24 de febrero de 2017

MARATÓN DE SEVILLA 2017

Desde hace unos años todas las primaveras estoy convencido de que la temporada siguiente no correré el Maratón de Sevilla, porque las veces que uno puede enfrentarse a los 42.195 metros son contadas y me apetece conocer otros maratones. Por ello, antes del verano siempre veo claro que no gastaré más cartuchos maratonianos en mi ciudad. Sin embargo, al acercarse la fecha de la carrera el gusanillo me empieza a picar y, al final, no me puedo resistir y me apunto. Gracias a eso he acabado el Maratón de Sevilla nueve veces (2002, 2004, 2006, 2008, 2012, 2014, 2015, 2016 y el presente 2017). Me retiré un año (2005) y las demás veces no he podido participar por causas de fuerza mayor, pero la realidad es que el Maratón de Sevilla es una cita a la que no me puedo resistir.


Realmente es una suerte que en mi propia ciudad se celebre uno de los mejores maratones de España. En nuestro país el Maratón de Sevilla es uno de los más veteranos y desde que yo lo corrí por primera vez ha gozado de todas las homologaciones y oficialidades pertinentes: está bien medido y señalizado, los avituallamientos son adecuados, se controla el tiempo de manera correcta y los corredores reciben todas las atenciones que puedan necesitar. Sin embargo, hasta 2012 fui viendo como el recorrido de la prueba iba estando cada vez más escondido, cada año aumentaba más la sensación de que el Maratón era una molestia. De este modo, su trazado se fue haciendo menos agradable en cada edición. Tras participar en 2012 me dije que no volvería a correr los 42 kilómetros en mi ciudad: en esa ocasión aproximadamente 14 kilómetros de la carrera discurrieron por el interior de la Isla de la Cartuja, y si a eso le sumamos que se evitaba cualquier acercamiento al centro, pues la cosa visualmente solo se podía calificar como fea. Para hacer una buena marca Sevilla siempre ha sido una ciudad magnífica, llana a más no poder, pero para el que no tuviera la motivación de reventar el crono su maratón ofrecía cada vez menos alicientes. La escasa atención mediática, la poquísima gente que había animando en las calles y la ausencia de cosas bonitas con las que distraerse al levantar la vista del asfalto acabaron siendo las notas predominantes del Maratón de Sevilla (el de abajo es el recorrido del año 2012). 


En 2013, de repente, alguien se dio cuenta de que Sevilla, ante el auge del atletismo popular que vivimos, podía llenarse de turistas corredores y de sus familias durante un fin de semana si se le daba un poco más de lustre a su maratón. Otras ciudades lo tienen crudo, pero en Sevilla lo más difícil de conseguir, que es el atractivo entorno, ya lo tenemos. Lo único que hay que hacer es darle la vuelta al imán y que los monumentos, en vez de repeler al trazado de la carrera, lo atraigan. Con esa mentalidad, el recorrido se alteró en ese 2013 y se mantiene hasta hoy en su nueva versión. Ahora se sigue pasando, en parte, por zonas periféricas de Sevilla, como tiene que ser, pero lo cierto es que el Maratón no deja de lado ni uno de los lugares emblemáticos de la capital hispalense (el de abajo ha sido el recorrido de este 2017).



Aparte, en los últimos años la atención que se le ha prestado a la carrera en la ciudad ha sido máxima, en la actualidad el fin de semana del maratón es una auténtica fiesta del atletismo, en la que los ecos de la competición llegan a todos. Lejos queda aquel primer maratón en el que participé en 2002, en el que sólo 1.908 corredores llegamos a meta. Ahora son más de 10.000 personas las que acaban y eso se nota en las calles y en la atención que recibe el evento. Me encanta también lo de que haya grupos de música tocando en directo en diversos puntos del recorrido (a mí me anima mucho). Así es difícil resistirse a participar en el Maratón.

El año próximo me gustaría participar en el Maratón de Barcelona, lo que implicaría no correr el de Sevilla. Ya veremos si finalmente soy capaz de hacerlo, pero de momento en este 2017 volví a verme en la línea de salida ilusionado con atravesar mi ciudad corriendo una vez más. El inicio estuvo de nuevo ubicado en la Avenida de Carlos III, una de las calles vertebradoras, en su día, de la Expo’92. Esa vía se hizo pensando en las multitudes y, en consecuencia, es el lugar perfecto para que más de 10.000 personas se echen a correr a la vez. Sin embargo, por la desangelada Isla de la Cartuja ya no se corren 14 kilómetros, sino 4, los 2 primeros y los 2 últimos.



