En septiembre de 2001 me fui a estudiar a Granada y estuve viviendo allí hasta julio de 2003. Antes de eso, no obstante, ya conocía bastante bien la ciudad, entre otras cosas porque mi padre vivió en ella de los 4 a los 19 años y está muy unido sentimentalmente a su patria chica adoptiva. A partir de 2003 tampoco me ha resultado difícil volver a la ciudad nazarí, primero porque me marché sin haber terminado aún la carrera y durante más de dos años tuve que regresar muchas veces por temas de estudio, pero también porque Granada, con permiso de Sevilla, es la ciudad más alucinante que conozco. Sus monumentos son de primer nivel mundial, su ambiente no tiene parangón y, aparte, su aire y su luz, que bajan directamente de la imponente sierra bajo la que se acurruca, son capaces de revivir a un muerto.
Sin embargo, mi última visita turística a Granada tuvo lugar en 2015 y en aquella ocasión llevaba ya siete años sin pisar la ciudad, el periodo más largo en el que he estado sin ir por allí. Ese año fui dos veces, porque además de pasar un fin de semana en febrero estuvimos en la boda de mi prima en julio. El año pasado, tras no haber ido en 2016, volví de nuevo, pero en este caso fue por un triste motivo que no tiene sentido reflejar en el blog. Esta vez, en cambio, hemos vuelto para pasar un fin de semana de diversión, el cual se ha parecido bastante al de febrero de 2015, porque hemos aprovechado también el sábado para subir a Sierra Nevada a ver la nieve. La diferencia entre ambas estancias, sin embargo, es que en 2015 estuvimos con mis padres, con mi hermana y con mi cuñado, y paseamos más por el centro, mientras que en este caso hemos viajado con mi familia política y hemos centrado la parte granadina del fin de semana en explorar el Parque de las Ciencias el domingo.
El Parque de las Ciencias ha sido, sin duda, la visita estrella granadina de esta ocasión. Teniendo en cuenta que íbamos siete adultos, con seis niños menores de 10 años y con diferentes conceptos de lo que es el turismo, resultaba complicado dar grandes paseos o movernos con soltura por el centro, de manera que fue buena idea concentrar todas nuestras energías en ver bien el Parque. Ir a Granada y limitarse a recorrer un museo dedicado a la ciencia puede resultar, a priori, un poco decepcionante, pero la realidad es que conozco la ciudad al dedillo y, pese a que ya había estado también dos veces en el Parque de las Ciencias, mis visitas anteriores se remontan a 2001 y 2007, por lo que era para mi un objetivo subrayado en rojo verlo con las niñas. Para el año que viene quiero volver con Ana y Julia a Granada para pasearla a fondo y para ver algunas de sus maravillas, pero ahora era una magnífica oportunidad para centrar la atención en un ente concreto como el Parque de las Ciencias, que es sin duda uno de los grandes tapados de Andalucía (aunque no es tan tapado como parece, porque quizás para los foráneos está eclipsado por las maravillas de Granada, pero para los andaluces es todo un referente, de hecho es el museo más visitado de la comunidad).
El caso es que el domingo, a eso de las once de la mañana, con nuestras entradas ya compradas con antelación para evitar las colas, nos plantamos en el Parque de las Ciencias dispuestos a sacarle todo el jugo.
Mi primera sorpresa fue que el museo ha triplicado su tamaño en la última década. Tras investigar un poco por Internet he visto que a principios de agosto de 2007, que fue cuando estuve la última vez, toda la parte nueva del complejo se estaba levantando, pero yo no me fijé en que detrás de la valla había un enorme edificio en construcción. Por lo visto, la obra de ampliación se empezó en enero de 2005 y estuvo terminada a principios de 2008. En mi primera visita en 2001 el museo llevaba abierto seis años y ya contaba con el mariposario, la torre mirador, el Edificio Vía Láctea (destinado a exposiciones temporales) y el Edificio Péndulo de Focault, que era el corazón del Parque de las Ciencias por aquel entonces. Desde él se accedía al planetario. En 2007, a pocos meses de que se inaugurara la ampliación, aún estaba todo más o menos igual y vimos en el edificio de exposiciones temporales una muestra titulada Veneno Animal, dedicada al poder tóxico de los seres vivos, a su peligro y también a los posibles efectos beneficiosos de sus venenos.
