Al igual que en 2016, en los últimos días vacacionales de 2017 hemos cambiado los planes activos (y, en ocasiones, hiperactivos) basados en conocer los diferentes entornos en los que hemos estado, por un plan centrado simplemente en dormir, comer y vegetar en la piscina. Esa es la manera en la que entiende mi familia política las vacaciones y ante eso no tengo nada que decir, pasar cuatro días con ellos sin hacer nada en especial tampoco me supone un gran problema (también se activar mi modo stand by, de hecho es bueno estar en ese estado algunos días al año).
El verano pasado, para llevar a cabo esa última fase estática de las vacaciones nos fuimos a la costa, a Chiclana de la Frontera, pero este año no encontramos ningún alojamiento playero bueno, bonito y barato en el que pudiéramos meternos siete adultos y seis peques, así que miramos hacia el interior y hemos acabado en Cazalla de la Sierra. En junio de 2016 estuve por primera vez en este pueblo, que pertenece al Parque Natural Sierra Norte de Sevilla (le dediqué el tercer post de este blog) y en este 2017 he vuelto de nuevo, ahora en agosto. Esta zona es mejor verla en otra época del año, pero la verdad es que en verano refresca por la noche y durante el día hace suficiente calor como para disfrutar de la piscina, así que es una buena opción para este tipo de planes estivales en los que moverse mucho no es el objetivo.
El verano pasado, para llevar a cabo esa última fase estática de las vacaciones nos fuimos a la costa, a Chiclana de la Frontera, pero este año no encontramos ningún alojamiento playero bueno, bonito y barato en el que pudiéramos meternos siete adultos y seis peques, así que miramos hacia el interior y hemos acabado en Cazalla de la Sierra. En junio de 2016 estuve por primera vez en este pueblo, que pertenece al Parque Natural Sierra Norte de Sevilla (le dediqué el tercer post de este blog) y en este 2017 he vuelto de nuevo, ahora en agosto. Esta zona es mejor verla en otra época del año, pero la verdad es que en verano refresca por la noche y durante el día hace suficiente calor como para disfrutar de la piscina, así que es una buena opción para este tipo de planes estivales en los que moverse mucho no es el objetivo.
La parte de Cazalla de la Sierra por la que más nos movimos es la que está más al sur del pueblo, porque era la que nos quedaba más cerca y porque en ella hay una explanada de hierba con árboles llamada Parque del Moro, en la que han habilitado una zona de juegos infantiles (ya la conocía de la visita de 2016). Ese parque, dada su cercanía, fue el destino de casi todos nuestros paseitos familiares.
Aparte, el viernes nos aventuramos a subir por la Calle San Benito y llegamos hasta la Plaza Mayor. En 2016 llegamos a la misma desde el este, ya que estábamos alojados en el extremo oriental del pueblo, y esta vez desembocamos en ella por su parte oeste. En esta ocasión también entramos en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Consolación, que me volvió a parecer un templo muy monumental para estar en un pueblo de 5.000 habitantes (no en vano se la ha llegado a denominar la catedral de la Sierra Norte de Sevilla).
En nuestro camino de este año hasta la Plaza Mayor pasamos por la Plaza del Concejo, otro de los bonitos enclaves del pueblo, y desde la Plaza Mayor volvimos a subir por la Calle Antonio Merchán hasta la Calle La Plazuela, una vía peatonal con bastantes bares y comercios. El inicio de esta calle fue de nuevo el punto más septentrional del pueblo que vi.
En nuestro camino de este año hasta la Plaza Mayor pasamos por la Plaza del Concejo, otro de los bonitos enclaves del pueblo, y desde la Plaza Mayor volvimos a subir por la Calle Antonio Merchán hasta la Calle La Plazuela, una vía peatonal con bastantes bares y comercios. El inicio de esta calle fue de nuevo el punto más septentrional del pueblo que vi.
El otro paseo largo fue el del domingo por la mañana. Ese día el camino hasta la Plaza del Concejo fue el mismo, pero en vez de tirar por la Calle el Peso hasta la Plaza Mayor subimos hacia la Plaza del Doctor Manuel Nosea, donde está el Ayuntamiento. Lo bueno es que este año pude entrar en el edificio que lo alberga, el Antiguo Convento de San Agustín.
La estancia en Cazalla, por tanto, dio bastante de sí, por esos paseos, pero también por el lugar donde pernoctamos, que finalmente fue muy interesante, así como por la inesperada guinda que le pusimos el sábado por la noche a los cuatro días (de ella hablaré más adelante).