En mi caso, este año desde el principio me sentí a gusto rodando a 4:45 el kilómetro, por lo que me quité pronto gran parte del nerviosismo que llevaba. El clima finalmente nos respetó y no me cayó ni una gota de agua en toda la mañana, por lo que la misma fue perfecta para correr (la temperatura rondó los 12º y el cielo estuvo nublado).

La primera parte de la carrera pasó por Triana (no por sus calles más emblemáticas, que serían una ratonera con tanta gente, sino por sus arterias principales), antes de recorrer la Avenida de la República Argentina y cruzar el río por primera vez. A continuación, corrimos más de 4 kilómetros bordeando el Guadalquivir, del que nos separamos por un buen rato al filo del kilómetro 10. Para mí fueron esos unos kilómetros magníficos. Iba expectante, como no, la carrera es larga y puede ser un error garrafal venirse demasiado arriba al principio, pero se por experiencia lo duro que es ver que pesan las piernas ya en el kilómetro 7 u 8 (es algo que no augura nada bueno). Por el contrario, sentir ligereza y comodidad rodando por debajo de 4:50 infunde confianza a raudales y permite disfrutar a tope de ese primer tramo del recorrido. El kilómetro 10 lo pasé en 48:14, un buen tiempo (en 2015, mi mejor año aquí, pasé en 48:04, en esta ocasión iba casi calcando los registros).



Tras unos kilómetros de transición, en el kilómetro 14 llegó otra bonita parte de la carrera, la de la ronda histórica. En ese tramo había de nuevo mucho público, que nos llevó en volandas durante el rato en el que bordeamos las Murallas de la Macarena. No obstante, pasado el kilómetro 15 me preparé mentalmente para mi primera travesía en el desierto. En efecto, esos kilómetros se me hacen duros, ya no sufro tanto de coco como en los primeros maratones, porque voy mentalizado, pero aun así es un rato en el que tengo que luchar contra los miedos: ya llevo las piernas calientes y aún falta mucho (más de 25 kilómetros), el ritmo cómodo pega un primer bajón y se que no debo dejarme llevar por el desánimo ni por el miedo al desastre. En esos kilómetros, además, recorrimos la Avenida de Kansas City, una larga recta de casi 3 kilómetros sin apenas público ni nada que mirar. Finalmente llegué a la media maratón, momento de gran alegría en el que se siente que se ha pasado fase. En mi caso, marqué ahí 1h42:28 (hice 1h42:42 en 2015). Aún no había hecho ni un solo kilómetro por encima de 4:59 y me notaba relativamente fresco.


Los siguientes 5 kilómetros los hice aún por debajo de 5:00, pero ya empecé a notarme algo fatigado. Apretar en esos kilómetros puede significar acabar andando los últimos 5, de manera que la consigna era ir al ritmo que me pidiera el cuerpo. Sin embargo, iba mirando en cada punto kilométrico el reloj para ver realmente como avanzaba. Eso es algo peligroso si el reloj empieza a arrojar malas noticias, pero en este caso aún tardé en empezar a superar los 5:00 minutos por kilómetro y, para cuando empecé a hacerlo, fui viendo que apenas se me iban unos segundos cada mil metros, lo que fue afianzando mi moral.

Cuando me planté en la Avenida de la Palmera, ya en el kilómetro 33, sentí que llegaba el momento de la verdad. Sin embargo, al ver delante de mí aquella larga recta me di cuenta de que iba muy cansado, y ahí ya sí di el cambio: dejarse llevar por las sensaciones se había acabado, ya era el momento de pelear por mantener el ritmo. Para ayudarme en mi empresa tenía en esta ocasión tres armas secretas: la primera era el recorrido en sí mismo (como sevillano me motiva correr por el centro de la ciudad), la segunda era la gente, que forma un pasillo humano casi ininterrumpido que te infunde ánimos desde la Plaza de España hasta el Puente de la Barqueta. Por último, mi tercera y más potente arma secreta era la familia, que iba a estar situada de manera estratégica en los kilómetros 35, 37 y 39. En la media maratón este año no pudieron estar mi cuñada y mis sobrinas, que viven cerca de ese punto y que siempre me forman allí una buena, pero, pese a eso, no me faltaban fans en la parte clave de la carrera. De hecho, el kilómetro 35, tras cuatro kilómetros rodando en torno a 5:05, lo volví a hacer en 4:58 solo por el subidón de ver en él a mis padres.



