Decía en el post anterior, dedicado a Madrid, que María está de exámenes, y que el segundo episodio de nuestro periplo Opositores on Tour iba a tener lugar en Cádiz, apenas un día después de la prueba que había hecho en las dependencias de la Universidad Complutense madrileña, perteneciente al proceso destinado a dotar de personal a un buen número de archivos de titularidad estatal. Yo, que la había acompañado a la capital, también fui con ella a que hiciera este otro ejercicio, con el que se busca cubrir un puesto de archivero en la Diputación de Cádiz. Sin embargo, en esta ocasión no pisé la Tacita de Plata, porque no hallé ningún alojamiento a un precio razonable allí. En cambio, sí apareció una aceptable opción para pernoctar en El Puerto de Santa María, que se encuentra muy bien comunicado con Cádiz mediante tren.
La mañana del examen, acerqué en coche a María a la estación, y todo salió rodado. No obstante, yo no me moví de El Puerto, por lo que el presente artículo está centrado en este pueblo, y complementa al que ya escribí sobre él en 2021.
Antes de pasar a comentar qué es lo que vi en El Puerto de Santa María, en las 20 horas en las que estuve allí, es importante decir que, si bien a Madrid fuimos solos María y yo, a esta segunda parte del periplo también nos acompañaron Ana y Julia, así como David, que es un amigo de Ana que, de momento, se ha ganado el derecho a venir de vez en cuando con nosotros. En efecto, tanto María como yo, teníamos ganas de que los tres se unieran a la comitiva, por lo que hicimos una parada técnica en Sevilla y los recogimos, antes de seguir hacia el sur.
Al llegar a El Puerto, lo primero que hicimos fue ir al apartamento que habíamos alquilado, y luego, en seguida, nos fuimos a cenar. María venía de hacer un examen agotador por la mañana, y tenía el otro al día siguiente, así que necesitaba un rato de distensión. Por eso, decidimos darnos una alegría, y acabamos en la Pizzería Napolitana Ditaly.
Ditaly es una franquicia, que tiene locales por toda España. Eso le podría restar atractivo al restaurante de El Puerto, pero lo cierto es que el trato en él fue bastante personalizado, hasta el punto de que nos atendió, en parte, el capo del lugar. Además, la carta me pareció original, la comida era de calidad, y tenía un toque muy particular. El Ditaly portuense a lo mejor comparte la oferta con las demás pizzerías de la cadena, pero tampoco vamos buscando una exclusividad absoluta. A mí, me vale conque lo que me sirvan esté bueno, y la focaccía y la pizza de Ditaly me encantaron.
Más allá de eso, también me gustó el agradable paseo nocturno que nos dimos por el centro de El Puerto. Era domingo, y aunque no era demasiado tarde, lo vimos todo muy tranquilo, pero ya iluminado para las Navidades.
Al día siguiente, volví por esas calles, para verlas con luz natural. Realmente, la mañana tuvo tres fases. En la primera, estuve yo solo, ya que, tras dejar a María en la Estación de Tren de El Puerto de Santa María y correr un rato, me duché y salí sin compañía, a dar una vuelta matutina por la localidad. A la juventud la dejé durmiendo.
El Puerto de Santa María es un pueblo que se merece una detallada visita, porque tuvo más importancia en la Edad Moderna de lo que parece, dado que su puerto estuvo muy vinculado al comercio con América en esa época. Efectivamente, ya en 1680 se decidió que la flota de Indias empezara a descargar sus mercancías en Cádiz, en vez de en Sevilla, pero fue en 1717 cuando la Casa de la Contratación, y, con ella, el monopolio de las transacciones, se trasladó a la Tacita de Plata. Eso hizo que El Puerto de Santa María, que se encuentra situado justo enfrente, en mitad de la Bahía de Cádiz, y en la desembocadura del Río Guadalete, pasara a jugar un destacado papel, desde el punto de vista mercantilista. Allí, se asentaron multitud de comerciantes, se estableció la Capitanía General del Mar Océano, y se fijó el sitio donde las galeras reales fondeaban en invierno. Por ello, la localidad está repleta de casas-palacio, de conventos, de iglesias, de hospitales y de otros edificios de interés.
En consecuencia, El Puerto de Santa María no se ve en un rato, porque hay mucho patrimonio inmueble en el que entrar. Sin embargo, el dinero que llegó al pueblo no solo dejó huella en los edificios, sino también en el urbanismo, por lo que es igualmente interesante recorrer las calles del centro con calma, para tomar conciencia, en plan general, de lo que fue El Puerto de Santa María en su época de esplendor. En ese sentido, en la población hay un número importante de llamativas plazas que explorar. La Plaza del Polvorista, por ejemplo, se hallaba cerca de nuestro alojamiento, y, aunque está muy reformada, alberga una notable casa-palacio, así que es una buena muestra de lo que es, hoy día, el meollo portuense. En él, no se han dejado de hacer renovaciones, pero aún se conservan un montón de vestigios del pasado reciente de la localidad.
