La montañosa geografía de la mitad oeste Cantabria está caracterizada por la presencia de un buen número de valles que discurren perpendiculares a la costa en dirección norte-sur. Esos valles están excavados por una serie de ríos, cortos pero fieros, que nacen en lo alto de la Cordillera Cantábrica.
La más occidental de esas cuencas es la que ha formado desde hace milenios el Río Deva, uno de cuyos afluentes por la derecha es el Río Quiviesa, que confluye con él en Potes, justo después de pasar bajo el Puente de la Cárcel.
El Río Deva, que marca durante parte de su recorrido la frontera entre Cantabria y Asturias, desemboca en la Ría de Tina Mayor, pero antes, tras dejar atrás Potes, serpentea creando un escarpado desfiladero que aísla a sus espaldas una comarca, Liébana, que es una de las mejor definidas de la comunidad cántabra. Liébana, con sus 570 kilómetros cuadrados, forma un valle que es como una gran hoya interior encerrada entre murallas de piedra caliza. Se trata de una comarca ubicada entre montañas que conforma el extremo occidental de Cantabria, pero que está bastante aislada del resto de ella (tanto que tiene un microclima diferente al del resto de la región, parecido al mediterráneo).
Durante años Liébana fue difícilmente accesible, su principal vía de comunicación era el Desfiladero de la Hermida, que conducía a la costa, pero atravesarlo no era fácil, de hecho la carretera N-621 por la que se circula hoy día sigue sin ser precisamente cómoda. En la actualidad, en el valle de Liébana viven 5.860 personas repartidas en siete municipios, y su principal núcleo de población es Potes (1.499 habitantes).
De Potes salen tres complicadas carreteras: la mencionada N-621, que realmente viene desde la costa y tras cruzar el pueblo se dirige hacia Castilla y León salvando montañas en dirección sur, la CA-184, que las atraviesa hacia el sureste, y la CA-185, que va hacia Fuente Dé y muere allí al darse de bruces con los Picos de Europa. En Potes tiene uno, por tanto, la sensación de estar metido en una amplia hondonada de la que solo se puede salir a través de desfiladeros y puertos de montaña.
Hasta ahora yo había atravesado el Desfiladero de la Hermida para visitar Liébana en tres ocasiones. Dos de las veces fui hasta Fuente Dé y la otra nos quedamos en el Restaurante Hotel del Oso, donde dicen que se come el mejor cocido lebaniego del mundo. Solo una de esas tres veces, sin embargo, había parado en Potes. Fue en 1998 y la estancia fue muy fugaz, porque el pueblo es el principal centro turístico de Liébana y se masifica un poco. En aquella ocasión iba con mis padres, que ya conocían la población de haberla visitado años atrás, cuando era un lugar más plácido, y que además no son precisamente amigos de los sitios masificados, por lo que la visita fue breve. Han pasado veinte años desde aquel día y en ese tiempo no había tenido ocasión de volver, así que este año planifiqué una escapada que finalmente hemos hecho solos María y yo, sin las niñas, al día siguiente de volver a Asturias tras haber pasado unos días en Castilla y León.
Tras visitar de nuevo Potes la impresión que me he llevado del pueblo ha sido doble y contrapuesta. Para empezar, toda la parte en la que la N-621 atraviesa el centro, es decir, todo el meollo de la población, me pareció como un parque temático: había por todos lados cientos de coches, mucha gente y decenas de negocios y restaurantes preparados para los visitantes. Potes es una localidad bonita, pero en esa zona me dio la impresión de que estaba todo demasiado montado para el turismo masivo, lo que me provocó una sensación extraña. Dos circunstancias, sin embargo, hicieron que me fuera con un recuerdo más positivo: en primer lugar, fue importante poder comprobar que Potes no es una decorado de cartón piedra, sino que es un núcleo normal con colegio y con piscina cubierta, por ejemplo, y que cuenta con un sector con casas menos bonitas, pero con más vida real. Todo esto matizó la sensación de que aquello era un escenario para turistas deseosos de ver enclaves de montaña sin complicarse la vida. Aparte, sin necesidad de salir del casco histórico también me gustó que encontramos un conjunto de calles en las que el sabor original de un pueblo como Potes, que es lo que uno espera al menos intuir, se puede llegar a disfrutar. En efecto, el corazón de la población está dividido en dos barrios, el Barrio del Sol y el Barrio de la Solana. El primero es el que está más repleto de gente, pero curiosamente la mayoría de la masa explora poco y se limita a permanecer donde está montado todo el teatro. A eso achaco el hecho de que el Barrio de la Solana estuviera casi desierto, pese a que es muy bello y está a dos pasos de la travesía.