En la actualidad, la superficie del museo ha pasado de los 26.400 metros cuadrados que tenía en 2001 a unos 75.000. La entrada principal ahora está en el nuevo edificio, el Macroscopio, que es lo que vimos en esta ocasión. El mismo es obra de los arquitectos Carlos Ferrater, Yolanda Brasa y Eduardo Jiménez Artacho, y me pareció una maravilla.
Se trata de un edificio luminoso, espacioso y a la vez cálido, perfecto para moverse con la mente despejada, que es lo que uno necesita para prestarle atención a la ciencia. En él están montadas, tanto exposiciones permanentes, como temporales. Del contenido permanente nos centramos en el Pabellón Viaje al Cuerpo Humano, donde había una entretenida y didáctica muestra que resultó interesante tanto para los adultos como para los niños.
Exposiciones temporales vimos WOW, Maravillas del Mundo Salvaje, que estaba dedicada al movimiento animal.
Antes de irnos nos dimos una vuelta por el exterior del museo, que lejos de ser una zona de relleno ofrece un montón de atractivos. Allí está el Mariposario Tropical, que es lo único que he visto las tres veces que he ido al Parque, y también la Torre de Observación, a la que subimos en 2001.
El pasado domingo nos centramos principalmente en la Carpa de Gimnasia Mental.
Estuvimos en el museo cerca de tres horas y se nos quedaron muchas cosas por ver, estoy seguro de que dentro de no mucho caerá una cuarta visita al lugar.
Después de salir del Parque de las Ciencias, nos movimos por la zona de Fígares, buscando un lugar donde comer. Ese barrio queda al sur del museo y conforma el límite suroeste de Granada. Se trata de una tranquila zona de pisos que es residencial y moderna, pero no había por allí demasiada oferta culinaria.
Finalmente, en la Calle Emir entramos en Aro Veintiuno, un restaurante que estuvo bastante bien: ocupa una buena parte de los bajos del edificio que tiene encima y destaca, tanto por su diseño moderno, como por la estética acogedora del local, que está dividido en varios espacios, algunos más formales y otros menos.
Nosotros estuvimos muy a gusto en la parte de la terraza que está semiabierta a la calle, donde pudimos comer con todos los niños sin que molestaran a nadie. No fue un sitio barato, la verdad, pero la comida fue lo suficientemente buena y abundante como para que no nos diera la impresión de que nos estaban clavando más de lo tolerable. Además, el restaurante tiene una zona de juegos infantiles con una cuidadora que fue un auténtico éxito, las niñas desaparecieron tras acabar la comida y estuvieron entretenidas durante el rato que tardamos nosotros en terminar.
Fígares fue prácticamente la única zona outdoors de Granada por la que nos movimos durante el fin de semana, aparte de las calles más inmediatas al Albergue Inturjoven, que es donde dormimos.
Por allí, el sábado por la noche también buscamos un lugar donde cenar algo y dimos una vuelta hasta encontrar un bar llamado American Beer. Por su nombre, podría parecer que aquello es un pub especializado en servir costillas y cerveza Budweiser, pero en realidad es un bar normal, decorado, eso sí, con grandes fotos de Times Square.
Cuando llegamos estaba vacío, pero al irnos estaba tan lleno que me quedó claro que el sitio es una referencia en los alrededores. El camarero fue simpático y la tradición de poner tapas con las bebidas nos permitió probar unas pequeñas hamburguesas muy sabrosas. También tomamos, ya de la carta, un bacalao frito que estaba fresco y muy bien cocinado. Al final, cenamos por el mismo dinero que nos había costado la noche anterior tomar la cena en el mismo albergue. Allí, nos dieron a elegir entre una buena variedad de platos y se podía comer a discreción...