El Palacio de Juan Vizarrón es la casa-palacio que se encuentra situada en la Plaza del Polvorista, y es un buen ejemplo de cómo son este tipo de construcciones en El Puerto. Lo suyo sería verlas por dentro, dado que los interiores están llenos de ricos elementos característicos, pero los exteriores son igualmente peculiares. En ellos, destacan las portadas de piedra arenisca labrada. También llama la atención el forjado de las ventanas, las rejas y los balcones. Las fachadas suelen ser de piedra encalada, y, en ocasiones, presentan ornamentos, que pretendían hacer ostentación del estatus y de la fortuna de sus propietarios. El Puerto de Santa María es conocida como La Ciudad de los Cien Palacios, y, si bien hoy día ya no quedan tantos, la verdad es que se van viendo construcciones así, en el centro de la localidad, de manera constante. Otro enclave paradigmático es la Plaza de la Herrería. En ella, sobresale la Casa de los Diezmos.
En la Plaza de la Cárcel lo que destaca es la Fuente de la Cárcel. Se construyó en 1839, y tiene forma de pilar. En el edificio que tiene enfrente, se ubicaba la antigua cárcel de la ciudad (no se ve en la siguiente foto, ya que era el inmueble que me quedaba a la espalda cuando la hice).
La Plaza de Cristóbal Colón también es singular. Antaño, se la llamó, tanto Plaza del Carbón, como Plaza de la Aduana Vieja. En aquella época, se caracterizaba por su intensa actividad pesquera y comercial, dado que estaba cerca de los muelles. En ella, destaca la Casa-Palacio de Pablo Vizarrón, que albergó la Real Aduana durante un tiempo. En 1938, la plaza se reformó, y fue entonces cuando se dedicó a Cristóbal Colón. El marino está representado en los azulejos sevillanos que decoran la Fuente de Colón, que, si bien ya no se usa, sí se conserva aún al fondo.
No obstante, la plaza más señera, de las que yo vi, es la Plaza de Alfonso X El Sabio, que se abre en uno de los laterales del Castillo de San Marcos.
El Castillo de San Marcos es tremendo, y denota que El Puerto de Santa María ya destacaba en la Edad Media. Su visita es obligada, y yo no tuve tiempo de entrar, por lo que hablaré de él cuando pueda verlo de manera adecuada.
Además de las plazas, el centro de El Puerto también está lleno de atractivas calles, que unen aquellas y que se merecen un paseo.
Algunas de esas calles comparten las características de las plazas, ya que tienen inmuebles modernos, pero están salpicadas de palacios decimonónicos, y también de históricos edificios en los que, aún hoy, hay bodegas. Otras vías, como la Calle Luna, que es en la que estaba Ditaly, se han peatonalizado, y presentan bastantes casas arregladas, con cuidadas fachadas y con comercios en sus bajos.
Con respecto a las mencionadas bodegas, en El Puerto de Santa María también es menester visitar alguna de las muchas que hay, ya que el turismo del vino es otro de los puntos fuertes de la localidad. Todo se andará.
Otra calle que pude ver en mi rutilla matutina, y que es muy destacada, es la Calle Micaela Aramburu de Mora. Esta importante arteria, que al principio tiene pinta de avenida con palmeras, que se estrecha después, y que acaba cambiando de nombre en su tramo final, va todo el rato paralela al Rio Guadalete, pero la separa del curso del agua una manzana de casas, por lo que no ejerce de paseo fluvial.
Hay tres cosas concretas en El Puerto de Santa María que pude ver bien al pasear, y a las que voy a hacer referencia. La primera es el Mural de la Carta Universal, que está hecho de azulejos
La Carta Universal es el primer mapa cartográfico en el que se representó América. Hace menos de un año, yo vi el original en el Museo Naval de Madrid, tal y como ya conté. Sin embargo, no era consciente de que Juan de la Cosa realizó la carta en El Puerto de Santa María. Eso lo he aprendido ahora.
Otro elemento significativo concreto que vi, mientras paseaba, fue el Arco de la Santísima Trinidad, que se erigió en el Siglo XVIII. Se trata de un arco barroco, que sigue el modelo que se repite en la entrada de las casas dieciochescas de El Puerto. No obstante, esta vez la construcción no da paso a un inmueble, sino que comunica la Plaza de los Jazmines con la Calle de la Santísima Trinidad.
El tercer sitio destacado en el que estuve es el Paseo de la Victoria. El terreno en el que se encuentra, en origen lo ocupaban las huertas del Monasterio de la Victoria, que fueron cedidas para que se trazara este primer paseo público de El Puerto. En la actualidad, el parque conserva huellas de su pasado como bulevar.
