Santander es un lugar magnífico para celebrar un cumpleaños, sobre todo si es el de mi madre, que es una enamorada de esa ciudad. Por eso, el pasado 5 de agosto nos fuimos para allá, con la intención de darnos un homenaje junto a ella en el Restaurante Cañadío.
El Restaurante Cañadío se inauguró en 1981, y parece que en su día fue un negocio de restauración muy innovador. Como referencia, en Tripadvisor está situado en el puesto 15, de los 634 restaurantes de Santander que aparecen en esa web. En ella, cuenta con más de 2.300 reseñas, por lo que los clientes satisfechos son muchos. Formalmente, la puerta del local se asoma a la Calle Gómez Oreña, pero sus mesas exteriores están ubicadas en la Plaza Cañadío, que se encuentra enfrente.
Con lo que he dicho, queda claro que Cañadío es toda una institución en Santander. Sin embargo, a mí me decepcionó un poco. No es que no sea un buen restaurante, ni mucho menos, pero uno se pone exigente, cuando paga 27 euros por un trozo de rodaballo al horno con patatas panaderas, así como 15 euros por un plato de croquetas, por poner dos ejemplos de lo que costaron las cosas que pedimos. En mi opinión, en Cañadío, ni el emplazamiento, ni el servicio, ni el tamaño de las raciones valen ese dinero. Con respecto a lo primero, en la foto superior se puede apreciar que la Plaza Cañadío es muy bonita, pero que las mesas de la terraza del restaurante están colocadas en una simple acera en pendiente. En ella, comes debajo de una carpa y con la hilera de coches aparcados a un metro. El lugar está lejos de ser idílico. Aparte, nos sirvió un camarero en prácticas que estaba tremendamente verde, lo cual no es grave, porque tampoco soy marqués de nada, pero resulta raro que en un sitio de esa categoría, el camarero tenga tantas lagunas, que la encargada le acabe enmendando la plana y le llegue a reprender allí mismo. Por último, el rodaballo estuvo rico, pero a mí se me quedó corto, para el precio que tenía.
No obstante, una vez que he he puesto a parir al restaurante, voy a decir lo bueno que tiene, que también lo hay. En efecto, puedo confirmar que la tortilla de patatas que ponen en Cañadío entra, sin ningún problema, en el Top 3 de las mejores que yo he probado en mi vida, que han sido muchas. De hecho, está tan deliciosa, que no le doy directamente la medalla de oro de milagro. Por otro lado, a la tarta de queso le sucede un poco lo mismo.
A mí los dulces me llaman más bien poco, y casi se me cayeron dos lagrimones al probar la tarta de la foto. Con eso lo digo todo.
En definitiva, lo que pasa es que el Restaurante Cañadío tiene truco. En efecto, se vende como un elegante restaurante, y en parte lo es, pero, en realidad, también dispone de una zona de bar, es decir, en su interior tiene una barra y mesas altas, y en la terraza cuenta, igualmente, con varias de estas últimas. Las mismas no se reservan, y se petan, pero es en ellas en las que hay que acomodarse, pidiendo del tirón los platos estrella. De hecho, mi cuñado, que es santanderino, nunca había comido a la carta en Cañadío, pero nos dijo que allí sí había picado unas raciones un montón de veces. Desde luego, había cola para coger los sitios menos formales, y yo, incluso, vi a gente zampándose una porción de tortilla de patatas de pie en la acera, apoyando las bebidas en el alfeizar de la ventana. Me da la impresión de que la fama del establecimiento proviene más de los que se dan un homenaje sentados en un taburete, o ni eso, que de los que se dejan en almorzar más de 50 euros por comensal. Tomo nota para la próxima.
De todas maneras, nosotros íbamos a celebrar un cumpleaños, y estuvimos muy a gusto. En esta ocasión, no tuve tiempo de sacarle más jugo a Santander, pero sí nos pudimos dar un breve paseo por la zona de la ciudad que mejor conozco, que es la del Centro y la del barrio de Puertochico. El primero lo pisé tan de refilón, que lo único que hice fue cruzar los Jardines de Pereda, tras aparcar. Por lo que respecta al segundo, dado que en su extremo oeste es donde está la Plaza Cañadío, el ir allí nos permitió pasar por la Plaza Pombo y por el Paseo de Pereda. Aparte, a pesar de que no nos eternizamos en Santander, después de comer nos dimos el gustazo de ir hasta el Paseo Marítimo, para asomarnos desde él a la Bahía de Santander.
Ya he hablado en este blog de Santander un par de veces, además de esta, pero tengo pendiente regresar allí, a recorrer bien la ciudad, para contarlo en un post. Seguramente, ese día vuelva a Cañadio... a comer en las mesas altas.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado SANTANDER.
En 1997 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Cantabria: 33'3% (hoy día 100%).
En 1997 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 12'7% (hoy día 36'7%).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres comentar algo, estaré encantado de leerlo