Un verano más, no he faltado a mi tradicional cita con Llanes. Este año he ido en agosto, y la estancia no ha sido muy larga, pero he podido cumplir con las tradiciones, y también he avanzado en mi propósito de conocer todos los núcleos de población del concejo, así como el 100% de sus playas. Con respecto a los pueblos, con los dos de este último viaje ya he explorado un total de 28, de los 71 que tiene Llanes. De 3 de los 28 no he hablado en este blog, por lo que tendré que volver. En cambio, he tachado definitivamente de la lista a Caldueñín y a Lledías. Este estaba en fiestas cuando fuimos.
Por lo que respecta a las playas, en la costa llanisca hay 53. Este 2024, el avance ha sido que he regresado a la Playa de Gulpiyuri, a la que no iba desde hacía años. Con esa visita, ya he mencionado en este blog a 22, de las 23 en las que he estado.
Gulpiyuri es más una atracción turística que una playa a la que la gente vaya a bañarse. El motivo es que es un enclave natural muy singular, pero ni tiene demasiada arena, ni acumula una gran cantidad agua. De hecho, esta desparece cuando la marea está baja. Realmente, se asemeja a un laguito en mitad del campo, pero contiene agua salada, gracias a que se encuentra conectada con el mar a través de un agujero.
Ciertamente, se trata de un sitio que es digno de ver. Por eso es tan famoso. Sin embargo, me encontré el agua muy sucia, a pesar de que la mayoría de las personas que la visitan ni siquiera bajan a la arena, y se limitan a asomarse al enclave desde arriba. No se por qué había tanta porquería flotando.
Yo iba con la intención de bañarme, pero, entre que el día no acompañaba, y que me encontré el agua llena de una espuma más que sospechosa, finalmente decidí limitarme a meter los pies.
El atractivo de la Playa de Gulpiyuri se ve reforzado por su entorno, que es una maravilla. Para llegar a ella, hay que andar un rato por un camino, que serpentea entre prados. Caminando por allí, se cruza uno con bastante gente, que, como digo, no va buscando una playa al uso, sino un monumento natural.
Después de ver la playa, muchos la rodean y suben hasta el acantilado. Nosotros no fuimos menos, y nos aventuramos por un caminito, que atravesaba un auténtico bosque de helechos.
Subir merece la pena, porque las vistas son magníficas, tanto si se mira hacia el interior, como si se asoma uno al espectacular cortado.
Con respecto a las poblaciones que he visitado este mes de agosto, además de Caldueñín y de Lledías, he estado también en La Galguera, donde mis padres tienen la casa, así como en Llanes capital.
Tras la reforma, en Revuelta los helados siguen estando igual de buenos, pero comprobamos que no solo han renovado el local, sino también el servicio, y que las camareras parecían estar algo sobrepasadas. Por suerte, nosotros estábamos de vacaciones y nos tomamos con humor el patente caos que reinaba tras la barra.
Aparte, gracias a que este año estuvimos en el pueblo en febrero, tenía fresco en cabeza como están sus calles fuera de temporada. Evidentemente, en agosto hay bastante más gente.
En Llanes capital, lo cierto es que ya apenas restan cosas que no haya hecho, y casi no me quedan sitios que ver, pero cada vez que voy intento hacer algo original. Este año, mi hermana, que últimamente se está tomando muy en serio lo del fitness, me dijo que iba a ir al gimnasio, mi cuñado iba a ir a nadar, y yo me fui con ellos. En consecuencia, la novedad de este 2024, ha sido que entré en la Piscina Municipal de Llanes.
El edificio en el que se halla la piscina cubierta de Llanes yo lo había visto por fuera miles de veces, pero no sabía que dentro había un gimnasio. El mismo está muy apañado.
Haciendo pesas echamos un buen rato, mi hermana Inés y yo, mientras Diego nadaba. Fue un plan diferente en Llanes, y me lo pasé muy bien.
No obstante, lo verdaderamente interesante de este verano han sido las citadas visitas a Lledías y a Caldueñín. En la primera localidad mencionada asistimos a la Folixa.
En bable, folixa significa fiesta, juerga o jolgorio, de manera que no hay duda de a lo que se va a la Folixa. No obstante, en nuestro caso, nos acercamos tan solo al mercáu de artesanos, el sábado a eso de las 13'00. A esa hora, la cosa estaba aún muy comedida.
Eso sí, ya se anunciaba el principio de la comilona. En apariencia, estaba previsto que la jarana se alargara mucho.
Por lo que a nosotros respecta, nos limitamos a darnos una vuelta por el mercado tradicional, y yo también tuve la oportunidad de recorrer un poco las calles de la aldea, en la que viven unas 230 personas.
Con motivo de las fiestas estaba abierta la Capilla de San Francisco, por lo que pude entrar a verla sin problema y sin prisas.
Con respecto a Caldueñin, se trata de una aldea en la que hay nueve casas, por lo que es aún más rural que Lledías. De hecho, está en todo el meollo serrano del interior del concejo de Llanes, metida en un pequeño valle, que discurre entre la Sierra del Cuera y la Sierra de Peña Villa.
