24 de diciembre de 2023

ALCALÁ DE HENARES 2023

Alcalá de Henares tenía 15.000 habitantes en 1950. En 2011, superaba los 200.000. En consecuencia, aunque, en la actualidad, es el 31º municipio más poblado de España, lo cierto es que a mediados del siglo XX solamente era un pueblo. Visto así, podría pensarse que se trata de otra de las localidades del extrarradio de Madrid, que crecieron de manera exponencial en los años finales de la dictadura de Franco y en las primeras décadas de la democracia, convertidas en ciudades dormitorio, pero eso es quedarse corto. Realmente, la cercanía de la capital de España ha hecho que un alto porcentaje de los residentes en Alcalá de Henares hagan una gran parte de su vida en Madrid, pero la verdad es que a Alcalá no le va nada el papel de suburbio. En su caso, su núcleo histórico no solo no ha sido sepultado por la avalancha migratoria, sino que se ha revalorizado. Tanto, que su casco antiguo y su universidad fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1998.


Cuando hablamos de Alcalá de Henares, lo estamos haciendo, por tanto, de una de las localidades más bonitas y señeras de España. Es la cuna de Manuel Azaña, del Arcipreste de Hita y de Miguel de Cervantes, en los albores de la Edad Moderna su universidad fue una de las top de España, hoy día se entrega en ella el premio literario de mayor importancia de nuestro país, y ha sido escenario de notables acontecimientos a lo largo de la historia. Sin embargo, su cercanía con respecto a Madrid provoca que, salvo para los madrileños, la ciudad tienda a quedar eclipsada por los atractivos capitalinos. 

Yo nunca había estado había estado en Alcalá de Henares, precisamente porque, en las decenas de veces que he estado rondando el centro de la Península Ibérica, nunca había sido capaz de librarme del atractivo influjo de la capital. No obstante, el otro día, aprovechando que teníamos que ir a recoger a Ana al Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, que queda cerca, pensé que era una buena oportunidad para obviar los cantos de sirena de la metrópoli, y echarle un primer vistazo a la tercera ciudad más grande de la Comunidad de Madrid. Teniendo en cuenta que la cantidad de edificios históricos que salpican la zona noble alcalaína es exagerada, en esta ocasión me voy a referir solo a los que vimos por dentro, que fueron el Museo Casa Natal de Cervantes y el Colegio Mayor de San Ildefonso. Este alberga el Rectorado de la actual Universidad de Alcalá, y también fue, antaño, la sede principal de la Complutensis Universitas, es decir, de la antigua institución de enseñanza superior que existió durante la Edad Moderna en Alcalá de Henares, y que fue bautizada así para honrar a Complutum, un asentamiento romano cuyos restos no distan mucho de la población.

Antes, sin embargo, no quiero dejar de mencionar que, si bien los atractivos indoor de Alcalá son numerosos, los outdoor tampoco están nada mal. En efecto, el casco histórico de la ciudad conforma un conjunto muy vistoso, en el que destaca, por encima de todo, su Calle Mayor, que es la calle con soportales a ambos lados más larga de Europa. Mide 396 metros.



Aparte, lugares como la Plaza de Cervantes o la Plaza de San Diego también se merecen un vistazo. La primera es el principal epicentro del casco histórico de Alcalá de Henares, y nosotros la vimos convertida en una auténtica feria navideña.



La Plaza de San Diego, por su parte, empezó a existir en 1589, año en el que se demolió lo que en ella había, para que se pudiera apreciar mejor la monumental fachada que Rodrigo Gil de Hontañón había realizado, entre 1537 y 1553, en el lado norte del Colegio Mayor de San Ildefonso.


La verdad es que nosotros no salimos de la zona monumental de Alcalá. Para hacerme una idea general de como están estructuradas las poblaciones, a mí me gusta integrar en el conjunto de los cascos urbanos sus centros históricos, explorando otros barrios anexos, pero, en este caso, no pude llevar eso a cabo. En realidad, fue porque tuve mucha suerte. En efecto, para empezar, busqué un lugar bueno, bonito y barato donde pudiéramos alojarnos, y el perfecto surgió en la misma Plaza de San Diego.


