28 de febrero de 2024

POTES 2024

El pasado 29 de mayo de 2023 falleció mi padre. Tenía 73 años. Él ha salido en unos cuantos post que he escrito en este blog, e incluso está en alguna foto que he puesto, por lo que ha tenido su pequeña cuota de protagonismo en En Ole Väsynyt. Me alegro mucho de ello. En todo caso, tras su funeral, me enteré de que le había pedido a mi madre que echáramos sus cenizas al Río Deva, a su paso por Potes. Simbólicamente, quería atravesar Liébana una vez más, y deseaba descansar para siempre en las aguas del Mar Cantábrico.


Liébana es una comarca de difícil acceso, que está un poco escondida y apartada. Pese a esto, cuando se llega a ella, se descubre que es un rincón precioso, acogedor y tranquilo. A mi padre le encantaba, y no es raro, porque todos los adjetivos que he empleado en lo que llevo de párrafo lo podrían describir a él a la perfección. A pesar de ser andaluz, prefería los días frescos, grises y lluviosos, y no era muy amigo de los planes bulliciosos. Por otro lado, asomado a las aguas del Mar Cantábrico se sentía feliz. No le atraía ir a la playa, ni era fácil verlo en bañador, pero en la costa cántabra su carácter melancólico y reservado, pero siempre afable y bondadoso, parece que encontraba su sitio. Nunca fue un triste, ni era una persona negativa. Al revés, le gustaba la buena vida como al que más. Por eso, Cantabria es el lugar perfecto para que repose eternamente.

En verano no pudimos reunirnos todos para cumplir su voluntad y verter sus cenizas en el Río Deva. Tampoco en las vacaciones de Navidad encontramos el hueco para acercarnos a Liébana. Sin embargo, no queríamos dilatar más el momento en el que pudiera pasar página. Además, en julio y agosto Potes se llena de gente, y deseábamos que el acto fuera íntimo, por lo que consideramos que era mejor no esperar a esos meses. Por ello, hemos aprovechado el Día de Andalucía para marcarnos un macropuente y subir a Cantabria.

No obstante, yo no tenía demasiado claro en qué lugar exacto podíamos echar las cenizas a las aguas del río. Tampoco quería que nos pusiéramos a dar vueltas por Potes con la urna, buscando el emplazamiento oportuno. Afortunadamente, Google Maps me permitió hacerme una idea con antelación de qué sitio tenía pinta de ser bueno, y hacia allí nos encaminamos al llegar. Lo primero que hicimos fue descender al nivel del Deva, por una de las bajadas habilitadas.


A continuación, fuimos caminando por el cómodo y bonito Paseo del Río, que bordea las aguas por la orilla derecha. Apenas si nos cruzamos con un par de personas. 



No recorrimos entero el Paseo del Río, por lo que no puedo acotarlo con exactitud, pero creo que no es muy largo. La próxima vez que vaya a Potes lo exploraré entero.



En esta ocasión, nos limitamos a pasear hasta el punto concreto que yo había localizado, gracias a la imagen satélite. Se trata de un lugar donde se corta el camino hecho por la mano del hombre, y se puede bajar hasta la misma orilla del Río Deva


Ese sitio no está fuera de Potes. De hecho, a su espalda hay casas, pero no me equivoqué a la hora de deducir que iba a ser un lugar tranquilo. En efecto, allí había un par de mesas habilitadas para pícnics, pero a media mañana, y en esta época del año, no había nadie en los alrededores. Al llegar, no nos demoramos mucho, pero tampoco tuvimos que darnos prisa. Lo cierto es que todo salió perfecto. 

Mi padre era catedrático de física, por lo que respondía más bien al perfil de científico. Sin embargo, siempre fue un ávido lector, y dedicó los últimos años de su vida a darle rienda suelta a su pasión por la escritura. En 2023, pudo publicar una novela, lo cual le colmó de felicidad. Aparte, presentó relatos a varios concursos, y llegó a ganar algún premio. Una de sus pequeñas historias también fue incluida en un libro de la escritora zaragozana Patricia Esteban Erlés, titulado El Sillón de Terciopelo Verde. En esta obra, se recoge el contenido de diez programas, emitidos en Aragón Radio, en los que la autora impartió un taller radiofónico de escritura creativa, en 2020. Como colofón a cada uno de esos programas, Esteban Erlés puso en marcha un concurso de microrrelatos, y en el siguiente eligió un ganador y un finalista. Mi padre ganó una de las veces, con un texto que la escritora reprodujo en su manual, y que mi madre leyó en voz alta, justo antes de que yo arrojara sus cenizas al Río Deva. Es el que sigue... 


Es precioso. Habla, con elegancia y sin pena, del amor y de la vida después de la muerte. Es muy él. Por eso, leerlo y escucharlo fue un bonito homenaje de despedida.

La novela que publicó mi padre se titula Los días del Alción. La editó Adarve, y todavía está a la venta. La tirada no fue muy elevada, pero sí generó algunos derechos de autor, que mi madre se ha encargado de pedir. A él, una de las cosas que más le gustaban era comer en restaurantes con su familia, con nosotros. Por eso, mi madre tuvo la idea de que gastáramos el dinero obtenido con su libro en almorzar en Potes, brindando por su memoria. El sitio que elegimos para hacerlo fue el Restaurante El Bodegón. Zamparme un buen cocido lebaniego hubiera sido una magnífica manera de hacerle un guiño a su recuerdo, porque le chiflaba, pero me decanté, finalmente, por otro de sus platos favoritos. 


Los huevos fritos con jamón y patatas fritas me encantaron, pero, no por ello, dejé de probar un poco de ese famoso cocido lebaniego del que hablaba, que, por fortuna, no faltó en la mesa. En El Bodegón comimos de lujo, y muy bien atendidos. Fue el colofón a un homenaje que mi padre se merecía con creces.

Al margen de todo, el día salió lluvioso, pero solo cayó agua por la tarde. Para mí, fue un privilegio ver Potes en invierno. Yo nunca había estado allí, fuera de los meses de julio y agosto, y me gustó ver la localidad en una época en la que puede mostrar su verdadera cara.



Incluso, mientras hacíamos tiempo para ir al restaurante, pude ver el edificio del Ayuntamiento por dentro. Está ubicado en el Antiguo Convento de San Raimundo de Peñafort, del que se conservan la portada y el claustro.


Su iglesia, en cambio, ha desaparecido. Hoy día, en su lugar han levantado un inmueble moderno, que, pese a todo, no desentona demasiado. Delante del Antiguo Convento, en la Plaza de San Raimundo, esperamos muy a gusto a que fuera la hora de comer.


Potes es conocida como la villa de los puentes. Algunos dicen que su nombre se deriva de la palabra latina pons, cuyo nominativo plural, efectivamente, es pontes. Es cierto que de ahí a Potes no hay mucha distancia. En todo caso, para mí no era el día de hacer verdadero turismo, pero, sin duda, cuando vuelva a Potes sí encontraré el hueco para investigar con exhaustividad cuáles son esos puentes, que parece que han llegado, incluso, a marcar el topónimo de la bella localidad cántabra, a la que ya siempre estaré unido.



Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado POTES.
En 1998 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales visitadas en Cantabria: 67'7% (hoy día, confirmada ya esta visita desde 2018, 100%).
En 1998 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 14% (hoy día, confirmada ya esta visita desde 2018, 36'3%).


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