1 de enero de 2020

JARANDILLA DE LA VERA 2019 (VISITA DE DICIEMBRE)

El pasado mes de agosto estuve en Jarandilla de la Vera y escribí el correspondiente post sobre mi experiencia. Como es costumbre, redacté su contenido sin ponerme trabas, siempre cuento con respeto mis impresiones sobre los lugares que visito, pero nunca pongo límites a mi sinceridad. Si algo no me gusta no lo oculto. En el caso de Jarandilla, la verdad es que el pueblo me decepcionó un poco y lo dije sin poner paños calientes. Eso no significa, no obstante, que me guste hablar mal de los sitios, mi objetivo es ser ecuánime y, salvo que los desastres clamen al cielo, lo normal es que intente ser comprensivo y juzgue las circunstancias desde todos los puntos de vista. Es por esto que me dejó un cierto mal sabor de boca el artículo que escribí sobre Jarandilla de la Vera, hasta el punto de que al acabarlo me prometí que volvería para intentar matizarlo. Lo que no podía prever es que mi segunda visita sería tan pronto.

Aparte de esto, como se puede comprobar en este blog las Navidades no son una época en la que suela viajar. Para mí estas fechas son para dedicárselas a la gente, lo que hace que se llenen de planes y de quedadas que acaban convirtiendo en un problema el hecho de programar una escapada. Este año, sin embargo, ha sido complicado para mis padres y necesitaban unos días de relax con todos nosotros. Por desgracia, desde que yo trabajo los fines de semana resulta harto difícil programar pequeños viajes, porque concentro la mayor parte de mi actividad laboral los sábados y los domingos, que es cuando la mayoría de la gente libra. Por esa razón, desde octubre buscamos una fecha apropiada para irnos de finde familiar y la misma no apareció hasta los últimos días del año: en Navidades yo he trabajado más días entre semana y eso ha posibilitado que haya podido librar un sábado y un domingo. Era ahora o nunca y por eso este 2019 lo hemos terminado pasando tres días en Jarandilla de la Vera.

Lo de ir a Jarandilla ha sido casualidad, yo no he tenido nada que ver a pesar de mi propósito de volver a la localidad cacereña. En este caso el destino de la escapada ha venido dado por la confluencia de una serie de factores: mi madre quería invitarnos a un Parador, mi hermana viaja con dos perros y, por último, no podíamos alejarnos demasiado de Sevilla solo para un fin de semana. Dados esos tres condicionantes solo hubo una opción: el Parador de Jarandilla de la Vera, que es el único cercano que admite mascotas.


El hecho de pasar un fin de semana en Jarandilla me ha permitido empezar a explorar la comarca de La Vera de una manera más intensa que cuando estuvimos en verano. Aquel día fuimos del tirón al pueblo y de allí no salimos, pero esta vez sí hemos dedicado buenos ratos a explorar los alrededores. Por contra, en esta ocasión, más allá del Parador, que lo hemos vivido con intensidad, si no me hubiera ido a pasear con mi cámara de fotos el domingo temprano antes del desayuno prácticamente no habría pisado las calles de Jarandilla, ya que el viernes llegamos a la hora de la cena, el sábado estuvimos en Garganta La Olla y viendo el Monasterio de Yuste, y el domingo tras desayunar nos fuimos. Yo tenía una cuenta pendiente con la población, quería ver de nuevo lo que tiene que ofrecer y, además de visitar el edificio más destacado que tiene, cosa que no hice en agosto y que ahora venía dado por el sitio donde nos alojamos, también quería volver a patearme sus principales calles. Para ello me pegué un buen madrugón el domingo y, al alba, con un frío pelón, salí y me di un largo paseo, a una hora en la que el tibio sol aún no llegaba a calentar.


El paseo me confirmó algunas impresiones y matizó otras. Para empezar, Jarandilla no puede esconder que es un pueblo extremeño. Extremadura es la comunidad autónoma española con el PIB per cápita más bajo y la provincia de Cáceres en ese ranking está en el puesto 49 de las 52 provincias de nuestro país. El Producto Interior Bruto per cápita, también llamado Renta Per Cápita por habitante, es una magnitud que intenta medir la riqueza material disponible en un lugar. El indicador muestra que en Extremadura no están para derroches y eso se nota en localidades como Jarandilla, donde incluso en las calles más pintorescas, a una casa antigua bien conservada le siguen otra con la fachada alicatada hasta el tejado, un solar, una casa moderna, otra en ruinas y otra que necesita una mano de pintura. Así es difícil que se observen estampas dignas de una foto.


No obstante, en la anterior visita llevaba unas expectativas demasiado altas y eso hizo que el pueblo me decepcionase, pero esta vez como sabía lo que iba a ver me puse menos negativo y todo me pareció menos feo. De hecho, el paseo matutino fue una gozada, el día amaneció limpio y claro, hacía frío y al ser domingo la calma era la nota predominante, por lo que pude callejear en medio de las más absoluta tranquilidad y disfruté bastante del entorno.

Para llegar a los puntos más bonitos que conocía recorrí la Avenida Soledad Vega Ortíz, que ejerce de travesía y que bordea el casco histórico por el norte, y me interné en busca de los rincones más pintorescos por la Avenida Virgen de Sopetrán.


Vi de nuevo la Picota, y también la Calle Machín y la Plaza de la Constitución, que son los enclaves más destacados del pueblo.