El magnífico emplazamiento del Hostel Complutum, en pleno corazón de Alcalá de Henares, me vino genial para poder explorar su centro, pero no me posibilitó salir de él con facilidad. Además, tanto al llegar a la ciudad, a mediodía, como al regresar del aeropuerto de recoger a Ana, ya a primera hora de la noche, tuvimos una suerte brutal a la hora de encontrar aparcamiento. Efectivamente, en ambos casos pudimos dejar el coche en un par de vías públicas adyacentes al meollo alcalareño, por su lado este, por lo que accedimos a él de manera casi automática, sin tener que recorrer ni una sola calle ajena al casco histórico. En consecuencia, dejaremos para otra ocasión lo de deambular por zonas menos pintorescas de Alcalá de Henares.

Aparte, dentro del centro de Alcalá solo pude ver bien el Museo Casa Natal de Cervantes y el Colegio Mayor de San Ildefonso, como he dicho. La visita a este segundo lugar es imprescindible. El primero, en cambio, no pasa de ser un enclave curioso, que resulta agradable de ver.

Con respecto a la casa donde nació el autor de El Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha, no es que la que se enseña sea un fake, pero tampoco se puede decir que flote en ella el espíritu infantil de Miguelito Cervantes. De hecho, hasta 1948 se pensaba que Cervantes había venido al mundo en otra vivienda diferente. Cuando los estudios del historiador Luis Astrana Martín vieron la luz, y se dio como válido que había nacido en un inmueble que daba a la Calle Mayor, este ya había sido derruido. En 1956, se erigió uno nuevo en el mismo emplazamiento, intentando respetar la disposición del original, pero del primigenio no queda ni rastro. Por tanto, lo que uno ve, realmente, es la recreación del hogar de una familia acomodada del siglo XVI, pero nada de lo que hay allí perteneció a Cervantes ni a los suyos. 


Los Cervantes, en todo caso, se trasladaron a vivir a Valladolid cuando Miguel tenía cuatro años. Por eso, cuando se recorren las estancias de la casa, no se respira historia. Aquello es un cuidado museo, centrado en la figura del literato, pero poco más. Por fortuna, es gratis, lo que ayuda a que uno no se ponga muy exigente y salga satisfecho.


Muy distinta es la visita a Colegio Mayor de San Ildefonso, que es el nombre que recibe el que ejerce de principal edificio de la actual Universidad de Alcalá, y que también lo fue de la primitiva Complutensis UniversitasCuando Miguel de Cervantes nació, el 29 de septiembre de 1549, esta última llevaba funcionando justo medio siglo. El genio en ciernes no acudió a ella, pero ambos son un reflejo de hasta donde llegó el boyante Renacimiento español.


De la Universidad de Alcalá hay que empezar explicando por qué se distingue entre la moderna institución, oficialmente llamada así, y la antigua, a la que se le suele denominar igual. En realidad, la universidad que utiliza ese nombre, en la actualidad, es bastante joven, y no se corresponde con la Complutensis Universitas. Esta se fundó en 1499 en Alcalá de Henares, y se convirtió en la quinta universidad de la Corona de Castilla, al unirse a las que existían en Salamanca, en Valladolid, en Sigüenza y en Santiago de Compostela (la primera universidad castellana, que fue la de Palencia, ya había desaparecido por aquel entonces). En la Corona de Aragón, por su parte, había otras cinco universidades (en Lleida, en Huesca, en Perpiñán, en Girona y en Barcelona). Sin embargo, de todas ellas, solo las de Salamanca, Valladolid y Santiago de Compostela pueden trazar una línea histórica continua. Las demás, o desaparecieron para siempre, o se clausuraron y luego han sido refundadas. Entre estas últimas se encuentra la Universidad de Alcalá, que es heredera simbólica de la mítica Complutensis Universitas, pero que es otra entidad.

