7 de febrero de 2019

CHAPARRO DE LA VEGA 2019

En mi lista de las maravillas de Andalucía que quiero conocer hay muchas que son monumentos creados por el hombre y hay otras cuantas que son monumentos naturales. La mayoría de estos últimos están formados por seres inertes (o son seres inertes en sí mismos), pero hay once de ellos que tienen vida: tres son bosques o conjuntos arbolados, y otros ocho monumentos no solo son seres vivos, sino que son ejemplares únicos. Se trata, en efecto, de ocho árboles andaluces que llevan en el mismo sitio cientos de años, son los elementos más destacados de la flora del sur de la Península Ibérica y, por ello, están especialmente protegidos desde hace casi dos décadas. 

A mí, los árboles de estas características me llaman especialmente la atención, ya que han visto pasar la historia por delante de sus hojas y resisten como campeones al paso del tiempo. En Andalucía, como digo, hay ocho ejemplares especialmente valiosos. Ni que decir tiene que todos me van a sobrevivir, pero aún así son los integrantes más frágiles de mi listado de maravillas andaluzas, por lo que tengo muchas ganas de echarles la vista encima lo más pronto posible. Uno de ellos, el Pino Centenario del Parador de Mazagón, lo conozco desde hace años, pero los demás jamás los había visto. El pasado domingo decidimos empezar a ponerle remedio a ese hecho y programamos una bonita excursión a los alrededores de Coripe para ver el Chaparro de la Vega.


Coripe es un pueblo de la provincia de Sevilla que está a 77 kilómetros de la capital y cuyo término municipal linda ya con la provincia de Cádiz. Está enclavado en las estribaciones de la Sierra Sur sevillana y me gustaría volver a visitarlo, porque esta vez nuestro objetivo era encontrar el Hostal Restaurante Estación de Coripe y pasamos de largo. Este hotel está emplazado a dos kilómetros del pueblo, siguiendo por la carretera que lo atraviesa, y utiliza unas instalaciones que hace años fueron levantadas para albergar una estación de tren. La misma nunca llegó a funcionar como tal, de hecho formaba parte de un proyecto inacabado iniciado en los años 20 del pasado siglo, mediante el cual se pretendía unir por tren las localidades de Jerez de la Frontera (Cádiz) y Almargen (Málaga). El proyecto quedó paralizado por la Guerra Civil, años después volvió a ponerse en marcha, pero finamente en los años 60 se abandonaron las obras. La parte del trazado en la que el despilfarro quedó más patente fue la que une los pueblos de Puerto Serrano y Olvera, ya que en esos 38 kilómetros quedó terminada la plataforma natural donde debía ir la vía, así como los viaductos, las estaciones e incluso los túneles.


En los años 90 ese tramo fue uno de los primeros que se convirtió en Vía Verde. Este proyecto de las Vías Verdes está destinado a convertir las infraestructuras ferroviarias en desuso en itinerarios senderistas y cicloturistas, y gracias a él se han creado un buen número de senderos preciosos en España. El tramo de la Vía Verde de la Sierra fue de los primeros en echar a andar, ya que, como he dicho, estaba adecuado todo el trazado y no hubo que desmontar ni la vía. La que iba a ser la estación de tren de Coripe fue una de las construcciones que se rehabilitaron para su uso, y hoy día hay allí un Hostal Restaurante que tiene una agradable zona de juegos infantiles en la puerta.


Nosotros realmente no íbamos en esta ocasión a recorrer la Vía Verde de la Sierra, nuestro objetivo era ver el Chaparro de la Vega, como ya he comentado, pero teníamos ganas de caminar un poco y decidimos hacer una pequeña ruta que, partiendo del Hostal Restaurante Estación de Coripe, recorre unos 200 metros de la Vía Verde y se desvía después por un camino lateral que llega hasta el árbol.


Siguiendo ese camino unos 800 metros se llega al Chaparro de la Vega, que está rodeado por una serie de infraestructuras destinadas al recreo campestre. Realmente es posible llegar en coche hasta las inmediaciones del monumento natural, pero nosotros disfrutamos mucho del camino, que discurre paralelo al Río Guadalporcún.


Una vez llegados a nuestro destino vimos el Chaparro de la Vega con todo el detenimiento del mundo. El mismo tiene alrededor una pequeña valla de madera, pero está permitido llegar hasta él y tocarlo (no se le pueden arrancar hojas, como es lógico).


El Chaparro de la Vega es una encina (Quercus Rotundifolia). Esta especie también es conocida como chaparro, de ahí el nombre del árbol.




Se trata de un ejemplar de 13 metros de altura que tiene un tronco de más de un metro de diámetro.


Se calcula que ronda los 300 años, aunque algunos elevan la cifra a 700, lo cual parece excesivo. En cualquier caso, es mucho tiempo, a mí me resultó emocionante ponerle la mano encima a un ser vivo que fue coetáneo de Napoleón y de Mozart, por citar a dos personajes icónicos nacidos en la segunda mitad del siglo XVIII.


Después de disfrutar del árbol, comimos los bocadillos que llevábamos y echamos un buen rato en la zona habilitada como área recreativa, en la que no faltan barbacoas y una amplia zona de juego para niños.


Allí hay también una ermita, ya que por lo visto cada año se realiza una romería en Coripe que acaba junto al chaparro.


Tras desandar el camino y antes de volver a casa, ya por la tarde, nos tomamos un café en el Restaurante Estación de Coripe, aprovechando un ratito más el maravilloso sol invernal que tuvimos la suerte de disfrutar.


En definitiva, conocí el Chaparro de la Vega y, de paso, entré en contacto con la Vía Verde de la Sierra, de la que tanto había oído hablar. Quizás algún día vuelva para centrarme en ella específicamente.



Reto Viajero MARAVILLAS DE ANDALUCÍA
Visitado CHAPARRO DE LA VEGA.
% de Maravillas de Andalucía visitadas en la Provincia de Sevilla: 62'5%.
% de Maravillas de Andalucía visitadas: 35'5%.


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