Sin embargo, la comida dejó un poco que desear, yo tomé, principalmente, una especie de caldereta con arroz blanco que no estuvo mala, pero la crema de verduras estaba incomible, y no soy yo demasiado milindris con estos temas, pero esa crema estaba tan salada que era imposible tragar ni una cucharada. Lo demás que probé estaba aceptable (caté la menestra de verduras y el pescado frito con patatas), pero era claramente comida de catering y valía 8 euros el menú, sin bebida, así que al día siguiente nos lo pusieron fácil para buscar otro lugar. El comedor del Albergue Inturjoven Granada, además, para la cena estaba solo abierto a la mitad, pese a que estaba repleto, y no se estaba especialmente a gusto allí por las estrecheces.
Pese a lo dicho, en líneas generales el Albergue Inturjoven Granada me ha gustado, desde que volví a utilizar hace poco más de un año este tipo de instalaciones ya he estado en tres albergues y he visto la diferencia que puede llegar a haber entre ellos a nivel de ocupación: en El Bosque el invierno pasado estuvimos solos, en Jaén hace un mes hubo gente, pero todo fue tranquilidad, y este fin de semana en Granada hemos compartido alojamiento con una variopinta y heterogénea multitud, compuesta por familias españolas como nosotros, turistas extranjeros también con niños, jóvenes mochileros, adolescentes en excursiones escolares e, incluso, refugiados (los albergues en Andalucía son de titularidad pública y se utilizan en determinados sitios para dar cobijo durante un tiempo limitado a desplazados de países en guerra). A pesar de la mezcla el ambiente ha sido sensacional.
Aparte de todo, un albergue juvenil no es un hotel, las habitaciones son sencillas y hay muchos servicios que no se ofrecen, pero son alojamientos limpios, bastante bien cuidados y cómodos. El de Granada se ve que es de los más usados, y a algunas horas hay mucha gente deambulando por las zonas comunes, pero aún así es un lugar agradable y económico donde pernoctar.
Como he comentado, en unos meses quiero volver a Granada a explorar una vez mas sus maravillas, la mayoría las conozco pero quiero profundizar en ellas, y hay otras que, o las vi hace tiempo de manera distraída, o no las conozco realmente. Hay, sin duda, motivos para darse otra vuelta por la ciudad nazarí.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Sin embargo, mi última visita turística a Granada tuvo lugar en 2015 y en aquella ocasión llevaba ya siete años sin pisar la ciudad, el periodo más largo en el que he estado sin ir por allí. Ese año fui dos veces, porque además de pasar un fin de semana en febrero estuvimos en la boda de mi prima en julio. El año pasado, tras no haber ido en 2016, volví de nuevo, pero en este caso fue por un triste motivo que no tiene sentido reflejar en el blog. Esta vez, en cambio, hemos vuelto para pasar un fin de semana de diversión, el cual se ha parecido bastante al de febrero de 2015, porque hemos aprovechado también el sábado para subir a Sierra Nevada a ver la nieve. La diferencia entre ambas estancias, sin embargo, es que en 2015 estuvimos con mis padres, con mi hermana y con mi cuñado, y paseamos más por el centro, mientras que en este caso hemos viajado con mi familia política y hemos centrado la parte granadina del fin de semana en explorar el Parque de las Ciencias el domingo.
El Parque de las Ciencias ha sido, sin duda, la visita estrella granadina de esta ocasión. Teniendo en cuenta que íbamos siete adultos, con seis niños menores de 10 años y con diferentes conceptos de lo que es el turismo, resultaba complicado dar grandes paseos o movernos con soltura por el centro, de manera que fue buena idea concentrar todas nuestras energías en ver bien el Parque. Ir a Granada y limitarse a recorrer un museo dedicado a la ciencia puede resultar, a priori, un poco decepcionante, pero la realidad es que conozco la ciudad al dedillo y, pese a que ya había estado también dos veces en el Parque de las Ciencias, mis visitas anteriores se remontan a 2001 y 2007, por lo que era para mi un objetivo subrayado en rojo verlo con las niñas. Para el año que viene quiero volver con Ana y Julia a Granada para pasearla a fondo y para ver algunas de sus maravillas, pero ahora era una magnífica oportunidad para centrar la atención en un ente concreto como el Parque de las Ciencias, que es sin duda uno de los grandes tapados de Andalucía (aunque no es tan tapado como parece, porque quizás para los foráneos está eclipsado por las maravillas de Granada, pero para los andaluces es todo un referente, de hecho es el museo más visitado de la comunidad).