En efecto, resulta que la Complutensis Universitas, después de una larga época dorada, fue languideciendo, hasta que desapareció en 1836. No obstante, sus estudiantes y su patrimonio mueble fueron trasladados a Madrid, donde se integraron en la Universidad Central de Madrid, que había sido creada en 1822 y cerrada en 1823, tras la invasión francesa. En 1836, la Universidad Central de Madrid se reabrió, aprovechando los recursos de la de Alcalá, y continuó funcionando sin más incidencias relevantes hasta que, en 1970, cambió su nombre por el de Universidad Complutense, denominación que estaba libre, y que adoptó como una especie de homenaje a sus raíces alcalaínas. En 1977, una nueva institución de enseñanza superior surgió en Alcalá de Henares. Su referente era la Complutensis Universitas, pero esta designación llevaba pillada siete años. Por ello, fue bautizada como Universidad de Alcalá por las buenas. 

La especial relevancia histórica de la Complutensis Universitas, en cualquier caso, viene dada por dos circunstancias. La primera es que la fundó Francisco Jiménez de Cisneros, que fue, probablemente, la persona ajena a la realeza con más poder en época de los Reyes Católicos. La figura del Cardenal Cisneros da para mucho, pero yo solo voy a decir que fue un hombre que supo ver que la educación era fundamental para el desarrollo de Castilla y de Aragón, a nivel político y administrativo, por lo que creó una universidad para fomentarla. La segunda circunstancia novedosa es que la concibió al modo actual, salvando las distancias, es decir, que hizo erigir, ex novo, el primer campus universitario del mundo. Este fue dotado de un marco urbanístico adecuado y de una financiación acorde a sus objetivos. El Cardenal Cisneros no escatimó en medios, para que acudieran a dar clase a su institución los mejores maestros, y no discriminó a nadie por su origen humilde, es decir, que el que demostrara su inteligencia iba a poder estudiar allí, becado. Su objetivo era crear una élite bien preparada, que rigiera los destinos del Estado. En Alcalá de Henares, por tanto, nació la primera universidad renacentista y universal, al menos de España. En consecuencia, la lista de personajes destacados que pasaron por las aulas de la Complutensis Universitas, en los siglos XVI y XVII, es impresionante.

En definitiva, la Universidad de Alcalá tiene un pasado remoto glorioso, uno reciente más modesto, y un futuro bastante halagüeño, ya que cuenta, en la actualidad, con unos 22.000 alumnos.

Sin duda, en la Edad Moderna, la incidencia de la Complutensis Universitas en el desarrollo de Alcalá de Henares fue total, por lo que la visita al Colegio Mayor de San Ildefonso me pareció una magnífica manera de tomar contacto con la ciudad. En principio, yo pensaba ir a ver el edificio por las buenas, pero me enteré, hace unas semanas, de que se organizan unos recorridos guiados diarios, en los que se enseñan las instalaciones. La hora del tour de la tarde era perfecta para nosotros, así que nos apuntamos. 


La visita estuvo conducida por un guía llamado Jorge. Gracias a él, aprendí un montón de información interesante. Así, de la historia de la Universidad, me enteré de que sus edificios no solo se erigieron a modo de ciudad del saber, en plan campus, sino que se crearon adyacentes a lo que ya existía de Alcalá, no en su interior. La cosa es que las reglas de la institución exigían austeridad y decoro a los estudiantes, por lo que estos vivían casi como monjes en el Colegio Mayor de San Ildefonso. Sin embargo, a los jóvenes empollones también les gustaba la juerga, por lo que se desarrolló, en el extremo este del casco urbano alcalareño, que es el que estaba pegado a la zona universitaria, en el entorno de la actual Plaza de Cervantes, todo el entramado lúdico para que los alumnos desfogaran. 

En ese sentido, con los años, la vida de Alcalá de Henares llegó a estar tan influenciada por la Universidad, que cuando esta desapareció, en 1836, la ciudad perdió 4/5 partes de su población en un tiempo récord. Con respecto a lo de la estrecha relación de la localidad y la Universidad, hay que decir que, dado que la magnífica portada del Colegio Mayor de San Ildefonso no era la que daba directamente a las casas de Alcalá de Henares, la puerta que los estudiantes y los profesores usaban más a menudo era la lateral, que unía el Patio de Filósofos con la Plaza de Cervantes.