Luego pasé por la Plaza de España disfrutando del entorno y me dirigí a la Calle San Fernando, donde iban a estar María y las niñas. Por desgracia no las vi, en años anteriores han hecho encaje de bolillos para animarme incluso tres veces, pero este año Julia estaba tocada, decidimos el día antes que fueran a verme a tiro hecho a la parte final de la carrera, y al final no pudo ser ni siquiera eso, se levantó con fiebre y no pudieron salir de casa (yo no me enteré, solté el móvil en el guardarropa a las 7'55). En cualquier caso, no viví el nuevo subidón de verlas, pero cuando vas pensando en ver a alguien inevitablemente vas distraído y motivado, así que cuando enfilé la Avenida de la Constitución me había quitado sin sufrir 3 kilómetros clave. Por delante de la Catedral, sin embargo, ya no pude esconder más la realidad: iba muerto y más vacío que un cine un domingo de julio. Es una pena, porque simplemente con haber aguantado los 5 kilómetros que me quedaban a 5:05 hubiera acabado la carrera en 3h28 y hubiera mejorado un minuto mi mejor marca, pero me resultó materialmente imposible, de golpe y porrazo en los últimos 5 kilómetros me planté en un 5:35 de ritmo (y apretando los dientes). Se me fueron en ese tiempo más de dos minutos y medio que me hicieron atravesar la meta en 3h31:19 (tiempo oficial, por mi reloj fueron veinte segundillos menos). En el kilómetro 39 vi a mi tía, ese fue otro momento de alegría que me hizo distraerme y acelerar el paso durante unos metros, pero en la Alameda de Hércules me alcanzó el globo de las 3h30 y eso, en cambio, fue un pequeño palo. En cualquier caso, no quedaba distancia para grandes debacles, había conseguido llegar bien casi hasta el final y el tiempo en la meta del Estadio de la Cartuja fue reflejo de ello (entré el 3.220 de 10.143 llegados). 3h31:19 es una marca que se incrusta en el grupito de mis mejores tiempos maratonianos en Sevilla: en 2015 acabé finalmente en 3h29:23 (ese año fui a un ritmo calcado al de este hasta el kilómetro 37, pero me pude mantener estable hasta el final) y en 2006 finalicé en 3h34:55. El año pasado mi marca fue de 3h35:22, así que me doy por satisfecho con el tiempo de 2017.



En total he acabado ya 16 maratones en mi vida y vendrán más, de hecho mi próxima cita con Filipides será el Maratón de Berlín en septiembre. Hasta entonces disfrutaremos de otro tipo de competiciones. Para mí las carreras más cortas tienen otro tipo de alicientes y hasta el verano disfrutaré a tope de unas cuantas.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 194.
% del Total de Carreras a completar: 19'3%.

Reto Atlético 51 MARATONES
Maratones completados: 16.
% del Total de Maratones a completar: 31'3%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 34'2%).

Reto MARATONES DE ESPAÑA Y PORTUGAL
Completado Maratón en ANDALUCÍA.
En 2002 (año del primer Maratón corrido en Andalucía), % de Comunidades en las que había corrido un Maratón: 5% (hoy día 20%).

Reto PRINCIPALES CARRERAS DE ESPAÑA
Completado MARATÓN DE SEVILLA.
En 2002 (año del primer Maratón de Sevilla), % de Principales Carreras de España que había corrido: 4'6% (hoy día 20'9%).

Reto 7 MARATONES 7 CONTINENTES
Completado Maratón en EUROPA.
En 2002 (año del primer Maratón corrido en Europa), % de Continentes en los que había corrido un Maratón: 14'2% (hoy día 14'2%).

Reto MARATONES DE LA UE
Completado Maratón en ESPAÑA.
En 2002 (año del primer Maratón corrido en España), % de Países de la UE en los que había corrido un Maratón: 3'5% (hoy día 10'7%).


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