23 de diciembre de 2021

CARRERA POPULAR FRAN CASTILLO 2021

Fran Castillo no se cansa y, tras un año de parón debido a la pandemia, en 2021 ha vuelto a implicarse a muerte en la organización de la carrera que lleva su nombre. La misma ya va por su cuarta edición, lo que me produce una gran satisfacción.


Yo me alegro mucho de que la carrera de Fran haya cuajado, porque gracias a ella en Villanueva del Ariscal se monta una entrañable fiesta deportiva que trae a gente de fuera, pero que también junta a muchos vecinos de todas las edades, en una preciosa mañana de convivencia. Este 2021, finalmente la participación de los adultos fue menor, pero en cambio la respuesta de los niños fue sensacional. En efecto, las pruebas de los peques fueron un éxito. Ana tomó parte en la infantil y recorrió los 800 metros en 3:08. Está muy bien. No lo he mirado con detenimiento, pero debe ser de las pocas personas que ha corrido las cuatro ediciones que se llevan celebradas de la carrera. En cuanto a Julia, ella no quiso disputar la competición de su categoría, a pesar de lo rápida que es. Este año solo ejerció de voluntaria y el que viene ya veremos lo qué quiere hacer.

Por lo que a mí respecta, tras participar en la edición inaugural de 2017 y en la de 2019, en 2021 me volví a inscribir sin dudarlo. La novedad, en este caso, fue que no le di ni una vuelta al hecho de competir delante de todos mis vecinos. Los otros años me puse nerviosillo, pero ahora estoy más pasota. Quizás la clave es que, tras el parón competitivo por la pandemia, en las pocas carreras que he disputado desde septiembre me he puesto como un flan, por el simple hecho de ponerme un dorsal. No obstante, tras el buen resultado de la media maratón que corrí en noviembre decidí que se había terminado lo de comerse el coco en plan principiante. Seguramente por eso, tras apuntarme a la Carrera Solidaria Fran Castillo no pensé en ella hasta que me puse en la línea de salida. En 2019, además, por la excitación salí escopetado tras el pistoletazo inicial, lo que acabó provocando que los 7.000 metros se me hicieran muy largos. Esta vez fue diferente, aunque fue inevitable que me viniera arriba en varios momentos. No en vano, Ana y Julia estuvieron de voluntarias en la cita de mayores, marcando el camino, lo que hizo que las viera un par de veces a cada una. Cuando eran muy niñas, María a menudo las llevaba a las carreras, pero desde hace un lustro ya no van a verme, como es lógico. En esta ocasión, sin embargo, estaban de nuevo allí con sus amigas, y al pasar a su lado no pude evitar embalarme un poco. De todas formas, fueron acelerones muy puntuales. Ahora, a diferencia de 2019, controlé mucho mejor los ritmos. Es curioso, por tanto, que entonces finalizara en 30:01 y el domingo pasado lo hiciera, sobre prácticamente el mismo trazado, en 30:06. Este año las sensaciones fueron mucho mejores, pero casi calqué el tiempo. Eso, para empezar, es una buena noticia, porque es una muestra más de que esta racha, tan complicada por la situación sanitaria, no me han dejado huella desde el punto de vista deportivo. 

Por otro lado, he entrenado por el recorrido de la carrera cientos de veces, por lo que sabía cómo debía correr para sacarme todo el partido posible. Tenía claro que, salvo una cuesta tendida de unos 400 metros que había en el kilómetro inicial, el perfil era bastante favorable hasta el cuarto punto kilométrico. Hasta ahí tenía que llegar con fuelle, para encarar con garantías la parte final del trazado, que era más dura.

El caso es que, tras darse la salida, los primeros 150 metros fueron cuesta abajo y los siguientes 300 discurrieron por la Avenida de Andalucía, que es llana y recta. En la mitad de la misma, en un cruce, estaba Ana, y al final, en el sitio donde girábamos para enfilar la Calle La Zorzala, se encontraba Julia. En ese punto, los primeros ya habían metido el turbo y se habían separado de los demás, pero todavía no se había roto el gran pelotón de cabeza, que, eso sí, marchaba muy estirado. Yo iba a la cola, buscando un ritmo alto pero confortable.


Tras el giro, empezó el tramo de 400 metros cuesta arriba. Ese era el único pedazo más duro de los primeros 4 kilómetros. Como lo sabía, al empezar a subir bajé una marcha y me quedé a cola del grupito, corriendo en el puesto 28. Además, ya había visto a las niñas y pensé que era el momento de intentar estabilizarme. No obstante, a los 1.300 metros, aproximadamente, pasamos por la salida y pegué otro pequeño acelerón, entre otras cosas porque vi a María. Tras pasar por la línea inicial, que iba a ser también la de meta, el circuito fue calcado hasta el punto donde estaba Julia, en la confluencia con la Calle La Zorzala. En consecuencia, volvimos a recorrer la misma cuesta abajo con la que había comenzado la carrera, y de nuevo nos pateamos entera la Avenida de Andalucía hasta el final. A esa altura, los grupos se habían roto y lo que veía delante mía era un reguero de corredores. Marchaba en la posición 25.



