí se dice que se apareció la Virgen para arengar a los luchadores del bando cristiano, dándoles ánimos para que ganaran la Batalla. También que Pelayo y los suyos se refugiaron en ella para protegerse de las flechas enemigas y que la Virgen rodeó el lugar de una especie de halo que resguardó a los guerreros astures de las agresiones. Gracias a su mitificación, el porvenir de la Cueva de Covadonga quedó asegurado, hasta el punto de que es el lugar más visitado de Asturias y uno de los principales santuarios católicos de España.
El caso es que poco después de la fecha en la que se supone que tuvo lugar la Batalla de Covadonga, Alfonso I mandó construir en la Cueva una capilla dedicada a la Virgen para conmemorar la victoria de Pelayo y entregó a la orden benedictina esta pequeña iglesia, a la vez que se erigía al lado un monasterio. La talla original de la Virgen y la capilla fueron destruidas por un incendio el 17 de octubre de 1777, pero un año después la Catedral de Oviedo donó otra imagen, que data del siglo XVI y que es la que se conserva hoy día (se la conoce popularmente como la Santina).
Con respecto a la capilla, se tardó casi un siglo en construir otra (la actual la proyectó Roberto Frasinelli en 1874).
En la Cueva, además de la imagen de la Santina también está la tumba de Pelayo, que en teoría yace junto a su hermana Adosinda y a su esposa, la reina Gaudiosa (están todos en la misma urna), así como el sepulcro de Alfonso I y de su esposa Ermesinda (hija de Pelayo). Se supone que el traslado de los restos partió de la iniciativa de Alfonso X, aunque esto ha sido cuestionado.
A la Santa Cueva se puede llegar de dos maneras. Si se opta por el acceso original habrá que subir una escalinata de 103 escalones llamada Escalera de las Promesas, que bordea la Colegiata de San Fernando, el edificio mas antiguo del Santuario (se erigió en el siglo XVI y sustituyó al monasterio medieval que ahí existía).
Hay, no obstante, otra entrada menos sufrida a través de un pasadizo excavado en la roca, que atraviesa la montaña en sentido horizontal y a cuyo inicio se llega por la carretera.
Hay, no obstante, otra entrada menos sufrida a través de un pasadizo excavado en la roca, que atraviesa la montaña en sentido horizontal y a cuyo inicio se llega por la carretera.
El túnel tiene a medio camino una agujero natural que ejerce de ventana y que ofrece unas vistas espectaculares.
Ese túnel de acceso alternativo se excavó en 1908 y al lado de su entrada se abrió un año más tarde el Hotel Pelayo. Para entonces ya era una realidad la existencia del otro eje clave del Santuario, la Basílica de Santa María la Real, proyectada también por Frasinelli y que se empezó a construir en 1877 bajo las órdenes de Federico Aparici, siendo finalizada en 1901. La misma se encuentra en un nivel superior al de la Cueva, siguiendo un poco la carretera hacia arriba.
En la explanada en la que está la Basílica también hay un Museo y una serie de viviendas para sacerdotes, entre otras cosas. Allí se encuentra, igualmente, la Estatua de Pelayo.
Ese túnel de acceso alternativo se excavó en 1908 y al lado de su entrada se abrió un año más tarde el Hotel Pelayo. Para entonces ya era una realidad la existencia del otro eje clave del Santuario, la Basílica de Santa María la Real, proyectada también por Frasinelli y que se empezó a construir en 1877 bajo las órdenes de Federico Aparici, siendo finalizada en 1901. La misma se encuentra en un nivel superior al de la Cueva, siguiendo un poco la carretera hacia arriba.
En la explanada en la que está la Basílica también hay un Museo y una serie de viviendas para sacerdotes, entre otras cosas. Allí se encuentra, igualmente, la Estatua de Pelayo.
Yo ya había estado dos veces en el Santuario, en 1997 y en 2002, pero en ambas ocasiones me limité a subir por la escalinata a la Santa Cueva. Me faltaba, por tanto, mucho por conocer. Lo primero que quería ver en esta ocasión era la Basílica. Por desgracia, cuando llegamos se estaba celebrando una misa, por lo que no era el momento de ponerse a dar vueltas por allí. Aún así, con respeto pude echarle un vistazo.
Por fuera, en cambio, contemplamos con mas libertad tanto su frontal como su lateral derecho. En este lado derecho de la Basílica me gustó mucho asomarme a la balconada que se abre al valle y que permite observar una panorámica preciosa de la Santa Cueva.
Tras ver la Basílica nos acercamos a la Estatua de Pelayo, que está representado un poco como si fuera Conan o Thor. Su autor es Eduardo Zaragoza, que la hizo en bronce en 1964.
Desde la explanada bajamos ya hacia el túnel de acceso a la Cueva. Esta fue, por tanto, la primera vez que accedí a la misma sin usar la escalera. Antes, sin embargo, hicimos un pequeño alto en la Cafetería del Gran Hotel Pelayo.
Tras visitar la Cueva bajamos la escalinata hasta el nivel del laguito donde vierte sus aguas el chorro natural que brota bajo la cavidad.
Andando por el lateral de ese lago, por un pequeño camino de piedra, se llega hasta otro pequeño manantial que también brota de la roca y que ha sido convertido en la Fuente de los Siete Caños. Por lo visto hay una antigua copla del folklore asturiano que dice: "La Virgen de Covadonga tiene una fuente muy clara, la niña que de ella bebe dentro del año se casa". Ahí lo dejo...
Tras ver la fuente de cerca acabé, en esta ocasión, mi visita al Santuario de Covadonga, un lugar a cuyo alrededor flotan un buen número de historias que mezclan la realidad con la ficción, la historia con la propaganda y las creencias con los hechos probados. El Santuario y su contexto son una fuente inagotable de controversias, pero lo que no cabe duda es que su cueva, su Santina y su mitificado papel en la historia de España lo han convertido es uno de los grandes símbolos de Asturias, por lo que se merecía una visita más pormenorizada que las anteriores que había realizado.
Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitado SANTUARIO DE COVADONGA.
En 1997 (primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados en el Principado de Asturias: 66'6% (hoy día 100%).
Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitado SANTUARIO DE COVADONGA.
En 1997 (primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados en el Principado de Asturias: 66'6% (hoy día 100%).
En 1997(primera visita), % de Monumentos Destacados de España visitados: 20% (hoy día 39%).
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