El sitio donde estuvimos instalados se llama Esencia de la Vega y era una especie de cortijo con una dilatada historia. No hace tanto parece que se habilitó para celebraciones y, además, se arreglaron tres apartamentos para ser alquilados, ubicados junto a la casa principal de la hacienda. Lo curioso es que en esa rehabilitación se le dio al cortijo un aire oriental que aún está por todos lados. La pena es que desde aquella remodelación se ve que han pasado los años y todo el lujo asiático (nunca mejor dicho) se ha degradado un poco. La zona de la piscina, por ejemplo, estaba preciosa con todo el suelo de madera y con un par de cenadores con sillones y tumbonas, pero las tablas del suelo estaban bastante estropeadas y su estado llegaba a ser hasta peligroso en algunos puntos, por lo que hubo que tener cuidado con los niños.
Ese aire, un poco venido a menos, es el que tenían todas las instalaciones, salvo los apartamentos, que estaban muy bien (el vaso de la piscina también estaba perfecto). El alojamiento, sin embargo, tiene unas posibilidades enormes si lo restauran, porque además de la piscina tiene unas zonas comunes amplias y frescas ideales para comer y para pasar el rato. Por otro lado, pese a lo cerca que está el pueblo, es un lugar tranquilo e íntimo.
Ese aire, un poco venido a menos, es el que tenían todas las instalaciones, salvo los apartamentos, que estaban muy bien (el vaso de la piscina también estaba perfecto). El alojamiento, sin embargo, tiene unas posibilidades enormes si lo restauran, porque además de la piscina tiene unas zonas comunes amplias y frescas ideales para comer y para pasar el rato. Por otro lado, pese a lo cerca que está el pueblo, es un lugar tranquilo e íntimo.
Por lo visto, en junio cambiaron los responsables de la casa y a partir de septiembre le van a dar un remozado total a la instalación. Espero que les vaya bien, porque fueron muy amables (viven en la vivienda principal de la que he hablado).
En el cortijo pasamos la inmensa mayoría de los cuatro días, sin hacer gran cosa (mucha piscina, mucho dormir, charlar y comer). El sábado, sin embargo, nos enteramos de que por la noche iban a representar una obra de teatro en el Pabellón Municipal de Deportes, que da al Paseo del Moro.
A mí me pareció una buena idea ir a verla, sobre todo por salir un poco. Lo primero que me sorprendió de la obra fue el montaje del escenario, ya que lo pusieron en mitad de la pista del Pabellón, colocaron un montón de sillas a su nivel y aprovecharon parte de las gradas para que cupiera más público. También me gustó ver el buen ambiente que había, el lleno fue total. Se representó la obra Mujeres Luz por parte de la Compañía Alejandro Cruz Benavides.
La obra resultó ser una especie de musical con una línea argumental un tanto difusa. La misma giraba entorno a la figura de la mujer, con un tono reivindicativo, pero no tenía un argumento claro, realmente solo fue teatro durante 10 o 15 minutos. El resto del tiempo las actrices cantaron canciones de todo tipo (algunas tenían un aire más flamenco, otras más blues, soul o pop), con el simple acompañamiento de un piano. La actuación me entretuvo mucho, la maestría del pianista fue espectacular y la voz de las actrices que cantaron también. El sonido, por otro lado, estuvo a la altura. Además, la casualidad quiso que una de las actrices (Manuela Reina) fuera conocida de mis cuñadas, yo la conocía de vista.
Al acabar la función cenamos en el Restaurante Manolo, que estaba al lado, en la que fue la única visita a establecimientos de restauración en estos cuatro días. Si me hubiera ido del restaurante antes de haber probado la comida mi crítica negativa sería bastante demoledora, porque el lugar no es muy lustroso, pese a que su terraza es agradable, la mitad de las cosas que ponía en la carta no las había, el servicio fue muy lento, el mismo dio preeminencia con un poco de descaro a los lugareños conocidos y, para rematar, el camarero, que yo creo que era el propietario (el tal Manolo), hizo frente a las críticas con un aire un tanto malaje (no digo que fuera grosero, en teoría reaccionó bromeando a los comentarios que le hicimos o que vio venir que le íbamos a hacer, pero su humor fue un tanto sarcástico de más). Por suerte, tuvimos suficiente paciencia como para esperar a que nos acabara sirviendo la comida, porque el tomate aliñado que nos puso fue de los mejores que he tomado (y he tomado muchos), y tanto la ensaladilla como la caldereta de venado y las croquetas fueron de primera, estuvo todo realmente delicioso. Al fin y al cabo, al restaurante habíamos ido a cenar y la comida estuvo muy buena, así que...
En definitiva, tras dos visitas estivales a Cazalla de la Sierra ya solo me queda volver al pueblo en otoño o invierno, a ver el entorno serrano en la época en la que resalta más su belleza.
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado CAZALLA DE LA SIERRA.
En 2016 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 60% (hoy día 61%).
En 2016 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya Visitados: 18'8% (hoy día 19'3%).
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado CAZALLA DE LA SIERRA.
En 2016 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 60% (hoy día 61%).
En 2016 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya Visitados: 18'8% (hoy día 19'3%).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres comentar algo, estaré encantado de leerlo