Nosotros nos tomamos la molestia de subir unas cuantas cuestas y gracias a eso logramos ver un poco lo que buscábamos, retazos, al menos, de un cuidado y pintoresco pueblo de montaña de una cierta entidad, en el que vive gente normal que mantiene sus calles cuidadas y bonitas.
Nosotros nos tomamos la molestia de subir unas cuantas cuestas y gracias a eso logramos ver un poco lo que buscábamos, retazos, al menos, de un cuidado y pintoresco pueblo de montaña de una cierta entidad, en el que vive gente normal que mantiene sus calles cuidadas y bonitas.
Tras recorrer el Barrio de la Solana, que tampoco es muy grande, volvimos a bajar a los alrededores de la travesía, que conforme fue avanzando la tarde se fue quedando más tranquila. Al final, tampoco tenía el aspecto del mediodía. En cualquier caso, en esa zona de Potes me resultó muy agradable poder bajar al nivel del Río Quiviesa y pasar un rato al borde del torrente con los pies metidos en sus frías aguas.
Por otro lado, al margen de pasear, en Potes hicimos una visita detallada a la Torre del Infantado, que es con seguridad el edificio más señero de la localidad. Se trata de un torreón que fue testigo de las cruentas luchas señoriales por el dominio de la comarca que acaecieron allí en la Edad Media.
En la actualidad la torre es un espacio cultural que alberga una exposición permanente titulada Beato de Liébana y sus Beatos. En ella está incluida la colección de facsímiles de beatos más grande del mundo.
Se trata, en general, de una exposición interesante para las personas aficionadas a la bibliofilia. Lo mejor, sin embargo, está en la parte superior de la torre, desde donde se ven unas vistas preciosas del pueblo y de sus alrededores.
También entramos en la Iglesia Vieja de San Vicente, el edificio en el que en la actualidad está la Oficina de Turismo y el Centro de Estudios Lebaniegos Desiderio Gómez Señas, que se dedica a la puesta en valor de Liébana como lugar de peregrinación y que tiene en ese emplazamiento un espacio montado para exposiciones y conferencias.
Por lo demás, en Potes almorzamos en un restaurante elegido al azar, llamado De Picos. Nos guiamos por el aspecto interior del sitio y la elección fue buena, porque comimos bien y pagamos 13 euros por menú. Luego vi que los menús costaban lo mismo en el 99% de los muchos restaurantes que hay allí, así que deduje que el precio era un acuerdo al que habían llegado entre todos. Nosotros no tomamos comida clásica de la zona, como dije antes ya probé en su día el que dicen que es el mejor cocido lebaniego que existe, y dado que este plato es una bomba y que quería conservar energías, decidí prescindir esta vez de su contundencia (pedí espaguetis boloñesa, bacalao con tomate y un café solo). Aparte de todo, De Picos es un lugar curioso, ya que además de ser un restaurante es una tienda de productos locales en la que se vende artesanía, alimentos típicos de la comarca y souvenirs.
En definitiva, me encantaría ver Potes en otra época del año, tengo entendido que en primavera o en otoño el lugar es igual de bonito, pero no está tan masificado. Mientras tanto, me conformo con haber visto el pueblo en temporada alta, no en vano el mismo vive hoy día de sus visitantes y verlo en plena efervescencia turística es verlo desarrollando el papel que juega primordialmente en estos tiempos.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado POTES.
En 1998 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales visitadas en Cantabria: 67'7% (hoy día, confirmada ya esta visita, 100%).
En 1998 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 14% (hoy día, confirmada ya esta visita, 33'6%).
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado POTES.
En 1998 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales visitadas en Cantabria: 67'7% (hoy día, confirmada ya esta visita, 100%).
En 1998 (primera visita incompleta), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 14% (hoy día, confirmada ya esta visita, 33'6%).
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