El caso es que el domingo, a eso de las once de la mañana, con nuestras entradas ya compradas con antelación para evitar las colas, nos plantamos en el Parque de las Ciencias dispuestos a sacarle todo el jugo.
Mi primera sorpresa fue que el museo ha triplicado su tamaño en la última década. Tras investigar un poco por Internet he visto que a principios de agosto de 2007, que fue cuando estuve la última vez, toda la parte nueva del complejo se estaba levantando, pero yo no me fijé en que detrás de la valla había un enorme edificio en construcción. Por lo visto, la obra de ampliación se empezó en enero de 2005 y estuvo terminada a principios de 2008. En mi primera visita en 2001 el museo llevaba abierto seis años y ya contaba con el mariposario, la torre mirador, el Edificio Vía Láctea (destinado a exposiciones temporales) y el Edificio Péndulo de Focault, que era el corazón del Parque de las Ciencias por aquel entonces. Desde él se accedía al planetario. En 2007, a pocos meses de que se inaugurara la ampliación, aún estaba todo más o menos igual y vimos en el edificio de exposiciones temporales una muestra titulada Veneno Animal, dedicada al poder tóxico de los seres vivos, a su peligro y también a los posibles efectos beneficiosos de sus venenos.
En la actualidad, la superficie del museo ha pasado de los 26.400 metros cuadrados que tenía en 2001 a unos 75.000. La entrada principal ahora está en el nuevo edificio, el Macroscopio, que es lo que vimos en esta ocasión. El mismo es obra de los arquitectos Carlos Ferrater, Yolanda Brasa y Eduardo Jiménez Artacho, y me pareció una maravilla.
Se trata de un edificio luminoso, espacioso y a la vez cálido, perfecto para moverse con la mente despejada, que es lo que uno necesita para prestarle atención a la ciencia. En él están montadas, tanto exposiciones permanentes, como temporales. Del contenido permanente nos centramos en el Pabellón Viaje al Cuerpo Humano, donde había una entretenida y didáctica muestra que resultó interesante tanto para los adultos como para los niños.
Antes de irnos nos dimos una vuelta por el exterior del museo, que lejos de ser una zona de relleno ofrece un montón de atractivos. Allí está el Mariposario Tropical, que es lo único que he visto las tres veces que he ido al Parque, y también la Torre de Observación, a la que subimos en 2001.
El pasado domingo nos centramos principalmente en la Carpa de Gimnasia Mental.
Estuvimos en el museo cerca de tres horas y se nos quedaron muchas cosas por ver, estoy seguro de que dentro de no mucho caerá una cuarta visita al lugar.
Después de salir del Parque de las Ciencias, nos movimos por la zona de Fígares, buscando un lugar donde comer. Ese barrio queda al sur del museo y conforma el límite suroeste de Granada. Se trata de una tranquila zona de pisos que es residencial y moderna, pero no había por allí demasiada oferta culinaria.
Finalmente, en la Calle Emir entramos en Aro Veintiuno, un restaurante que estuvo bastante bien: ocupa una buena parte de los bajos del edificio que tiene encima y destaca, tanto por su diseño moderno, como por la estética acogedora del local, que está dividido en varios espacios, algunos más formales y otros menos.
Nosotros estuvimos muy a gusto en la parte de la terraza que está semiabierta a la calle, donde pudimos comer con todos los niños sin que molestaran a nadie. No fue un sitio barato, la verdad, pero la comida fue lo suficientemente buena y abundante como para que no nos diera la impresión de que nos estaban clavando más de lo tolerable. Además, el restaurante tiene una zona de juegos infantiles con una cuidadora que fue un auténtico éxito, las niñas desaparecieron tras acabar la comida y estuvieron entretenidas durante el rato que tardamos nosotros en terminar.
