31 de julio de 2024

ESTADIO PANATHINAIKO 2024

El otro día le dediqué un post a la Acrópolis de Atenas, y comenté que esa mítica agrupación de edificios me había dejado un poco frío. En cambio, en este nuevo artículo me voy a centrar en el Estadio Panathinaiko, y voy a dejar claro que el mismo es uno de los lugares más flipantes que he visto.


No soy objetivo. Hay decenas de lugares en el mundo más destacados que el Estadio Panathinaiko, pero en él yo disfruté como en pocos sitios


La razón de tanta efusividad es que yo soy un poco friki de los Juegos Olímpicos, y muy friki del maratón. En el Estadio Panathinaiko culminaron los tres primeros maratones de la historia (el de las Olimpiadas de 1896, mas los dos que organizaron previamente los griegos para elegir a sus representantes en esa prueba). Por ello, es un lugar mítico. Ahí comenzó todo.


Desde 1972, en el Estadio Panathinaiko finaliza el Athens Classic Marathon. Esta prueba rememora el recorrido del primer maratón olímpico y de los dos ensayos previos, y está abierta a todos los corredores. Dicen que es dura, y que en la actualidad es muy fea, pero yo tengo entre ceja y ceja disputarla. Lo que pasa es que, hasta el día de hoy, ni me he podido plantear ir a Atenas en noviembre. Si me llegan las piernas al momento en el que pueda hacerlo, y logro entrar en el Estadio Panathinaiko corriendo, hablaré largo y tendido de los orígenes de la carrera de 42.195 metros. Ahora, solo voy a hacer una breve semblanza de la evolución histórica del recinto deportivo. 


Resulta que en el 330 antes de CristoLicurgo, un magistrado ateniense que se encargaba de las finanzas públicas, mandó construir en mármol el Estadio Panathinaiko, en el lugar donde ya había un hipódromo con asientos de madera. El remozado espacio estaba llamado a albergar los Juegos Panatenaicos, que no consiguieron tener la importancia de los Olímpicos o de los otros grandes juegos panhelénicos, pero que se celebraron durante ocho siglos, nada menos. Posteriormente, en el 144 de nuestra era, Herodes Ático, un político romano muy rico, nacido en lo que hoy es Grecia, le dio una nueva vuelta al recinto, que había perdido su esplendor. Después de ese segundo periodo de gloria, en el siglo IV fue abandonado, y a mediados del XIX no pasaba de ser un montón de ruinas, sepultadas en mitad del campo. Sin embargo, en ese momento, con el desarrollo del romanticismo como movimiento cultural, que implicaba un auge del nacionalismo, hubo una iniciativa en Grecia para revivir los Juegos Olímpicos, que eran considerados un símbolo de las tradiciones helenas. La idea tardó en prosperar, pero, tras 20 años, un empresario y filántropo griego, llamado Evangelos Zappas, recogió el guante y decidió sufragar el renacimiento del evento olímpico. Para albergarlo, pagó con su dinero los trabajos que permitieron desenterrar, acondicionar y nivelar el Estadio Panathinaiko. Al final, los llamados Juegos Olímpicos de Zappas se disputaron cuatro veces, entre 1859 y 1889. No obstante, Zappas solo alcanzó a ver la primera edición, y aunque había dejado dinero para que se organizaran más, aún no había llegado la hora de que la iniciativa arraigase, por lo que el certamen fue decayendo hasta desaparecer. 

Sin embargo, el proyecto de celebrar una gran competición, en la que participaran deportistas de todo el mundo, hermanados para competir sin ánimo de lucro, fue retomado poco después por el barón francés Pierre Fredy de Coubertin, que ha pasado a la historia como el padre del olimpismo, aunque la idea original no fuera suya. Aun así, suyo sí es el mérito de haber logrado montar y desarrollar un acontecimiento que ha acabado siendo inmortal.

El caso es que, gracias a la insistencia de Pierre Fredy de Coubertin, los primeros Juegos Olímpicos de la segunda intentona se organizaron en Atenas, y el Estadio Panathinaiko se siguió considerando el eje del evento. Para que estuviera a la altura, al recinto se le dio un impulso definitivo, sufragado esta vez por George Averof, que costeó su remodelación total. El mecenazgo de Averof hizo posible que se volviese a levantar el edificio todo de mármol, de forma que el Estadio se quedó como lo conocemos hoy. En él, se celebró la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Atenas 1896, el 6 de abril de ese año, así como las competiciones de gimnasia, de halterofilia, de lucha y, por supuesto, de atletismo. Eso implica que en su pista se proclamó el primer campeón olímpico de la historia, el mismo día 6. Este honor recayó en James Connolly, un estadounidense que ganó la competición de triple salto. Allí, también entró vencedor en la prueba de maratón el griego Spyridon Louis. Por tanto, el Estadio Panathinaiko es, en mi opinión, el santuario del deporte por excelencia. Por ello, su visita era una obligación para mí.


Hay que decir, en todo caso, que después de aquellos gloriosos inicios, aparte de otros eventos deportivos, e incluso musicales, el Estadio ha albergado también los Juegos Intercalados de Atenas 1906, que no están considerados como oficiales, así como el final del maratón y la prueba de tiro con arco de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.


Con respecto a mi visita, ya he comentado en los artículos precedentes, que yo he estado en Grecia en un viaje en grupo. El Estadio Panathinaiko no estaba en el programa, pero también teníamos una jornada libre en Atenas, así que esperé, y el día de marras me fui pronto a ver el recinto. Ir temprano fue un acierto, porque hizo una soleada y calurosa mañana, y en el Estadio no hay ni una sombra, a partir de una determinada hora. Cuando yo fui, la temperatura aún no se había disparado del todo, y el sol no estaba arriba por completo, por lo que mi tour fue una gozada.