El arco de la Calle Machín no es tan antiguo como podría parecer, se construyó en 1757 para corregir la inclinación de la casa de uno de los lados, que sufrió los efectos del terremoto de Lisboa de 1755. Pese a esto, hace un efecto bonito en la calle.


Aparte, callejeé por todo el centro durante un buen rato, llegando incluso a la Calle de las Espeñas, que rodea la Iglesia de Nuestra Señora de la Torre por detrás, pero eso solo sirvió para que me convenciera de que la Calle Machín y la Plaza de la Constitución son, en efecto, los dos puntos que merecen más la pena en Jarandilla. Más a sur había aún algunas calles que no visité, las dejé por si vuelvo alguna otra vez. Desde la Plaza de la Constitución tiré de vuelta al Parador por la Calle Antonio Casado, doblé por Manuel García y llegué a la Plaza de la Soledad, donde vi abierta la Iglesia de San Agustín. La misa dominical estaba a punto de comenzar, pero como quería ver algún edificio por dentro entré con discreción. Esta no es la iglesia principal de la población y en la otra no pude entrar, pero me valió.


También ayudó bastante a mejorar la imagen que tenía del pueblo el hecho de recorrer a fondo su edificio más emblemático. En agosto nos lo dejamos atrás y eso no ayudó a que me fuera con una buena impresión. Dicho edificio es el Castillo-Palacio de los Condes de Oropesa, que alberga el Parador de Jarandilla de la Vera y que me dejó con la boca abierta.


El Castillo-Palacio fue construido a finales del siglo XIV. Por fuera su carácter defensivo no pasa desapercibido por sus torres y almenas, así como por el foso y la muralla que todavía se conservan.


Una vez que se pasa el portón impacta la visión del edificio principal del Castillo-Palacio, que da al Patio de Armas a través de una preciosa galería con arcos.


La fortaleza palaciega vivió su etapa de gloria del 12 de noviembre de 1556 al 3 de febrero de 1557, ya que durante ese lapso de tiempo Carlos I se alojó allí. Este para ese entonces ya había abdicado en su hijo Felipe y había decidido retirarse al cercano Monasterio de Yuste, pero cuando llegó a La Vera no habían concluido las reformas necesarias para que estuviera un poco cómodo en su nuevo hogar y se acomodó con paciencia en el Castillo-Palacio de los Condes de Oropesa para esperar a que las obras en el monasterio estuvieran acabadas.

En la actualidad, más de cuatro siglos después, el edificio se conserva en perfecto estado. El hecho de que se abriera como Parador en 1966 tiene mucho que ver en eso.


A mí me encantan los Paradores, ya lo he dicho otras veces. Como a cualquier persona, me gustan los buenos hoteles, pero los Paradores ponen especial énfasis en el ambiente, son alojamientos pensados para saborear en ellos el tiempo. En los Paradores se disfruta del simple hecho de ir por los pasillos, dan ganas de reposar en los salones y de curiosear por los rincones.


Desde que escribo este blog he dormido en los Paradores de Soria, Antequera, Lerma, Oropesa, Mazagón, La Granja y Córdoba. Ahora puedo sumar el de Jarandilla de la Vera a la lista. En total, la red de Paradores cuenta ya con 97 establecimientos y yo he pernoctado en 18 (en Soria y en Zafra he hecho doblete). Mucho voy a tener que currar para poder alojarme en todos, pero de momento no cabe duda de que no me puedo quejar.

De los Paradores que he conocido el de Jarandilla es de los que más me han gustado, el edificio quita el hipo y por dentro te permite creer que estás andando por un verdadero castillo. Como de costumbre, por las mañanas desayunamos de bufé, para Ana y Julia ese tipo de desayuno es tan divertido como ir a un parque de atracciones. En este viaje, además, tuvimos el premio extra de cenar las dos noches en el Restaurante. Esta circunstancia sí que fue más novedosa, no es raro que por las noches cuando nos alojamos en Paradores piquemos algo en la cafetería, pero no solemos cenar en el restaurante.


Esta vez, sin embargo, decidimos darnos un par de homenajes, y vaya si los disfrutamos. El menú incluía un primero, un segundo y un postre a elegir, por lo que pude cambiar de platos cada noche y probar varios, entre ellos unas deliciosas patatas revolconas con pulpo a la plancha, pero en lo que repetí los dos días fue en el delicioso postre, que tenía brownie y helado de vainilla.



En Jarandilla en esta ocasión no comimos en ningún otro sitio, ni falta que hizo, la experiencia en el restaurante, por la comida, la ambientación y la amabilidad de los camareros, fue de diez.

En conclusión, la visita de diciembre a Jarandilla de la Vera ha hecho que me haya quedado con una impresión más favorable del pueblo. En muchos aspectos al mismo se le podría sacar más partido, otras poblaciones de los alrededores están en las mismas circunstancias y, por lo que he podido ver, han logrado que su atractivo resalte más. Sin embargo, después de pasear por Jarandilla de la Vera sin ser tan exigente, y tras haber conocido su edificio más señero, me he ido de allí con mejor sabor de boca.



Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado JARANDILLA DE LA VERA.
En  Agosto  (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cáceres: 37'5% (en Diciembre 50%).
En  Agosto  (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 34'7% (en Diciembre 35%).


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