Tras recorrer la Avenida de Andalucía por segunda vez, en esta ocasión seguimos recto por la Calle Manuel Castillo Reyes y, al final de la misma, giramos a la derecha y tomamos el Camino de Sanlúcar. Llevábamos 1.900 metros y ahí se terminó el asfalto por un buen rato. Desde ese sitio, hasta el punto kilométrico 4, el camino de tierra, que está en buen estado, picaba hacia abajo. Fue en ese momento donde hice valer mi condición de local que conoce el terreno y puse en práctica una estrategia bien definida, basada en el perfil de la carrera. En efecto, tras esos dos siguientes miles en paulatino descenso, venían 2.000 metros duros en los que se subía por una pista complicada, lo que antes se había ido bajando. Por ello, en lugar de despendolarme cuando la inclinación se volvió favorable, me dejé llevar un poco. En consecuencia, me adelantaron hasta cinco corredores. Justo en el kilómetro 4 empezó el tramo fatigoso, que era todo cuesta arriba y en el que apenas si hubo descansillos. Fue la típica subida que no mete miedo, en principio, pero que luego resulta que no da tregua. Por eso, si no la conoces, te incita a mantener el ritmo, pero luego se alarga más y más, y acaba por hacer que la gente caiga de madura. 

Yo hice el kilómetro 4, que era muy benévolo, en 4:26. En ese momento iba en el puesto 30. Inmediatamente después, hice el cinco en 4:25 y el seis en 4:27. En apariencia me mantuve estable, pero lo cierto es que el primer parcial lo hice dejándome llevar un pelín, mientras que en los dos siguientes me vacié. Gracias a que no empecé la subida cebado, no acumulé perdidas de tiempo en los 2 kilómetros duros, y a tres de los cinco que me habían adelantado en los 2.000 metros anteriores les fui recortando terreno, los alcancé y los dejé atrás. También pasé a otro. A falta de un kilómetro para la meta marchaba el 26 en la general.


Luego, en la recta de meta perdí una posición y entré el 27, lo que no deja de estar bien. Me salió un ritmo final de 4:18. Es evidente que el nivel de los corredores que se desplazaron hasta Villanueva no fue altísimo. Pese a esto, yo no me puedo quejar. Las circunstancias me permitieron ir sabiendo, más o menos, en qué puesto iba estando. Eso es algo que normalmente no puedo hacer, ya que me suelo ver inmerso en una masa incontrolable de runners. Esta vez, sin embargo, a grosso modo fui controlando mi situación con respecto a los demás, lo que le dio a la experiencia un plus extra de diversión.

Por ser en mi pueblo, otra cosa positiva que tuvo esta carrera, al igual que han tenido las de otros años, fue que, además de divertirme como lo hago siempre en todas las pruebas, compitiendo contra mí mismo, y además de pelear los puestos, también tuve la oportunidad de luchar por alguno de los premios a los mejores atletas locales.


En efecto, estaban en juego varios galardones para los locales más destacados y yo tuve la suerte de poder optar a ganarlos. En la edición de 2017 me quedé a las puertas de llevarme algo, pero en 2019 acabé como segundo mejor atleta local. Sin embargo, este año repetir esto era casi una quimera, porque corrían Carlos López y Javier Toscano, y contra ellos no tengo nada que hacer. No obstante, como había reconocimientos a los tres primeros ariscaleños, pensaba luchar por el tercer premio, que al final fue el que conseguí. Aún así, me llevé la placa gracias a una carambola, dado que realmente, además de Carlos y de Javier, se me metió por delante otro paisano, llamado José Ignacio Fernández, y quedé cuarto local. Lo que pasó fue que Carlos, quedó también segundo en la categoría Veterano A. Por eso, dado que los trofeos no eran acumulativos, el podio local se desplazó una posición y yo quedé tercero en él. Lo gracioso es que el que quedó segundo local me precedió tan solo cinco segundos, pero no lo conocía (está a mi izquierda en la foto superior, de amarillo), por lo que no le peleé el puesto 26. 

En definitiva, la mañana fue una gozada en todos los sentidos. Me lo pasé pipa en la carrera y, además, como dije al principio, el evento trajo consigo un largo rato de convivencia de los que se quedan grabados, con María, con las niñas, con sus amigas, y también con muchos de nuestros amigos y conocidos del pueblo, que después de casi 14 años son muchos. 


En el Parque de la Cruz de Velasco, que estaba junto a la meta, se montó un ambigú y hasta mediodía estuvimos echando un rato maravilloso. Ni que decir tiene que el año que viene no me pienso perder la próxima edición de la Carrera Solidaria Fran Castillo.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 231.
% del Total de Carreras a completar: 23%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en VILLANUEVA DEL ARISCAL.
En 2012 (año de la primera carrera corrida en Villanueva del Ariscal), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 19% (hoy día 37'1%).


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