Por lo visto, bajo todo ese extremo noroccidental de la Sierra del Cuera se extiende una zona de especial singularidad geológica, denominada Complejo Kárstico del Mazuco. Según parece, el subsuelo de lo que se encuentra dentro de la línea azul, en el siguiente mapa, está horadado por las aguas y lleno de cuevas.
Explorar bien ese complejo subterráneo solo está al alcance de los expertos espeleólogos, pero los demás también podemos penetrar un poco, por varios puntos, en sus entrañas. Una de esas entradas se denomina Cueva de Caldueñín, porque se halla muy cerca de la aldea del mismo nombre. Una vez que uno logra encontrar, en Caldueñín, el camino que lleva a la gruta, el trayecto es muy corto y no tiene ningún peligro. Pronto, se ve la gran boca de la caverna, que parece que está sostenida por una columna.
La Cueva de Caldueñín no es muy profunda, pero me pareció una pasada. También se denomina Cueva de L'Aguañaz.
A primera vista, parece que dentro de la cueva hay un lago, pero en realidad es un río subterráneo, que viene desde las profundidades de la montaña, aflora unos metros en la gruta, y, sin salir de ella, vuelve a desaparecer por un agujero, que tiene pinta de sumidero. Es impresionante.
A raíz de ir a la Cueva de Caldueñín, me he enterado de que el Complejo Kárstico del Mazuco tiene múltiples simas y cuevas. Por tanto, no será esta la última ocasión en la que hable de él, en este blog. De todas formas, ese valle, que comentaba antes que discurre entre la Sierra del Cuera y la Sierra de Peña Villa, yo ya lo había recorrido, aunque no me hubiera parado nunca en Caldueñín. Lo había transitado, porque siempre que he estado a Llanes, sin apenas excepción, he comido en el Restaurante El Sucón. Sin embargo, hasta hace poco había ido hasta él a tiro hecho, porque se encuentra a pie de la LL-7. Solo había visto los alrededores de esa carretera desde el coche. No obstante, en una de mis estancias en Llanes del año pasado, eso empezó a cambiar. Este agosto, con la visita a Caldueñín, he seguido profundizando en el conocimiento de la zona.
Por lo que respecta a El Sucón, ese restaurante es, probablemente, el más especial que existe para mí. Fui por primera vez en 1997, y, desde entonces, había comido allí otras 30 veces, hasta este año. A fuerza de ir, acabamos conociendo a la dueña, Lorena Meré. Tanto, que ya el verano pasado nos confesó que algo no marchaba. No se qué había variado, quizás la estacionalidad del negocio se había acentuado demasiado, a lo peor había crecido la competencia, o puede que fuera que el duro trabajo de regentar un restaurante le estuviera haciendo mella a su propietaria, pero el caso es que, en julio de 2023, percibimos que Lorena parecía desgastada. Yo me temía lo peor, y, en efecto, la semana pasada, cuando llegamos, vimos que El Sucón había cambiado de manos.
Realmente, Lorena solo dirigía el restaurante desde 2005, y me consta que lo cogió cuando se enteró de que iba a cerrar. Sin embargo, tuvo la habilidad de que no se notara el traspaso. Ella aprovechó el rodaje y el buen nombre del establecimiento, y todo siguió igual de bien. Ahora, eso no ha sucedido. Efectivamente, el otro día, nada más coger la carta, observé que el viento había virado en El Sucón, porque, junto a la fabada y al cabrito de siempre, se ofrecían fingers, gyozas y poke bowl. Empezamos muy mal. Luego, nos dimos cuenta de que el menaje y la presentación de los platos eran diferentes, y, por último, lo que pedimos, que lo habíamos comido mil veces allí, vimos que lo habían cocinado de manera distinta. ¿Estaba buena la comida? Bastante ¿Le llegaba a la suela del zapato a la que se despachaba hasta el año pasado en El Sucón? Ni por asomo. Los camareros también habían cambiado, y ya no eran, como es lógico, familiares y conocidos de Lorena. El ambiente, por tanto, tampoco era el mismo.
Ciertamente, me debería dar pena que uno de mis restaurantes de referencia haya perdido su esencia. No obstante, en realidad siento alegría, por poder estar viendo con mis propios ojos como evolucionan las cosas, y como la vida sigue. Pese a esto, ahora, bicheando por Internet, me ha dado la impresión de que no solo se traspasa de nuevo el negocio, sino que está en venta el inmueble en el que está. Eso sí que me produce algo de nostalgia. El próximo año veremos como nos encontramos el tema.
Antes de terminar, quiero hablar de otro negocio de restauración en el que estuvimos, llamado Restaurante Migal. Está en Cué. En este caso, yo ya lo conocía, y no me pareció gran cosa en su día, pero ahora regresamos para tomar una cerveza. En esta ocasión, no nos sentamos en su interior, sino que lo hicimos en una nueva terraza que han habilitado, la cual me enamoró.
En definitiva, unos lugares cambian a mejor y otros a peor. También varía la impresión que tenemos de ellos. Todo fluye y eso no es malo. Lo importante es poder verlo.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado LLANES.
En 1997 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Asturias: 13'3% (hoy día 60%).
En 1997 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 11'8% (hoy día 36'3%).
En 1997 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Asturias: 13'3% (hoy día 60%).
En 1997 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 11'8% (hoy día 36'3%).
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