5 de septiembre de 2018

CAZALLA DE LA SIERRA 2018

Poco después de regresar de Dinamarca volví a hacer el petate para pasar los últimos días de vacaciones en compañía de mi familia política, al igual que ocurrió en 2016 y en 2017. Hace dos años fuimos a pasar esos días a la costa, pero el pasado verano recalamos en Cazalla de la Sierra y estuvimos tan a gusto que hemos vuelto a repetir ubicación. Pese a esto, nos hemos alojado en un sitio diferente, no fui yo el que decidió que en esta ocasión no íbamos a reservar el alojamiento de 2017, a mí el mismo me gustó, pero no todo el mundo quedó satisfecho al 100%, por lo que se valoraron otras posibilidades y al final acabamos alquilando una casa que ha estado mejor que la otra, por lo que el cambio ha sido un éxito.

La nueva casa ha distado apenas 500 metros de la del año pasado, que tenía de bueno que estaba aislada, pero a escasos 100 metros del casco urbano de Cazalla. La de este ha estado a 600 metros de sus primeras viviendas, por lo que su ubicación tampoco ha sido un inconveniente para poder caminar hasta el pueblo con comodidad, pero parte de ese trayecto era en cuesta, lo que hizo que hubiera que asumir que cada salida iba a ir acompañada de un pequeño esfuerzo final para poder regresar a la casa. En contrapartida, hemos disfrutado durante cuatro días de unas vistas maravillosas desde el jardín.


En cualquier caso, de manera inesperada este año he encontrado mucha más facilidad que en los dos pasados para salir del entorno de nuestra piscina. Yendo con mi familia política cabe la posibilidad de que uno se acabe moviendo menos que los ojos de Espinete, pero esta vez parte de ella se ha mostrado algo más activa y yo he aprovechado ese impulso todo lo que he podido. Eso ha hecho que pueda empezar a decir, después de tres visitas, que conozco bien Cazalla de la Sierra.

Más allá de los datos genéricos sobre la población, que ya he comentado en otros post, creo que nunca había contado que Cazalla se especializó a principios de la Edad Moderna en la producción de aguardiente, sobre todo de anís seco, hasta el punto de que convivieron quince fábricas en el pueblo. Hace años el mismo llegó a estar tan mimetizado con la bebida que producía que en muchos lugares al anís seco se le denomina cazalla. Por, desgracia, hoy día solo sobreviven dos de las quince empresas (Miura y El Clavel), y lo hacen gracias a la elaboración de bebidas de muy alta calidad y a la diversificación de su oferta (es muy afamado el licor de guindas de estas marcas, por ejemplo). Por lo visto, ambas siguen fabricando sus productos con técnicas tradicionales y sus instalaciones siguen siendo las de antaño.


De todas formas, yo no soy muy de licores, pero en cambio sí me encanta probar la gastronomía autóctona, con la cosa de que este año he tenido la oportunidad de salir a cenar un par de días. En el primero de ellos volvimos al único sitio que conocía del verano pasado, el Restaurante Manolo. Entonces el servicio allí dejó un poco que desear, pero la comida estuvo muy buena y la terraza del establecimiento nos gustó, por lo que decidimos repetir. En esta ocasión el servicio fue normal y la comida siguió estando buena, por lo que fue un acierto volver. Pedimos tomate y cerdo ibérico, dos de las especialidades de la zona.


El tomate aliñado del Restaurante Manolo estuvo de nuevo a la altura de los mejores que he probado, aunque ahora ya se que las bondades del producto cazallero tienen mucho que ver en eso. De hecho, paseando por el pueblo pudimos comprar en una tienda tomates autóctonos en bruto y comprobamos por nosotros mismos que, a pesar de su feo aspecto, su sabor es igualmente espectacular cuando se preparan en casa.


Este año también cenamos otra noche en la Cervecería Las Banderas. Allí tuvimos la mala idea de pedir pescado frito (no entiendo la manía de ir pidiendo pescado frito por todos lados, incluso en bares que están en plena sierra...). Yo, personalmente, lo vi bueno, pero mi familia protestó y echó para atrás el plato. El camarero se molestó, quizás en exceso (aunque, en honor a la verdad, en secreto me tengo que poner un poco de su parte) y ya fue inevitable el innecesario momento de tensión, que llegó a su climax cuando un señor que estaba sentado a nuestro lado desde hacía un rato pidió el plato que nos acababan de quitar a nosotros y se lo zampó diciendo que estaba bueno... Supongo que era un habitual del lugar, un amigo del dueño, o vaya usted a saber. El caso es que yo evito por todos los medios liarla en los bares, sobre todo si el origen del problema es que estoy pretendiendo comer en plena Sierra Norte de Sevilla un pescado con la frescura de unos boquerones recién comprados en la lonja de Isla Cristina, pero esta vez hubo jaleo y me tuve que aguantar.

En cualquier caso, el resto de los platos que pedimos en Las Banderas sí obtuvieron el beneplácito de la totalidad de los presentes, por lo que no puedo realmente ponerle una mala nota al establecimiento.

Dejando a un lado la gastronomía, la estancia de este verano en Cazalla me permitió profundizar en el conocimiento del pueblo, como ya he dicho. Los primeros dos días pude pasear por la zona que ya conocía, que va desde su extremo sur hasta la Plaza Mayor. En toda esa parte ya se perciben a la perfección las virtudes de la población, que se caracteriza por la blancura de sus casas.


Al principio de la Calle de Cervantes colocaron en abril de 2017 un azulejo que no había visto, con una cita de la obra de Miguel de Cervantes El Licenciado Vidriera en la que se menciona a Cazalla, que en época cervantina tenía tanta población o más que hoy día.


