Apenas cinco días después de volver de Chipiona empezamos las verdaderas vacaciones (tras volver de la playa aún tuve que trabajar cuatro días). El caso es que el viernes 15 de agosto, tras bastantes vicisitudes, cogimos carretera e inauguramos la primera parte de los viajes de este periodo estival. Nuestro primer destino: el Bierzo.
Tras pernoctar ese mismo día 15 en Cañaveral (Cáceres), pasamos al día siguiente unas horas en Benavente (Zamora). Tras dejar atrás la ciudad zamorana, el 16 por la tarde llegamos al Bierzo, la zona elegida para pasar unos días de camping este verano.
Cierto es que el Bierzo es la zona por la que hemos estado, pero la realidad es que hemos ido a ella, no a explorarla en general, sino a visitar un lugar concreto: Las Médulas, un entorno paisajístico, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, formado a partir de la mayor mina a cielo abierto de época romana, una de las mayores obras de ingeniería de la antigüedad. Hoy día lo que vemos es un paisaje de gran belleza formado por picos y galerías, y cubierto de castaños centenarios. Es de uno de los lugares imprescindibles de mi reto Tesoros de España.
Sin embargo, pese a que nuestro objetivo estaba claro, gracias a nuestra estancia de tres días en la región son varios los sitios extra que hemos podido conocer. En concreto, eran para mi también un objetivo de mi reto Poblaciones Escogidas de España Villafranca del Bierzo y, como no, Ponferrada, la capital de la comarca. En Ponferrada ya había estado en 2012 y volvimos para poder saldar una pequeña cuenta pendiente que tenía: ver el Castillo de los Templarios por dentro. Villafranca del Bierzo no la conocía en absoluto y he de decir que me ha sorprendido gratamente. También hemos visto otros sitios como la Piscina Fluvial de Toral de los Vados, pero lo que hemos visto bien a fondo es lo que vinimos a conocer: Las Médulas.
La visita protagonista la dividimos en dos días. El primer día nos acercamos por la mañana al pueblo de Las Médulas, donde está el Aula Arqueológica, que fue nuestro punto de partida.
Al llegar nos informaron de manera escueta de cual era la ruta más rápida para llegar, por nuestra cuenta, a los dos puntos estrella de Las Médulas: La Cuevona y La Encantada. Conformes con esa posibilidad, decidimos ver primero el Aula Arqueológica, pero antes cruzamos la calle para ir a tomarnos un café a la cafetería del Hotel Medulio. Veinte minutos después volvimos al Aula y en el momento de pasar de nuevo por la recepción pude escuchar como la chica le comentaba a otra pareja que en 20 minutos existía la posibilidad de unirse a una visita guiada que hacía una ruta ligeramente más amplia que la que nosotros íbamos a hacer. No se por que la chica no nos había dicho nada a nosotros de eso, pero sin dudarlo le pregunté si era posible que nosotros cuatro también nos uniéramos a ese grupo. Resultó que sí había hueco.
Al llegar nos informaron de manera escueta de cual era la ruta más rápida para llegar, por nuestra cuenta, a los dos puntos estrella de Las Médulas: La Cuevona y La Encantada. Conformes con esa posibilidad, decidimos ver primero el Aula Arqueológica, pero antes cruzamos la calle para ir a tomarnos un café a la cafetería del Hotel Medulio. Veinte minutos después volvimos al Aula y en el momento de pasar de nuevo por la recepción pude escuchar como la chica le comentaba a otra pareja que en 20 minutos existía la posibilidad de unirse a una visita guiada que hacía una ruta ligeramente más amplia que la que nosotros íbamos a hacer. No se por que la chica no nos había dicho nada a nosotros de eso, pero sin dudarlo le pregunté si era posible que nosotros cuatro también nos uniéramos a ese grupo. Resultó que sí había hueco.
Por esa casualidad nos vimos cambiando los planes sobre la marcha, dejando la visita al Aula para otro momento y atravesando el pueblo de Las Médulas para llegar al Centro de Recepción de Visitantes, que era donde empezaba la visita, en grupo y apta para todos los públicos.