Decía antes, que la mañana que pasé en El Puerto de Santa María tuvo tres fases. En la segunda, ya se unieron al plan Ana, Julia y David. Efectivamente, a eso de las 11'00 volví al apartamento y toqué diana. El trío se levantó con cierta diligencia, y, para empezar, nos fuimos a desayunar. Para hacerlo, tiramos en dirección opuesta a la que yo había tomado a primera hora, es decir, nos dirigimos a la parte del casco urbano portuense que queda al suroeste de la Plaza de Toros. Esa zona colinda con el centro de la localidad, pero en ella el panorama cambia bastante.
En efecto, el barrio que queda entre el casco histórico y el Parque Periurbano Dunas de San Antón es puramente residencial, y es más moderno. Nosotros nos paramos a desayunar en el Bar La Jarra, y luego nos dirigimos hasta la Playa de la Puntilla. Para llegar allí, callejeamos un poco, y tuvimos que bordear el mencionado parque periurbano, que, en El Puerto, separa el espacio habitado del litoral costero.
El municipio de El Puerto de Santa María cuenta con otros arenales, además de la Playa de la Puntilla, que tienen un carácter diferente al de esta. La Playa de Valdelagrana, por ejemplo, se llena de jerezanos y de sevillanos, mientras que las playas que quedan al este dan servicio a todos los chalets y urbanizaciones que han proliferado por esa parte del término municipal de El Puerto. Por lo que respecta a la Playa de la Puntilla, la misma la usan los portuenses, porque es la que está más pegada al centro. Desde luego, sus dimensiones son espectaculares.
Otra cosa es que, por su ubicación, cerca de la entrada de la zona portuaria, nos encontramos la playa algo sucia. Además, la arena estaba como apelmazada y dura. Supongo que le darán una vuelta de cara al verano. En todo caso, nosotros no teníamos la intención de tumbarnos, sino que pretendíamos llegar hasta el final del Espigón de la Puntilla, que separa la playa de la embocadura del Río Guadalete.
El espigón mide unos 1.800 metros, por lo que es el más largo de la provincia de Cádiz. Recorrerlo entero parecía una buena idea, pero, en primer lugar, nos topamos conque estaba lleno de basura. Eso, ya de inicio, le restó atractivo. Sin embargo, lo que nos hizo desistir de andar hasta el extremo de la escollera fue la aparición de Susi.
Lo de llamar Susi al enorme bicho que se cruzó en nuestro camino, con toda la tranquilidad del mundo, fue cosa de David. Yo me eché unas risas con la ocurrencia, pero lo cierto es que el animal se apostó en medio del espigón, y se quedó inmóvil. Además, ya habíamos visto otro enorme roedor entre las rocas, por lo que dejó de hacernos gracia lo de ir caminando por ese estrecho camino infestado de ratas, y nos dimos la vuelta a la mitad.
Una vez que acabó la segunda fase de la mañana, comenzó la tercera y última. En ella, Ana, Julia, David y yo cogimos el coche, y fuimos a buscar a María a la Estación de Tren de El Puerto de Santa María. La opositora llegó cansada, pero nos habíamos prometido un buen homenaje, después de un fin de semana muy intenso, y eso, en El Puerto, es sinónimo de ir al Restaurante Romerijo.
El germen del actual Romerijo hay que buscarlo en la empresa de venta de marisco cocido que montó José Antonio Romero en 1946. Durante mucho tiempo, este negocio fue un simple cocedero, que empaquetaba y distribuía su género para llevar, pero uno de los hijos de José Antonio tuvo la idea, en 1975, de inaugurar una cervecería, con una amplia terraza en la que podían despachar el producto para su consumo instantáneo. La versión evolucionada de esa marisquería primigenia sigue en el mismo local, que da a la Calle Ribera del Marisco. Nosotros fue donde almorzamos. Hoy en día, Romerijo tiene seis establecimientos, ubicados en El Puerto de Santa María, en Cádiz y en Sevilla, pero el originario es ese. A mí me recuerda a los veranos de mi adolescencia, porque estuve en él varias veces en esos años, comiendo con mis padres en las mesas que ponen, en época estival, en el Parque Calderón. Sin embargo, nunca había comido a mesa y mantel en el propio restaurante.
Como expliqué en el post anterior, tanto el examen que hizo María en Cádiz, como el de Madrid, fueron simples ensayos para la verdadera prueba importante, que es la que aspiramos a que le de estabilidad de una vez por todas. Esta será en Sevilla, y ya me buscaré la manera de hablar de ella. Cuando tenga lugar, será un placer para mí reflejar el éxito en el artículo que escriba.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado EL PUERTO DE SANTA MARÍA.
En 1993 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 21'4% (hoy día 78'6%).
En 1993 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 9% (hoy día 36'3%).
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado EL PUERTO DE SANTA MARÍA.
En 1993 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 6'8% (hoy día 59'1%).
En 1993 (primera visita consciente), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'1% (hoy día 22'2%).
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