Por otro lado, al igual que en las dos visitas precedentes, echamos unos cuantos ratos en el Parque del Moro, ya que es un lugar muy agradable, sobre todo si se va con niños.


También se dio la circunstancia de que el primer día salí a dar una pequeña vuelta en bici y me pegué un buen leñazo, con la cosa de que me golpeé la rodilla y no pude correr nada en los días siguientes. Pese al dolor, en plan cabezón decidí hacer una prueba el domingo a primera hora, pero tuve que parar pronto porque vi que iba a acabar jodido de verdad. Pese a esto, como ya estaba en la calle, hacía una mañana deliciosa y no notaba molestias al andar, decidí darme un paseo por el pueblo para ir a recorrer hasta el final la Calle La Plazuela, cuyo inicio fue el punto más septentrional de Cazalla en el que estuve en 2016 y 2017. Esta calle peatonal es el corazón comercial de la población, aunque yo la vi desierta.


Recorriendo la calle hasta el final desemboqué en la travesía, en el punto en el que se puede dar por terminada la parte más céntrica de Cazalla.


De todas formas, el día antes de este agradable paseo matutino ya había tenido la oportunidad de recorrer el pueblo de arriba a abajo, gracias a la ruta urbana que hicimos María y yo con mi cuñada, y que nos llevó a visitar la gran mayoría de las fuentes urbanas que hay en Cazalla.


La ruta está compuesta de diez fuentes, nosotros empezamos por la tres y acabamos en la décima, pero las dos primeras ya las conocía, en concreto las había fotografiado el día antes al pasar por delante. A continuación, voy a hablar con brevedad de todas las fuentes, en el orden en el que se han puesto en el itinerario recomendado.

La primera, la Fuente del Concejo, está en la Plaza del mismo nombre. La ruta da comienzo en ella por ser este el manantial más céntrico del pueblo.


Un poco más abajo está la Fuente del León, llamada antiguamente de San Benito, ya que está al comienzo de la Calle San Benito. En la actualidad lleva el nombre del animal por la pieza petrea con cara de león que embellece el caño.


En el extremo sur de Cazalla está el Pilar de los Burros, un manantial que da a un abrevadero en el que bebían los animales hace años. Esta es la primera fuente que vimos realmente al hacer la ruta, ya que es la que estaba más cerca de nuestra casa.


A continuación, junto al Parque del Moro, enfrente del Restaurante Manolo y cerca del Pilar de los Burros, vimos la Fuente del Moro, por cuyo lado ya habíamos pasado muchas veces, tanto el pasado año como este. La misma tiene un pedestal con columnas entre las que se han colocado unos azulejos con motivos religiosos.


Desde el sur del pueblo anduvimos hasta la esquina sureste para buscar la quinta fuente, que está junto a la puerta de la casa donde estuvimos alojados en junio de 2016, la primera vez que estuve en Cazalla (aquella visita dio lugar al tercer post de este blog). Se trata de la Fuente del Chorrillo, que está adosada a una alberca y que se encuentra ubicada en El Azahín, el antiguo barrio morisco de la población.


Curiosamente, no muy lejos de la anterior fuente hay otra, llamada Fuente de la Huerta del Chorrillo, que no forma parte de la ruta, pero que yo ya conocía de nuestra estancia de 2016.


La sexta es la Fuente de la Recacha y está en el extremo este del pueblo. Me llamó la atención el hecho de que las fuentes están situadas en los límites de Cazalla, junto a los caminos que salen en todas las direcciones (en este caso el manantial está ya a unos 100 metros de la últimas casas). Esta, en concreto, la estaban usando unos lugareños para llenar garrafas, por lo que no le hice la foto directamente al caño.


Siguiendo el contorno urbano hacia el norte está cerca la Fuente del Pocito, probablemente la menos atractiva de todas, ya que se ha quedado encajonada entre dos muros al final de una especie de callejón sin salida.


Para buscar la octava fuente nos adentramos de nuevo en el pueblo por la Calle Matadero y recorrimos la parte más interesante de la ruta, que nos llevó a la zona norte del centro. Allí, a la espalda del Convento Madre de Dios, cerca de la travesía de la población, está la Fuente de las Monjas.



A esas alturas el calor empezaba a apretar, la ruta completa mide unos 4 kilómetros y se hace en un par de horas, pero no habíamos madrugado demasiado y el mediodía nos cogió en la Fuente del Cañito, la novena del recorrido. Para llegar a ella atravesamos el Barrio Nuevo, que es el que está al oeste del pueblo. No muy lejos, en la Plaza de la Fuente Nueva, hay una bomba manual para la extracción del agua del pozo adonde va la sobrante de la Fuente del Cañito. La misma no es potable, pero sí es perfecta para refrescarse, que es lo que nosotros hicimos.


Nuestra rutilla tocaba a su fin, pero aún nos quedaba la visita al Parque del Judío para localizar la fuente que hay en él, que tiene dos salidas. La que está más arriba se llama Fuente del Judío a secas y la otra es la Fuente del Judío Bajo.



Como ha quedado patente, recorrimos el pueblo entero explorando todos sus confines, la ruta es una manera muy buena de conocer el entramado de calles de Cazalla.  

Para acabar, voy a cerrar el post con unas palabras similares a las que escribí justo hace un año. Entonces, tras mí segunda visita estival a Cazalla de la Sierra dije que mi objetivo era volver en otoño o invierno. Tras la tercera, que también ha sido en verano, me voy con una idea bastante más profunda de como es la población, pero mantengo el propósito de regresar en otras estaciones más apropiadas para ver un pueblo de sierra.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado CAZALLA DE LA SIERRA.
En 2016 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Sevilla: 60% (hoy día 62'9%).
En 2016 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya Visitados: 18'8% (hoy día 19'9%).


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