Se gana mucho haciendo este tipo de visitas de la mano de alguien que conozca el lugar. Los 4'50 euros por persona que costó la excursión los doy por bien gastados (Julia por ser menor de 6 años no pagó nada). Durante dos horas recorrimos la llamada Ruta Corta con una guía (Isabel). Pese al nombre, la Ruta Corta es más larga que el recorrido que recomiendan a los que van por libre. Fueron 3 kilómetros en total, pero nos fuimos deteniendo con frecuencia para escuchar las explicaciones de Isabel acerca del yacimiento, las técnicas romanas de extracción, lo que implicó en la zona la existencia de la mina de oro y lo que queda hoy de todo aquello. Por lo visto los romanos se dedicaron a perforar con túneles ciegos la zona montañosa a la vez que acumulaban en depósitos de altura el agua que traían desde los nacimientos de los ríos y los neveros. Una vez construidos los túneles y almacenada suficiente cantidad de agua soltaban de golpe toda esa agua, la cual al bajar montaña abajo se colaba por los túneles sin salida, comprimía el aire atrapado en su interior y reventaba, literalmente, la montaña (el sistema de explotación se llamaba Ruina Montium, el nombre es bastante expresivo). Una vez que la montaña estaba hecha escombros era el momento de quitar los cantos rodados y de lavar con más agua la masa desprendida en canales de madera, filtrándola a través de ramas de brezo que retenían el oro. Los picachos que hoy día se ven es lo que el agua no echó abajo.
Nuestra guía también nos explicó por que hay tantos castaños en la zona (los cultivan allí, por lo visto, no son autóctonos y sirven para que la economía de la zona se beneficie del comercio de la castaña).
Se gana mucho haciendo este tipo de visitas de la mano de alguien que conozca el lugar. Los 4'50 euros por persona que costó la excursión los doy por bien gastados (Julia por ser menor de 6 años no pagó nada). Durante dos horas recorrimos la llamada Ruta Corta con una guía (Isabel). Pese al nombre, la Ruta Corta es más larga que el recorrido que recomiendan a los que van por libre. Fueron 3 kilómetros en total, pero nos fuimos deteniendo con frecuencia para escuchar las explicaciones de Isabel acerca del yacimiento, las técnicas romanas de extracción, lo que implicó en la zona la existencia de la mina de oro y lo que queda hoy de todo aquello. Por lo visto los romanos se dedicaron a perforar con túneles ciegos la zona montañosa a la vez que acumulaban en depósitos de altura el agua que traían desde los nacimientos de los ríos y los neveros. Una vez construidos los túneles y almacenada suficiente cantidad de agua soltaban de golpe toda esa agua, la cual al bajar montaña abajo se colaba por los túneles sin salida, comprimía el aire atrapado en su interior y reventaba, literalmente, la montaña (el sistema de explotación se llamaba Ruina Montium, el nombre es bastante expresivo). Una vez que la montaña estaba hecha escombros era el momento de quitar los cantos rodados y de lavar con más agua la masa desprendida en canales de madera, filtrándola a través de ramas de brezo que retenían el oro. Los picachos que hoy día se ven es lo que el agua no echó abajo.
Nuestra guía también nos explicó por que hay tantos castaños en la zona (los cultivan allí, por lo visto, no son autóctonos y sirven para que la economía de la zona se beneficie del comercio de la castaña).
El destino del recorrido eran dos puntos concretos llamados La Cuevona y La Encantada. El trayecto fue muy interesante y bastante vistoso, pero fueron esos dos lugares los puntos más impactantes. Las rutas por libre también van a esos puntos, pero de una manera más directa, nosotros dimos un rodeo. De los dos lugares fue La Encantada el más digno de ver. En él se adentra uno en la roca y se pueden atravesar dos túneles que quedaron ahí, uno lleva a un agujero en una pared desde donde se ven bonitas vistas y el otro se asoma al camino que se ha venido recorriendo.