Fígares fue prácticamente la única zona outdoors de Granada por la que nos movimos durante el fin de semana, aparte de las calles más inmediatas al Albergue Inturjoven, que es donde dormimos.
Por allí, el sábado por la noche también buscamos un lugar donde cenar algo y dimos una vuelta hasta encontrar un bar llamado American Beer. Por su nombre, podría parecer que aquello es un pub especializado en servir costillas y cerveza Budweiser, pero en realidad es un bar normal, decorado, eso sí, con grandes fotos de Times Square.
Cuando llegamos estaba vacío, pero al irnos estaba tan lleno que me quedó claro que el sitio es una referencia en los alrededores. El camarero fue simpático y la tradición de poner tapas con las bebidas nos permitió probar unas pequeñas hamburguesas muy sabrosas. También tomamos, ya de la carta, un bacalao frito que estaba fresco y muy bien cocinado. Al final, cenamos por el mismo dinero que nos había costado la noche anterior tomar la cena en el mismo albergue. Allí, nos dieron a elegir entre una buena variedad de platos y se podía comer a discreción...
Sin embargo, la comida dejó un poco que desear, yo tomé, principalmente, una especie de caldereta con arroz blanco que no estuvo mala, pero la crema de verduras estaba incomible, y no soy yo demasiado milindris con estos temas, pero esa crema estaba tan salada que era imposible tragar ni una cucharada. Lo demás que probé estaba aceptable (caté la menestra de verduras y el pescado frito con patatas), pero era claramente comida de catering y valía 8 euros el menú, sin bebida, así que al día siguiente nos lo pusieron fácil para buscar otro lugar. El comedor del Albergue Inturjoven Granada, además, para la cena estaba solo abierto a la mitad, pese a que estaba repleto, y no se estaba especialmente a gusto allí por las estrecheces.
Pese a lo dicho, en líneas generales el Albergue Inturjoven Granada me ha gustado, desde que volví a utilizar hace poco más de un año este tipo de instalaciones ya he estado en tres albergues y he visto la diferencia que puede llegar a haber entre ellos a nivel de ocupación: en El Bosque el invierno pasado estuvimos solos, en Jaén hace un mes hubo gente, pero todo fue tranquilidad, y este fin de semana en Granada hemos compartido alojamiento con una variopinta y heterogénea multitud, compuesta por familias españolas como nosotros, turistas extranjeros también con niños, jóvenes mochileros, adolescentes en excursiones escolares e, incluso, refugiados (los albergues en Andalucía son de titularidad pública y se utilizan en determinados sitios para dar cobijo durante un tiempo limitado a desplazados de países en guerra). A pesar de la mezcla el ambiente ha sido sensacional.
Aparte de todo, un albergue juvenil no es un hotel, las habitaciones son sencillas y hay muchos servicios que no se ofrecen, pero son alojamientos limpios, bastante bien cuidados y cómodos. El de Granada se ve que es de los más usados, y a algunas horas hay mucha gente deambulando por las zonas comunes, pero aún así es un lugar agradable y económico donde pernoctar.
Como he comentado, en unos meses quiero volver a Granada a explorar una vez mas sus maravillas, la mayoría las conozco pero quiero profundizar en ellas, y hay otras que, o las vi hace tiempo de manera distraída, o no las conozco realmente. Hay, sin duda, motivos para darse otra vuelta por la ciudad nazarí.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado GRANADA.
En 1995 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Granada: 12'5% (hoy día 12'5%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 9'9% (hoy día 32'5%).
Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
En 1995 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Granada: 12'5% (hoy día 12'5%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 9'9% (hoy día 32'5%).
Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado GRANADA.
En 1995 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 40% (hoy día, estando aún esta visita incompleta 50%).
En 1995 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 1'6% (hoy día, estando aún esta visita incompleta 4%).
En 1995 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 40% (hoy día, estando aún esta visita incompleta 50%).
En 1995 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 1'6% (hoy día, estando aún esta visita incompleta 4%).
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado GRANADA.
En 1995 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Granada: 1'2% (hoy día 6'4%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'9% (hoy día 19'5%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Granada: 1'2% (hoy día 6'4%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'9% (hoy día 19'5%).
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