En el Estadio Panathinaiko caben en la actualidad unos 60.000 espectadores. Estando allí, no parece tan grande, pero la cifra estaba escrita en un cartel oficial, de manera que la doy por buena. Las gradas están divididas en una cávea baja, formada por 24 filas, que se dividen en 30 sectores, y por una cávea alta, que cuenta con 23 filas de 36 sectores cada una. El recinto también es conocido como Kallimarmaro, que significa "hermoso mármol", ya que está todo hecho de este tipo de piedra.


El edificio es una belleza, pero está claro es que se trata de un estadio que es un monumento, o de un monumento que es un estadio, es decir, que la comodidad del espectador no es la prioridad, ni su estructura se ajusta a los cánones de lo que hoy día se estila en los recintos puramente deportivos.


En efecto, como se puede comprobar, las gradas están totalmente descubiertas, por lo que nadie puede resguardarse del sol ni de la lluvia. Además, los asientos son de dura piedra y no tienen respaldo. Esos detalles, evidencian que no es un estadio adonde la gente vaya con regularidad a ver espectáculos deportivos. Digamos que se usa de manera puntual, pero prima el hecho de mantener el recinto tal y como era hace 2.000 años, no la comodidad del espectador actual.

Por otro lado, resulta curioso que el Estadio está rodeado por una zona boscosa, a la que se puede acceder libremente, y desde la que sería muy sencillo saltar a las gradas. Eso también constata, que no es un recinto habilitado para que se celebren competiciones deportivas en él de modo corriente.


Otro detalle que evidencia la particular idiosincrasia del Estadio Panathinaiko, es que su interior no tiene barreras que delimiten las diferentes partes del graderío. A simple vista, se observa que todos los espectadores entran por el mismo sitio y gozan de un estatus similar. Hay unos cuantos asientos que rompen esa igualdad absoluta, pero no son muchos. Esos asientos nobles están situados en primera fila. Algunos están en el gol sur, utilizando la terminología que hoy impera en los estadios de fútbol, y otros se ubican en lo que sería preferencia.


La única diferencia es que los asientos especiales sí tienen respaldar. Entre ellos, hay dos por zona, que, además, cuentan con brazos, como se puede ver en la foto. Esos estaban reservados para la realeza.

Aparte, las escaleras, que tienen 107 peldaños de arriba a bajo, no están preparadas, no digo ya para personas con movilidad reducida, sino tampoco para hombres o mujeres que no tengan un cierto nivel de agilidad. Los escalones más complicados de salvar son los de abajo.



Doy fe de que en los primeros peldaños de las escaleras hay que ir con cuidado, para no irse de boca y acabar muy malparado.

Con respecto a la arena, la misma mide 191 metros de largo y 34 de ancho. La cuerda de la pista de atletismo es de 400 metros, por lo que, en teoría, el Estadio estaría preparado para acoger pruebas atléticas oficiales, pero su peculiar forma hace que las curvas sean más cerradas de lo normal.


La forma de la pista de atletismo también demuestra que no es una instalación en la que sea una prioridad organizar pruebas homologadas. No obstante, el tartán está en perfecto estado.


Me gustó mucho que se puede circular por el Estadio con total libertad, no solo por las gradas, sino también por la pista. Vi a muchas personas que, incluso, daban una vuelta corriendo y se grababan. Yo deambulé por allí durante un rato, pero no llegué a tanto. Lo que sí hice, por supuesto, fue acceder al pequeño museo que tiene anexo. Al mismo se entra por un túnel, que da directamente a la pista.


El túnel mide 70 metros de largo, 3'9 de alto y 3'5 de ancho. Pasa por debajo de las gradas, y va a dar a un edificio que está detrás del Estadio. Yendo por el pasadizo, no da la impresión de que se esté saliendo de él, porque se accede directamente al museo por unas escaleras interiores, que están al final del pasillo.


El museo realmente no se publicita como tal, sino que se considera que es una exposición permanente, integrada dentro de la visita al Estadio Panathinaiko. Se titula Recuerdos de los Juegos Olímpicos: Carteles y Antorchas desde 1896 hasta hoy. Como no da la sensación de que se esté fuera del recinto deportivo, no resulta raro que la muestra no se anuncie aparte. Para mí, fue una sorpresa, porque en ella se exhiben las auténticas antorchas de todos los Juegos Olímpicos celebrados hasta ahora. 


Se da la circunstancia de que los Juegos Olímpicos de Paris 2024 se han inaugurado el 26 de julio, es decir, hace tan solo cinco días (aunque hubo deportes que comenzaron a disputarse el 24). Ahora mismo, por tanto, estamos inmersos en ellos. En unas semanas, supongo que habrá un nuevo cartel y una nueva antorcha en la exposición, pero la que yo vi llegaba hasta los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. No obstante, la foto que voy a poner es la de la Antorcha y el Cartel de los Juegos Olímpicos que más me han marcado, que son, como no, los de Barcelona 1992


También había por allí otros objetos relacionados con la historia olímpica. Yo me fijé, por ejemplo, en un Pétalo, de los 204 que conformaron el pebetero de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cada uno de los cuales representaba a una de las naciones que compitieron.


En resumen, la visita al Estadio Panathinaiko me apetecía muchísimo, y no solo no me quedé con las ganas, sino que la disfruté de manera especial. Ojalá algún día pueda entrar en ese estadio corriendo, no se si alcanzaré a lograrlo, pero, de momento, estoy muy satisfecho de haberlo explorado como un turista.


Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado ESTADIO PANATHINAIKO.
% de Tesoros ya visitados de Atenas: 100%.
% de Tesoros del Mundo ya visitados: 4'7%.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres comentar algo, estaré encantado de leerlo