Aparte, en un principio Cisneros quiso huir de la magnificencia, e hizo construir, como corazón de su universidad, un edificio que no chocara con el modelo educativo que buscaba implantar. Además, deseaba que las clases empezaran pronto, por lo que no quería embarcarse en obras monumentales. Por ello, el Colegio Mayor de San Ildefonso se levantó en adobe y ladrillo, y su primera portada no fue especial. Gracias a eso, el objetivo se cumplió, y se pudo empezar a impartir docencia en 1508. El Cardenal falleció en 1517, y unos años después, los que mandaban en la institución universitaria decidieron que ya estaba bien de falsas humildades, y se plantearon ir sustituyendo los materiales de construcción pobres, que eran más perecederos en todo caso, por otros nobles. Así, en 1537 le encargaron una monumental fachada, en el lado norte del Colegio, a Rodrigo Gil de Hontañón, uno de los arquitectos de mayor renombre del siglo XVI.


Nuestra visita al Colegio Mayor de San Ildefonso empezó, precisamente, delante de la portada. Luego, Jorge nos mostró las partes más interesantes del edificio. Así, empezamos por el majestuoso Patio de San Juan de Villanueva.


Desde el Patio de San Juan de Villanueva accedimos al Patio de los Capellanes, y, tras atravesarlo, entramos en la Capilla de San Ildefonso, que es independiente, por lo que también tiene un acceso desde fuera. En el interior del templo, destacan las yeserias de las paredes, el artesonado de madera policromada, así como el Cenotafio del Cardenal Cisneros. Después de muchas vicisitudes, lo que queda del religioso ya no está dentro, pero el sepulcro, que fue diseñado por Domenico Fancinelli y ejecutado por Bartolomé Ordóñez, es una de las principales joyas del arte funerario del Renacimiento.


En el Patio de Filósofos escuchamos más explicaciones. Viéndolo, pudimos hacernos una idea de cómo debió ser el edificio en origen, ya que en él predomina el ladrillo. 


Por otro lado, allí Jorge nos contó que, después del cierre de la Universidad en 1836, el Colegio Mayor de San Ildefonso fue de mal en peor. Primero se abandonó, y luego, tras una década, cambió varias veces de propietarios, por lo que tuvo múltiples usos. En 1850, sus últimos dueños decidieron desmantelar el inmueble, lo que provocó el surgimiento de un movimiento vecinal, que desembocó en la creación de una sociedad filantrópica. La misma, que se denominó Sociedad de Condueños, dividió el coste del edificio en 900 participaciones de 100 reales, que solo podían comprarse por vecinos de Alcalá de Henares, y no en un número superior a diez por persona. La sociedad logró vender todas las participaciones, y así adquirió por 90.000 reales la manzana en la que está el Colegio. A lo largo de casi 175 años, la Sociedad de Condueños ha velado por la conservación de las doce fincas que conforman esa manzana.

Tras esta interesante explicación, accedimos al Paraninfo, que se abre en la equina suroeste del Patio de Filósofos. Esa fue la mejor parte de la visita, porque en ese bello espacio es donde se entrega, cada 23 de abril, desde 1976, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, que, al margen del Premio Nobel de Literatura, es el más destacado que puede recibir un escritor que haya realizado su labor en lengua española. El palmarés del galardón es muy destacado. En todo caso, con independencia del premio, el Paraninfo de la Universidad de Alcalá es un lugar precioso.


En su interior, destaca el impresionante artesonado del siglo XVI, así como la galería de estucos de la planta superior y el suelo de azulejos. Este es tan valioso, que no pudimos pisarlo


Lo que hicimos, para no pisotear los azulejos del suelo, fue sentarnos en el banco corrido que bordea la pared de la estancia. 

En resumen, la visita guiada al Colegio Mayor de San Ildefonso fue una magnífica manera de tomar contacto con Alcalá de Henares. Por desgracia, no tuve oportunidad de seguir profundizando en los encantos de la ciudad, pero no quise irme sin alejarme un poco del entorno de la Plaza de Cervantes y de la Plaza de San Diego. Por ello, en vez de levantarme algo más temprano que María, Ana y Julia, para salir a correr, que es lo que suelo hacer cuando estamos en hoteles, lo hice para darme una vuelta a pie. Gracias a eso, llegué hasta la Puerta de Madrid, que limita el casco histórico por el oeste. Fue un agradable paseo matutino, en el que vi como se despiertan los habitantes de la localidad los días laborables.