La segunda parte de nuestro plan del primer día nos llevó, tras acabar la visita a Las Médulas propiamente dicha, al Lago de Carucedo. El mismo está a unos kilómetros de la zona arqueológica, pero está íntimamente relacionado con ella, ya que el embalse de agua se formó debido a la acumulación de sedimentos y materiales estériles arrastrados desde la mina, que acabaron taponando la salida natural de aguas del valle.
Hasta aquí el día para las niñas había sido bastante divertido: el pateo por Las Médulas, con todas sus explicaciones, lo aguantaron bastante bien. Sin embargo, fue la parte del lago la que les alucinó más, porque la razón de ir allí no fue otra que darnos unos cuantos chapuzones. En efecto, el Lago de Carucedo tiene habilitada una zona de baño donde no falta un chiringuito, donde se pueden consumir bebidas y helados, ni una zona sombreada con césped y con mesas preparadas para hacer pícnics (al ser domingo aquello estaba de bote en bote). Nosotros no llevábamos comida, así que nos bañamos antes y después de comer.
En medio, para almorzar, nos desplazamos andando al cercano pueblo de Carucedo, donde comimos en el agradabilísimo jardín del Mesón El Lago, donde había menús a 13 euros con muy buena relación calidad-precio (y pudimos pedir dos para los cuatro), aunque hubo que echarle paciencia, porque el único camarero era un señor que ya no cumplía los 70 y que estaba un poco sobrepasado.
En medio, para almorzar, nos desplazamos andando al cercano pueblo de Carucedo, donde comimos en el agradabilísimo jardín del Mesón El Lago, donde había menús a 13 euros con muy buena relación calidad-precio (y pudimos pedir dos para los cuatro), aunque hubo que echarle paciencia, porque el único camarero era un señor que ya no cumplía los 70 y que estaba un poco sobrepasado.
El baño de después de comer fue muy calmado y echamos en la zona sombreada del lago un buen rato, hasta que a las seis nos desplazamos de nuevo al pueblo de Las Médulas para ver, ahora sí, su Aula Arqueológica (el dinero de la visita guiada daba derecho a ver esa exposición en la misma jornada). El día había sido muy caluroso y a las seis el sol cascaba aún de lo lindo, así que los 25 minutos que estuvimos en el Aula, que estaba bien acondicionada, ya fueron, de por si, agradables. Más allá de eso, el Aula tampoco nos dijo muchas cosas nuevas, después de haber oído las explicaciones de nuestra guía por la mañana. No obstante, fue interesante ver gráficamente algunas de las cosas que nos habían contado y, para mi sorpresa, los paneles y maquetas llamaron bastante la atención de Ana y de Julia, que supongo que se quedaron con la mitad de la mitad, pero que no es poco, teniendo en cuenta que tienen cinco y siete años.
El segundo día de visita lo planteamos de manera diversa. Durante el día anterior habíamos escuchado en repetidas ocasiones decir a nuestra guía lo bien que se veían Las Médulas en su conjunto desde el Mirador de Orellán y lo bien que se entendía como era el sistema de extracción del mineral visitando la Galería de Orellán, así que no quedaba otra, para completar la visita, que ir a la zona susodicha. Lo que sucede es que el día anterior había sido una auténtica paliza para las niñas, en danza desde las ocho, con rutas, baños y museos. El segundo día era preceptivo dejarlas dormir y afrontar la jornada de una manera más relajada. Por eso dejamos las visitas pendientes para la tarde y, tras pasar media mañana en el camping, fuimos a comer y a bañarnos a la Piscina Fluvial de Toral de los Vados. El día de calor fue apañado y, finalmente, agradecimos las horas de baño en las frías aguas del Río Burbia. La Piscina Fluvial es alucinante, también tiene su chiringuito, sus mesas y su zona sombreada de césped. Es evidente que hay muchos lugares de baño en el interior de España que merece la pena descubrir. No obstante, a nosotros nos quedaban dos visitas pendientes y a las seis volvimos a poner rumbo al entorno de Las Médulas. En este caso fuimos hasta Orellán, población que pasamos de largo, ya que nuestro destino era el aparcamiento habilitado para los visitantes del Mirador y la Galería de Orellán. Desde el parking una cuesta bastante considerable de unos 700 metros nos llevó andando hasta nuestro destino del día.
