Este año, igual que en 2018, hemos hecho un pequeño paréntesis en nuestra estancia veraniega en Llanes para hacer una excursión que nos ha alejado de Asturias. El destino de este 2019 ha sido la comarca leonesa de Babia, en concreto hemos echado un par de días en Torrebarrio, una pequeña aldea que se encuentra realmente a dos pasos del Principado. Yendo de camino a ese destino hicimos un breve alto en Mieres del Camino, la capital de Mieres, que está en mi lista de municipios a visitar. Nuestra estancia allí fue breve, de hecho la misma no dejó de ser una toma de contacto con la población, por lo que volveré en el futuro para profundizar en los detalles que ofrece, pero de momento la parada fue lo suficientemente consistente como para que sea pertinente dedicarle un breve post.
Mieres es el sexto concejo más poblado de Asturias y cuenta con unos 39.000 habitantes que están repartidos de manera desigual: casi 25.000 personas viven en Mieres del Camino y el resto de la población está dispersa por el término municipal, agrupada en su mayoría en pequeños núcleos de población.
Cuando uno va a un lugar como Mieres ha de tener claro qué es lo que se va a encontrar, muchos dirán que allí no hay nada de interés, y es cierto que según los cánones establecidos del turismo es un sitio donde hay poco que ver. Sin embargo, detrás de cada paisaje hay una historia que marca su fisionomía y cuando hablamos de asentamientos humanos para todos es interesante ver los vestigios de las grandes civilizaciones y su impacto en la tierra, pero para mí la visión no estaría completa si renunciase a conocer zonas que igualmente son producto del devenir, pero que se dejan de lado debido a su, en teoría, menor valor estético. Toda la zona de la Asturias interior que forma parte de las cuencas mineras está marcada por su pasado y por su presente industrial, allí la gente ha sobrevivido desde hace décadas trabajando en minas y en fábricas, y no es ningún secreto que eso lo que produce es un paisaje áspero, apagado, humilde y práctico. Esto es cierto, pero no lo es menos que tiene objetivamente el mismo interés como producto de la vida humana una callejuela de un pintoresco barrio de una privilegiada ciudad, que una avenida anodina de una gris barriada de pisos de un pueblo de una zona minera. Es por esto que en mi lista de enclaves a conocer los hay de lo más variado, en Asturias está presente lo más bonito, pero también lo están los principales núcleos de población de las cuencas mineras, y aunque en esta ocasión no fue mi deseo de conocer Mieres lo que nos llevó a su capital concejil, sino la necesidad de hacer un alto en nuestro viaje para matar el gusanillo y hacer tiempo, lo cierto es que pude echarle un primer ojo a la población y me he hecho una idea bastante certera de como es aquello.
Tras la visita, si tuviera que describir Mieres del Camino diría que es como un barrio enorme. Yo no vi ninguna zona que tenga reminiscencias de antes del siglo XX, de hecho el desarrollo del pueblo comenzó en 1844 y siempre estuvo ligado a la siderurgia y a la minería carbonífera. Sus calles, por tanto, son funcionales y están trazadas en gran parte en ángulo recto.
Los edificios, por otro lado, están levantados para que viva mucha gente en poco espacio, aprovechando el suelo a tope para que las viviendas no valgan demasiado, como ocurre en las barriadas residenciales. En Mieres del Camino todo son bloques de pisos más o menos modernos que están dispuestos en cuadrícula, hay un par de pequeñas zonas más irregulares, pero la gran mayoría de la población se fue levantando a lo largo del siglo XX a modo de ensanche.
El ambiente que yo vi, en los bares, en las plazas y en las calles, también es típico de barrio. Lo que sucede en Mieres del Camino, a mí manera de ver, es que lo que hay está bien limpio, y además la disposición cuadriculada y la relativa anchura de las vías hacen que no parezca un lugar atosigante, pese a la abundante presencia de pisos.
Me resultó llamativo que en la confluencia de las calles la vista se puede perder en la lejanía sin obstáculos y, al final, en todas las direcciones se ven las montañas tras los últimos bloques de pisos.
En cualquier caso, por lo que he leído no todo es exactamente igual en Mieres del Camino y los barrios más antiguos, como La Villa (al sureste) o Requejo (al noroeste), sí conservan unas pequeñas zonas de disposición urbanística más irregular. Otros, como San Pedro (extremo norte), Santa Marina (suroeste) o Tocote (entre San Pedro y Santa Marina, al oeste de la población), sí se construyeron en un contexto más moderno y funcional, por lo que tienen una estructura más regular.
Nosotros dejamos el coche en la Calle Langreo, que fue donde encontramos un hueco. La misma está precisamente en el corazón de Tocote, un barrio de viviendas sociales construidas en los años 60 que fueron vendidas a personas con dificultades económicas tras la realización de un sorteo. Por lo visto, tras el mismo la pregunta entre todos los que habían llamado a la suerte y aspiraban a poder adquirir las viviendas fue "¿Tocote?". El origen del nombre, por tanto, viene de ahí (un andaluz como yo preguntaría "¿Te tocó?", pero en Asturias es muy común posponer el pronombre personal átono al verbo, por lo que las palabras estarían ordenadas como el nombre del barrio).
En nuestro paseo fue Tocote el barrio que recorrimos. Caminando hacia el sur salimos de sus límites buscando un cajero y luego volvimos, hasta que llegamos a la Calle Manuel Llaneza. Esta parece que es una de las principales arterias de Mieres del Camino, no solo por ser de las calles más antiguas, sino porque atraviesa la población de este a oeste.
En esta calle está la Antigua Estación de El Vasco.
El Vasco era el tren que se construyó por parte de la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturiana (de ahí su nombre) para llevar carbón de las minas a la costa, desde donde era embarcado con destino a la siderurgia vizcaína. En Mieres del Camino El Vasco tenía una estación que se ha conservado tras la desmantelación de la vía férrea y que hoy alberga dependencias municipales. También hay cerca una Máquina de Tren colocada como monumento.
Desde allí seguimos en dirección norte y recorrimos parte del Parque Jovellanos, una amplia cuadrícula arbolada que es como una especie de Central Park mierense (hay un abismo entre ambos parques, pero los dos son un rectángulo perfecto respetado como zona verde en medio de una cuadriculada zona de pisos).
En la Calle Fuente les Xanes, que desemboca en la zona central del parque, nos detuvimos a tomar nuestro piscolabis en la Sidrería Barolaya. La oferta en esta calle y en la avenida que bordeaba el parque era enorme, de manera que elegimos el lugar al azar (las mesas son las únicas que se ven a la izquierda en la foto).
Tras tomar un refrigerio nuestra breve parada en Mieres tocó a su fin y continuamos nuestro camino hacia Torrebarrio. Como toma de contacto no estuvo mal, me hice una idea general de como es la población y conocí de primera mano uno de sus barrios más característicos. La próxima vez partiré de esa base para hacer una visita que complete esta.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado MIERES.
% de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Asturias: 60%.
% de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 34'4%.
Visitado MIERES.
% de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Asturias: 60%.
% de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 34'4%.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres comentar algo, estaré encantado de leerlo