Para terminar, voy a hacer mención, con brevedad, al lugar donde dormimos, y a los establecimientos donde comimos, durante nuestra estancia en Alcalá de Henares. Para pernoctar, como he dicho nos quedamos en el Hostel Complutum, sitio que se ajustó a la perfección a nuestras necesidades, ya que estaba nuevo y era muy acogedor. No alojamos los cuatro en una misma habitación, por lo que la relación calidad-precio fue sobresaliente.


Otro tema fue el de la comida. Para alimentarnos, no tuvimos mucha suerte. Para empezar, llegamos tarde a mediodía, por lo que almorzamos de milagro. En concreto, entramos en la Pizzería Bella Napoli, que está ubicada en la Calle Mayor, y que tenía una carta apañada.


Sin embargo, aunque no eran aún las 16'00 horas, al ir a pedir nos dijeron que la cocina ya estaba cerrada. Afortunadamente, tenían en una vitrina una serie de pizzas, que vendían en porciones independientes. Los pedazos solo los tenían que calentar, por lo que nos tomamos un par cada uno.


Las pizzas no fueron gran cosa, pero tenía hambre, el local era agradable, y los dos trozos me supieron a gloria. Luego, por la tarde, tras terminar la visita al Colegio Mayor de San Ildefonso, merendamos churros en la Chocolatería Valor, un negocio que se encuentra en la Plaza de Cervantes, y que, no solo tenía la terraza llena, con el frío que hacía, sino que además tenía cola para entrar dentro. En vista de eso, picados por la curiosidad, le echamos un poco de paciencia, esperamos, y nos acabamos sentando en el interior. Como no podía ser de otra manera, nos pedimos unos churros con chocolate.
 

Los churros, la verdad es que los he tomado mejores un montón de veces. Estaban un pelín aceitosos. No obstante, el chocolate, que es la especialidad del negocio, estuvo delicioso. La Chocolatería Valor he visto que lleva abierta menos de dos años, y que se inauguró con un boato bastante llamativo. Quizás por eso tiene tanto tirón entre los alcalaínos.

De todas formas, a pesar de que, ni el almuerzo, ni la merienda, fueron para lanzar cohetes, la experiencia para olvidar la vivimos en la cena. El caso es que Ana venía de Irlanda con antojo de comida japonesa, por lo que, al volver de recogerla del aeropuerto, buscamos un japo cerca del hotel. Tras intentar, sin éxito, ir a otro restaurante que habíamos seleccionado, acabamos en Miss Sushi. Este establecimiento, que también se asoma a la Plaza de Cervantes, es una franquicia, por lo que la cosa no prometía, pero le dimos una oportunidad. Por desgracia, salimos malparados. Realmente, no exagero si digo que el Miss Sushi de Alcalá de Henares es el peor restaurante japonés en el que he comido en mi vida. En efecto, el triste sashimi que nos pusieron parecía que llevaba hecho desde la época de Cervantes, y el edamame no valía un duro. El yakisoba sí se dejó comer, pero poco más. Para colmo, la camarera, pese a que fue amable, por el aspecto y por lo despistada que estaba, dio la impresión de que tenía la cabeza bastante lejos. Estuvimos casi solos, pero su atención fue caótica.

Por último, para desayunar al día siguiente nos metimos en otra franquicia, en la que parece que se come de todo, llamada OhLaLá. El lugar, de nuevo, prometía poquísimo, pero no encontramos nada mejor, e íbamos escasos de tiempo. A pesar de esto, lo cierto es que desayunamos bien. Me pude tomar una tostada con tomate y un café correctos, en un local cómodo y calentito. No pedía más, por lo que salí satisfecho. 

En definitiva, la estancia en Alcalá de Henares fue una mezcla. Por un lado, turisteamos algo, pero íbamos un poco de paso, por lo que me tuve que limitar a catar con frugalidad sus numerosos encantos. No vi demasiado ambiente universitario, pero el centro sí se animó mucho por la tarde, y por la mañana pude echarle un ojo al despertar de la ciudad. Entre eso, las dos visitas que hice, y las calles que pude recorrer, me fui de la patria chica de Cervantes muy contento. Si puedo, volveré.



Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado ALCALÁ DE HENARES.
% de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Comunidad de Madrid: 30'8%.
% de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 36'3%.


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