Primero realizamos la visita a la Galería de Orellán, que resultó ser un paseo por los verdaderos túneles que se conservan de cuando los romanos agujerearon la montaña para sacar el oro. El día anterior ya habíamos visto los de La Encantada, pero estos eran muchísimo más largos y profundos.
Realmente la visita nos sirvió para conocer mejor el trabajo en la mina: los túneles en muchas partes no superan el metro y medio de altura, por lo que un adulto ha de ir con cuidado de no chocarse contra el techo. También se comprende que la roca de la montaña, por fortuna, no era muy dura, sino que era más bien arcillosa. Aún así, hacer esos túneles a base de martillo y cincel tuvo que ser una labor extremadamente dura y ardua. Las vistas al final del túnel son realmente espectaculares.
El destino final de nuestra visita a Las Médulas fue el Mirador de Orellán. En algunos casos este mirador es lo único que ve la gente, lo cual es una pena, ya que ver la mina a ras de suelo es esencial para comprenderla. Sin embargo, hay que decir que lo más espectacular y fabuloso que se ve en toda la visita a Las Médulas son las vistas desde ese mirador. Yo me alegré de haberlo dejado para lo último, porque fue como un broche de oro. Desde allí se acaba de comprender perfectamente como los romanos, literalmente, echaron la montaña abajo para sacar el oro. El paisaje que ha quedado de todo ello y que se contempla desde el Mirador en toda su inmensidad es una auténtica maravilla.
Realmente la visita nos sirvió para conocer mejor el trabajo en la mina: los túneles en muchas partes no superan el metro y medio de altura, por lo que un adulto ha de ir con cuidado de no chocarse contra el techo. También se comprende que la roca de la montaña, por fortuna, no era muy dura, sino que era más bien arcillosa. Aún así, hacer esos túneles a base de martillo y cincel tuvo que ser una labor extremadamente dura y ardua. Las vistas al final del túnel son realmente espectaculares.
El destino final de nuestra visita a Las Médulas fue el Mirador de Orellán. En algunos casos este mirador es lo único que ve la gente, lo cual es una pena, ya que ver la mina a ras de suelo es esencial para comprenderla. Sin embargo, hay que decir que lo más espectacular y fabuloso que se ve en toda la visita a Las Médulas son las vistas desde ese mirador. Yo me alegré de haberlo dejado para lo último, porque fue como un broche de oro. Desde allí se acaba de comprender perfectamente como los romanos, literalmente, echaron la montaña abajo para sacar el oro. El paisaje que ha quedado de todo ello y que se contempla desde el Mirador en toda su inmensidad es una auténtica maravilla.
Las Médulas pueden ser exploradas aún más profundamente. Hay hasta cinco rutas más que recorrer por diferentes caminos, con distintos grados de dureza. También hay otro par de miradores. Por otro lado, fuera del perímetro del yacimiento se pueden visitar los restos de los castros donde vivían los astures, los indígenas que fueron los que realmente cavaron los túneles, y también se pueden ver los canales que fueron construidos para llevar el agua desde los manantiales y ríos de los Montes Aquilianos hasta las minas. Nosotros todo eso no lo vimos, pero sí vimos las cosas claves, los elementos que nos permitieron comprender y hacernos una idea bastante exacta de los que son Las Médulas.
Decir, por último, que el pueblo de Las Médulas es una población pequeña, pero que se nota que recibe la influencia del yacimiento por la cantidad de lugares para comer que tiene. Vimos la Iglesia de San Simón y San Judas, que se encuentra enfrente del Centro de Recepción de Visitantes y que estaba abierta.
Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitadas LAS MÉDULAS.
% de Monumentos Destacados de España ya visitados en Castilla y León: 47'1%.
% de Monumentos Destacados de España ya visitados: 39%.
Reto Viajero MONUMENTOS DESTACADOS DE ESPAÑA
Visitadas LAS MÉDULAS.
% de Monumentos Destacados de España ya visitados en Castilla y León: 47'1%.
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